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SUMARIO

  1. Notas
  2. Bibliografía

Este libro ha sido esperado por el mundo libre durante mucho tiempo. A pesar de que no puede ser considerado como una novedad, ya que fue publicado hace cuatro años, tiene un carácter especial que hace que valga la pena familializar al lector español con este título. The Auschwitz Volunteer. Beyond Bravery (El voluntario de Auschwitz: Más allá de la Valentía) trata sobre el testimonio del capitán Witold Pilecki, soldado del Estado Clandestino Polaco, quien, en 1940 se ofreció entrar voluntariamente en el campo de exterminio de Au­schwitz, con el fin de crear allí un movimiento de resistencia y de informar al mundo entero sobre los impactantes crímenes que los alemanes cometían contra los polacos y los judíos en el lugar.

El elemento más importante del libro es el informe que Pilecki escribió en 1945, dos años después de su audaz fuga del campo, que incluía una variedad de informaciones detalladas sobre la política alemana del exterminio. Es una fuente de gran importancia, no solo por los datos presentados sobre la actitud de los opresores alemanes, la organización del campo, la conspiración polaca, o el comportamiento de los presos, sino también por el extraordinario talento literario del autor. A pesar de sus intenciones iniciales, Pilecki no solo no evita compartir sus experiencias con el lector, sino también formula claramente sus juicios morales sobre la inhumanidad del Holocausto. Por eso el informe es una fuente muy valiosa tanto para los especialistas del periodo de la Segunda Guerra Mundial, como para todos los amantes de una lectura interesante. Además, Pilecki escribió simplemente aquello por lo que había vivido o había pasado. Ni el mejor guionista podría haber inventado un escenario así.

La biografía del heroico capitán se encuentra en la primera parte del libro. Esta fue escrita por Jarek Garliński, historiador polaco que vive en el Reino Unido y cuyo padre, Józef Garliński, fue el primero en llevar a cabo la investigación sobre la figura de Witold Pilecki. Sus esfuerzos se vieron recompensados con la publicación, en 1974, de un libro bajo el significativo título Oświęcim walczący (Auschwitz luchador)[1].

La vida de Pilecki refleja el trágico destino de los polacos en la primera mitad del siglo xx, marcado por la necesidad de luchar por la independencia de la patria y la incertidumbre del futuro. Pilecki nació en 1901 en el extremo norte: en Olonets (Carelia) en una familia de insurgentes polacos que lucharon contra el régimen zarista. Después de recuperar la independencia de Polonia en 1918 volvió a su patria, donde tomó parte en la guerra polaco-bolchevique entre años 1919-1921, que supuso el fin de la marcha triunfal del Ejército Rojo hacia el Oeste. Durante el periodo de entreguerras, la vida de Pilecki se desarrolló en una granja en las cercanías de Lida (hoy Bielorrusia), en la que una feliz estancia, su matrimonio con Marianna Ostrowska y la alegría del nacimiento de sus hijos, Andrzej y Zofia (vivos actualmente), marcaron el devenir de estos años. El idilio familiar fue interrumpido brutalmente en 1939 por la doble agresión a Polonia por parte de Alemania (1 de septiembre) y la URSS (17 de septiembre). Pilecki participó en la lucha contra la Wehrmacht y, después de la campaña perdida, trabajó en las estructuras de la resistencia polaca en Varsovia, siendo el cofundador del Ejército Polaco Secreto (Tajna Armia Polska, TAP).

Paralelamente a la Varsovia ocupada, comenzaron a llegar las primeras informaciones dramáticas sobre la verdadera naturaleza del campo de concentración de Auschwitz. Alemania lo estableció el 14 de junio de 1940 –el mismo día en el que las tropas de la Wehrmacht desfilaron por París y las tropas españolas entraron en Tánger– en el área de la ciudad Oświęcim, incorporada al Tercer Reich[2]. Los primeros prisioneros del campo eran patriotas polacos que, según los planes alemanes, tenían que ser eliminados con el fin de aniquilar a la élite de la nación polaca. Entonces Pilecki –aunque no sin dudas– tomó una decisión tan excepcional como valiente: decidió convertirse en prisionero del campo para crear allí la estructura de la resistencia polaca en contacto con el TAP. El 19 de septiembre de 1940, usando un documento de identidad falso a nombre de Tomasz Serafiński, se dejó arrestar en la redada de Varsovia y durante los siguientes tres años formó parte de la comunidad del campo.

Las observaciones realizadas por él y presentadas en un informe en 1945 con gran detalle, nos describen las atrocidades cometidas por el sistema alemán contra los polacos y los judíos. Pésimas condiciones de vida, trabajo agotador, exposición al frío, el maltrato de prisioneros por parte de la SS, la tortura física, el hambre, el castigo de muerte por delitos menores o imaginarios –no es de extrañar que desde el principio Pilecki denominó a Auschwitz bajo el nombre del «infierno»–. Como hombre de una fuerza física excepcional, soportaba mejor las condiciones difíciles que otros. No tenía ninguna duda de que el trabajo agotador tenía un objetivo claramente definido: aniquilar a las élites nacionales polacas (en el idioma polaco se usa el término «intelligentsia»), que por razones naturales, no poseían tan buena condición física. Pilecki escribió así en su informe:

Los alemanes aniquilaban especialmente la intelligentsia. Después de esta observación cambié un poco de opinión. No fue una locura, sino una herramienta monstruosa para el asesinato de los polacos empezando su trabajo con la intelligentsia.

Aparentemente parecería que Auschwitz fuese el último lugar imaginado donde se podría desarrollar un movimiento de resistencia. A pesar de unas condiciones extremadamente difíciles, Pilecki fundó la secreta Unión de Organización Militar (Związek Organizacji Wojskowej, ZOW), que ganaría nuevos miembros rápidamente. Sirvió no solo para informar a los oficiales del Estado Clandestino Polaco acerca de la posición real de los presos, sino también para la mejora de sus condiciones de vida en el campo. Los miembros de la ZOW adquirían y distribuían alimentos entre los más necesitados y animaron a sus amigos, elevando su moral. Uno de ellos fue el Dr. Władysław Dering, quien trabajaba en el hospital del campo como enfermero (a pesar de que era médico de profesión, no podía realizar esta función en el campo, ya que estaba solamente reservada para los alemanes), salvando en varias ocasiones a los más débiles, organizando para ellos un sitio en el hospital y proveyéndoles la atención médica necesaria. Los medicamentos e incluso las vacunas, fueron contrabandeadas gracias al apoyo de los polacos que vivían fuera del campo. El apoyo de la población local también posibilitó suministrar informaciones acerca de la política alemana de exterminio a las autoridades del Estado Clandestino Polaco. La ZOW también creó sus estructuras con la esperanza de que el movimiento de resistencia polaco ordenara un ataque sobre el campo, lo que facilitaría que los presos constituirían una especie de «quinta columna» ante el ocupante. Sin embargo, no se tomó esta decisión. Las fuerzas del Estado Clandestino Polaco eran demasiado débiles para llevar a cabo el asalto al campo.

Por razones obvias, los presos que trabajaban para la ZOW no podían tener arma alguna. Por ello, encontraron diversas formas de imponer un justo castigo a sus torturadores. Uno de los miembros de la conspiración fue Witold Kosztowny, que criaba piojos infectados con tifus para luego ponerlos en los uniformes de los más crueles funcionarios de la SS. De esta manera perdió su vida, entre otros, Siegfried Schwella, jefe de los médicos de la SS[3]. En cuanto a los espías que denunciaban la conspiración a los alemanes, también fueron liquidados. Estas sentencias eran llevadas a cabo por los enfermeros miembros de la ZOW, tan pronto como los informantes llegaban al campo, les aplicaban inyecciones con agujas oxidadas o con veneno. Otra estratagema de los conspiradores fue copiar la llave del buzón dedicada a la correspondencia con las autoridades del campo. Sacaban de allí las denuncias hechas por los espías y escribían las suyas a su vez contra ellos. La organización incluso disponía de un radioescucha, por donde se daban informaciones sobre las derrotas alemanas en el frente oriental, mejorando la moral de sus compañeros del campo.

La huida de Pilecki tuvo lugar el 27 de abril de 1943, siendo de estilo audaz. Tres fugitivos obtuvieron puestos de trabajo en una panadería que se hallaba fuera del campo, copiaron la llave de la puerta frontal y consiguieron escapar a la libertad a pesar de los disparos de los funcionarios de las SS. Tras su fuga, tuvo lugar un momento conmovedor, siendo cuando Pilecki conoció accidentalmente al verdadero Tomasz Serafiński, cuyos documentos había utilizado. Despues de su exitosa huida, el capitán se dirigió a Varsovia, donde entregó toda la información relativa de su estancia en el campo. Más tarde participó en el alzamiento polaco de 1944, cayendo de nuevo en cautiverio alemán tras la caída de la ciudad. Liberado en 1945 escapó a Italia, donde se unió al Segundo Cuerpo Polaco (II Korpus Polski) del general Władysław Anders, quien un año antes había obtenido la famosa victoria en la batalla de Monte Cassino[4]. Fue entonces cuando Pilecki escribió su informe más largo, que constituye la base de este libro.

Se equivocaría aquel que creyese que una persona con un currículum tan extraordinario se convertiría en un héroe después de la guerra. En Polonia, el final de la ocupación alemana dio paso a la llegada de los soviéticos, formándose un nuevo gobierno dependiente completamente de Moscú, el cual comenzó a eliminar a la élite polaca opuesta a los gobiernos de los comunistas. Pilecki comenzó a trabajar en la organización clandestina anticomunista e independentista «NIE» (abreviatura de «niepodległość» –«independencia», siendo también un juego de palabras, porque en polaco «nie» significa «no»). Fue arrestado en 1947. Torturado y castigado bajo unas condiciones terribles resumió la crueldad de los servicios de seguridad bajo unas palabras significativas: «Comparado con ellos, Auschwitz fue un juego de niños». Acusado de espionaje, fue ejecutado el 25 de mayo de 1948. A día de hoy, aún no se sabe dónde se hallan sus restos mortales.

Su historia póstuma no fue mejor. Pilecki fue reconocido como enemigo de la Polonia comunista, siendo borrado de la memoria colectiva. La verdad sobre el héroe comenzó a llegar a la conciencia pública solo después de la caída del Telón de Acero en 1989. El gran rabino de Polonia, Michael Schudrich, explicó en un prólogo la razón de este «silencio»:

¿Por qué Pilecki no es más conocido? La respuesta es simple: su historia fue intencionalmente prohibida por el régimen comunista en la Polonia de la posguerra –porque el heroismo de Pilecki no se acabó con su misión de casi tres años en Auschwitz–.

En su informe, Pilecki no se limitó simplemente a informar sobre los acontecimientos en el campo, sino que intentó llegar a cuestiones antropológicas de comportamiento humano dentro de este. Tampoco se negó a hablar de descripciones sentimentales o interesantes comentarios filosóficos. Pilecki dedicó mucho espacio a la reflexión sobre el complejo comportamiento humano en condiciones extremas. Destacaba que ante la inminente muerte se borraban las diferencias entre letrados y personas sin educación, entre ricos y pobres: todos se tuteaban. La estancia en el campo enseñó a los prisioneros la indiferencia a las cosas materiales: «nos parecía ridícula la tierra y la gente en ella ocupada en sus asuntos triviales».

Pilecki presentó de una forma conmovedora las escenas de las atrocidades alemanas, las cuales son bastantes en el informe. Son impactantes para el lector las descripciones detalladas de castigos crueles a los presos, el sadismo, la fantasía o las apuestas hechas por los funcionarios de las SS, sobre cuánto tardarían aquellos enterrados vivos en morir. Aquellos que no fueron aniquilados por los alemanes, les esperaban otros peligros como el hambre y las enfermedades, transformando a algunos en una masa inerte, dejando a los piojos campar a sus anchas y devorando vivos a los demasiado débiles para defenderse. A lo largo de su estancia en Auschwitz, Pilecki aprendió que la gente se comportaba mucho peor que los animales. Observando la brutalidad de los alemanes declaraba que el progreso tecnológico había sido inversamente proporcional a la cultura, que había registrado un retroceso, llevando al hombre del siglo xx a perder la sensibilidad de sus ancestros.

Durante su estancia en Auschwitz, Pilecki fue un observador muy cuidadoso y meticuloso por lo que muchas informaciones que provienen de él eran de suma importancia. Sin embargo, en retrospectiva podemos ver en algunos casos cómo la descripción no se ajustaba a la realidad. Por ejemplo, Pilecki escribió que los crematorios eran eléctricos, pero de hecho funcionaron con coque. También explicó erróneamente cómo funcionaba el gas Zyklon-B –el cual no tenía forma de cilindros o discos, sino debido a su facilidad de volatilización era enviado al campo sólo en latas selladas de metal–. A pesar de estos errores, las informaciones sobre el exterminio de polacos y judíos hay que considerarlas cruciales.

Otro aspecto que podemos encontrar en el libro es el sentido del humor del capitán Pilecki a pesar de las pésimas condiciones en las que vivía en el campo. Un error humorístico fue llamar «cura viejo» a Maximiliano Kolbe, que dio su vida por un compañero. Pilecki no se percató de que el heroico sacerdote tenía por aquellos entonces 47 años y era mayor que él en apenas 7 años de edad[5]. Como hemos señalado, Pilecki nunca resignó del humor, y a pesar de haberse referido al campo en repetidas ocasiones como «infierno», expresaba a su vez su admiración por los prisioneros, a los que animaba la existencia y mejoraba su estado de ánimo con sus bromas. Al lector divertirá una anécdota al leer la escena de una construcción de un horno por Pilecki, o la información del uso que hicieron los prisioneros de los francos franceses. Tampoco falta el sentido del humor en los fragmentos relacionados con los eventos deportivos en el campo.

Como resumió el rabino Michael Schudrich, The Auschwitz Volunteer: Beyond Bravery es «una lectura esencial para cualquier persona interesada en el Holocausto». Es una hermosa apoteosis de la humanidad que al final domina sobre el mal, incluso si ello al principio parece invencible. Esta victoria la consigue Witold Pilecki precisamente ahora, cuando sus heroicos hechos son de nuevo descubiertos por los historiadores, cuando finalmente se da su nombre a las escuelas y calles, cuando por su conmemoración persevera la juventud, desde los scout hasta los aficionados de fútbol. Y el recuerdo del heroico capitán supera lenta, pero constantemente, las fronteras de Polonia. No es sorprendente que del informe se haya hecho eco en los Estados Unidos, Gran Bretaña, Portugal e Italia, y es una pena que hasta el momento no pueda ser leído en la lengua de Cervantes. Ojalá esto suceda tan pronto como sea posible.

Bibliografía [Subir]

[1] 

Cyra, A. (2014). Rotmistrz Pilecki. Ochotnik do Auschwitz. Varsovia: RM.

[2] 

Davies, N. (2015). The Anders Army, An Odyssey Across Three Continents (General Military). Oxford: Osprey Publishing.

[3] 

Garliński, J. (1992). Oświęcim walczący. Varsovia: Oficyna Wydawnicza Volumen.

[4] 

Snyder, T. (2011). Tierras de sangre: Europa entre Hitler y Stalin. Barcelona: Galaxia Gutemberg.

[5] 

Vázquez Borau, J.L. (2010). Vida de Maximiliano Kolbe. Madrid: Editorial San Pablo.