El nuevo libro del historiador Alejandro Quiroga es un excelente estudio biográfico de Miguel Primo de Rivera, una figura política central del siglo xx que venía reclamando la atención aquí recibida. La obra de Quiroga está presidida por un rigor exquisito en el análisis de las fuentes, por un profundo conocimiento del contexto histórico nacional e internacional, por una mirada crítica a los problemas históricos y por un conjunto de inquietudes que la hacen atractiva no únicamente para especialistas sino también para un amplio público lector.

Destacaré a continuación las que considero dos grandes virtudes del libro. Por un lado, tanto en la forma como en el fondo, Quiroga desborda los límites de la biografía tradicional para convertir a Primo de Rivera, como sujeto individual, en un vehículo para comprender el momento histórico que habitó el dictador. Ello no resta protagonismo al gran protagonista de la obra y, de hecho, la trayectoria vital del general marca el hilo de la narrativa. Pero, a la vez, su estudio no es un fin en sí mismo: el objetivo del autor es ayudar a entender un contexto histórico crítico y complejo por medio de su figura. El libro es así un magnífico ensayo de biografía renovada. La propia estructura del volumen no responde únicamente a un criterio cronológico clásico, también presente lógicamente. Si bien los cuatro primeros capítulos están estructurados según este orden temporal, los cuatro restantes atienden a problemas que atraviesan y dan sentido a este fascinante periodo de entreguerras.

La primera mitad del libro es así un estudio pormenorizado, ágilmente trabado y narrado, de cómo se construyó un personaje que aspiró a ser el salvador carismático de una nación en peligro, alguien capaz de «sacar a España de su abyección, ruina y anarquía» (palabras del marqués de Estella en pág. 83). En estos capítulos, se explica también cómo se construyó un Estado autoritario desde lo que Quiroga denomina «deslumbramiento fascista», reforzado por la admiración que Primo profesaba por Mussolini, y siempre desde una cristalina claridad sobre dónde se situaban los enemigos internos y externos de aquel proyecto dictatorial. El autor realiza asimismo un pormenorizado balance del proceso de configuración del nuevo Estado antiliberal y moderno, prestando atención también a las medidas económicas que lo acompañaron (desarrolladas en el capítulo cuarto), y analizando, por último, los factores que determinaron la crisis y el declive definitivo del régimen, con la pérdida progresiva de los apoyos de los que un día disfrutó, desde la de los banqueros y aristócratas a la de la Iglesia, cargos militares y prensa.

La segunda mitad del volumen rompe con la lógica cronológica para atender a cuestiones temáticas y trasversales, diferentes claves interpretativas del periodo. Así, se analiza el papel del liderazgo político dictatorial de Primo de Rivera, de tipo populista, a través de la construcción de un personaje tan pretendidamente carismático como contradictorio. A continuación, se ahonda en el proceso de nacionalización de masas, de corte católico, autoritario y monárquico, un empeño de resultados dudosos. Otro capítulo está destinado a evaluar los límites del proyecto primorriverista, unos límites que se tradujeron en razones para la pérdida progresiva de apoyos sociales y políticos y la eventual dimisión del dictador. En el último capítulo, Quiroga realiza una mirada desde el presente al periodo analizado, tanto a través de una presentación exhaustiva de la historiografía relacionada con la dictadura primorriverista —en un apartado muy útil también desde el punto de vista docente— como de la batalla por la memoria en torno a una figura cuyo significado político es hoy en día objeto de encontrados debates.

La segunda gran virtud del libro a la que haré referencia está relacionada precisamente con este último aspecto. Quiroga toma partido sin ambages en el debate político actual en torno al legado y al significado histórico de Primo de Rivera, quien no puede ocultar, en estas páginas, su carácter corrupto, autoritario, violento y narcisista. En esta batalla sobre la memoria del régimen, el estudio toma la necesaria distancia analítica con respecto a una sólida imagen construida a lo largo de un siglo, un perfil que comenzó a dibujarse durante el propio régimen dictatorial y que conserva hoy en día inusitada vigencia: la de un líder autoritario pero paternalista, campechano y afable, que sus grandes apologistas definieron como «del gusto del alma popular española». Esta imagen radicalmente edulcorada partiría también de un juicio benévolo de la dimensión de género del dictador, tan religioso y rígido en su moral patriarcal como mujeriego e irresponsable con sus deberes familiares en la práctica.

Es precisamente desde esta perspectiva de género desde la que, en mi opinión, el libro podría haber realizado una aportación más contundente. Quiroga destaca con acierto que la figura oficial de Primo como un líder providencial salvador de la patria estuvo asociada a la «imagen del militar viril, de actitud caballerosa, que era, además, un buen católico y un considerado padre de familia» (pág. 186). Este aspecto de la figura del dictador, con sus significados nacional y de clase, es destacado en el análisis, como lo son las campañas moralizantes llevadas a cabo por el régimen y las contradicciones generadas por la doble moral de un dictador incapaz siempre de predicar con el ejemplo. Se echa en falta, sin embargo, una mayor atención a los profundos cambios en las relaciones de género y en los ideales de feminidad que sirvieron de telón de fondo, nacional e internacionalmente, a la dictadura de Primo de Rivera. También en España, aquellos años veinte fueron particularmente dinámicos desde el punto de vista del desarrollo de diferentes corrientes feministas. Unido a ello, la posición de las mujeres se vio afectada por cambios relevantes que afectaron también a su papel político, un aspecto que podría haber ocupado un lugar más destacado en el análisis.

Con todo, no cabe duda de que el libro de Alejandro Quiroga es una obra brillante, un trabajo sólido e innovador que se está convirtiendo ya en referencia obligada para toda aquella persona interesada en una experiencia dictatorial a la que solo la buena historia puede poner en su sitio.