Estudios

CIUDAD Y TERRITORIO

ESTUDIOS TERRITORIALES

ISSN(P): 1133-4762; ISSN(E): 2659-3254

Vol. LVI, Nº 219, primavera 2024

Págs. 207-224

https://doi.org/10.37230/CyTET.2024.219.11

CC BY-NC-ND

Hacia una aproximación inductiva a la gentrificación desde las periferias: entre vivienda social, renovación urbana y enclaves extractivos de Ecuador

Manuel Bayón-Jiménez (1) Gustavo Durán-Saavedra (2) Alejandra Bonilla-Mena (3)

(1) PhD(c) Instituto Tecnológico de Karlsruhe. Investigador

(2) Docente investigador

(1) (2) Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Ecuador

(3) PhD(c) Pennsylvania State University

Resumen: El boom de las materias primas permitió ingresos inusuales para los estados sudamericanos en la década de 2010. Este proceso motivó una gran capacidad del Estado ecuatoriano para producir las nuevas periferias de la ciudad a través de megaproyectos de renovación urbana y vivienda social, promoviendo la gentrificación de las áreas centrales. Al mismo tiempo, las periferias urbanas cercanas a los centros de acumulación de capital extractivo en las ciudades petroleras, mineras, agroindustriales o turísticas experimentaron procesos de destrucción creativa. Este artículo reflexiona sobre cómo pensar en la conceptualización de la gentrificación desde procesos diferenciados de las nuevas periferias urbanas del Ecuador a través de un ejercicio comparativo inductivo, para poder contribuir a reflexionar cómo contribuir a este debate desde las periferias globales.

Palabras clave: Gentrificación; Renovación urbana; Extractivismo; Vivienda social; Políticas urbanas.

Towards an inductive approach to gentrification from the peripheries: between social housing, urban renewal and extractive enclaves in Ecuador

Abstract: The commodity boom allowed for unusual revenues for South American states in the 2010s. This process motivated a great capacity of the Ecuadorian state to produce the new peripheries of the city through mega-projects of urban renewal and social housing, promoting the gentrification of central areas. At the same time, the urban peripheries close to the centres of extractive capital accumulation in oil, mining, agro-industrial or tourist cities experienced processes of creative destruction. This article reflects on how to think about the conceptualisation of gentrification from processes differentiated from the new urban peripheries of Ecuador through an inductive comparative exercise, in order to contribute to reflect on how to contribute to this debate from the global peripheries.

Keywords: Urban renewal; Gentrification; Extractivism; Social housing; Urban politics.

Recibido: 02.11.2022; Revisado: 09.06.2023

Correo electrónico (1): mjimenezfl@flacso.edu.ec Nº ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9450-9718

Correo electrónico (2): gduran@flacso.edu.ec Nº ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1930-0228

Correo electrónico (3): apbonillam@gmail.com Nº ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7054-0481

Los autores agradecen los comentarios y sugerencias realizados por los evaluadores anónimos, que han contribuido a mejorar y enriquecer el manuscrito original.

Gracias a todas las comunidades, barrios e instituciones de las tres regiones del Ecuador que colaboraron con esta investigación, recibiéndonos, conversando con el equipo de FLACSO-Ecuador y proponiendo otras formas de habitar las ciudades y la urbanización en el país. Por ello, nuestro agradecimiento por la investigación conjunta en Esmeraldas al equipo de Ciudad, Memoria y Medio Ambiente de la Universidad Técnica Luis Vargas Torres de Esmeraldas, así como a los investigadores e investigadoras de distintas instituciones e independientes que en Portoviejo, Guayaquil, Lago Agrio y El Pangui encaminaron el proyecto “Contested Cities Ecuador”, auspiciado por la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación de Ecuador, así como por el programa “CONTESTED_TERRITORY: From Contested Territories to alternatives of development: Learning from Latin America” del Programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea bajo el acuerdo de financiación Skłodowska-Curie número 873082. Nuestro agradecimiento también a las y los estudiantes que participaron en parte del trabajo de campo, la sistematización del mismo y las conversaciones que asentaron algunos de los aprendizajes: Samanta Andrade, Felipe Bonilla, Caridad Santelices, Javier González, Daniel Zárate, Isaac Araújo y Johanna Villavicencio, así como a la profesora visitante en FLACSO Margarete Maria de Araújo Silva.

1. Introducción: la necesidad de analizar las formas concretas de las violencias en los espacios urbanos periféricos

Este artículo se pregunta cómo se han producido las violencias de la expansión urbana en el Ecuador en la última década de 2010 a 2019, período en el que se produjo un importante salto en las formas de planificación y la intervención por parte del Estado en el marco del ciclo de capital originado a partir de la crisis financiera global de 2008. El boom de las materias primas derivado de la nueva solución espacial de la crisis a nivel internacional generó en América Latina un nuevo ciclo de expansión de la capacidad estatal, complementada con la renegociación de la deuda y de los contratos petroleros por parte de los nuevos gobiernos progresistas como el de Ecuador (Svampa, 2012; Wilson & Bayón, 2015).

Como parte de la dinámica del capital, un porcentaje importante de los excedentes, fruto de la renta de la tierra extraída, fue colocado en forma de inversiones inmobiliarias en el sector privado, a la par que propiciaron una capacidad de inversión en infraestructuras y programas de vivienda social sin precedentes en la historia reciente del país (Harvey, 2013). Al mismo tiempo, los altos precios en el mercado internacional del barril del petróleo y de los metales propiciaron la llegada de capitales para la licitación de espacios que tenían un interés menor con precios más bajos, propiciando nuevos procesos extractivos y nuevos nodos de urbanización extendida, con una fuerte intervención del estado en infraestructuras o en vivienda social (Bayón, 2019; Durán, Bayón, & al., 2020).

Las violencias desatadas por este proceso de expansión territorial del capital han tenido una gran atención por parte de la ecología política en relación con los desplazamientos y la contaminación generada, en un esquema en el que se reportan de forma masiva los impactos provocados por la llegada de las actividades extractivas. Esta aproximación ha develado las graves violaciones a los derechos humanos producto del incremento de las actividades extractivas, así como a los derechos de la naturaleza reconocidos en la Constitución del Ecuador (Vallejo & al., 2016). En los ámbitos urbanos, estos procesos se han analizado desde la óptica de los desplazamientos urbanos o la gentrificación, especialmente en las áreas centrales de Quito, Guayaquil y Cuenca, las mayores ciudades del país, mediante estudios de caso (Durán & al., 2016; Sánchez Gallegos, 2014).

Sin embargo, han recibido poca atención las miradas trasversales del proceso, en un periodo en el que la mayoría del proceso de urbanización del Ecuador se ha concentrado en las ciudades intermedias, con el surgimiento de nuevos ejes urbanos y de ciudades pequeñas en buena parte del país (Cabrera Barona & al., 2020; Narváez Quiñonez & al., 2020). Por ello, esta investigación se centra en la producción del espacio urbano periférico en las grandes metrópolis, ciudades intermedias y ciudades emergentes del Ecuador, en su enorme diversidad, para poder capturar las formas en las que las violencias estructurales se territorializan a lo largo del país, y poder generar aprendizajes en la escala nacional. A partir de 8 ciudades en las cuatro regiones del país, dos de ellas las metrópolis urbanas (Quito y Guayaquil), cuatro ciudades intermedias con muy diferentes características entre sí (Santo Domingo, Portoviejo, Esmeraldas y Lago Agrio), y dos ciudades emergentes (El Pangui y Puerto Ayora), se distribuyen las diferentes temáticas de análisis que aborda este artículo.

El principal aporte del artículo se encuentra en su forma metodología comparativa inductiva de análisis para analizar en profundidad la diversidad del proceso de producción del espacio urbano periférico de un conjunto nacional, a partir de un marco teórico que aporte miradas diferentes desde América Latina de los desplazamientos por sustitución de las clases populares por nuevas clases creativas propias del norte global (Bosma & van Doorn, 2022; Lees & al., 2016). Por ello, teóricamente, abogamos por el concepto de expulsiones, que permite una mirada más completa a los procesos de desplazamiento a través de dinámicas que ocurren en una miríada de situaciones pero que se articulan a los movimientos de capital dominantes (Sassen, 2015). Mediante una metodología mixta de métodos cuantitativos espaciales-históricos y métodos cualitativos de historias locacionales familiares y talleres de organización colectiva en 8 diferentes ciudades, nos inscribimos en las etnografías móviles propias de la investigación en contextos urbano-populares donde las historias y los datos se van construyendo a retazos, pero que permite generar una comparación que ofrece las diferentes variables de interés (Streule, 2020). La investigación ha hallado de forma inductiva tres temáticas de comparación (Lawhon & Truelove, 2020) que permiten generar una expansión en las tipologías de producción de nuevas periferias urbanas que pueden ser miradas bajo un lente de una gentrificación reformulada desde los márgenes urbanos que ha generado el boom de materias primas. En términos teóricos, se establece un diálogo con las formulaciones que emanan desde el norte global sobre la gentrificación y las formas de producción urbana periférica, en el que proponemos partir de realidades diversas que a través de marcos comparativos comunes permitan expandir el campo de conocimiento.

En este sentido, el artículo se adentra en la sección segunda en un marco teórico que profundice en estas discusiones, para proponer un marco metodológico que permita analizar de forma comparada la multiplicidad de violencias y contestaciones urbanas en la producción de espacio urbano periférico. Los resultados se muestran en una amplia sección tercera se explican las tres temáticas de violencias estructurales que emergen a partir del estudio de casos: la producción de Vivienda de Interés Social (en adelante VIS), la reforma urbana enfocada en la atracción de turismo, y la expansión de periferias alrededor de los enclaves extractivos. En la cuarta sección se genera una discusión que permite afrontar la hipótesis de trabajo de forma nítida, y caracterizar el proceso de producción de periferias urbanas en Ecuador. En la quinta sección se termina con unas conclusiones que permiten expandir el campo de estudios urbanos y su comprensión en la región respecto a los procesos de gentrificación y desplazamientos.

2. Marco teórico: Aportes a la discusión sobre el concepto de gentrificación desde la producción de violencias urbanas en América Latina

Este marco parte del diálogo con el concepto de gentrificación a partir de autores que se han propuesto tejer un conocimiento comparado entre América Latina y Europa (Albet & Benach, 2017; Inzulza Contardo, 2020; Janoschka, 2018; Janoschka & Sequera, 2014; López Morales & al., 2016). Esta literatura comprende la gentrificación como un desplazamiento de las clases populares de los centros de las ciudades para el recambio poblacional de clases más altas, a través de una valorización de estos espacios siguiendo modelos europeos de embellecimiento y museificación. Así, se promueve toda una serie de articulaciones entre el Estado y los posibles mercados que participarían de este desplazamiento a través de políticas públicas centradas en lo económico como la facilidad de inversión inmobiliaria, procesos políticos que faciliten la seguridad de la inversión, pero también procesos simbólicos o psicológicos que generen una marca para los nuevos sectores de clase alta, y una estigmatización para los sectores populares (Blanco & Apaolaza, 2016; Caldeira, 2017). Esta literatura ha tenido una enorme réplica en el estudio de los centros y la ubicación de nuevas clases medias a lo largo de las ciudades latinoamericanas como Quito, Bogotá, Buenos Aires, Santiago de Chile, o Ciudad de México (Cevallos Aráuz, 2018; Díaz Parra & Apaolaza, 2020; López Borbón, 2023; Quijano Gómez, 2020; Rasse & al., 2019).

Sin embargo, los procesos de recambio poblacional, desplazamiento y violencias urbanas han sido poco tratados en ciudades intermedias o en donde el arquetipo de gentrificación tiene enormes distancias por las situaciones estructurales de América Latina. Este marco es una forma incipiente de dar cuerpo a reflexiones sobre las violencias y sus contestaciones que permitan analizar estos espacios donde los ciclos de valorización del capital producen expulsiones en su forma de producir no solamente los centros de las megaurbes, sino también las periferias de procesos urbanos de ciudades pequeñas e intermedias. Por ello, el presente artículo propone ampliaciones conceptuales a este debate. La primera violencia estructural, a considerar en América Latina, es la propia conformación de las ciudades de todo tamaño, en una migración campo-ciudad forzada por las circunstancias, especialmente si pensamos en los espacios urbanos que han emergido en las últimas décadas en medio de la aplicación de medidas neoliberales de ajuste estructural en el campo (Schiavo & al., 2013), que tiene fuertes paralelismos con lo ocurrido con otros sures con un fuerte crecimiento urbano (Walker, 2008; Wu, 2020). Esta movilidad abrupta ha configurado en las últimas décadas amplias áreas periféricas informales en las que las violencias por la ausencia de vivienda, servicios, hábitats habitables por una dejadez del Estado han sido parte de los recurrentes análisis de los diferentes países de la región (Cruz Muñoz & Isunza, 2017; Hidalgo & Janoschka, 2014).

Desde esta propuesta también queremos ensanchar la visión de la producción de periferias enriqueciéndola con otras perspectivas en la configuración de las violencias en las periferias urbanas. En esta propuesta vamos a observar los desplazamientos a través no solamente campo-ciudad, sino a través de las múltiples expulsiones que produce la economía global actual, en la que se entrelazan las expulsiones provocadas por las crisis financieras, los conflictos armados por la tierra y el territorio, o la expansión del extractivismo minero, petrolero, agroindustrial y turístico (Sassen, 2015). Estos procesos de expulsión son una de las piedras angulares del crecimiento urbano a nivel global. En América Latina estas expulsiones que conforman los espacios urbanos no pueden separarse del modelo rentista de economía que está en la génesis y plasmación del modelo urbano, sus jerarquías de poder, y las formas en las que la misma economía extractiva es disputada en las ciudades (Bartra, 2014; Coronil, 1997). Estas formas de rentismo donde las ciudades tienen un rol fundamental en la acumulación de renta y su disputa, genera un Estado y unas políticas a su imagen y semejanza, donde las políticas de planificación van a tender a reforzar los mecanismos de obtención de materias primas, y por ende, a la formación de nuevas ciudades en este contexto, al mismo tiempo que va a potenciar su exportación en los principales puertos, y los núcleos capitalinos que redistribuyen esa renta (Alarcón Cevallos, 2021; Guzmán Gallegos, 2012; Veltmeyer & Petras, 2012).

Por ello, este ensanchamiento del concepto de gentrificación está en diálogo con la ecología política en relación con que hay disputas sobre las materias primas y sus efectos redistributivos sobre la base de la vida, a través de dos dimensiones. En primer lugar, en la escala de la ciudad: ante el crecimiento cada vez más disperso de las ciudades, estas van absorbiendo territorios que antes eran considerados como rurales (rtes & Silva Júnior, 2021). Desde el punto de vista de las problemáticas ambientales que comporta, es en los espacios intersticiales de transición, desde lo rural a una incipiente urbanización, que se producen las mayores tensiones (Alberto, 2009). La conversión de territorios agrarios y de protección en áreas metropolitanas ha promovido una profunda discusión de larga data sobre los impactos ambientales que genera la expansión de la mancha urbana (Restrepo, 2002).

En segundo lugar, en la conformación de enclaves urbanos extractivos: cuando las periferias se constituyen además como áreas de producción minera, petrolera o agroindustrial, las violencias y expulsiones de los sectores populares urbanos se multiplican, vinculadas al riesgo ambiental, por la presencia de actividades contaminantes (Durán, Bayón Jiménez, & al., 2020). El concepto de sufrimiento ambiental explica, desde una perspectiva cultural, la violencia a la que son sometidos los sujetos segregados, expuestos a una alta toxicidad, ante el evidente abandono del Estado que dirige su protección al capital contaminante y no a los derechos de la población (Auyero & Swistun, 2008), y sin embargo, ha sido muy poco vinculado hasta el momento como uno de los factores de desplazamientos urbanos o relacionado con la gentrificación.

La colocación de excedentes del extractivismo se espacializa siguiendo distintos patrones al interior de las ciudades, destacando los balancines locativos de valorización y desvalorización que sigue el capital, también en contextos de rentismo extractivo (Harvey, 2013; Smith, 1984). Smith analiza cómo las ciudades forman parte de una segunda naturaleza, y por tanto debe superarse una visión dicotómica de la naturaleza y la producción humana del espacio. En el caso del modelo turístico de renovación urbana va a generar espacios internos de la ciudad diferenciados mediante la inversión del Estado, en el afán de generar una igualación a nivel global de las tendencias espaciales, que ha impuesto el dogma de la atracción de turismo a nivel global (De la Calle Vaquero, 2019). El turismo, como actividad con una fuerte expansión en el S.XXI, desde la base conceptual del capitalismo contemporáneo define atributos en el uso del ambiente, pero además instrumentaliza las formas de organización y existencia de los grupos humanos, así como ecologiza las políticas públicas urbanas que segregan el acceso a la naturaleza a través de la vivienda de las clases altas de la propia ciudad, y también de los grupos sociales que tienen la capacidad de moverse a través del turismo (Mormont, 2013). Así, encontramos mega intervenciones turísticas en el sur global que generan nuevos fenómenos de desplazamientos, expulsiones y gentrificación en las periferias urbanas (Fox Gotham, 2018; Zhang & al., 2022).

Los programas de VIS se han configurado como el anverso de los desplazamientos provocados por la disputa de la naturaleza para aminorar las tensiones sociales del desplazamiento. Estos programas se ubican en las periferias donde el valor del suelo es más bajo, generando toda una serie de conflictos socioambientales y son parte del crecimiento urbano sobre sus contornos (Aliste & Stamm, 2016). Al mismo tiempo, la VIS puede ser un motor de la misma gentrificación bajo determinadas circunstancias estudiadas desde hace décadas (Cameron, 1992), con una impronta en las grandes megalópolis latinoamericanas (López Morales & al., 2021), aunque se trata de un elemento muy poco explorado ciudades pequeñas o intermedias. Existe una literatura alrededor de la evaluación de los programas habitacionales en Sudamérica, que apuntan algunos de sus principales problemas de hacinamiento, alejamiento de la ciudad y pérdida de oportunidades económicas y relacionales (Durán, Bayón, & al., 2020; Rodríguez & Sugranyes, 2004; Rolnik & al., 2015) Por ello, el rol del Estado debe ser analizado de forma concreta y profunda en la promoción de violencias en ámbitos como la VIS, la renovación urbana para la adecuación del espacio al turismo internacional, o la formación de espacios de servicios para las actividades extractivas. Por esta conjunción de formas en las que se expresa en términos urbanos un boom extractivo que genera desplazamientos y nueva producción de espacios periféricos, queremos poner en diálogo las formas en las que se produce la renta económica y las formas de gentrificación que se producen en la urbanización como hecho amplio.

3. Metodología comparativa inductiva que capture los rasgos principales de la producción de espacios urbano-periféricos a través de métodos mixtos

Esta metodología partió de la obtención de un fondo de investigación para realizar en el año 2019 un trabajo de campo que caracterizara en 8 ciudades las formas en las que se producen desplazamientos urbanos en la producción de periferias a lo largo de Ecuador. A partir de esta posibilidad, se priorizó tratar de capturar el proceso urbano contemporáneo en el país para caracterizar el periodo de boom de las materias primas, y eso implicó estudiar los fenómenos asociados a la producción de vivienda estatal en las grandes capitales del país, analizar cómo se había producido el crecimiento urbano-costero que la política estatal volcó hacia el turismo y el amazónico donde se consolidó el extractivismo petrolero e inició el extractivismo minero. Esto hizo que las ciudades seleccionadas de mayor tamaño fueran Quito y Guayaquil, la ciudad con mayor auge que es Santo Domingo de los Tsáchilas, tres ciudades costeras (Esmeraldas, Portoviejo y Puerto Ayora) y dos amazónicas (Lago Agrio y El Pangui), donde existe en muchas ocasiones una multiplicidad en su rol de ciudades extractivas, de turismo y de presencia de vivienda de interés social (VIS). Estos casos y sus temáticas pueden apreciarse en la Fig. 1, donde se encuentran las temáticas y ciudades con sus casos desplegadas en el mapa del Ecuador, y que se encuentran resumidas en la tabla de la Fig. 2.

Fig. 1 / Mapa de casos de estudio y temáticas

Fuente: Elaboración propia a partir de trabajo de campo

Fig. 2 / Tabla de casos de estudio y temáticas

Fuente: Elaboración propia a partir de trabajo de campo

Sin unas hipótesis a priori de cómo esta selección dialogaría con una mirada ecuatoriana a los procesos de gentrificación, se fue desarrollando en el equipo el debate de cómo serían comparables los distintos casos seleccionados. En primer lugar, este enfoque comparativo parte de la necesidad de ir más allá de los particularismos de los casos de estudio, para caminar hacia una estrategia que permitiera encontrar los principales rasgos de la urbanización periférica en las periferias del mundo, extrayendo elementos comparables y extrapolables, lo que se ha convertido en un enfoque predominante en los estudios urbanos (Nijman, 2015; Peck, 2015). En la elección de los casos no se asume que habrá rasgos únicos que redefinan las teorías sobre la gentrificación, sino que permitirá encontrar nuevos elementos en su interacción con las teorías dominantes, a través de nuevas propuestas revisables con las que continuar pensando el fenómeno (Robinson, 2016). El enfoque de nuestra comparación, a partir de realidades muy diferentes, se construyó de forma inductiva, “en lugar de deducir explicaciones de los marcos existentes, se necesitan más datos como base para la teorización inductiva que luego se puede movilizar para contrarrestar, modificar y crear diálogo con teorías derivadas del norte” (Lawhon & Truelove, 2020).

Así que comprender cada uno de los casos fue una tarea primordial, en la que se utilizaron herramientas mixtas que buscaron realizar un análisis multiescalar (Lacoste, 1977) de las políticas territoriales implementadas en las nuevas periferias urbanas para desentrañar cuáles han sido los elementos definitorios para Ecuador. Se han combinado métodos de análisis histórico-espacial, con métodos cualitativo-espaciales de análisis de políticas públicas. A su vez, se emplean instrumentos de recolección de datos, como: entrevistas con los habitantes de los barrios de estudio para analizar violencias promovidas por el Estado y el mercado, y las correlativas contestaciones desplegadas por los barrios involucrados; entrevistas con los precursores públicos de los proyectos; revisión documental del escenario, y distintas herramientas de mapeo. Esta combinación de métodos es una aproximación diferenciada, muy mediada por las condiciones de cada uno de los barrios, y que como argumenta Streule, en los sures glogales son más rigurosas las investigaciones con diseño transductivo donde son complementarias la cartografía, la historiografía y los métodos comparativos heterodoxos, ante la inexistencia de datos homologables, o condiciones cambiantes de seguridad, de cercanía con los barrios o de sus condiciones temporales de auto-organización, en lo que denomina “etnografía móvil” (Streule, 2020).

Comprender la estructura del territorio, la forma en la que sus actores se han espacializado a lo largo de la historia y los poderes territoriales que lo disputan es fundamental para entender la producción de las formas urbanas actuales (Haesbaert, 2005). Ello abarcó en cada uno de los 8 casos la documentación histórica, la representación estadístico-territorial de elementos cuantitativos y cualitativos de las estructuras económico-sociales y de las acciones y estrategias de diferentes sujetos. Se utilizan Sistemas de Información Geográfica (SIG) para territorializar los datos cualitativos recogidos mediante información primaria y secundaria que trabajan el nivel macro-escalar de las ciudades analizadas para mostrar los desplazamientos de sectores populares desde o hacia los barrios de estudio. A nivel meso-escalar, se analizaron los planes de desarrollo territorial en la escala de los proyectos “gentrificadores” estudiados, la historia y lógicas de implementación de los mismos en relación con la formulación de políticas públicas, complementado con entrevistas a profundidad de los funcionarios que tuvieron a su cargo los proyectos o visiones relevantes sobre los mismos.

Desde un punto de vista cualitativo y microescalar, las entrevistas se centraron en la trayectoria de vida y en las trayectorias organizativas de las dirigencias barriales, a fin de entender cómo la política de vivienda ha influenciado o condicionado la elección locacional de estas familias y sus consecuentes impactos. Las trayectorias de vida implican la reconstrucción del espacio-tiempo a partir de los recuerdos y la verbalización, de forma premeditada y proyectiva al mismo tiempo (Taylor & Bogdan, 1996). Las trayectorias residenciales las comprendimos como “aquellas prácticas espaciales que involucran cambios en el lugar de residencia en la ciudad”, considerando principalmente los aspectos vinculados a la localización en el territorio urbano (Di Virgilio & Gil y De Anso, 2012). En resumen, se realizaron 8 colecciones de cartografía temática (1 mapa ciudad y 1 mapa barrial en cada caso) que juntaron información oficial de los municipios, datos recabados en campo, y en ocasiones, talleres de mapeo comunitario; entre 10 y 15 entrevistas en profundidad con habitantes y dirigentes en cada caso (168 en total); entrevistas a funcionarios que variaron entre las cero de los municipios más cerrados como Guayaquil, y 5 entrevistas entre los que existen más cercanía como Quito, así como funcionarios de otras instancias como parques nacionales o gobiernos provinciales (20 en total). El resumen por ciudad del número de entrevistas se encuentra en la Fig. 3. Las entrevistas se llevaron a cabo entre marzo y diciembre de 2019. Estas entrevistas se realizaron por parte del equipo que firma este artículo, con la participación de estudiantes de la maestría de estudios urbanos de la FLACSO, el equipo de Ciudad, Memoria y Medio Ambiente de la Universidad Técnica Luis Vargas Torres de Esmeraldas, así como investigadores/as locales de Portoviejo, Guayaquil, Lago Agrio y El Pangui que colaboraron con la investigación.

Fig. 3 / Tabla resumen de entrevistas en cada caso

Fuente: Elaboración propia a partir de trabajo de campo

Conocer en profundidad 8 barrios muy diferentes entre sí, de un mismo país, envueltos en una coyuntura similar, y con fuertes transformaciones recientes, permitió ir anclando una serie de caracterizaciones de las actuaciones estatales, los principales actores en disputa, las formas de violencia territorial desplegadas, y las estrategias para la disputa, como los principales elementos comunes que se analizaron. A partir de estos, pudimos comprender que las formas en las que la renta petrolera y minera del boom del extractivismo habían generado tres tipos de procesos mayoritarios de producción de periferias urbanas, que estaban entre la inversión estatal en vivienda social a través de una concepción de redistribución de la renta, la inversión estatal en reforma urbana en el contexto del turismo internacional, y la necesidad de obtener rentas extractivas en enclaves alejados, en los que la política se destinaría a generar nueva infraestructura urbana que acelerara el acceso a servicios básicos entre la población de estos enclaves.

4. Violencias del modelo urbano ecuatoriano a través de la vivienda social, la renovación urbana, y los enclaves extractivos

4.a. Violencias en la producción de periferias urbanas extractivas

Las periferias extractivas se han generado en los enclaves de extracción de minería y petróleo, así como en los centros de servicios de las actividades agroindustriales y turísticas, y son el primer escalafón en la concreción de la forma en la que se plasman en nuevos espacios urbanos el boom de las materias primas (Arboleda, 2016). En este grupo se encuentran cuatro ciudades analizadas: la ciudad amazónica de Lago Agrio, mayor ciudad de la Amazonía ecuatoriana que surgió alrededor de la primera estación petrolera de la región. En el sur de la Amazonía, El Pangui, con el crecimiento poblacional relativo más alto del país tras la búsqueda de empleo y acceso a las regalías mineras. En la región costera, Santo Domingo de los Tsáchilas representa el mayor centro de producción cárnica del país con numerosas granjas, centros de distribución de pescado y marisco de ámbito nacional y ferias de ganado. En Galápagos, la ciudad de Puerto Ayora es el principal centro urbano de las islas por la atracción de turismo internacional que se aloja en la misma. Para la comparación inductiva de estos cuatro espacios se utilizan tres dimensiones que serán resumidas en la Fig. 4.

Fig. 4 / Tabla de resumen de la temática de periferias extractivas

Fuente: Elaboración propia a partir de trabajo de campo

Una primera dimensión de comparación a partir de la metodología mixta es cómo estas violencias generan espacios periféricos desplazables en función de los ritmos y necesidades de las actividades extractivas, cuyas empresas ostentan un poder omnímodo en el proceso urbano. En el barrio 25 de febrero de Lago Agrio, la presencia de pozos petroleros abandonados por el final de su ciclo de vida útil se vio trastocada con el alza de precios del petróleo que volvió rentable repotenciarlos. La ampliación de las plataformas petroleras en pleno casco urbano llevó al desplazamiento forzado de numerosas familias y la amenaza sobre las restantes ante la inseguridad jurídica de ser declarado de interés general el espacio de sus viviendas como área de explotación de la empresa pública Petroamazonas (Bayón, Durán, Bonilla, Zárate, & al., 2020). El barrio queda nítidamente dentro de la ciudad en términos funcionales, y la comparativa de la imagen satelital antes y después de los desalojos, en 2016, muestran cómo una decena de familias vivieron la destrucción de sus viviendas, que como nos relató la presidenta del barrio, obtuvieron una escasa indemnización, con los que es muy complicado obtener una nueva vivienda en la ciudad. Desde el Municipio de Lago Agrio, se muestran resignados en su capacidad de generar competencias en un lugar dominado por las actividades petroleras, y repiten un mantra presente en buena parte de la ciudad “sería más barato reubicar Lago Agrio que su actividad petrolera”. La óptica de los habitantes del barrio 25 de febrero ha sido disputar servicios de agua potable que aminoren su sufrimiento ambiental, y que permita tener un lugar más durable en la ciudad (Durán, Bayón Jiménez, & al., 2020).

En el sur de la Amazonía, el barrio San Marcos en Tundayme fue totalmente destruido para la ubicación de una de las relaveras de la mina de la empresa china ECSA, con aleccionadores desalojos que en pocos minutos redujeron todo a escombros para la instalación del primer megaproyecto minero chino (Sacher & al., 2016). La cabecera cantonal de El Pangui es el centro poblado que se ha transformado rápidamente en el núcleo urbano que ha recibido población e inversiones (Bayón, Durán, Bonilla, Ávila, & al., 2020). En el gobierno municipal de El Pangui, se considera que no hay capacidad para generar un plan de reubicación de las familias desplazadas, y que es una responsabilidad del Estado central, a la vez que la estrategia dominante de desarrollo es lograr insertar actividades hosteleras o de servicios a la minería. En la zona de los desalojos, las pocas familias que han quedado relatan que tratan de mitigar el trauma de lo sucedido, así como mitigar las condiciones de sufrimiento ambiental tratando de insertarse en la actividad minera.

En Santo Domingo, el gran centro agroindustrial del país, el modelo segregado de la ciudad ha hecho que en la parte sur donde habitan las comunidades indígenas Tsáchilas que dan nombre a la ciudad, se hayan concentrado las actividades menos deseadas del ámbito urbano: los centros de detención, los prostíbulos y las granjas porcinas. Este proceso ha implicado la pérdida de territorio para la nacionalidad indígena, y la degradación creciente de sus espacios de vida en las comunidades de Peripa y Chigüilpe. La contaminación de las aguas urbanas por parte de las empresas agroindustriales ha implicado un progresivo cambio de vida para las comunidades indígenas, como parte de este proceso segregador (García González & al., 2021). La fuerza que los grupos agroindustriales tienen en el municipio ha hecho que durante años haya habido una tímida asunción de la problemática, que comienza a ser reconocida por los responsables municipales, en las entrevistas mantenidas, y se comienzan a realizar estudios de viabilidad de sistemas de agua potable y tratamiento de aguas servidas de la ciudad. En las comunidades Tsáchilas se ha compaginado la migración hacia otros sectores urbanos como estrategia, así como el reclamo para que sea instalada agua potable de otros cursos de agua más limpios.

En Puerto Ayora, capital de facto de las Islas Galápagos y mayor ciudad del archipiélago, las limitaciones del crecimiento urbano alrededor del área más valorada próxima al mar, y los altos precios del suelo y la vivienda en dicho sector, ha hecho que las nuevas familias jóvenes que se forman en la ciudad solo tengan suelo accesible en las partes más altas y alejadas de la ciudad del nuevo barrio El Mirador, en un efecto de encarecimiento de las viviendas en los barrios que habitaban junto a sus familias previamente. Los espacios centrales solo son asequibles para la promoción de nuevos hospedajes que pueden pagar los altos precios del suelo, provocando un proceso creciente de segregación residencial. Esto está implicando una serie de tensiones con el municipio y el Parque Nacional Galápagos, que se han resuelto hasta ahora con la intermediación del municipio para permutar terrenos alrededor de la ciudad con otros en las partes altas donde ha podido comprar fincas privadas importantes para la reproducción de las tortugas, emblema de las islas. El nuevo barrio de El Mirador se ha asentado en el antiguo vertedero de la ciudad, y su lenta regularización implicó que sus habitantes comenzaran habitando sin servicio de agua potable.

En este primer eje vinculado a las expansiones urbanas alrededor del extractivismo de diferentes recursos para que sean funcionalizados en el mercado global, las violencias de las periferias han sido los altos índices de contaminación y el sufrimiento ambiental que supone la vida cotidiana en ellos. En Lago Agrio, la contaminación de agua subterránea que ya sufría el barrio 25 de febrero por la presencia de pozos y piscinas de desechos abandonadas se sumó la contaminación del aire por gases contaminantes y ruido de la reapertura y la perforación petrolera, y la contaminación de las aguas superficiales. En Tundayme, las poblaciones que han permanecido próximas a la mina, han sufrido la contaminación de las aguas, destruyendo las fuentes de alimento de los ríos y provocando riadas periódicas que han afectado a las comunidades shuar río abajo. En Santo Domingo, las comunidades tsáchilas reciben en sus ríos las descargas contaminantes de heces de las granjas avícolas y porcícolas, así como las aguas servidas de la ciudad que carecen de tratamiento alguno. La contaminación ha eliminado las fuentes de alimentación del río, las prácticas culturales alrededor del baño en el agua por las enfermedades dérmicas y estomacales, así como los malos olores a putrefacción imposibilitan las actividades turísticas, y han trastocado el día a día de sus habitantes. En Puerto Ayora, pese a ubicarse el nuevo barrio de El Mirador en antiguos terrenos del Parque Nacional Galápagos, su designación como área urbana dista enormemente de la calidad ambiental que disfrutan los grandes complejos turísticos.

La tercera dimensión de comparación es la ruptura del tejido social que se produce en estos espacios urbanos periféricos extractivos. Ante la negativa a la reapertura de los pozos petroleros en el 25 de febrero, Petroamazonas formó una nueva directiva que recibiera la casa-taller de compensación y marginara a las familias con una mayor oposición. En el barrio de San Marcos, la empresa minera logró engañar de forma progresiva a diferentes familias, por los que hubo sentimientos de agravio comparativo que dejó aisladas a los propietarios de fincas que se oponían a salir de sus viviendas y fueron desalojados por la fuerza pública. En Santo Domingo, las familias indígenas tsáchilas que deciden migrar y ubicarse más cerca de la ciudad y fuera del espacio comunitario por la contaminación y falta de oportunidades sufren un relativo desarraigo de los espacios de vida de la comunidad. En Puerto Ayora, las redes familiares sostienen la presión para que se produzcan mejoras en El Mirador, pero la incipiente organización que lograron en un inicio se desvaneció rápidamente, como relataron algunos de sus habitantes.

Estas tres dimensiones de comparación permiten considerar unas formas de generación de violencias estatales en la producción de espacios periurbanos que están determinadas por poderosos agentes que ya sean estatales o auspiciados por el estado, imponen una serie de lógicas para concretar el enclave extractivo, ya sea mediante la concesión, mecanismos de mercado, o imposibilidad de acceso al centro urbano, por la formación de rentas extractivas que afectan a la distribución de suelo urbano. En unos casos, ese suelo es directamente despojado por parte de los actores extractivos provocando desalojos y desplazamientos, en otros casos, los mecanismos de mercado se imponen. Las operaciones orquestadas por parte de las empresas y el Estado para romper el tejido comunitario implican una limitación de la capacidad de respuesta de los actores barriales y comunitarios, con la finalidad de asentar espacialmente el enclave extractivo. Las externalidades de contaminación son otra fuente de desplazamientos forzados, en el que una vez se impone el modelo extractivo se producen migraciones para huir del sufrimiento ambiental que implican. Esta forma de comprender las expulsiones que producen nuevos hitos urbanos en el país, precisan de ensanches teóricos, que hasta el momento, los debates de la gentrificación no han recogido.

4.b. Violencias en la producción de periferias de la renovación urbana

Al hilo del turismo internacional desatado en las Islas Galápagos, las ciudades de la costa ecuatoriana han buscado convertirse en áreas receptoras de visitantes bajo el modelo global de renovación urbana. Esta alta inversión en renovación urbana ha resultado del incremento de los presupuestos públicos por la llegada de regalías extractivas durante el boom de las commodities. En Guayaquil, la ciudad más poblada del país, el gobierno local y nacional pusieron en marcha diferentes programas de desplazamiento de los sectores populares consolidados alrededor del Estero Salado y el río para promocionar áreas de manglar renovadas para el turismo. En Esmeraldas, la trasposición de este modelo a la playa y el río desplazó la actividad turística oriunda del lugar y fue sustituido por grandes cadenas alimentarias y hoteleras, buscando en una segunda fase desplazar barrios completos ribereños. En Portoviejo, después del terremoto de 2016 que arrasó su centro comercial y administrativo, el gobierno local buscó reconvertirlo en un centro cultural con grandes parques semiprivatizados, imposibilitando el retorno de las actividades económicas comerciales que dan sustento a las clases populares. Para la comparación inductiva de estos tres espacios se utilizan dos dimensiones que serán resumidas en la Fig. 5.

Fig. 5 / Tabla de resumen de la temática de renovación urbana turística

Fuente: Elaboración propia a partir de trabajo de campo

La dimensión de comparación alrededor de los desplazamientos se mantiene, y se reconfigura en función de que el ente que desaloja no son los grandes capitales amparados por el Estado, sino que son el gobierno central y local articulados quienes protagonizan los desplazamientos mediante políticas públicas de reubicación forzosa. En este caso hay desalojos físicos de viviendas, pero especialmente se produce el desplazamiento de los comerciantes informales o formales de las clases más populares, que se quedan sin cabida en los espacios renovados donde también cambia el perfil de clase y etnia entre los consumidores. En Guayaquil se dieron fuertes procesos de segregación del espacio de ocio en el Malecón 2000, ubicado en la ribera del río Guayas donde no se podía acudir con pantaloneta o chanclas, la indumentaria de las clases populares de la ciudad, tal y como han venido recogiendo señaléticas en el lugar, y prensa que se sigue sorprendiendo del fenómeno. Pero la violencia de desplazamiento más fuerte en Guayaquil se produjo por el desplazamiento violento de miles de familias para la ubicación del proyecto Guayaquil Ecológico, que implicó la destrucción de viviendas para la construcción de parques urbanos hoy desfuncionalizados, en la mayor operación policial y militar de violencia contra las clases populares de la última década en el país (Bayón, Durán, Bonilla, Hernández, & al., 2020). Sus habitantes viven hoy en proyectos de VIS que fueron habilitados específicamente para amortiguar la violencia de los desalojos, y sus habitantes hasta hoy no comprenden por qué fueron desplazados para llevar a cabo una reforma urbana que en la actualidad luce como un total fracaso en la generación de nuevo espacio público.

En Portoviejo, el desplazamiento de la población de sus viviendas fue provocada por el terremoto. Sin embargo, la imposibilidad del regreso de las familias a sus espacios de vida y de trabajo en el centro de la ciudad está provocada por un plan de reconstrucción lento y alejado de las necesidades de los comerciantes y familias del centro, que tras cuatro años del terremoto vieron asfixiados sus negocios y cortadas sus vidas. La visión del alcalde de la ciudad es que el comercio popular desaparezca de la ciudad progresivamente, para implementar un ocio de restaurantes y cultura que atraiga a clases medias y altas. La primera concreción son parques con arriendos de plazas comerciales estandarizadas y privatizadas, que tienen precios de concesión estratosféricos para los comerciantes populares, que han terminado perdiendo su lugar en la ciudad. En estos nuevos espacios públicos, los comerciantes callejizados que ocupaban antes el centro histórico tienen prohibida la entrada, en un espacio securitizado que bajo una nueva idea de orden del alcalde considera que deben darse únicamente lógicas formales, que no se adecúan a la crisis post-terremoto que han vivido los habitantes de la ciudad que más perdieron en el desastre.

En Esmeraldas, el Malecón Las Palmas en la playa de la ciudad, financiado con la llegada de Flota Petrolera Ecuatoriana, FLOPEC (la empresa pública de prospección petrolera en el mar) generó nuevos centros comerciales, que, según la promesa del gobierno local y central, serían ocupados por los antiguos restaurantes que tenían sus locales en la playa y que fueron removidos para la construcción del nuevo equipamiento. Posteriormente, la carestía de la concesión en los nuevos centros comerciales hizo que fueran ocupados por cadenas nacionales e internacionales de comida con precios no asequibles para las clases populares que visitan la playa, y se habilitó un espacio arrinconado y con peor calidad para los antiguos propietarios. El espacio público ha sido disciplinado, y las vendedoras de raspados y aborrajados (dos comidas de calle muy populares en la ciudad) que consumen las clases populares que van a la playa, están confinadas en un extremo de esta. Ante el supuesto éxito del modelo, se realizó un macroproyecto urbanístico que busca replicar en la actualidad el modelo de turismo segregador a la ribera del río Esmeraldas, que es habitada por numerosos barrios populares e implicaría el desplazamiento de sus viviendas. En el municipio, el vicealcalde reconoce la problemática que hay con los antiguos dueños de restaurantes, pero se considera que el nuevo modelo turístico ha implicado una serie de éxitos en la atracción de turistas y forma parte del signo de los nuevos tiempos.

También se produce en esta temática de análisis una dimensión comparada de ruptura de los lazos sociales, en este caso de pobladores y comerciantes. En Guayaquil, la estrategia de desplazamiento de los barrios del Estero Salado fue mediante acuerdos separados con el gobierno central, impidiendo darse una organización barrial de todos los tramos afectados, que solamente se produjo cuando 8 de los 12 tramos planificados habían sido ya destruidos. En Esmeraldas y Portoviejo, los gobiernos locales tienen una estrategia similar de llegar a acuerdos diferentes entre los comerciantes formales e informales como forma de ganar poder en los espacios a renovar, y generar el apoyo de los grandes conglomerados empresariales de ocio para clases medias y altas, con una fuerte capacidad de incidencia sobre las políticas públicas municipales. En este caso, las violencias simbólicas están muy relacionadas a desplazamientos de la actividad comercial que se basan en la utilización de la policía, que justifica su actuación en la defensa del comercio formal, a la vez que se generan programas para solamente algunos de los comerciantes informales, como en el caso de la playa de Esmeraldas.

4.c. Violencias en la producción de periferias mediante VIS

Este bloque de análisis permite considerar que la producción de espacios centrales renovados se ha realizado mediante la capacidad de transformación dada por el incremento de ingresos por parte del Estado, y una visión en la que quienes sobran del espacio son sus habitantes y usuarios de clases más populares. El desalojo de viviendas se hace mediante procesos de violencia muy fuerte, ya sea la destrucción masiva de los lugares donde habitan las familias de Guayaquil, o las dificultades para que las familias que habitaban el centro de Portoviejo regresaran tras el terremoto. Pero podemos ver que el desplazamiento de las actividades comerciales de sustento de las familias más populares es la forma en la que la renovación urbana logra territorializarse, mediante un disciplinamiento del espacio que genera que solamente las formas mercantiles asociadas a las clases medias son las que están permitidas. Las estrategias de división de barrios o comunidades están presentes, aunque con una intensidad menor que en los casos de extractivismo. Para la comparación inductiva de estos tres espacios se utilizan cuatro dimensiones que serán resumidas en la Fig. 6.

Fig. 6 / Tabla de resumen de la temática de vivienda de interés social

Fuente: Elaboración propia a partir de trabajo de campo

Las políticas de vivienda social se convirtieron en una forma de mitigar las violencias, ofreciendo a las familias desplazadas un lugar en el que reconstituir sus vidas tras los desplazamientos. Estas políticas evidencian la forma en la que el Estado central ecuatoriano ha intervenido en la lógica de ausencia de derechos en las periferias urbanas, resultando en nuevas violencias en su proceso de plasmación. En Guayaquil, el programa Sociovivienda estuvo directamente destinado para las familias desalojadas por los planes de renovación urbana, provocando un proceso de conformación de guetto. En Portoviejo, el Guabito fue destinada a los damnificados por el terremoto, y tras cuatro años su situación de regreso a la normalidad está paralizada. En Quito, la génesis de Ciudad Bicentenario corresponde a una política de VIS de mayor alcance desde su gobierno local, pero no ha estado exenta de promover violencias, especialmente asociada a los tiempos de ejecución y entrega a las familias. También Lago Agrio y El Pangui cuentan con proyectos de VIS en marcha bajo el programa Casa Para Todos del gobierno central actual, pero que en el momento de la investigación se encontraban paralizados por problemas de ejecución, y en la ciudad de Esmeraldas se encuentra en construcción, lo que ha hecho que las familias desplazadas no hayan contado con programa alguno de reasentamiento.

Una primera dimensión de violencias se produce en la calidad de las viviendas. En los tres casos se tratan de viviendas con fuertes déficits estructurales, inadaptadas al clima y con poca perdurabilidad, con espacios muy limitados que provocan hacinamiento, y monofuncionalidad que impide compaginar tareas productivas y reproductivas. En Quito, las viviendas tienen mejores materiales y aunque de forma limitada, ciertas posibilidades de crecimiento en función de las mejoras que las familias puedan aplicar. Sin embargo, las familias tuvieron que esperar hasta 10 años desde que comenzaron el proceso de petición de la vivienda hasta que fue entregada, por lo que las necesidades de tamaño por la composición de las familias habían variado notablemente. En Guayaquil y Portoviejo, las calidades generadas por el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (MIDUVI) para la región costera las hace prácticamente inhabitables. Con dimensiones de 56 metros cuadrados, materiales no preparados para las altas temperaturas, y sin posibilidad de crecimiento porque están unas pegadas a otras, se han convertido en el espacio de las familias que no tienen a otro lugar al que acudir, porque muchas de ellas han logrado a los pocos años migrar a otras viviendas.

La segunda dimensión es la cuestión del hábitat adecuado, que debiera ser una misión ineludible del Estado en la configuración de los espacios de VIS. Los tres conjuntos analizados cuentan con espacios escasísimos de esparcimiento, y están muy lejos de aliviar el hacinamiento poblacional con el que cuentan los proyectos de VIS. En Quito, solo se ha ejecutado dos pequeños espacios públicos que están muy lejos de cumplir su funcionalidad por la ausencia de bancas, por ejemplo. No se ha construido toda la infraestructura comunitaria acordada en la ordenanza de creación de Ciudad Bicentenario: faltan los parques lineales, el coliseo, el centro médico, las canchas, la casa taller, y un largo etcétera. En El Guabito de Portoviejo y Sociovivienda de Guayaquil, los espacios públicos ni siquiera estaban contemplados, y la situación en ambos barrios es de autorreclusión de sus habitantes en los domicilios por la inseguridad percibida en el barrio, donde han proliferado las actividades ilegales ante la ausencia de otras formas de empleo o alternativas económicas, no contempladas por parte del Estado.

También existe, como en los anteriores bloques, una tercera dimensión vinculada a la ruptura de los lazos sociales. En El Guabito y Sociovivienda, la sensación de marginación de sus habitantes, y la llegada después de procesos muy traumáticos de desplazamiento tras la destrucción de sus espacios de vida, ya fuera por el terremoto o por los desalojos, ha configurado sociedades donde es muy complicada la formación de una organización comunitaria. Además, desde el Estado ha habido un total abandono en la reconfiguración de estos lazos, ya que sus habitantes sienten de forma unánime que fueron botados en los nuevos espacios de vida, sin importar su futuro una vez fuera de los espacios de mayor centralidad que habitaban. En el caso de Quito, este hecho está parcialmente mitigado por el hecho de que en muchas de las manzanas los habitantes formaron asociaciones guiadas por el Municipio antes de llegar al espacio, pero se replica en las manzanas donde habitan personas realojadas por procesos de reubicación por riesgos, o donde la convivencia se ha degradado.

En este bloque, existe una cuarta dimensión de planificación de violencias por parte del Estado relativo a la ubicación lejos de los centros, más allá incluso de las periferias más inmediatas. Los casos de Guayaquil con la construcción de VIS más allá de los confines de la ciudad en Ciudad Victoria, Mi Lote o Sociovivienda, Ciudad Bicentenario en Quito, el Guabito y Picoazá en Portoviejo, o los casos en construcción en Lago Agrio, El Pangui y Esmeraldas muestran que la ubicación de los lugares donde irán destinados los sectores populares que van a habitar las VIS está guiada únicamente por el menor coste posible para el Estado. Este alejamiento despoja a las familias que habitan los VIS de las ventajas de aglomeración que gozaban antes de su realojo, asumiendo numerosas desventajas. Cuando las primeras familias llegaron a Ciudad Bicentenario en Quito no había calles, transporte público, escuelas cercanas o servicios de salud, generando una sensación de inseguridad y angustia a sus habitantes. En el caso de Sociovivienda en Guayaquil sí existe una escuela y una Unidad de Policía como infraestructura pública, si bien la escuela tiene un tipo de estándar constructivo peor que cualquiera realizada por el Estado en el mismo periodo, y la percepción de sus habitantes es que tiene peor calidad de educación que las que accedían anteriormente. El transporte llegó de forma rápida, pero a altos costes por la enorme distancia a la que fueron desplazadas las familias, dificultando enormemente la vida. En El Guabito tampoco existe equipamiento cercano, y sus habitantes además vivían en pleno centro de la ciudad y desarrollaban toda su vida caminando, por lo que la sensación de alejamiento, encarecimiento de sus vidas por el transporte, y pérdida de tiempo, es aún mayor.

Estas cuatro dimensiones del bloque de VIS como forma de producción de periferias nos muestran una serie de violencias que inician con la generación de una política de vivienda estatal que se dedica a gestionar las consecuencias de otras políticas con mayor jerarquía para el Estado, ya sean políticas extractivas o de renovación urbana, y por ello, quienes habitan las nuevas periferias, no son considerados como habitantes en ejercicio de plenos derechos. Estas VIS producen periferias de forma apresurada, con viviendas de mala calidad, sin inversión en infraestructuras de espacio público, alejadas del centro urbano, con la finalidad de gestionar los desalojos de la forma más barata posible. Fruto de la violencia en las fases previas, las familias que llegan a las VIS viven procesos de fragmentación como sujetos sociales, lo que implica mayores dificultades para restituirse a futuro.

5. Discusión: una reforma urbana basada en la violencia estatal

La descripción comparada de las violencias en las ocho ciudades analizadas muestra las principales tendencias de la producción del espacio urbano-periférico en el Ecuador, y las posibilidades que brinda en relación con un ensanchamiento de los debates alrededor de los desplazamientos urbanos, las expulsiones y la gentrificación. El boom de las materias primas en el sur global derivado de la crisis financiera de 2008 comenzada en el norte global ha llevado a un cambio cualitativo importante en Ecuador, que puede ser comprendido a través de la generación de periferias urbanas extractivas, de un modelo de renovación urbana que tiene en la atracción de turismo su fuerza legitimadora para reconstituir la lucha de clases en los espacios centrales, y que ha sido la base de la capacidad de los diferentes niveles del estado para promover VIS. En este análisis comparado entre 8 ciudades diferentes, se puede apreciar cómo hay una interconexión de diferentes procesos vinculados a la generación de renta como pilar de la economía periférica del Ecuador y las formas en las que el Estado ha desplegado estrategias urbanas.

La necesidad del estado de incrementar las rentas petroleras, mineras, agroindustriales o turísticas ha producido una serie de expulsiones específicas, que compaginan la producción del enclave (Guzmán-Gallegos, 2012), que conlleva desalojos de quienes habitan sobre los recursos que las empresas quieren explotar, y que aumenta los sufrimientos ambientales por las lógicas con las que operan diferentes actividades extractivas (Auyero & Swistun, 2008). Así, las expulsiones de la economía extractiva en el sur implica la producción de unos espacios urbanos específicos en ciudades pequeñas o intermedias, y unos desplazamientos que provocan formas de gentrificación cualitativamente diferentes a las de ciudades del norte (Sassen, 2015). En este tipo de actuación estatal, obtener el recurso extractivo está por encima de otras consideraciones, y los municipios se sienten atrapados en una lógica vertical donde la política central nacional juega un papel de mayor jerarquía.

Tras la extracción de rentas y la captación de recursos por parte del Estado, se promueven políticas de regeneración urbana que trata de generar economías por goteo de las actividades extractivas, como la renovación urbana o la construcción de VIS (Harvey, 2013). Los desplazamientos de habitantes y comerciantes ha sido la violencia más fuerte por todo lo que implica, y está totalmente presente. La estrategia estatal de la ruptura de los vínculos sociales entre habitantes que pudiesen luchar contra este modelo urbano ha sido un continuo. Ni siquiera las políticas de VIS encaminadas a mitigar los efectos de estas violencias han estado exentas de numerosas problemáticas: realizadas para minimizar el gasto estatal, han tenido baja calidad, sin hábitat ni equipamiento, y alejadas de la ciudad, han supuesto pérdida de derechos y una fuerte ausencia en la capacidad de sus habitantes de reconfigurar su pertenencia a la ciudad. Pese a haberse producido bajo discursos que alientan el derecho a la vivienda, la producción de VIS bajo el modelo rentista de colocación de excedentes, ha revivido buena parte de las violencias propias de la forma en la que se generan estas políticas públicas, y que hacen que tengan una valoración muy negativa por parte de sus habitantes, rememorando la problemática de “los con techo” (Rodríguez & Sugranyes, 2004). Existe también diversas dimensiones de desplazamientos comparables entre sí en los diferentes barrios que han atraído las políticas públicas de producción de periferias urbanas a través de políticas de renovación, haciendo que el turismo haya sido un dispositivo más para la expulsión de sectores urbanos subalternos, que han tenido en la propia VIS un lugar de reclusión y desplazamiento.

Esto hace que se haya dado toda una ecología política de la producción de las periferias urbanas a través de estas violencias del modelo rentista, que se hace muy presente a través de desplazamientos en los núcleos urbanos, reubicando la disputa de clases al interno de estas. Al mismo tiempo que se ha producido un fuerte sufrimiento ambiental en determinados espacios del país, se ha dado toda una producción de espacios ambientales de alta calidad para las clases medias y altas urbanas en los planes de regeneración urbana, ya fuese incrementando su acceso a las playas en Esmeraldas, el manglar en esta ciudad o Guayaquil o los parques en Portoviejo, mientras las poblaciones populares expulsadas de los centros han sido desplazadas a áreas prácticamente rurales de Quito, Guayaquil, Portoviejo, Lago Agrio, El Pangui o Esmeraldas donde se ha construido o se están construyendo las VIS. Este proceso a diferentes escalas nos permite ver una producción de periferias urbanas en áreas cada vez más alejadas, con fuertes tensiones espaciales, en los que la ciudad genera cada vez más impactos por su expansión a la vez que se realiza mediante discursos de regeneración urbana y recuperación de ecosistemas (Alberto, 2009; Mormont, 2013).

La posibilidad de agregar los casos a través de esta estrategia metodológica inductiva, nos muestra unas periferias producidas mediante fuertes violencias, en las que los mecanismos descritos en el marco teórico vinculados a los centros históricos de las grandes capitales latinoamericanas tienen fuertes limitaciones. Como se detalla en este artículo, los espacios periféricos de las ciudades concentran los procesos más vertiginosos y las formas de violencias urbanas más totales y brutales del periodo analizado, sin comparación con las formas de desplazamiento que se han dado en los centros de América Latina más conocidos como Puerto Madero en Buenos Aires, Coyoacán en Ciudad de México, la Floresta en Quito o Chapinero en Bogotá. Esto no se ha contrapuesto con un solo caso, o una colección de casos, sino con una metodología comparativa a través de métodos mixtos que permite partir de un marco de análisis inductivo y abierto, a la par que sistemático para no generar una colección de casos, sino unos aprendizajes mesurables y contrastables (Nijman, 2015; Peck, 2015). La Fig. 7 muestra el resultado de ello.

Fig. 7 / Tabla resumen de las principales violencias en los 8 casos

Fuente: Elaboración propia a partir de trabajo de campo

6. Conclusiones: hacia un ensanchamiento teórico y metodológico del análisis de los desplazamientos urbanos

Este artículo muestra la capacidad y las posibilidades que brinda un análisis situado en la forma de producción de las periferias urbanas que se generan en América Latina para poder abordar de forma más cercana las formas de desplazamiento y la gentrificación que se producen en nuestra región, y sus relaciones con las formas de actuación del Estado, notablemente distantes con las formas en las que se ha analizado la gentrificación y los desplazamientos que provoca en el norte global, como proponen diferentes autores (Inzulza Contardo, 2020; Janoschka & Sequera, 2014). El aporte de este artículo se encuentra en los vínculos que genera una estrategia metodológica comparativa inductiva de espacios donde se viven formas de urbanización asociadas a distintas formas de extractivismo, con las políticas de renovación urbana, que pueden ser más similares a las que se dan en el norte global, pero que son complementadas por grandes programas de vivienda social, emanando ambas de las propias rentas extractivas. Este círculo de urbanización, producción de periferias y ciclos del capital petrolero, minero, agroindustrial y turístico merece atención específica para poder revelar los ciclos que el rentismo genera en la formación y expansión de ciudades, y por tanto, los desplazamientos que están en la propia génesis de los procesos de creación de nuevas áreas urbanas. El artículo muestra que la dinámica del desarrollo geográfico desigual de la acumulación de capital (Smith, 1984) se expresa al mismo tiempo en la gentrificación de centros históricos como muestra una amplia literatura citada, así como en los procesos de expulsiones de las áreas extractivas y agroindustriales, y en las reubicaciones masivas en el momento en el que las rentas extractivas se materializan en las ciudades vinculadas en sus escalas locales o nacionales.

El artículo también muestra la necesidad de descentrar el análisis de marcos configurados por los procesos sociales que han vivido las grandes ciudades de la región, que determinan en muchas ocasiones la percepción y discusiones académicas y políticas. Generar marcos comparativos entre ciudades pequeñas, intermedias y grandes para comprender vectores comunes de formulación de políticas de desplazamiento es una tarea imprescindible. El caso de Ecuador muestra expulsiones anudadas en pequeñas ciudades y grandes ciudades con vocación turística, violencias similares en enclaves extractivos nuevos y consolidados, o en el modelo de VIS sea cual sea el tamaño de la ciudad donde se implementa. Por tanto, la propuesta teórica de este artículo es generar un doble descentramiento en los análisis de desplazamientos y gentrificación. Por un lado, descentrar de los centros urbanos el análisis de los desplazamientos, alejándonos de copiar modelos analíticos del norte global, para poner atención en la riqueza de procesos sociales que se dan en la producción de periferias urbanas en América Latina, como muestra el caso de Ecuador. Por otro lado, descentrar el análisis de las megalópolis que han encabezado en cada país los procesos urbanos, para ver la multiplicidad de violencias urbanas que se están produciendo en la emergencia de nuevas ciudades intermedias y grandes que en la actualidad viven los procesos más explosivos de generación y plasmación de periferias urbanas, y que son parte de los procesos de nueva urbanización alrededor de los procesos de acumulación rentista que ha vivido la región.

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8. Listado de Acrónimos/Siglas

FLACSO Facultad Latinoamericana de Facultad de Ciencias Sociales

FLOPEC Flota Petrolera Ecuatoriana

MIDUVI Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda

SIG Sistemas de Información Geográfica

VIS Vivienda de Interés Social