Estudios

CIUDAD Y TERRITORIO

ESTUDIOS TERRITORIALES

ISSN(P): 1133-4762; ISSN(E): 2659-3254

Vol. LIII, Nº 209, otoño 2021

Págs. 833-846

https://doi.org/10.37230/CyTET.2021.209.14

CC BY-NC-ND

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Emoción, geografía y patrimonio: experiencia para resignificar el espacio urbano en Valparaíso (Chile)

Maite Jiménez-Peralta(1)
Gladys Jiménez-Alvarado(2)
Gonzalo Bravo-Álvarez(3)
Jacqueline Reveco-Gautier(4)

(1)Dra. en psicología,

(2)Dra por la Universidad de Granada,

(3)Dr. En Teología
(4)MSc por la Universidad de California, Davis, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

Resumen: La gestión de una ciudad patrimonial, pone en diálogo desarrollo económico, diversidad cultural y marginación, donde una “geografía de las emociones” abre nuevas formas de comprender su valor. Se exploró en el sector La Matriz, barrio estigmatizado y con una incipiente gentrificación, cómo su patrimonio memorial organiza un mapa en el espacio urbano que difiere cómo lo ve la autoridad local. La recuperación de su memoria como modelo de trabajo, permitió resignificar el valor inmaterial de su paisaje. Los relatos de vida, conectaron a los habitantes con su territorio. Un nuevo mapa emergió donde hay una dualidad, dos barrios que conviven uno de día y otro de noche, uno del pasado y otro en el presente. En un marco de globalización, cuando el extranjero accede a este registro puede mirar de otra manera el paisaje y la gestión local toma un sentido de mayor sostenibilidad en el territorio.

Palabras clave: Barrios; Memoria urbana; Patrimonio; Patrimonio inmaterial.

Emotion, geography and heritage, experience to redefine the urban space in Valparaíso (Chile)

Abstract: The management of a heritage city, puts in dialogue economic development, cultural diversity and marginalization, where a “geography of emotions” opens new ways of understanding its value. The paper explores how the memorial heritage in sector La Matriz -an stigmatized neighborhood and with an incipient gentrification- organizes a map in urban space that differs on how the local authorities see it. The recovery of its memory as a working model, allowed to resignfy the immaterial value of his landscape. The stories of life connected the inhabitants with their territory. A new map emerged where there is a duality: two neighborhoods that coexist one from the day and one at night, one from the past and one in the present. When the foreigner accesses this register, he can look otherwise at the landscape and local management takes a sense of greater sustainability in the territory.

Keywords: Neighborhood; Urban memory; Patrimony; Immaterial patrimony.

Recibido: 19.08.2020; Revisado: 16.10.2020

Correo electrónico: maite.jimenez@pucv.cl. ;Nº ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2848-1662.;

Correo electrónico: gladys.jimenez@pucv.cl;;Nº ORCID: …https://orcid.org/0000-0002-4544-9376;

Correo electrónico: gonzalo.bravo@pucv.cl. ;Nº ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4892-4854.;

Correo electrónico: Jacqueline.reveco@pucv.cl.;Nº ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5220-5815

Los autores agradecen los comentarios y sugerencias realizados por los evaluadores anónimos, que han contribuido a mejorar y enriquecer el manuscrito original

1. Introducción

El barrio Puerto de Valparaíso, Chile, es un caso interesante, pues aunque es patrimonio de la humanidad, demanda por una justicia espacial pues muestra de un estado de abandono, el cual ha sido una creado colectivamente y por tanto no es ni casual ni neutro. Su resolución obliga a entenderlo, configurarlo y socializarlo como fenómeno (Soja, 2010). Este ejercicio, además pone en diálogo el desarrollo económico, la diversidad cultural y la marginación, pues pese al interés turístico que atrae su paisaje urbano, sus habitantes se perciben en una condición de periferia de la ciudad.

Múltiples factores son usados para abordarlos desde la gobernanza local. Marín (2017) los categoriza en cuatro dimensiones: a) demográfica (disminución sistemática en los residentes del lugar); b) económica (reducción en el flujo del comercio de los participantes del sector); c) instituciones público-privada (problemas estructurales no resueltos, que necesitan de inversiones de largo plazo) y; d) humana (un importante grupo humano en situación de calle, alcoholismo y/o drogadicción en el sector).

Ninguno de ellos toma en cuenta cómo el paisaje afecta a los sujetos que viven en el territorio y cómo influye en lo espacial y lo emocional; una ausencia habitual en los estudios de vulnerabilidad urbana (García-Araque & García-Cuesta, 2020). Así, aunque la triada espacio-emociones-construcción social, pone en valor la forma en que ella configura el espacio público (Innerarity, 2006), no es suficientemente abordada en su rol de dar significado al espacio urbano.

La geografía del lugar debe comprenderse indisoluble con las emociones que genera, se entiende así como una psicogeografía (Coverley, 2006; Ellard, 2016). En ella se encontrarán herramientas teóricas y metodológicas que posibiliten una comprensión más acertada.

El presente texto se sostiene sobre la base que desde el relato que el sujeto genera con su espacio, se producen subjetividades que mueven recursos para su recuperación (Jiménez & al., 2019; Jiménez & al., 2018) y por tanto en las memorias de los habitantes existe un patrimonio inmaterial con la capacidad de reconfigurar los espacios donde se habitan. Se pone a discusión este elemento y se propone un método de trabajo, pues como se verá, no solo posibilita la recuperación económica sino que lo hace en una dimensión humanizadora para la gobernanza local.

Si bien a nivel teórico hay una amplia discusión en las distinciones entre una geografía de las emociones o una geografía de los afectos, escapa al propósito de este documento una profundización en este debate. Pese a esto reconoce que la geografía como disciplina no podrá deshacerse nunca de su dimensión emocional (Zusman, 2009) Por esta razón, la geografía como ciencia del espacio, debería responder cómo este, guarda (o encapsula) el valor del mismo para sus habitantes y desde allí aportar a una mejor gestión urbana, permitiendo resolver los nudos sociales que tensionan una comunidad (Anderson & Smith, 2001).

Se indaga entonces en cómo recuperar el valor de un lugar para sus habitantes, reconstruyéndolo narrativamente desde las memorias, reconociendo cómo las emociones participan en la configuración de los lugares; se presenta una experiencia en este sentido.

Para este fin, la lectura se organiza en una primera parte una discusión teórica que busca conjugar elementos donde la geografía se encuentra con las emociones y cómo ambos se hilan en la memoria de los sujetos encapsulando su patrimonio inmaterial. Una segunda parte describe el fundamento metodológico, y finalmente a la luz de los resultados se sintetizan las ideas y reflexiones que los autores consideraron significativas.

1.1 Percepción, identidad y apropiación del espacio urbano.

Existe una percepción particular y emocional hacia los lugares de origen por parte de los seres humanos que los habitan (Najarro, 2016), porque la percepción de identidad y pertenencia a este es un acto emotivo enlazado con las memorias de aquello que vincula a un sujeto con una serie de eventos y personas dentro del territorio (Anderson, 1993). Así, más que como una expresión estética, el paisaje cotidiano es percibido sensorialmente y construido colectivamente, emergiendo como una proyección cultural de la sociedad (Mizrahi, 2010).

En consecuencia la forma en que cada sujeto elabora su mapa de ciudad, está definido por la forma en que los sentidos perciben las calles, cerros y edificios, y toman significado con emociones como temor, rabia, alegría; los lugares como límites, expresan donde ir y qué evitar, articulando recorridos que definen posibilidades de desarrollo para la gestión local de un barrio.

Desde esta dinámica se va creando pertenencia a un lugar porque las emociones se entienden desde los lugares que las generan y a su vez, estos últimos se conocen desde las emociones que provocan. Este “giro afectivo” (Ticineto & Halley, 2007), conlleva reconocer el aspecto intersubjetivo de las experiencias emocionales y los campos de afectividad que éstas crean (entre sujeto, un otro y el paisaje) (Thien, 2005).

Es así que explorar el fenómeno desde una geografía de las emociones permite identificar y representar cómo ellas van vinculándose al espacio material, ocupándose en la forma en que los sujetos van organizando su mapa, junto con las narrativas que se entretejen en las prácticas cotidianas, articulándolo en una dinámica comunitaria (Askins, 2016; Dyck, 2007) .

Este abordaje. implica también valorar el entrelazado de proximidad e intimidad, como elementos de un mapa que define la morfología de un lugar, ya que co-produce los espacios de encuentro y las posibilidades de relacionarse con uno y con los demás, afectando desde lo inmaterial, la forma en que se materializan los espacios (Holton, 2017).

Por ello, cuando el barrio puerto de Valparaíso, es inserto en un marco de globalización y es promocionado como destino turístico, buscando aportar un valor de mercado a su herencia cultural (González, 2004), se produce sobre el territorio una relación dialéctica en conflicto, entre el sentido de apropiación de los vecinos y la colonización turística derivada de su apertura a una industria del turismo patrimonial (González, 2004; Valeriu & Malaescu, 2016).

La consecuencia es una gestión de las autoridades locales más compleja porque si bien este valor inmaterial en su patrimonio puede contribuir de una manera insustituible a la configuración de bienes públicos (Innerarity, 2006), su comprensión se ha limitado a una descripción de lo que es observable. Desde el desarrollo urbano, se ha materializado en la articulación de pequeñas empresas locales como productoras de servicio hacia un modelo en cluster; siguiendo la experiencia en casos similares (Borkowska-Niszczota, 2015; Fundeanu, 2015). Con ello se pierde la oportunidad de avanzar haca su prospección y recuperación, al no explorar la relación entre éste y los lugares desde donde emerge, pues en el territorio urbano converge la vida misma de la ciudad.

1.2 El valor del patrimonio.

Cuando Valparaíso1, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, bajo el criterio cultural (iii), se catalogó como testimonio de una fase temprana de globalización como puerto comercial líder de las rutas marítimas de la costa del Pacífico de Sudamérica. (27COM 8C.41). Se rescata así un valor intangible, que tiene que ver con la construcción de relaciones humanas, ambientes sociales y climas culturales enlazados con la estructura física de la ciudad, cuya sustentabilidad requirió de un esfuerzo notable de los habitantes durante generaciones (Serrano, 2009).

Para el barrio puerto de Valparaíso, se abrió un debate, a la fecha inconcluso, entre el reconocimiento de un contexto urbano marginal y su condición de patrimonio de la humanidad, porque su resolución se construye en la interrelación hombre –medio; dando cuenta de la cualidad existencial del espacio geográfico (Nogué, 2015). Así este último necesita comprenderse como un archivo de la existencia humana en una interacción de “paisaje” y “tiempo”. Los lugares en este espacio más que coordenadas; son porciones del territorio imbuidas de significados y emociones, que producen una acción.

Es desde ahí que la gestión urbana se puede centrar en la particularidad y autenticidad de la experiencia y la habilidad de la comunidad para gestionar la preservación de su herencia, como elementos que levantan un atractivo turístico (Brida & al., 2012; Teo & al., 2014); sin embargo, para que sea exitoso se requiere además un respeto a los valores locales y la preservación de su patrimonio material e inmaterial (Teo & al., 2014). Esto último en los términos que se define como Patrimonio Cultural inmaterial [PCI], en el Artículo 2 de la Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial.

Si bien hay buenas experiencias en esta forma de desarrollo económico para localidades en contextos urbanos marginados, también conllevan el peligro de la gentrificación y la consecuente segregación de los habitantes locales (Cócola-Gant, 2016; Hiernaux & González, 2014). El desafío para los gestores locales, refiere a su capacidad de encontrar aquellos valores que guían a una sociedad (o comunidad) y que fueron recibidos de sus ascendientes, trascendiendo al objeto material que los distingue (Vecco, 2010).

De esta manera, una calle no constituye patrimonio en sí misma, lo hace al representar la vida y costumbres que generaciones anteriores desarrollaron y sobre la cual se articulan los valores que guían a la comunidad en el presente. En este sentido, el valor reside en la capacidad que tiene este paisaje de evocar emociones y conectarlas con las que están en la memoria autobiográfica de quien observa (ya sea el turista o el residente).

Así, poder configurar un mapa patrimonial del lugar desde aquellos espacios que recogen las memorias y cultura de sus propios habitantes, permitiría entrar en dialogo con las instituciones oficiales que llevan adelante la gestión urbana. Esto además aporta un significado renovado al turismo local, desde un patrimonio memorial en cuya diversidad y contradicción se reconoce el dinamismo del capital inmaterial.

2. Método

2.1 Diseño de la investigación.

El reconocimiento que el testimonio oral preserva la tradición permitió organizar una estrategia de investigación (Mariezkurreni, 2008). Así optar por una aproximación cualitativa al fenómeno, permitió ahondar en la comprensión de una realidad entendida como resultado de un proceso histórico de construcción, a la cual se puede acceder desde la lógica y el sentir de sus protagonistas (Pérez, 2001). Como diseño, posibilitó reconstruir desde las emociones la conexión con el territorio, y explorar los elementos que organizaban el objeto de estudio, el PCI. La unidad de análisis, se definió como la memoria de los sujetos en relación al territorio.

Existe por lo tanto, una unidad indivisible entre los procesos de diseño y la ejecución de la investigación, dada la naturaleza sinérgica, abierta y multicíclica de ellos. Una metodología de investigación biográfica-narrativa, posibilitó indagar en aquellos elementos que aportaban un significado vivencial con el territorio. Un elemento clave fue converger desde múltiples relatos, hacia uno representativo y significativo del barrio (Huchim & Reyes, 2013). Esta producción narrativa demandó identificar puntos de referencias que permitieron comprender cómo los relatos se organizaron alrededor de ellos como núcleos de significados.

2.2 Pregunta de investigación

Desde una perspectiva socio-material, los sujetos van estableciendo relaciones con la materialidad de los edificios, los sonidos de la vida cotidiana, sus prácticas rutinarias, etc. Así van estableciendo conexiones con los vecinos que los rodean, de manera de ir co-construyendo un espacio que los afecta emocionalmente (Kerr & al., 2018).

Desde una perspectiva temporal, toda ciudad cambia como efecto de su desarrollo, con la consiguiente ganancia y pérdida de costumbres producto de la modificación de las rutinas en su comunidad, afectando también las formas en que se conectan emocionalmente unos con otros (Silveira, 2013).

En contextos urbano marginales, como el caso del barrio puerto (Marín, 2017), las memorias propias del lugar comienzan a diluirse a medida que los miembros de esta comunidad emigran y fallecen; perdiéndose los relatos de su historia y las conexiones emocionales con el espacio. Cuando además el espacio urbano está en cambio y nuevos relatos se van implantando, se difumina el sentido de pertenencia ante la pérdida de arraigo biográfico que los conecte afectivamente al territorio. Los recuerdos no compartidos van siendo silenciados y los espacios reconstruidos no comparten una historia común; en consecuencia, el espacio pierde el sentido de su habitar.

En consecuencia, las preguntas que explora el actual trabajo fueron ¿Es posible visibilizar el valor inmaterial del patrimonio comunitario? ¿Cuál(es) de estas memorias constituyen valor para la comunidad? ¿Cómo afecta a la identidad del sector, el que los recuerdos se pierdan?

2.3 El barrio puerto de Valparaíso

El barrio puerto de Valparaíso es un barrio fundacional de la ciudad de Valparaíso y se fue organizando alrededor de su iglesia, declarada monumento histórico en 1971 recibiendo también el nombre de barrio La Matriz. Es considerado el sector más antiguo de la ciudad. Gozó de gran desarrollo hasta inicios del siglo XX y se caracterizó por un carácter cosmopolita que alternó la bohemia nocturna con la vida diurna familiar. En la segunda mitad del siglo XX diversos factores fueron frenando su desarrollo, como la disminución de la actividad portuaria y el toque de queda impuesto en tiempos de dictadura militar.

Su paisaje, presenta edificios y calles que parecen detenidas en el tiempo, como testigos de diferentes momentos históricos y muestra también el abandono de los espacios (Marín, 2017; Serrano, 2009). Actualmente, es considerado “zona roja” por su índice de criminalidad, lo que unido a su baja densidad poblacional lo muestran con una la miseria cuya crudeza contrasta con su promoción como patrimonio de la humanidad, demandando una intervención compleja.

2.4 Selección de los participantes.

Para la selección de los participantes, se utilizó un método de representación por caso típico, identificando los informantes claves. Así, los criterios de selección incluyeron: (1) Ser residente o trabajar en el sector por más de una década. (2) Tener vínculos familiares con residentes del sector desde su infancia. (3) Tener habilidades cognitivas que le permitieran un grado de coherencia narrativa que haga comprensible su relato (Hernandez & al., 2014). Para contactarlos se identificó un grupo que cumpliera estos criterios y se les invitó uno a uno a participar. Finalmente respondieron 12 de ellos en un rango etáreo entre 25 y 75 años, con igual proporción de hombres y mujeres.

2.5 Producción y análisis de datos

Una entrevista desde un enfoque biográfico permitió explorar, en los relatos de vida, el entramado narrativo con que el sujeto relaciona su vida con el sector. Se utilizó la propuesta de Cornejo & al. (2008), realizando el registro en tres encuentros. El proceso inició estableciéndose puntos de referencia para profundizar. Luego se dialogó acerca de los límites y significados del proceso. Es importante acotar que el uso de los relatos de vida es una construcción que ocurre entre el entrevistado y el narrador durante la entrevista y no es necesariamente la biografía del entrevistado. Finalmente, se analizó este material.

Las entrevistas fueron analizadas bajo la propuesta de Piña (1998), denominada análisis del sí mismo; este enfoque permitió reconocer que el relato no es valioso por “fidedigno” sino por la representación que hace de las proyecciones que el sujeto tiene de sí sobre su entorno. Esto visualizó los elementos de valor que la comunidad despliega sobre su entorno a la luz de las historias heredadas. Así, aunque el relato de vida sea la narración que un sujeto hace de su vida, no es una cronología de eventos, sino que responde a emociones, actitudes y construcciones de significados mediante las cuales da cuenta de sí en relación con otros. A través del conocimiento y análisis que da una persona de sí misma, es posible conocer los procesos colectivos y compartidos de atribución de significado.

Dado que este relato tiene carácter interpretativo personifica al sujeto de cara a rescatar el patrimonio inmaterial; dado lo anterior la socialización de los significados permitió referenciarlo como uno compartido. Esto, permitió la revitalización de aquellas historias, tradiciones y creencias que solo persisten en la memoria de algunos miembros; de este modo, el espacio emergió como lugar sentido y compartido, co-construyéndose desde las emociones y conectando a los sujetos entre ellos y con su entorno.

Una vez que se elaboró la síntesis de las memorias de los participantes, se amplió la experiencia vital con datos de fuentes históricas, aportadas por registros foráneos a los participantes. Esto último, hubo que valorarlo de modo ajustado y preciso en su aporte al PCI. Esto significó: a) que la recepción de la tradición puede modificar grandemente lo que, de modo externo, se ha asimilado a un determinado lugar; b) que el aporte de fuentes externas no sea lo que se haya heredado como patrimonio cultural en un determinado lugar.

3. Resultados y discusiones

3.1. Desarrollo del trabajo de campo.

El trabajo en terreno, o de campo, además de los propósitos de investigación buscó empoderar a los habitantes del barrio, en la construcción de espacios comunes para sostener el relato del espacio. En este sentido, la investigación narrativo-biográfica resultó en una herramienta útil para este propósito ofreciendo un potencial interesante para la articulación exitosa entre investigación y acción social, validando la posibilidad de generar nuevo conocimiento de la mano de un desarrollo social.

En cuanto al método, la Fig. 1, muestra en resumen el proceso seguido durante la investigación (figuras esféricas) donde los tres encuentros desarrollados buscaron articular una sensibilización, valoración e integración entre emociones y espacio, emergiendo desde la propia comunidad un mapa del barrio. Una vez concluido el proyecto se enlazaron con una continuidad hacia la gestión local (figuras rectangulares), donde los instrumentos públicos para acceder a fondos responden a las iniciativas locales con un sentido de comunidad y autogestión por parte del barrio, permitiendo una mayor sustentabilidad de las iniciativas.

El resultado del método utilizado es que rescató los elementos que aportan identidad a los residentes cuando intencionadamente conjugó el recuerdo personal con el mapa social y geográfico del lugar, Como continuidad de la presente iniciativa, la comunidad gestó una campaña para promocionar el turismo, organizados bajo el concepto “Ven a conocer mi barrio”. Conjuntamente se crearon dos asociaciones gremiales motivadas en generar riqueza para el barrio y se implementaron varias rutas turísticas gestionadas por vecinos, quienes las implementan desde la emoción de su experiencia vital. Estas últimas ofrecen un mapa sostenido desde el patrimonio que emerge desde las memorias y como tal, permite al visitante acceder a un mapa diferente del propuesto por las instituciones oficiales

Fig. 1/ Método para recuperación del PCI para el desarrollo culturalmente sustentable

Fuente: Los autores

3.2. ¿Cómo afecta a la identidad del sector, el que los recuerdos se pierdan?.

La referenciación de los lugares en un barrio estará motivada por las respuestas inconscientes que las experiencias vividas en ellos han generado. Por ello, el trabajo comenzó con la (re) construcción de las historias personales, requiriendo sensibilizar cognitiva y afectivamente a los sujetos, en torno a sus relatos de vida. Quien narra espera un grado de atención como un acuerdo implícito establecido desde este primer contacto. Así las preguntas que fueron levantadas por los investigadores, son relevantes por cuanto permiten establecer una relación de confianza e intimidad, pues el/los sujeto/s se van presentando en el relato, no una, sino en varias versiones de sí mismo (Piña, 1998). Una adecuada elección de ellas, permitió cumplir las funciones exploratoria, analíticas y expresivas que son subyacentes al enfoque biográfico (Bertaux, 1979)

Este proceso presentó una dinámica lúdica entre investigadores y participantes, quienes fueron guiándose mutuamente en la narración. Emocionalmente y como acto performativo, los sujetos se fueron re-creando a sí mismos en las diversas narraciones, desde las relaciones que tenían con los lugares en cada recurso elicitado durante la narración. Así se organizó un espacio geográfico no solo en su materialidad sino en las conexiones emocionales construidas en su relación con los sujetos, permitiendo descubrir la identidad del lugar (Pile, 2010)

La pregunta de apertura:

¿Cómo llegaron aquí?” les permitió que como hablantes tomaran una posición en el relato: “Yo vivía en Blanco. Y mi papá y mi mamá vivieron antes en Cajilla. Yo viví… llegué a los 5 años, yo llegué a vivir acá a Blanco 76, donde estaba el bar, ahí. Soy la más antigua de todas acá de la Parroquia”.

Resultó llamativo cómo estos relatos fueron generando unas coordenadas tanto en el espacio geográfico con en el mapa social de una biografía colectiva. Ya desde el principio van tomando coordenadas materiales (“cerca del bar”), biográficas (“llegué a los 5 años”), de autoridad en el relato (“soy la más antigua”). Fue, como pregunta, un gatillante para enhebrar historias y organizar la narración del lugar; donde las coordenadas materiales del espacio, se entrelazaron y organizaron con momentos de sus vidas y las relaciones con la comunidad.

Este componente geográfico emocional expresa un sentido de pertenencia que influye en la significación del lugar (Alexander & Hamilton, 2015). Posibilita además que aunque está en una memoria biográfica individual, al ser elaborada en una narrativa comunitaria, recrea el valor compartido de un lugar permitiéndoles volver a experimentar la vivencia.

Se produce una encarnación (o embodiment) de las experiencias emocionales con el espacio que las motiva (Holton, 2017). El siguiente relato corresponde a una mujer de edad avanzada, y expresa en un relato muy gráfico las emociones que le generaron su aproximación a la geografía del lugar:

“Cuando llegamos aquí del cerro Mariposa mi mamá dijo ‘yo me quiero ir de aquí, este barrio es espantoso’, mi papá la trajo por el nado de cajilla, y había un hombre así en pelo con un delantal encima friendo pescados. Nosotros vivíamos en la calle Las Heras por ahí, ¡era otro mundo!, me iban a buscar cuando salía del liceo. Al final que nos fuimos a Playa Ancha, dejamos este lugar (relato de un participante).”

Aquí la mujer expresa su rechazo ante un espacio percibido hostil y ajeno, y contiene la forma en que se va estableciendo una mirada del otro y del lugar, pues en el trayecto de vida se van reforzando juicios, justificando una forma de estar en la comunidad.

Posteriormente, la misma mujer quiebra su lectura del espacio:

“Después, volví yo a la casa, porque fue arrendada la casa aquí de mi papá. Volví aquí al cerro, y entré aquí por una invitación de la señora Sofía que ha entrado y salido de este lugar, para participar en la pastoral social. ‘¡Ah!’-, dije yo, yo había jubilado- ‘¡qué bien!, voy a empezar a trabajar, a hacer algo’, tenía demasiado tiempo, me faltaba público. Entonces, cuando somos profesores nos pasa eso: necesitamos público. Y entramos, y ahí yo empecé a conocer la clase de gente que venía a buscar ropa; el Salomón, el otro caballero, el otro caballero, y eran, eran… caballeros, para mí. Yo siempre he sido muy abierta a entender a la gente, como profesora uno tiene que atender niños pobres, medianos y ricos, y a los apoderados sean lo que sean. “

Se observa entonces que siendo el mismo lugar, la forma en que el relato lo presenta, es diferente. Desde las emociones, se describe en un vínculo con otro, es en la conexión y articulación de la comunidad, cuando el espacio cobra valor.

Fue en la narración compartida donde se produjo una dinámica comunitaria, cada hablante tomó una posición; la verdad de sus relatos no radicó en su exactitud sino en la forma en que se vincularon con calles, personas, aromas y una memoria, que poblada de signos, configuraron un espacio y su significado. El patrimonio inmaterial, se fue articulando en estas narraciones intersectadas y facilitó que los sujetos organizaran sus relatos en una narrativa del espacio (Cornejo & al., 2008). Memorias comunes que se encontraron para reconstruir un territorio que aunque inmaterial tenía un efecto vivencial y corporal para los sujetos (Anderson, 2006).

Así, una narrativa personal se fue haciendo colectiva en un diálogo que trascendió lo individual y entró en un diálogo comunitario:

“MJ: ¿Qué locales había cuando llegó?

H2: Por ejemplo, estaba acordándome meses atrás, donde hay una carnicería de equino tengo entendido que había un almacén que se llamaba El Ferrocarril… ¿alguien me puede confirmar eso?

H1: ¿Adónde?

H2: Adonde está la carnicería de equino.

H1: ¿Allá abajo?

H2: Claro, había un almacén que se llamaba El Ferrocarril.

H4: No.

H1: No, ahí está el Cacique.

H4: No. En la esquina que tú dices no, ésa era una farmacia, ésa era la farmacia [nombre eliminado]

H2: Bueno, sería. Pero yo sé que ahí, de hecho, cuando comprábamos menaje, no sé si ahí en Di Berti, pero en una de esas calles estaba El Ferrocarril, era un negocio largo.

H4: Ya. El Ferrocarril estaba después de Di Berti. El Ferrocarril tenía entrada por San Martín y por Claro.

H2: Claro.”

En la recuperación del patrimonio, la pregunta se volvió un eje relevante para modelar las formas de relación entre los hablantes e investigador, y un medio para contener el crecimiento de la historia o profundizar en temáticas que parecían atraer los relatos (Huchim & Reyes, 2013), como en este caso, la ubicación de los locales comerciales.

La identidad del barrio va siendo gestada, en forma de experiencias vitales y relacionales en las comunidades, donde las emociones se constituyen en y a través de relaciones (y no relaciones) con otros las que en su recurrencia se van enhebrando como una narrativa de ciudadanía (Wood, 2013). Por ello va emergiendo un mapa diferente del barrio, organizado no desde nombres de calles sino en el descubrimiento de puntos de referencia comunes (Ej. “carnicería de equino”). Desde historias compartidas, aun cuando en el grupo había varias generaciones.

3.3. ¿Cuál(es) de estas memorias constituyen valor para la comunidad?.

La confluencia de historias a través de relatos biográficos, organizó un nuevo mapa donde ciertos espacios se hacían más significativos, y recurrentes que otros. Complementariamente, también emergieron relatos que concentraron historias, representando un cruce de caminos en las historias de vida y generaron puntos de encuentro de la comunidad. Lugares, como negocios, plazas u otros, como lugares de alteridad, producían el reconocimiento de un(os) otro(s). Su valor radicó en cómo ellos organizaron la historia permitiendo a los sujetos presentarse en una narrativa emocionalmente común y por tanto contar una historia, ya no de ellos, sino la del lugar y un punto de referencia en el mapa del barrio.

El siguiente relato entre el investigador y dos de los participantes (H1 y H4) -ambos hombres de mediana edad- presenta una conversación sobre un local de venta de licores. El diálogo muestra a los hombres compartiendo desde este recuerdo un sentido de pertenencia donde el investigador es un extranjero:

“MJ: ¿Qué es un medio pato?

H1: Medio pato es vino con agua pue mi amor.

MJ: ¡Ah, es que yo no sé!

H4: Los daban en vasitos así, de medio litro-

M: ¡Ah!

H4: Y por eso es que vendían vino suelto, y le llamaban medio pato.

H1: Y por qué le decían: porque el curado, le echaban agua al vino para que fuera más voluminoso, entonces el curado estaba acostumbrado a tomarse el medio pato.”

Este conocimiento en apariencia trivial, los conectó como vecinos y ofreció un desafío para la investigación, pues la recuperación de la memoria fue un proceso donde los relatos individuales se fueron cruzando para encontrarse (Cornejo & al., 2008). En algunas ocasiones estos trozos de historia se toparon e hilvanaron juntos, pero en otras se contraponían dando origen a una nueva historia, en cualquier caso, los fragmentos se fueron organizando en torno a ciertos referentes del relato que como núcleos (en adelante se denominarán semillas, para expresar la idea que permiten que el relato crezca), cada vez que la historia de la comunidad se encontró en ellos, produjo nuevas historias. La aparición de estos puntos de bifurcación, respondía al valor emocional que tenía el espacio para los participantes, pero no solo en su materialidad sino en su valor social.

La permanencia de estas emociones y cómo ellas van organizando una huella, no solo da una identidad a los sujetos, sino también performa una espacialidad, por lo mismo, el patrimonio de una comunidad es un proceso de continua creación y recreación en función de su entorno y su historia; su preservación permite un sentido de identidad y continuidad.

Gracias a la identificación de las semillas de PCI el relato se organizó comunitariamente y trascendió a la historia personal. Las dinámicas de la entrevista cambiaron y se articuló un relato colectivo, donde cada biografía particular compartía un sentido. El lugar se enmarcó en un conjunto de memorias afectivas que pertenecían a todos (Lamúa, 2015). Desde la fuerza expresiva del relato biográfico, los relatos se organizaron en uno nuevo que ya no hablaba de ellos, sino del barrio donde compartían una identidad y una historia (Piña, 1998). En este sentido las indagaciones biográficas sobre los sujetos permiten dotar de significado a su experiencia (de Souza, 2014) recuperando aquello que los vincula (Lindón, 1999).

3.4. ¿Es posible visibilizar el valor inmaterial del patrimonio comunitario?

Fue posible identificar cuatro núcleos socio-materiales: los juegos, los negocios (locales comerciales), la contraposición día-noche y las escaleras (o cerros). Estas semillas en su capacidad de atraer significado para los hablantes visibilizaron el patrimonio inmaterial de la comunidad y organizaron una geografía de las emociones, verbalizada desde la historia biográfica permitiendo diagramar un mapa del sentido comunitario del lugar.

El relato expuesto permite mostrar cómo se dinamizaba la interacción frente a estas semillas, aflorando inmediatamente recuerdos de infancia y de comunidad, y como patrimonio cultural inmaterial, evocaban las tradiciones del barrio y su relación con la geografía presente y pasada (Lindón, 1999), es desde lo cotidiano y lo local donde se identifican más con los edificios y lugares, como condición indispensable para que éstos sean valorados como patrimonio (Caravaca Barroso & al., 2008).

Esta riqueza del patrimonio, no es recogido por el turista, quien solo tiene acceso a la materialidad del paisaje; sin embargo, cuando puede ser hilvanado en una narrativa, abre oportunidades para ser transmitido e integrado en productos turísticos y mejorar la calidad de vida de quienes aún viven y experimentan el sector desde la geografía de sus emociones.

3.4.1. Los juegos.

La Fig. 2a muestra una calle típica del lugar, que se caracteriza por su acceso a los Cerros Santo Domingo, Cerro Toro y Cerro Arrayán.

Fig. 2/ (a) Izqda Calle con adoquines. (b) Dcha vista desde el cerro

Fuente: Los autores

La Fig. 2b permite apreciar los cerros del lugar y a qué se refieren cuando relatan acerca de una serie de subidas, pasajes y escaleras, vinculadas con la rutina barrio como un elemento recurrente en los relatos de los vecinos. En el subir y bajar, los vecinos recuerdan las calles vinculadas a sus juegos, tales como “jugar a las pepitas”, a la pelota, “tirarse en chancha”, “quemar el judas” y otros. Espacios como el atrio de la iglesia (Fig. 2a) o las continuas subidas y bajadas, que se aprecian en el paisaje de la Fig. 2b, permiten comprender los relatos desde la realidad física que los convoca. El siguiente diálogo entre dos hombres de mediana edad y una mujer más joven (M), recuerda cómo jugaban a pesar de estar en un cerro.

“H1: Era muy poquito. Entonces, había que jugar a las pepitas en cerro, o a la pelota, jugabay a la pelota, chuta, chuteabas la pelota

M: Igual jugaban

H1: Sí po, y había que pegarse el pique a buscarla, no había que pensarla, mientras más te demoray más lejos llega la pelota. Y más encima decías “¡Ey amigo!”, y la dejaba pasar, “oh, qué mala onda”. ¿Sí o no?, pasaba, así se jugaba aquí po

Los relatos al provenir desde emociones vinculadas a la memoria, en su permanencia se vuelven sumamente gráficos en cuanto a los sentimientos y pensamientos que permitieron aflorar (“oh qué mala onda”) pero desprende también un sentido de participación con el espacio, donde “no había que pensarla”, el espacio se vuelve algo vivido y participante y no solo un escenario anónimo del juego.

En esta otra fracción de diálogo, se vuelve a tocar el tema del juego, llamando la atención cómo hacia el final del relato el espacio emerge como un lugar de prueba y va moldeando el carácter de sus habitantes.

“Entonces, el tema no, jugabay a las bolitas que eran de cristal. Entonces tú, como eran adoquines, jugábamos en el cerro, imagínate, jugábamos a la pelota en bajada, imagínate, ¿sí o no?”.

El valor del espacio entonces no es en su materialidad sino en las formas en que se va haciendo parte de los sujetos y de la comunidad. Desde la percepción del sujeto, se vuelve un micro espacio o espacio-acción y posibilita comprender por ejemplo, la estructuración del espacio urbano y el comportamiento de los vecinos (Gómez & Velasco, 1984). Los adoquines, las bajadas, el cerro, van siendo participantes en la historia de la vida del hablante, los lugares compartidos en estos juegos, también organizan un sentido de barrio. Su infancia, adolescencia y paso a la adultez queda moldeada desde estas relaciones con el espacio (Kerr & al., 2018).

3.4.2. Los negocios

En su vida rutinaria, el mapa de su trayectoria cotidiana se ve modelada desde los negocios como puntos de referencia, apareciendo farmacias, botillerías, panaderías y otros como referentes de una cotidianeidad que los hace familiares. La desaparición de algunos y la permanencia de otros orientan los relatos sobre cuán compartidos son estas historias y en consecuencia su vínculo con el espacio. El siguiente diálogo permite comprender cómo se va generando una cierta complicidad en las experiencias compartidas.

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Fig. 3/ Botillería ya cerrada

Fuente: Los autores

“MJ: ¿Iban a pie?

H٤: Sí, como niños, subíamos a pie por Carampangue, íbamos a pie en ese tiempo.

MJ: Sí, por eso estoy pensando, porque era… un buen camino ese.

H٤: Sí, ahí el camino, íbamos a pie… Otra de las cosas de aquí de detrás de la iglesia, había una feria de verduras, aquí detrás.

MJ: Pero para el otro lado.

H٤: Sí, por el otro lado había una feria de verduras, y también habían unos puestos de flores. Como estaba la iglesia aquí, así que ahí compraban la gente verdura o flores, y cada vez que había un funeral compraban las flores ahí mismo.

MJ: ¿No estaba el comedor entonces en ese tiempo?

H٤: No, no existía. El comedor, yo me acuerdo que era… que fue una… era una relojería, una relojería chiquitita que había ahí. Y un día, todavía, o sea, un amigo mío que vivió ahí y ahora en Villa Alemana… Y qué otra cosa había ahí… Bueno, más abajo había unos, por el lado de la iglesia, por el lado, había dos restaurantes, pero en medio había una yerbería, que vendían únicamente hierbas.

MJ: No tiene nada que ver con la farmacia, ¿cierto? No es lo mismo.

H٤: No, vendía hierbas. Yo me acuerdo que era niño cuando vendían hierbas. Y en la bajada de la escala había un almacén, que era el Almacén La Matriz, que ahí se vendía todo por cuartos, por octavos, todo lo que era lo comestible.”

El diálogo evoca hacia un pasado, no porque los edificios o el paisaje hayan cambiado, como se aprecia en la Fig. 3, donde el paisaje del barrio puerto pareciera detenido en el tiempo, sino porque la vida que en torno a ello se hacía es la que ha cambiado.

3.4.3. Contraposición ‘día – noche

La bohemia, es otro de los nudos que vinculan los relatos, pero más que como vida nocturna, es recurrente el relato desde la ambigüedad. Lugares que son distintos con luz de día que con luz de noche, ofrecen vincularse desde esta dualidad. La Fig. 4 presenta el bar Liberty, en lo que sería el núcleo del barrio puerto (plaza Echaurren). Este bar es emblemático en su historia. En los alrededores de la plaza, una serie de locales dan el carácter bohemio al barrio.

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Fig. 4/ Bar Liberty

Fuente: Elaboración propia.

La paradoja es que a la vez son zonas residenciales, con habitaciones y cités en las habitaciones superiores y donde la iglesia La Matriz se encuentra a pocos metros; además de dos colegios, el mercado municipal y una afluencia de personas que bajan (y suben) de los cerros en el trayecto diario entre su casa y el trabajo. El siguiente relato, presenta el espacio en esta doble militancia:

“H1: Acá, al costado de la Matriz, aquí donde estamos acá, al costado ahí donde está el 421, acá al edificio, todo ese sector de allá había unas casas que también eran como tipo conventillo. No conventillo como que tú te metes como un cité, no eran cité; conventillo era, abría las puertas y había piezas, entonces había burdeles de homosexuales, de mujeres, cachay, que están al costado, muchos años estuvieron ahí. Y esas cosas pasaban abajo, a Cajilla abajo, al mismo al otro lado donde usted dice, donde ahí cercano estaba… donde vendían pescado, se acuerdan, antes ahí

H4: El Amador.

H1: El Amador, ¿se acuerda? Ahí todos esos eran puros, eran locales así de… prostíbulos es la palabra clara para decirlo.”

Se aprecia que para los vecinos la convivencia con estos lugares es natural al barrio, en diálogo posterior, señalan la existencia de un acuerdo tácito sobre la hora en que era un lugar residencial y la hora en que era bohemio. Así de día jugaban en la plaza y el atrio, hacen las compras y transitan las familias, y al bajar la noche las luces de los lugares nocturnos anuncian que otro barrio está presente. En los recuerdos, las emociones dan forma al paisaje con calles prohibidas y límites para explorar:

[…] Entonces, eso le digo. Entonces, ya de ahí para arriba habían bares, eran pescaderías, y todo, porque en aquella época ir para Cajilla después de las ocho de la noche había que ser bien como se dice, diablo. Porque estaba prohibido subir por ahí (relato de un participante).

3.4.4. Las escaleras (y cerros)

La relación entre el plan y el cerro, resulta en una temática continua de los relatos. Mientras en el plan se desarrolla la vida en tránsito (compras, trabajo, escuela, etc.) en los cerros están las casas donde habitan y duermen. Así en el barrio puerto, acceder a uno u otro solo es posible a través de una multiplicidad de escaleras y pasajes, como un laberinto (Fig. 5).

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Fig. 5/ Pasajes y escaleras hacia los cerros

Fuente: Los autores

En el siguiente diálogo, se presenta el trayecto de tránsito entre el cerro y el plan como un espacio de conexión, no solo con sus destinos, sino también con la comunidad que habita el barrio. Subir y bajar es una oportunidad de observar y conocer:

“M4: Antes subían burros y caballos.

M1: Exacto.

H: Y Mulas.

M3: Bueno, yo tengo… no sé si tomo la palabra.

MJ: Por favor.

G: Sí, sí.

M3: Yo tengo una amplia experiencia de haber vivido acá y haber vivido a concho con las personas de acá. ¿Por qué?, porque yo bajaba todos los días y subía, a veces hasta dos veces en el día, porque yo trabajaba en el Hospital Alemán, de Enfermera. Bajaba a pie, ¿ya?, según mis turnos bajaba a pie y tomaba la micro. Entonces yo me encontraba con todas estas personas, todos los personajes, desde aquí hasta el cerro. Yo tuve mi cerro mapuche, que era, eh… ustedes ven mi cerro hoy día, mi cerro está todo edificado; cuando yo llegué había una que otra casa, y de la Iglesia de Puerto Claro hacia arriba era solamente cerro, pelado, una que otra casa. Y andaban siempre los animales, estábamos siempre rodeados de animales, de toros, de vacas, de caballos, que andaban pastando, no es lo que hay ahora. Es increíble. Entonces, yo llegué a un sector donde había mucha gente muy humilde; yo soy de Quillota, nací en Quillota, entonces yo llegué a los 17 años acá a cerro Toro. Entonces, empecé a trabajar, a vivir, a convivir, empecé a mirar a mi alrededor mucha pobreza, los niños andaban desnudos, las niñitas andaban a potito pelado, llovía y ellas todas ahí… Al frente mío, estaba la carbonería del Sr. Gutiérrez, todavía me acuerdo, yo le puse Sr. Gutiérrez porque yo nunca pude encontrar el nombre de él, porque era mapuche, eran todos mapuches, una generación de mapuches, pero mapuche mapuche, ¿ya? Y más abajo había otra carbonería que también eran mapuches. Ésa era la gente (relato de un participante).”

El barrio se abre para ser descubierto en este acto de recorrer esta intrincada red de escaleras y pasajes:

“[…] ahora, la bajada: era muy folclórica. Porque tú no sabías si bajabas a las 8 de la mañana, tú te encontrabas aquí abajo más o menos desde aquí de La Matriz, del costadito, típico que te encontrabas los curaditos. Los curaditos, las curaditas, de repente, me van a disculpar, pero una sacada de chuchaditas, y a mí me decían la Gringuita, ellos me pusieron la Yunguita (relato de un participante).”

El valor del espacio en su materialidad está intrínsecamente vinculado con las experiencias vitales de sus habitantes. Los relatos en su nostalgia dan cuenta de un paisaje que solo es entendible desde las emociones evocadas por ellos. Desconocerlo, transforma en estéril y carente de sentido a las calles y edificios y en consecuencia deshumaniza la gestión urbana de estos lugares. Recuperar este Patrimonio Cultural Inmaterial, mostró que permite sostener el desarrollo urbano desde la identidad cultural de su comunidad.

En sus distintos relatos hay presente el discurso de la autoridad local con la promesa que la actividad turística ofrezca una mejora económica, como ha ocurrido en otros sitios patrimoniales (Lara & López-Guzmán Guzmán, 2017; Lorenzo & al., 2012), sin embargo, hay elementos en conflicto con la identidad de la comunidad. Ellos mismos demandan por una integración sobre las decisiones del barrio. Se confirma así que lograr un patrimonio sustentable (Serrano, 2009) requiere la acción coordinada de diversos actores y la confluencia de políticas y mecanismos (Kalamarova & al., 2016) e integrar a la comunidad en torno a los valores tradicionales que la sustentan, como recursos dentro de su red de relaciones sociales (Nahapiet & Sumantra, 1998).

4. Conclusiones

La dimensión temporal permea la huella de una cultura y desde allí permite, aproximarse al patrimonio inmaterial de un lugar. En una ciudad como Valparaíso el desmantelamiento de los edificios o una gentrificación en los barrios, justificada como un intento por mejorar las condiciones económicas de los habitantes, conlleva disolver las memorias de los vecinos y perder el tejido entre el sujeto, su espacio y su habitabilidad, intensificando la percepción de abandono. El uso de los relatos de vida, rescató la experiencia individual con el lugar desde un punto de vista perceptivo y emocional y en ese punto se enlaza con una dimensión subjetiva de la geografía.

La co-creación de un relato común puso en valor el sesgo perceptivo entre aquello que se cree estar mostrando y lo que realmente se está viendo. El paisaje como experiencia turística resulta de una negociación entre una promesa inicial y la experiencia final sobre el mismo, es lo que va quedando en el proceso de correlación existente entre lo que se busca comunicar como imagen de un destino turístico (como un a priori) y la experiencia que se percibe en el lugar (construida in situ).

Para Valparaíso, representa la oportunidad de capitalizar un patrimonio inmaterial integrando a los propios habitantes y fortaleciendo su sentido de pertenencia e identidad; todos elementos que fortalecen la sostenibilidad de las acciones de la gestión local. Ello porque los espacios patrimoniales y culturales desde las perspectivas de los y las habitantes del barrio puerto, no necesariamente tienen un correlato con la definición oficial del mismo.

Para ellos, el mapa se organiza en las escaleras que son interpretadas como un laberinto y a la vez formas de encuentro entre los vecinos, los callejones donde jugaban, la bohemia nocturna como un segundo barrio y los negocios cuya presencia o ausencia sirven de referencia al paso del tiempo. En el mapa que surge del patrimonio memorial hay una dualidad, dos barrios que conviven uno de día y otro de noche, uno del pasado y otro en el presente. En un marco de globalización, cuando el extranjero accede a este registro puede mirar de otra manera el paisaje y la gestión local toma un sentido de mayor sostenibilidad en el territorio.

Este patrimonio en su valor inmaterial posee una dinámica que se gesta en lo cotidiano y como tal, evoluciona y se moviliza en la rutina de los habitantes, de esta forma se va almacenando como una riqueza colectiva en las historias de vida y son compartidas en los encuentros que día a día van ocurriendo, definiendo la identidad del lugar.

Pensarlo así, ofrece la oportunidad de desplegar una estrategia de comunicación turística donde los intereses y valores de los habitantes sean parte de la misma. La geografía del lugar, como fenómeno experiencial viene determinado por las reacciones que el sujeto experimenta en relación con este entorno desde la apreciación del mismo y no tanto por los objetos que lo integran. El espacio geográfico puede entenderse desde las reacciones y comportamientos de que los sujetos tienen en este, desde su percepción sensorial.

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6. Listado de acrónimos/siglas

PCI: Patrimonio Cultural Inmaterial

UNESCO: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura