Estudios

CIUDAD Y TERRITORIO

ESTUDIOS TERRITORIALES

ISSN(P): 1133-4762; ISSN(E): 2659-3254

Vol. LIV, N.º 212, verano 2022

Págs. 443-458

https://doi.org/10.37230/CyTET.2022.212.9

CC BY-NC-ND

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Vitalidad urbana y sociabilidad barrial: complejidades de una metrópolis latinoamericana

Felipe Link(1)
Andrés Señoret(2)
Luis Fuentes(3)
Sebastián Rodríguez(4)

(1) Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales

Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES).

(2)(3) Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales

(1)(2)(3)(4) Pontificia Universidad Católica de Chile

Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS)

Resumen: Ciertos autores argumentan que la vitalidad urbana incentiva la sociabilidad entre los habitantes. Sin embargo dicha literatura concentra sus análisis en los atributos del entorno construido, como la densidad o la diversidad de usos de suelo, sin considerar las prácticas efectivas ni la influencia de los factores sociodemográficos en la sociabilidad barrial. El presente artículo busca profundizar en esta relación, analizando indicadores identificados por la literatura como condiciones necesarias para la vitalidad urbana, contrastándolos con variables de sociabilidad barrial como el uso del barrio, la familiaridad pública, la vecindad de la red y la sociabilidad entre vecinos, y con indicadores sociodemográficos para el Área Metropolitana de Santiago de Chile. Además de encontrar una influencia importante de los factores sociodemográficos, se identifica una relación más compleja entre la vitalidad urbana y la sociabilidad barrial, lo que revela la necesidad de repensar el concepto para la realidad de las metrópolis latinoamericanas.

Palabras clave: Vitalidad urbana; Sociabilidad barrial; Densidad urbana; Metrópolis; América Latina.

Urban vitality and neighborhood sociability: complexities of a latin american metropolis

Abstract: Some authors argue that urban vitality encourages sociability among inhabitants. However, this literature concentrates its analysis on the attributes of the built environment, such as density or the diversity of land uses, without considering effective practices or the influence of sociodemographic factors on neighborhood sociability. This article seeks to deepen this relationship, analyzing indicators identified by the literature as necessary conditions for urban vitality, contrasting them with neighborhood sociability variables such as neighborhood use, public familiarity, network neighborliness and sociability among neighbors, and with sociodemographic indicators for the Metropolitan Area of Santiago, Chile. In addition to finding an important influence of sociodemographic factors, a more complex relationship between urban vitality and neighborhood sociability is identified, revealing the need to rethink the concept for the reality of Latin American metropolises.

Keywords: Urban vitality; Neighborhood sociability; Urban density; Metropolis; Latin America

Recibido: 27.04.2021; Revisado: 07.07.2021.

Correo electrónico: felipe.link@uc.cl N° ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5355-5489

Correo electrónico: asenoret@uc.cl N° ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8612-2479

Correo electrónico: lfuentes@uc.cl N° ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1233-1563

Correo electrónico: sirodri1@uc.cl N° ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7063-0177

Los autores agradecen los comentarios y sugerencias realizados por los evaluadores anónimos, que han contribuido a mejorar y enriquecer el manuscrito original

Trabajo realizado en el contexto de los siguientes proyectos de la Agencia Nacional de Investigación (ANID): Fondecyt N° 1190724 y N° 1161550, Fondap N° 15130009 y N° 15110020.

1. Introducción

Los estudios sobre vitalidad urbana identifican atributos constitutivos y deseables del espacio de la ciudad tales como una mayor concentración o densidad de personas, una mayor diversidad de usos de suelo y una trama urbana accesible que permita el contacto y el encuentro entre distintas personas (Jacobs, 1961; Delclós-Alió & Miralles-Guasch, 2018). Estos atributos, incentivarían un mayor uso cotidiano del barrio y una mayor sociabilidad entre sus habitantes. En la literatura se ha discutido ampliamente el vínculo entre las características del entorno construido y una mayor vitalidad de la ciudad en diferentes escalas (Montgomery, 1998; Page & Mennel, 2011; Sung & al., 2013; Delclós-Alió & Miralles-Guasch, 2018; Fuentes & al., 2020). Sin embargo, dichos estudios se enfocan solo en la relación entre morfología y vitalidad urbana, sin considerar las dinámicas sociales específicas de cada lugar, las prácticas efectivas de los habitantes, ni sus características sociodemográficas.

La presente investigación busca abordar dicha problemática a partir de un análisis integrado basado en la construcción de indicadores referidos a condiciones necesarias para la vitalidad urbana y en los resultados de una encuesta sobre sociabilidad urbana aplicada a 1.061 personas de 9 barrios representativos del Área Metropolitana de Santiago. Esto con el propósito de indagar en la relación entre la vitalidad urbana del entorno construido, las prácticas de sociabilidad barrial de los habitantes y sus características sociodemográficas. Así, las preguntas de investigación que guían este trabajo son: ¿Cuál es la relación entre vitalidad urbana y sociabilidad barrial en una metrópolis latinoamericana? ¿Qué dimensiones de la vitalidad urbana inciden en una mayor o menor sociabilidad barrial? Y ¿qué influencia tienen las características sociodemográficas en los patrones de sociabilidad barrial?

Para este propósito se consideran distintas formas de sociabilidad barrial (Link, Señoret & Valenzuela, 2021): el uso cotidiano del barrio (Montgomery, 1997, Gehl, 1987); la familiaridad pública, entendida como los vínculos de reconocimiento que emergen a partir del encuentro entre vecinos en el espacio público (Fischer, 1982; Blokland & Nast, 2014), la presencia de vínculos sociales vecinales (Wellman & Leighton,1979) y las relaciones de sociabilidad entre vecinos (Farber & Li, 2013). También, se indaga en los factores sociodemográficos de los habitantes, como la edad, el género, el tiempo en el barrio o el nivel socioeconómico, y su relación con una mayor o menor sociabilidad barrial, tal como lo indica cierta literatura (Campbell & Lee, 1992; Carrasco, Miller & Wellman, 2008).

2. Condiciones para la vitalidad urbana

A partir de Jacobs (1961), la literatura identifica cuatro condiciones que son indispensables para generar vitalidad urbana, entendida como una diversidad exuberante de la ciudad, sus calles y los barrios. La primera dimensión se refiere a la concentración o densidad, y se asocia a una calle frecuentada, donde se produce concentración de gente que circula en ellas caminando (Maciejewska & al., 2020) y, por ende, una inconsciente red de controles y reflejos voluntarios de la propia gente, permitiendo así, mayor seguridad en las calles. Además, se plantea que la ocupación intensiva del suelo, entendida como una alta densidad poblacional, genera áreas exuberantes y vibrantes, generando una condición necesaria para el florecimiento de una ciudad (Jacobs, 1961).

La segunda dimensión corresponde a la diversidad, y tiene como idea central que el barrio debe servir a más de una función primaria (Kang, Fan & Jiao, 2020). Según Jacobs (1961), la vitalidad resulta cuestionable en sectores mono-funcionales con una primacía del uso residencial por sobre otros usos. Para Montgomery (1998) la diversidad es un factor esencial para la sociabilidad entre los habitantes de la ciudad. Así, la concentración de población, complementada con la existencia de usos mixtos (Kang, Fan & Jiao, 2020), permiten la localización conjunta entre el lugar de residencia de la población, con espacios destinados a servicios, trabajo y comercio (Grant, 2002). Estos aspectos estimulan la actividad económica en los barrios, entendida como la presencia de un comercio urbano abundante y diverso (Hirt, 2016), atrayendo así a una mayor variedad de personas y usuarios, quienes además, debido a la diversidad de usos presente, encuentran oportunidades culturales, escenarios y ambientes variados.

La tercera dimensión corresponde a la antigüedad de edificaciones. El barrio debe mezclar edificaciones que varían en antigüedad y condición y así, configurar sistemas orgánicos, espontáneos, desordenados y complejos que resultan de procesos evolutivos (King, 2013). Una amplia diversidad en la edad y tipo de los edificios tiene una conexión explícita y directa con la diversidad de la población, de negocios y de escenarios (Jacobs, 1961).

La cuarta dimensión se refiere a la oportunidad de contacto. Las manzanas deben ser cortas, incrementando la cantidad de calles y posibilidad de doblar en las esquinas. Ello, ayudaría a la creación de vínculos sociales a partir de la frecuencia de contactos en las calles del barrio (Hoogerbrugge & Burger, 2018), el sentido de pertenencia (Bonaiuto & al., 1999), el desarrollo de micro comercio o comercio informal, y la constitución de organizaciones comunitarias a escala barrial (Small & Adler, 2019).

En los últimos años, estos planteamientos han impulsado diferentes estudios a nivel global. Una parte importante de la influencia de Jacobs se encuentra en el mundo anglosajón, en especial en Toronto, Canadá, donde posiblemente se hayan implementado en mayor medida sus ideas y postulados (Daniere, 2000). También existen estudios en Europa y Asia, sobre cómo enfrentar los desafíos de la ciudad y la forma de ver el espacio urbano, su diseño y planificación, tal como lo discuten De Nadai & al. (2016) para un conjunto de ciudades italianas, al considerar el caminar como un elemento de vitalidad urbana, o bien, el trabajo realizado por Sung & al. (2013) y Sung & Lee (2015), quienes buscan identificar las condiciones base para la vitalidad urbana en Seúl.

Para el contexto iberoamericano, destaca el trabajo realizado por Delclòs-Alió & Miralles-Guasch (2018), quienes construyen una metodología cuantitativa basándose en las ideas teóricas de Jane Jacobs, para la medición de la vitalidad urbana, aplicándolas a la ciudad de Barcelona. Recientemente, Fuentes & al. (2020) analizaron el caso de Santiago de Chile, identificando que, bajo la visión de Jacobs, la vitalidad urbana en la ciudad muestra una clara dinámica centro-periferia, con un centro histórico con mayor vitalidad y una periferia con valores más bajos, a excepción de subcentralidades de alta vitalidad urbana, en su mayoría correspondientes a poblados históricos que se unieron a la ciudad en las últimas décadas, y poblaciones de vivienda social con alta concentración y oportunidad de contacto. Un aspecto a considerar en los estudios de Sung & al. (2013), Delclòs-Alió & Miralles-Guasch (2018) y Fuentes & al. (2020) es la incorporación de dos dimensiones adicionales a las que aparecen a lo largo del libro de Jacobs. La primera de ellas corresponde a la accesibilidad a pie y al transporte público en oposición a la movilidad orientada al automóvil. La segunda de ellas corresponde a la distancia a bordes ciegos. Los barrios vitales deben estar alejados del efecto negativo de grandes infraestructuras, llamados “border vacuums”, por su capacidad de absorber la vida de las calles (Mushtaha & al., 2018; Xia, Yeh & Zhang, 2020; Wu, Niu & Li, 2021). Bordes fronterizos que restringen el uso del espacio público transformándose en barreras para la comunidad y para la interacción entre vecinos (Douvlou, Papathoma & Turrell, 2017).

Sin desmerecer sus importantes aportes, se puede argumentar que esta literatura se ha centrado principalmente en caracterizar la existencia de espacios propicios para la socialización, desde la perspectiva de la morfología y disposición del espacio público, obviando las dinámicas sociales específicas a escala barrial, las prácticas efectivas de sus habitantes y sus características sociodemográficas.

3. Sociabilidad y barrio

Existe una amplia literatura, también vinculada a los trabajos de Jacobs (Talen, 1999; Freeman, 2001), que analiza la relación entre vitalidad urbana y sociabilidad barrial, buscando comprender cómo las características del entorno construido incentivan o restringen la interacción social entre los habitantes. En general dicha literatura, relacionada a lo que se ha denominado ‘nuevo urbanismo’ (Talen, 1999) se enfoca en algunos factores propios de la vitalidad urbana como la densidad, la diversidad de usos, la presencia de espacio público, vinculado a la oportunidad de contacto, y a la caminabilidad, vinculada a la accesibilidad. En comparación con los estudios sobre vitalidad urbana, los trabajos del nuevo urbanismo ponen su foco de atención en entender de qué manera los factores del entorno construido inciden en las prácticas efectivas de los habitantes.

En general se menciona que las densidades poblacionales muy altas pueden restringir la sociabilidad vecinal (Jacobs, 1961; Freeman, 2001; Hamdan, Yusof, & Marzukhi, 2014). Mientras que las densidades muy bajas son nocivas para la sociabilidad barrial porque incentivan el uso del automóvil, dificultando el contacto entre vecinos a escala de calle (Freeman, 2001; Farber & Li, 2013). Además, se indica que una mayor diversidad de usos de suelo, al incentivar el uso cotidiano del barrio, permitiría un mayor encuentro entre los habitantes (Jacobs, 1961; Talen, 1999; Gehl, 1987; Montgomery, 1997). Así mismo, la presencia de espacio público también aumentaría la oportunidad de contacto entre los habitantes. Tal como lo indican Francis & al. (2012), quienes encontraron que las personas que usan y valoran más los espacios públicos de su barrio, tienen mayores vínculos sociales con sus vecinos.

Por otro lado, existe una considerable literatura que se ha enfocado en analizar la relación entre las características sociodemográficas de los habitantes y sus patrones de sociabilidad barrial, aspecto que tampoco es abordado por los estudios sobre vitalidad urbana. Los estudios referidos a la ‘pregunta sobre la comunidad’ (Wellman & Leighton, 1979) en general indican que la sociabilidad barrial es menos importante entre los habitantes de mayor nivel socioeconómico, quienes tenderían a establecer sus redes de sociabilidad fuera del barrio (Campbell & Lee, 1992; Carrasco, Miller & Wellman 2008; Netto, Pinheiro, & Paschoalino, 2015) y entre los miembros de hogares unipersonales y hogares sin niños (Campbell & Lee, 1992; Carrasco, Miller & Wellman, 2008; Manturuk, Lindblad, & Quercia, 2010; Viry, 2012). Así mismo, los vínculos vecinales serian menores entre los hombres y entre los habitantes de menor edad (Campbell & Lee, 1992; Guest & Wierzbicki, 1999), y para los habitantes que llevan menos tiempo viviendo en el barrio (Manturuk, Lindblad & Quercia, 2010; Viry 2012).

Por último, cabe destacar que, dentro de la discusión sobre sociabilidad urbana, la sociabilidad barrial es entendida de formas diversas (Link, Señoret & Valenzuela, 2021). Por un lado una serie de estudios se ha centrado principalmente en la presencia de vínculos vecinales fuertes como indicador de sociabilidad barrial (Guest & Wierzbicki, 1999). Por ejemplo, los estudios vinculados a la ‘pregunta sobre la comunidad’ hacen la distinción entre vínculos sociales dentro y fuera del barrio, para identificar su importancia como espacio de sociabilidad (Wellman & Leighton, 1979; Campbell & Lee, 1992; Carrasco, Miller & Wellman, 2008; Manturuk, Lindblad & Quercia, 2010; Viry, 2012). Mientras que algunos de los estudios relacionados al ‘nuevo urbanismo’ indagan en la profundidad de dichos vínculos a partir del análisis de las relaciones sociales entre vecinos (Talen, 1999; Freeman, 2001; Farber & Li, 2013). Por otro lado, existe toda una línea de investigación que se enfoca en el uso del barrio (Montgomery, 1997, Gehl, 1987) y en los encuentros fortuitos entre los habitantes en el espacio público, en lo que se ha denominado familiaridad pública (Fischer, 1982; Blokland & Nast, 2014; Link, Señoret & Valenzuela, 2021). Esto bajo la idea de que la sociabilidad que emerge a partir del uso cotidiano del barrio correspondería a vínculos débiles de reconocimiento y familiaridad, generados a partir de la interacción social frecuente en el espacio público. Vínculos débiles que tendrían una incidencia importante en el sentido de pertenencia territorial de los habitantes con su barrio (Blokland & Nast, 2014; Link, Señoret & Valenzuela, 2021).

4. Área Metropolitana de Santiago como caso de estudio

El Área Metropolitana de Santiago (AMS) es la capital y la zona urbana más importante de Chile. Con 7.036.792 habitantes para el 2017, el AMS representa el 40,5% de la población total nacional (Instituto Nacional de Estadísticas de Chile, 2017). Administrativamente, esta área urbana comprende 34 comunas (gobiernos de escala local), que dependen de un gobierno regional, cuya jurisprudencia cubre toda la Región Metropolitana. La ciudad también ha presentado históricamente altos niveles de segregación urbana (Hidalgo & Zunino, 2011; Sabatini, Cáceres & Cerda, 2001).

Tal como lo indican diversos estudios (Klein, 2007; Brenner, Peck & Theodore, 2010) el desarrollo urbano reciente del AMS ha estado fuertemente influenciado por las políticas públicas de corte neoliberal implementadas en el país durante la década de los 1970 por la dictadura militar. En general el desarrollo reciente de la metrópolis se caracteriza por tres procesos paralelos de crecimiento urbano (De Mattos, Fuentes & Link, 2014).

El primero corresponde a la densificación de áreas centrales y pericentrales en forma de edificios residenciales de gran altura, impulsado por la liberalización de los instrumentos de regulación urbana y la entrega de subsidios al sector privado (López, Gasic & Meza, 2012). Dicho proceso de densificación intensiva ha cambiado drásticamente la morfología de las zonas afectadas (Vicuña, 2015), transformando la composición sociodemográfica de sus habitantes al atraer a jóvenes profesionales que viven solos o en pareja (Contreras, 2016).

El segundo corresponde a la expansión de la ciudad en forma de condominios cerrados de baja densidad, dirigidos a habitantes de clase media y media alta (Hidalgo, Borsdorf & Sánchez, 2007). Proceso impulsado por la liberalización de los instrumentos de regulación urbana y por la construcción de autopistas interurbanas (De Mattos, Fuentes & Link, 2014), acentuando la fragmentación, la dispersión y la segregación socioespacial de la metrópolis (Hidalgo, Álvarez & Salazar, 2003).

Mientras que el tercer proceso corresponde al desarrollo de vivienda social de alta densidad en zonas periféricas. Proceso que se vincula al carácter economicista que adquieren las políticas de vivienda en el neoliberalismo, donde se prioriza el desarrollo en zonas carentes de servicios por su bajo precio de suelo. Esta tendencia de crecimiento urbano ha profundizado la guetización de los barrios vulnerables (Sabatini, Cáceres & Cerda, 2001) y la segregación socioespacial de la ciudad (Hidalgo & Zunino, 2011; Fuentes & Rodríguez, 2020).

Así mismo, las zonas de desarrollo reciente ya descritas coexisten con zonas de la ciudad más antiguas, entre las cuales se encuentran las ‘poblaciones’, barrios vulnerables más tradicionales con alto involucramiento de los vecinos en su desarrollo (Castells, 1973; Garcés, 2002) o barrios vinculados a la clase media ilustrada de mediados del siglo XX (Stern, 2020), haciendo del AMS una metrópolis altamente heterogénea en términos urbanos y sociales aunque con una marcada segregación socioespacial (Hidalgo & Zunino, 2011).

5. Metodología

Este trabajo utiliza información secundaria sobre la vitalidad urbana de 9 barrios del AMS (Fig. 1), analizada a partir de las características de su entorno construido, e información primaria referida a los resultados de una encuesta sobre sociabilidad urbana aplicada a los habitantes de dichos barrios.

En cuanto a la selección de los barrios, la muestra fue realizada a partir de un análisis de clústeres aplicado a todo el espacio urbano del AMS a escala de manzana, considerando variables sobre densidad poblacional, nivel socioeconómico y localización dentro de la ciudad (Link & Valenzuela, 2018). Los 9 barrios seleccionados, además de ser los más representativos de los clústeres obtenidos a partir de dicho análisis, son ilustrativos de los procesos urbanos que caracterizan la estructura urbana del AMS. Tanto de los procesos recientes de expansión y densificación impulsadas por el neoliberalismo urbano (De Mattos, Fuentes & Link, 2014), como de patrones de crecimiento anteriores a dicho fenómeno.

Con respecto a los barrios de desarrollo reciente, Santa Isabel y Los Descubridores son característicos de los procesos de densificación céntrica y pericéntrica en forma de edificios residenciales en gran altura (López, Gasic & Meza, 2012; Contreras, 2016). Mientras que Villa Los Andes es un caso paradigmático de vivienda social periférica de alta densidad poblacional (Hidalgo & Zunino, 2011), y Valle La Dehesa es un barrio típico de condominios suburbanos para habitantes de altos ingresos (Hidalgo, Salazar & Álvarez, 2003; Hidalgo, Borsdorf & Sánchez, 2007).

Fig. 1/ Localización de los 9 barrios estudiados en el AMS

Fuente: Elaboración propia

Por otro lado, el resto de los barrios son representativos de procesos previos de crecimiento urbano. Antigua La Florida y Plaza Ñuñoa corresponden a barrios de clase media tradicionales (Stern, 2020), mientras que Juanita Aguirre y La Estrella son ‘poblaciones’ tradicionales de estratos medio bajos (Castells, 1973; Garcés, 2002). Matta Sur, por otro lado, corresponde a un barrio central de carácter semi industrial.

Una vez establecidos los 9 barrios, el análisis utilizó información proveniente de indicadores de las condiciones necesarias para la vitalidad urbana (Fig. 2). Estos indicadores fueron construidos a partir de información secundaria: datos del censo poblacional de 2017 a escala de manzana, información predial sobre usos de suelo obtenida del servicio de impuestos del gobierno, e información georreferenciada sobre el trazo de las manzanas, la red vial, y la localización de paraderos y estaciones de metro para el AMS. Cada una de estas dimensiones fue elaborada a partir de la discusión teórica abordada en este trabajo, utilizando como referente a otros estudios sobre vitalidad urbana enfocados en el AMS (Fuentes & al., 2020).

Seguido a esto, respecto a la sociabilidad vecinal de cada barrio, se aplicó una encuesta presencial a un total de 1.061 habitantes (aproximadamente 118 encuestas por barrio), a partir de una selección aleatoria de hogares, y por cuotas para mantener paridad de género y edad. Los aspectos considerados en la encuesta corresponden a los patrones de sociabilidad de los habitantes, el uso cotidiano del barrio y las características sociodemográficas del hogar.

Indicadores

Definición

Vitalidad urbana

Concentración

Densidad de personas y viviendas por manzana

Diversidad

Número de usos de suelo por manzana

Edificios envejecidos

Edad promedio de las construcciones

Oportunidad de contacto

Tamaño de las manzanas y ancho de calles

Accesibilidad

Distancia a transporte público, estaciones de metro y paraderos de buses por manzana

Bordes vacíos

Distancia a bordes fronterizos por manzana

Características sociodemográficas

Género

Género declarado por el encuestado

Edad

Edad declarada por el encuestado

Tiempo en el barrio

Número de años viviendo en el barrio declarados por el encuestado

Hogar unipersonal

El encuestado declara vivir en un hogar unipersonal

Hogar con niños

El encuestado declara vivir en un hogar con niños

Nivel socioeconómico

Índice construido a partir del ingreso del hogar declarado, bienes del hogar y educación de los padres

Sociabilidad barrial

Uso del barrio

Número de actividades realizadas en el barrio, de un total de 15

Vecindad de la red

Porcentaje de vínculos sociales que viven en el mismo barrio

Sociabilidad barrial

Ha visitado vecinos y ha recibido favores de vecinos (y viceversa) en los últimos 12 meses

Familiaridad pública

Frecuencia con la que se encuentran con alguien conocido de manera fortuita en el espacio público

Fig. 2/ Indicadores de vitalidad urbana, características sociodemográficas y sociabilidad barrial

Fuente: Elaboración propia

En base a los resultados de la encuesta, se construyeron indicadores sobre características sociodemográficas y de sociabilidad barrial basados en la discusión de la sección teórica de este trabajo, tomando como referencia las cuatro formas de la sociabilidad barrial concebidas por Link, Señoret & Valenzuela (2021) que dan cuenta de la importancia del barrio como espacio de sociabilidad y de la distinción entre vínculos vecinales fuertes y débiles. La Fig. 2 muestra en detalle cada uno de los indicadores utilizados en el análisis con su definición correspondiente.

El análisis realizado en este trabajo consta de tres etapas. En la primera, de carácter descriptivo, se realizó un análisis comparado de las dimensiones de la vitalidad, los indicadores sociodemográficos y las formas de sociabilidad barrial para los 9 barrios estudiados. Esto con el propósito de obtener un panorama general sobre la relación entre vitalidad, sociabilidad y factores sociodemográficos.

Para la segunda, a partir de la información recopilada, se elaboraron una serie de regresiones logísticas múltiples de multinivel, considerando las formas de la sociabilidad como variables dependientes. Esto con el propósito de indagar en la influencia que pueden tener tanto las dimensiones de la vitalidad como los factores sociodemográficos en los patrones de sociabilidad barrial de los habitantes. Se escogió este tipo de proceso estadístico para poder analizar de manera integrada las dimensiones de vitalidad urbana (a escala agregada de manzana), las características sociodemográficas y las formas de la sociabilidad barrial (ambas a escala de persona). La Fig. 3 complementa la tabla de la Fig. 2, resumiendo la relación entre variables que se aborda a partir de los modelos de regresión.

Fig. 3/ Esquema conceptual de la relación entre variables

Fuente: Elaboración propia

En la tercera etapa, se realizaron una serie de gráficos de dispersión a escala de barrio, para profundizar en la relación entre algunos factores de vitalidad urbana y algunas formas de sociabilidad barrial. En específico se hicieron 4 gráficos entre densidad y diversidad (por el lado de la vitalidad urbana) y uso del barrio y familiaridad pública (por el lado de las formas de la sociabilidad).

6. Resultados

6.1. Análisis descriptivo

En términos generales, el indicador de vitalidad urbana del AMS muestra una clara tendencia centro - periferia, con un centro que presenta mayores valores de vitalidad que la periferia. Con la excepción de algunas subcentralidades correspondientes a poblados históricos que se han ido anexando al área urbana de la ciudad con el paso de los años (Fuentes & al., 2020). Respecto a los barrios escogidos para este análisis, se puede observar que el grado de vitalidad está fuertemente influenciado por la dinámica anterior, es decir, los barrios más céntricos, como por ejemplo Santa Isabel o Matta Sur, presentan valores altos en su índice de vitalidad, mientras que barrios ubicados en la periferia, como Valle La Dehesa o La Estrella presentan una baja vitalidad, a pesar de sus diferencias significativas en otras variables (Fig. 4).

Fig. 4/ Índice de vitalidad urbana para toda el AMS y para los 9 barrios analizados

Fuente: Elaboración propia

En particular, los resultados obtenidos en cuanto a los indicadores sobre las condiciones necesarias para la vitalidad urbana y el indicador de vitalidad para cada uno de los barrios seleccionados del AMS (Fig. 5), muestran que aquellas zonas de la ciudad de desarrollo reciente, como Santa Isabel, sector recientemente densificado, presenta valores altos en las 6 dimensiones de vitalidad urbana. Por su parte, Valle la Dehesa, correspondiente a un barrio de expansión suburbana en forma de condominios residenciales, presenta la vitalidad más baja en las dimensiones analizadas. Mientras que otros barrios de desarrollo reciente de distinto tipo como Los Descubridores (sector densificado) o Villa Los Andes (vivienda social periférica) presentan una vitalidad moderada.

BARRIOS

DIMENSIONES DE VITALIDAD URBANA

Índice de Vitalidad Urbana

Densidad

Diversidad de usos

Oportunidad de Contacto

Edificios
envejecidos

Acceso a transporte público

Bordes
Fronterizos

Barrios de
desarrollo
reciente

Santa Isabel

2,74

0,46

0,18

0,5

0,45

0,18

0,84

Barrio céntrico
densificado

Muy alto

Alto

Alto

Alto

Alto

Bajo

Alto

Los Descubridores

0,92

-0,5

0,15

-0,17

0,4

1,09

0,23

Barrio céntrico
densificado

Alto

Muy bajo

Medio

Bajo

Alto

Alto

Medio

Villa Los Andes

1,18

0,38

0,21

-0,72

-0,44

0,58

0,22

Vivienda social
de bajo NSE

Alto

Alto

Alto

Muy bajo

Bajo

Medio

Medio

Valle La Dehesa

-0,94

-0,31

-0,01

-0,73

-0,82

-0,53

-0,42

Suburbio de
alto NSE

Muy bajo

Bajo

Bajo

Muy bajo

Bajo

Muy bajo

Muy bajo

Barrios
antiguos

Matta Sur

0,3

1,03

0,18

1,4

0,42

0,96

0,72

Barrio mixto
industrial

Medio

Muy alto

Alto

Muy alto

Alto

Alto

Alto

Antigua
La Florida

-0,26

-0,26

0,15

0,07

0,43

2,36

0,22

Residencial
de NSE medio

Bajo

Bajo

Medio

Medio

Alto

Muy alto

Medio

Juanita Aguirre

-0,06

0,3

0,17

0,15

0,06

0,59

0,18

Población de
bajo NSE

Bajo

Alto

Alto

Medio

Medio

Medio

Medio

Plaza Ñuñoa

0,7

-0,21

0,16

-0,08

0,33

0,06

0,15

Residencial de
NSE medio

Alto

Bajo

Medio

Medio

Medio

Bajo

Bajo

La Estrella

0,22

0,09

0,19

-0,01

0,32

-0,13

0,12

Población de
bajo NSE

Medio

Medio

Alto

Medio

Medio

Bajo

Bajo

PROMEDIO DEL AMS

0,54

0,11

0,15

0,05

0,13

0,57

0,25

Fig. 5/ Dimensiones necesarias para la vitalidad urbana en los barrios analizados

Fuente: Elaboración propia

Con respecto a los barrios de desarrollo más antiguo, coexisten zonas de alta vitalidad (Matta Sur), de vitalidad moderada (Antigua La Florida y Juanita Aguirre) y de baja vitalidad (Plaza Ñuñoa y La Estrella) sin que exista una correspondencia clara entre los barrios de desarrollo reciente y antiguo y su vitalidad, más allá de su ubicación con respecto al centro de la ciudad.

En relación a las características sociodemográficas de los habitantes (Fig. 6), estas son similares a lo que indica la literatura sobre las tendencias de crecimiento reciente del AMS. Los habitantes de los barrios recientemente densificados (Santa Isabel y Los Conquistadores) presentan un bajo porcentaje de familias con hijos y un nivel socioeconómico alto (Contreras, 2016). Valle La Dehesa, barrio de condominios suburbanos, también presenta habitantes de alto nivel socioeconómico (Hidalgo, Álvarez & Salazar, 2003), lo que contrasta con Villa Los Andes, sector de vivienda social de alta densidad, cuyos habitantes son de nivel socioeconómico más bajo (Hidalgo & Zunino, 2011). Mientras que los habitantes de los barrios más antiguos presentan una mayor heterogeneidad con respecto al nivel socioeconómico, además de una mayor diversidad en términos de composición de hogar.

BARRIOS

CARACTERÍSTICAS
SOCIODEMOGRÁFICAS

SOCIABILIDAD BARRIAL

Años
viviendo en el
barrio

Familia
unipersonal (% del
total)

Familia con
niños (%
del total)

Indicador de nivel
socio
económico

Uso del barrio (% alto)

Familiaridad pública (% alta)

Vecindad de la red (% alta)

Sociabilidad con vecinos (% alta)

Barrios de desarrollo reciente

Santa Isabel

4,9

23,30%

20,70%

53,9

21,2%

14,4%

3,4%

25,4%

Barrio céntrico densificado

Bajo

Alto

Bajo

Medio
alto

Medio

Bajo

Bajo

Bajo

Los Descubridores

15,5

9,50%

33,60%

62,9

29,3%

19,0%

12,1%

31,0%

Barrio céntrico densificado

Medio

Medio

Bajo

Medio
alto

Medio

Bajo

Bajo

Medio

Villa Los Andes

12,9

1,70%

75,20%

19,1

5,9%

56,8%

32,2%

36,4%

Vivienda social de bajo NSE

Medio

Bajo

Alto

Bajo

Bajo

Alto

Alto

Medio

Valle La Dehesa

9,2

0,00%

61,10%

74,1

30,1%

18,6%

8,0%

40,7%

Suburbio de alto NSE

Bajo

Bajo

Alto

Alto

Medio

Bajo

Bajo

Alto

Barrios
antiguos

Matta Sur

17,2

12,50%

46,70%

31,6

45,0%

52,5%

21,7%

44,2%

Barrio mixto industrial

Medio

Medio

Medio

Medio
bajo

Alto

Alto

Medio

Alto

Antigua La Florida

23

2,70%

44,60%

41,6

55,3%

27,2%

28,1%

23,7%

Residencial de NSE medio

Alto

Bajo

Medio

Medio
alto

Alto

Medio

Medio

Bajo

Juanita Aguirre

30,2

2,60%

52,10%

24,6

50,4%

80,3%

46,2%

50,4%

Población de bajo NSE

Alto

Bajo

Medio

Bajo

Alto

Alto

Alto

Alto

Plaza Ñuñoa

9,6

22,20%

28,60%

58,1

55,1%

29,1%

5,5%

20,5%

Residencial de NSE medio

Bajo

Alto

Bajo

Medio
alto

Alto

Medio

Bajo

Bajo

La Estrella

29,1

3,40%

55,90%

24,9

49,2%

61,0%

39,8%

45,8%

Población de bajo NSE

Alto

Bajo

Alto

Bajo

Alto

Alto

Alto

Alto

PROMEDIO DEL AMS

16,2

7,90%

48,60%

40,7

34,3%

41,8%

25,3%

33,2%

Fig. 6/ Características sociodemográficas y sociabilidad barrial para barrios analizados

Fuente: Elaboración propia

En cuanto a la sociabilidad barrial, considerando las cuatro formas de la sociabilidad ya discutidas, todos los barrios de desarrollo reciente presentan índices bajos o medios de uso del barrio. Además, los sectores de mayor nivel socioeconómico (Valle La Dehesa, Santa Isabel y Los descubridores) presentan niveles más bajos de sociabilidad barrial. Mientras que en Villa Los Andes, zona de vivienda social, la sociabilidad barrial es más relevante. En comparación, los habitantes de los barrios de mayor antigüedad presentan altos niveles de uso del barrio y, en general, mayores niveles de sociabilidad barrial, tanto en los vínculos vecinales fuertes como en los vínculos débiles de familiaridad pública, mostrando ciertas variaciones según nivel socioeconómico. Plaza Ñuñoa y Antigua La Florida, zonas de nivel socioeconómico medio alto, presentan menores índices de sociabilidad vecinal que el resto de los barrios.

Si observamos los datos de sociabilidad barrial considerando los indicadores de vitalidad urbana de la Fig. 5, es llamativo ver que existen barrios que presentan una alta vitalidad, pero que poseen un nivel bajo en los indicadores de sociabilidad barrial, como por ejemplo Santa Isabel. Sumado a ello, se puede constatar que hay barrios con baja vitalidad urbana, como La Estrella, o con vitalidad media, como Juanita Aguirre, que presentan altos niveles de sociabilidad barrial. Lo anterior, nos permite desde ya poner en duda la relación positiva entre vitalidad urbana y sociabilidad barrial tal como lo proponen algunos autores (Delclòs-Alió & Miralles-Guasch, 2018; Montgomery, 1997; Gehl, 1987).

En cuanto a la relación entre las características sociodemográficas y los patrones de sociabilidad barrial, se identifican algunas relaciones interesantes que replican los hallazgos de la literatura revisada. Existe una relación negativa entre el nivel socioeconómico y la sociabilidad barrial, como por ejemplo en Valle La Dehesa, Juanita Aguirre o La Estrella (Campbell & Lee, 1992; Carrasco, Miller & Wellman, 2008; Netto, Pinheiro & Paschoalino, 2015). O bien, se identifica una relación positiva entre pertenecer a un hogar con niños y niñas y tener una alta sociabilidad barrial (Manturuk, Lindblad & Quercia, 2010; Viry, 2012) y altos niveles de familiaridad pública (Blokland & Nast, 2014).

En definitiva, el análisis descriptivo permite obtener un panorama general de los barrios analizados del AMS en relación a su vitalidad urbana y sociabilidad barrial. Sin embargo, surge la necesidad de indagar con mayor profundidad en algunas de las relaciones identificadas en base a las siguientes preguntas: ¿qué influencia tienen las características sociodemográficas en los patrones de sociabilidad barrial? y ¿qué dimensiones de la vitalidad urbana inciden en una mayor sociabilidad barrial?

6.2. Regresiones múltiples multinivel

Para profundizar en las preguntas planteadas en la sección anterior, se realizaron una serie de regresiones multinivel considerando las cuatro formas de la sociabilidad barrial como variables dependientes (Link, Señoret y Valenzuela, 2021), y, como variables independientes, los indicadores de vitalidad urbana (a escala de barrio) y las características sociodemográficas (a escala de persona). Esto para profundizar en la posible incidencia que tienen en la sociabilidad barrial, tanto las variables de vitalidad referidas al entorno construido del barrio como las características sociodemográficas de sus habitantes.

A partir de las regresiones se puede identificar una clara influencia de las características sociodemográficas de los habitantes en sus patrones de sociabilidad barrial (Fig. 7). El tiempo en el barrio tiene una incidencia positiva en las cuatro formas de la sociabilidad barrial: el uso del barrio, la familiaridad pública, la vecindad de la red y la sociabilidad entre vecinos (Manturuk, Lindblad & Quercia, 2010; Viry, 2012). Así mismo, los habitantes de mayor nivel socioeconómico tienden a tener menos vínculos débiles de familiaridad pública y menos vínculos vecinales fuertes (Campbell & Lee, 1992; Carrasco, Miller & Wellman, 2008; Netto, Pinheiro & Paschoalino, 2015). Mientras que las mujeres usan más el barrio que los hombres, y los habitantes de mayor edad tienen más vínculos vecinales (Campbell & Lee, 1992; Guest & Wierzbicki, 1999).

VARIABLES

Alto uso
del barrio

Alta familiaridad
pública

Alta vecindad de
la red social

Alta Sociabilidad con vecinos

B

Sig.

 

B

Sig.

 

B

Sig.

 

B

Sig.

 

Características sociodemográficas

 

 

 

 

Género (hombre)

-0,397

0,024

**

-0,337

0,066

 

0,231

0,258

0,363

0,029

 

Hogar unipersonal

0,222

0,491

0,311

0,372

 

-0,136

0,755

0,129

0,683

 

Hogar con menores

0,259

0,171

0,193

0,324

 

0,109

0,619

-0,081

0,653

 

Edad

0

9,84

-0,007

0,266

 

0,014

0,049

**

-0,001

0,825

 

Tiempo en el barrio

0,015

0,019

**

0,019

0,006

***

0,018

0,01

**

0,018

0,003

**

Nivel socioeconómico

0,005

0,377

-0,015

0,015

**

-0,032

0

***

0,004

0,475

 

Indicadores de vitalidad urbana

 

 

 

 

Concentración

-0,249

0,058

*

-0,179

0,207

 

-0,43

0,012

**

-0,206

0,736

 

Diversidad de usos

-0,356

0,006

***

-0,03

0,822

 

-0,075

0,593

0,64

0,08

*

Oportunidad de contacto

-0,897

0,653

7,179

0,002

***

2,568

0,289

1,81

0,011

**

Edificios envejecidos

0,139

0,426

0,541

0,005

***

-0,026

0,909

-0,25

0,674

 

Accesibilidad a transporte público

1,43

0

***

-1,338

0,001

***

-0,714

0,094

*

-0,602

0,15

 

Bordes fronterizos con infraestructura

0,011

0,897

 

-0,155

0,097

*

-0,001

0,995

 

-0,318

0,449

 

***p < 0,01 **p < 0,05 *p < 0,1

Fig. 7/ Regresiones múltiples multinivel entre indicadores sociodemográficos, vitalidad urbana y sociabilidad barrial

Fuente: Elaboración propia

Con respecto a la influencia de la vitalidad urbana, hay dimensiones que inciden positivamente en la sociabilidad barrial, mientras otras presentan una relación negativa. Por lo que resulta difícil establecer una relación tan clara entre vitalidad urbana y sociabilidad barrial.

Primero, cabe destacar que tanto los vínculos débiles de familiaridad pública como la sociabilidad entre vecinos, que denotan la existencia de vínculos fuertes, presentan asociaciones positivas con algunas de las dimensiones de la vitalidad urbana. La oportunidad de contacto incide positivamente en ambos, lo que permite indicar que una trama urbana que incentiva el contacto efectivamente incide en una mayor sociabilidad a escala de barrio (Hoogerbrugge & Burger, 2018). Así mismo, la presencia de edificios envejecidos incide positivamente en la familiaridad pública, mientras que la diversidad de usos de suelo se relaciona de manera positiva con la sociabilidad entre vecinos.

Por otro lado, factores como la accesibilidad al transporte público o una menor presencia de bordes fronterizos inciden negativamente en los vínculos de familiaridad pública y en el encuentro entre vecinos, resultados que contravienen a parte de la literatura (Delclòs-Alió & Miralles-Guasch, 2018; Fuentes & al., 2020). Así mismo también hay que destacar que la vecindad de la red social no tiene ninguna asociación positiva con alguno de los indicadores de vitalidad urbana, presentando una relación negativa con la densidad y con la accesibilidad a transporte público.

Quizá lo que más llama la atención es la relación negativa que tienen tanto la diversidad de usos como la densidad con el uso del barrio, aunque dicha forma de la sociabilidad mantenga una relación positiva con la accesibilidad al transporte público. Esas asociaciones negativas contradicen directamente a la literatura que le otorga una especial importancia a dichos factores de vitalidad urbana para la sociabilidad barrial (Freeman, 2001; Jacobs, 1961; Talen, 1999; Gehl, 1987; Montgomery, 1997), y que los relaciona con el surgimiento de vínculos de familiaridad pública (Blokland & Nast, 2014).

6.3. Gráficos de dispersión

Para profundizar en aquel último aspecto, se elaboraron una serie de gráficos de dispersión para analizar la relación entre densidad y diversidad, por el lado de la vitalidad urbana; y uso del barrio y familiaridad pública, por parte de las formas de sociabilidad barrial.

Con respecto a la relación entre densidad y uso del barrio (Fig. 8), tanto aquellos barrios de desarrollo reciente de alta densidad (Santa Isabel, Los Conquistadores y Villa Los Andes) como el de densidad baja (Valle La Dehesa) presentan un bajo uso del barrio. Mientras que todos los barrios antiguos, teniendo densidades menos extremas, presentan un mayor uso cotidiano del barrio.

Fig. 8/ Gráficos de dispersión entre densidad, diversidad, uso del barrio y familiaridad pública

Fuente: Elaboración propia

En cuanto a la relación entre densidad y familiaridad pública, al parecer hay una influencia más importante del nivel socioeconómico. Si bien los barrios recientes de densidades bajas (Valle La Dehesa) y altas (Santa Isabel) presentan bajos niveles de familiaridad pública, Villa Los Andes, sector de alta densidad pero de bajo nivel socioeconómico presenta niveles altos. Así mismo, dos barrios antiguos de densidades medias pero de nivel socioeconómico medio alto (Plaza Ñuñoa y Antigua La Florida) presentan niveles más altos de familiaridad pública, en relación a los barrios de desarrollo reciente, pero más bajos en comparación al resto de los barrios antiguos analizados.

La relación entre diversidad y uso del barrio es menos clara. No obstante, los habitantes de barrios de desarrollo reciente, tanto los de diversidad media (Santa Isabel y Villa Los Andes), como los de baja diversidad (Los Descubridores y Valle La Dehesa) presentan un menor uso del barrio que todos los barrios más antiguos, sin importar su nivel de diversidad. Con respecto a la familiaridad pública, la diversidad parece adquirir una relación más cuadrática, similar a la que presenta la densidad, donde los barrios de mayor nivel socioeconómico, tanto recientes (Los Descubridores y Valle La Dehesa) como antiguos (Antigua La Florida y Plaza Ñuñoa), presentan una baja diversidad de usos y una baja familiaridad pública. A excepción de Santa Isabel, que combina niveles medios de diversidad con una baja familiaridad pública. Mientras que los barrios de menor nivel socioeconómico (Juanita Aguirre, La Estrella y Villa Los Andes), presentan una diversidad media y una alta familiaridad pública.

Estos resultados replican, en parte, la relación negativa que establece la literatura entre sociabilidad barrial y densidades muy altas y muy bajas (Jacobs, 1961; Freeman, 2001; Hamdan, Yusof & Marzukhi, 2014; Farber & Li, 2013; Link, Señoret & Valenzuela, 2021; Señoret & Link, 2019). Relación cuadrática que, para este caso, se repite para la diversidad de usos de suelo. Además de replicar claramente la relación negativa entre sociabilidad barrial y nivel socioeconómico (Campbell & Lee, 1992; Carrasco, Miller & Wellman, 2008; Netto, Pinheiro & Paschoalino, 2015).

7. Discusión

A partir de los resultados obtenidos, se puede sostener que, en general, la vitalidad urbana, definida a partir de las 6 dimensiones que se han analizado en este trabajo, tiene una relación compleja con la sociabilidad barrial, contradiciendo algunos aspectos asumidos por la literatura afín.

Primero, las características sociodemográficas de los habitantes, aspecto que no es considerado por los estudios sobre vitalidad, tienen una influencia importante en los patrones de sociabilidad barrial, concordando con lo indicado por la literatura. La sociabilidad barrial es mayor entre las personas que llevan más tiempo habitando en su barrio (Manturuk, Lindblad & Quercia, 2010; Viry, 2012), entre aquellos con menor nivel socioeconómico (Campbell & Lee, 1992; Carrasco, Miller & Wellman, 2008; Netto, Pinheiro & Paschoalino, 2015), y entre las mujeres y los habitantes de mayor edad (Campbell & Lee, 1992; Guest & Wierzbicki, 1999). Hallazgos que permiten argumentar que las características sociodemográficas, en comparación a los atributos del entorno construido considerados por los estudios sobre vitalidad urbana, tienen un peso importante en los patrones de sociabilidad barrial. Lo que dentro del contexto de una metrópolis segregada como es el AMS, con acentuadas diferencias socioeconómicas entre sus habitantes urbanos (De Mattos, Fuentes & Link, 2014; Hidalgo & Zunino, 2011; Sabatini, Cáceres & Cerda, 2001), se vuelve aún más relevante.

Segundo, cabe destacar que los barrios con mayores índices de vitalidad no son los que tienen los indicadores de sociabilidad barrial más altos. Aunque algunas dimensiones necesarias para la vitalidad, como la oportunidad de contacto o la presencia de edificios envejecidos, sí inciden en algunas formas de la sociabilidad; otros, como la densidad y la diversidad de usos, tienen una influencia negativa en el uso del barrio o en la vecindad de la red social.

Esto último hace pensar que la relación entre las dimensiones necesarias para la vitalidad que algunos consideran cruciales, como la densidad o la diversidad, y la sociabilidad barrial es más compleja a cómo es tratada por una parte de la literatura (Montgomery, 1998; Delclòs-Alió & Miralles-Guasch, 2018). Como fue posible observar en los gráficos de dispersión, dicha relación sería más bien de tipo cuadrática, donde densidades muy altas y muy bajas inhibirían la sociabilidad barrial, tal como lo indica otra parte de la literatura (Freeman, 2001; Hamdan, Yusof & Marzukhi, 2014; Farber & Li, 2013). Esta situación, para el caso del AMS, se repetiría para la diversidad de usos de suelo, donde tanto las diversidades muy altas como las muy bajas incidirían en una menor sociabilidad barrial.

Para resolver esta discrepancia entre vitalidad urbana y sociabilidad barrial, se pueden esgrimir dos argumentos. El primero consiste en considerar que vitalidad y sociabilidad no son lo mismo o no están directamente relacionados. Pueden existir barrios vitales, con una alta densidad y diversidad, que atraen una gran cantidad de población flotante que realiza en ellos una alta diversidad de actividades, a tal punto que pueden llegar a saturar el espacio urbano. Saturación que puede dificultar la posibilidad de que los habitantes de dichos barrios establezcan vínculos sociales con sus vecinos, manteniendo su anonimato en el espacio público (Link, Señoret & Valenzuela, 2021; Señoret & Link 2019).

Como segundo argumento se puede plantear que las condiciones necesarias para la vitalidad urbana están pensadas para un contexto europeo (Delclòs-Alió & Miralles-Guasch, 2018), donde la densidad intensiva no es un fenómeno urbano relevante y aún existe el referente de la ciudad compacta, en contraste con el suburbio de baja densidad (Jacobs, 1961). Ya que si bien es posible rastrear una importante influencia europea en los origines de la planificación urbana en Chile (Pávez-Reyes, 2019) la ciudad actualmente se aleja de los ideales de la ciudad compacta.

En este caso sería pertinente proponer la reelaboración de este tipo de indicadores para que se ajusten a la realidad compleja de algunas metrópolis latinoamericanas, considerando como contexto la densidad intensiva (López, Gasic & Meza, 2012; Vicuña, 2015) y la segregación socioeconómica (Hidalgo & Zunino, 2011; Sabatini, Cáceres & Cerda, 2001).

Por último, cabe hacer una última reflexión sobre los impactos del neoliberalismo urbano en los patrones de crecimiento del AMS. Hay que destacar que los barrios de desarrollo reciente que analizamos presentan densidades muy altas (Santa Isabel, Los Descubridores y Los Andes) o muy bajas (Valle La Dehesa), atributos que inciden en una baja sociabilidad barrial. Mientras que los barrios más antiguos que se analizaron (Antigua La Florida, Matta Sur, Plaza Ñuñoa, Juanita Aguirre y La Estrella), que presentan densidades más moderadas, tienen indicadores más altos de sociabilidad barrial. Tal como se vislumbra en otros trabajos (Link, Señoret & Valenzuela, 2021), se puede proponer la siguiente hipótesis para trabajos futuros: el desarrollo neoliberal del AMS, además de acentuar la segregación, la fragmentación y la dispersión urbanas (Hidalgo & Zunino, 2011; Sabatini, Cáceres & Cerda, 2001), ha impactado en los patrones de sociabilidad de sus habitantes a una escala barrial.

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9. Listado de Acrónimos/Siglas

AMS Área Metropolitana de Santiago