Estudios / Articles_E18

CIUDAD Y TERRITORIO ESTUDIOS TERRITORIALES

ISSN(P): 1133-4762; ISSN(E): 2659-3254

Vol. LVII, Nº 226, INVIERNO 2025

Págs. 912-939

https://doi.org/10.37230/CyTET.2025.226.18

CC BY-NC-ND

Recibido: 28/08/2024

Revisado: 03/06/2025

“Recuperar” la Ciudad Lineal: la transición y una nueva conciencia urbana social (1960-1980)


Diego Caro-Serrano (1)

(1) PhD y M. Arch. Universidad de Navarra

dcaro@unav.es; https://orcid.org/0009-0001-7322-4182


Resumen

Usando como caso de estudio la Ciudad Lineal de Arturo Soria, este artículo analiza una serie de procesos que emergieron durante las décadas de 1960 y 1970 y se consolidaron en los 80, los cuales marcaron los primeros pasos hacia la transición intelectual de la democracia española, propiciando el surgimiento de una conciencia social urbana. El rápido desarrollo que experimentaron la Ciudad Lineal concebida por Soria y sus alrededores en estos años dio lugar a voces críticas que exigían una revisión responsable del proyecto, libre de las dinámicas desarrollistas del momento. Estos discursos —que se dieron en su mayoría de manera orgánica, y en menor medida, de forma institucionalizada— lograron permear lenta, pero transversalmente, los ámbitos profesional, legislativo y académico relativos al urbanismo español, así como los movimientos vecinales de ciudades como Madrid.

Palabras clave

Ciudad Lineal; Teoría urbana; Sociología urbana; Derecho a la ciudad; Transición española.

 

“Recuperar” la Ciudad Lineal: Spanish transition and a new urban consciousness (1960s-1980s)

Abstract

Having Arturo Soria’s Ciudad Lineal as a case study, this article analyzes a series of processes that emerged during the 1960s and 1970s and consolidated in the 1980s, which marked the initial steps toward the intellectual transition of Spanish democracy, fostering the emergence of an urban social consciousness. The rapid development experienced by the Ciudad Lineal as conceived by Soria, as well as its surrounding areas during these years, gave rise to critical voices calling for a responsible revision of the project, free from the developmentalist dynamics of the time. These discourses—that emerged mostly organically and, to a lesser extent, through institutionalized channels—gradually yet transversally permeated the professional, legislative, and academic spheres related to Spanish urbanism, as well as neighborhood movements in cities like Madrid.

Keywords

Ciudad Lineal; Urban theory; Urban sociology; Right to the city; Spanish transition.

1 INTRODUCCIÓN

Arturo Soria describió su Ciudad Lineal por primera vez en 1882 como un modelo urbano consistente en una calle de 500 metros de anchura e ilimitada en longitud, articulada a lo largo de una línea de ferrocarriles, tranvías y resto de infraestructuras urbanas que resolvería “de una vez casi todos los complejos problemas que engendra la vida humana de las grandes masas de población” (Soria, 1882). Tras varios años de arduas gestiones, su proyecto comenzó a hacerse realidad en 1894, con la creación de la Compañía Madrileña de Urbanización (CMU) para el desarrollo y gestión privada de su ciudad, así como de sus líneas de tranvía en Madrid.

En sus primeras décadas, la Ciudad Lineal pasó de ser una utopía lineal ambiguamente definida a convertirse en un barrio de baja densidad en la periferia este de Madrid, con más de 4000 habitantes (CMU, 1911). Si bien Soria promulgaba la integración de las tres clases sociales en su ciudad, en la práctica, el desarrollo estuvo compuesto mayoritariamente por hotelitos de carácter más o menos ostentoso —destinados principalmente a clases pudientes— y por servicios dispersos a lo largo de la línea de tranvía. La CMU gestionaba todos los servicios de la ciudad: desde el transporte público hasta el suministro de agua y energía, la regulación urbanística e incluso el ocio, llegando a ganar cierta popularidad como destino de fin de semana para madrileños y madrileñas. Además, la empresa creó su propia caja de ahorros, así como una imprenta.

Tras un paréntesis marcado por la Guerra Civil Española (1936-39) y dos décadas de abandono —incubadora de ciertos procesos especulativos—, la Ciudad Lineal experimentó un rápido desarrollo durante las décadas de 1960 y, especialmente, a partir de 1970. En este lapso se consolidó lo que hoy en día es una arteria principal de tráfico de unos seis kilómetros de longitud, tangencial a la almendra central de Madrid, caracterizada por bloques residenciales aislados y una vegetación generosa, que le otorgan un particular carácter suburbano de clase media-alta (Fig. 1).

El abandono de la Ciudad Lineal entre los años 1930 y 1950, unido al rápido desarrollo que sufrió la zona en las dos décadas posteriores, dio lugar al surgimiento de una serie de voces críticas en Madrid que reclamaron una revisión responsable del proyecto de Soria, que no estuviera meramente supeditada a las dinámicas desarrollistas del momento. Estas críticas provinieron inicialmente de intelectuales y profesionales en el ámbito de la arquitectura y el urbanismo, y son representativas del arduo proceso de transición discursiva en torno a la ciudad que España estaba iniciando lentamente. En el campo de la historia y la teoría del urbanismo, la Ciudad Lineal de Soria también despertó interés durante estos años, especialmente, a través del trabajo del historiador norteamericano George R. Collins, cuyos primeros dos artículos sobre la Ciudad Lineal de Madrid y sobre la difusión internacional del concepto en 1959 tuvieron cierta resonancia tanto en el mundo anglosajón como en España (Collins, 1959a; Collins, 1959b).

Paradójicamente, Collins destaca cómo el letargo del proyecto de Soria en Madrid coincidió con el interés en el extranjero por los preceptos lineares. George Benoit-Lévy creó en 1929 la Association Internationale des Cités Linéaires, e hizo de nexo entre el proyecto de Soria y figuras como Le Corbusier, o con arquitectos desurbanistas de la Unión Soviética como Nicolai Milyutin o Iván Leonídov (Collins, 1959b). También en el Reino Unido pueden encontrarse vínculos con la Ciudad Lineal y la Compañía Madrileña de Urbanización, especialmente a través de la figura conciliadora de Hilarión González del Castillo (1930) 1. Ilustrativa resulta su propuesta para un plan mixto de ciudades-jardín satélites conectadas mediante ciudades lineales, en respuesta a propuestas como el esquema de ciudades satélite alrededor de Londres elaborado por Charles Benjamin Purdom en 1920, y la propuesta de Raymond Unwin para un Plan Regional del Gran Londres, publicada en 1930 en la revista Garden Cities y Town Planning. En las décadas de 1940 y 1950, dos grupos británicos continuarían explorando estas propuestas de planificación lineal: en primer lugar, el grupo ELCA y, posteriormente, el grupo MARS.

FIG. 1. (Inferior) Imagen de la Ciudad Lineal de Madrid en 2024. (Superior) Ilustración de la Ciudad Lineal realizada en la década de 1880

Fuente: (Inferior) Google Earth. (Superior) Compañía Madrileña de Urbanización

Avanzando en el tiempo, los años sesenta constituyeron un periodo de intensa proliferación de vanguardias urbanas en el extranjero, que encontraron en los principios de planificación lineal una fuente de inspiración y de las que Collins se hizo eco. En España, sin embargo, estas —y otras— vanguardias tuvieron menos repercusión, y los leves signos de apertura del régimen franquista se tradujeron en viajes de algunos arquitectos locales a Estados Unidos, Sudamérica y otros países europeos. Estas experiencias, por lo general, se centraron más en el diseño arquitectónico que en los ámbitos de la urbanística y la sociología urbana.

Uno de los arquitectos que más abordó la Ciudad Lineal en estos años en España fue Fernando de Terán, quien presentó durante la década de 1960 la revisión más analítica del proyecto en varios artículos, así como en el libro La Ciudad Lineal: Antecedente de un Urbanismo Actual (De-Terán, 1968). Asimismo, el resurgimiento de la Ciudad Lineal en el ámbito académico español durante estos años no puede entenderse sin las figuras de Arturo Soria y Espinosa y Arturo Soria y Puig, nieto y bisnieto de Arturo Soria respectivamente. Tras su regreso a España en 1956, después de un largo exilio en Chile, se mostraron muy activos en la prensa y revistas nacionales de la época, publicando diferentes artículos y trabajos en defensa del legado de su antepasado. Soria y Espinosa estuvo vinculado a la Revista de Occidente, que publicó el libro la Ciudad Lineal de Arturo Soria escrito por Carlos Flores y George R. Collins con la colaboración de Arturo Soria y Puig (Collins y Flores, 1968a).

Las diferentes iniciativas de arquitectos y urbanistas durante esos años, sin embargo, no tuvieron un impacto sustancial en las dinámicas inmobiliarias de la Ciudad Lineal, y el rápido desarrollo de la zona siguió su curso. En 1966, el Ayuntamiento de Madrid expropió la calle Arturo Soria —hasta entonces propiedad de la CMU— y, durante los años posteriores, se redactó el Plan Parcial de Ordenación de la Ciudad Lineal, aprobado en febrero de 1970 tras cinco versiones diferentes. Este plan, no exento de polémicas, fue la antesala de la transformación de la calle Arturo Soria en una vía rápida, adaptada a las necesidades derivadas de la popularización del automóvil en Madrid. El proyecto de urbanización de la calle Arturo Soria se aprobó en mayo de 1971 y la obra se inauguró en mayo de 1973 (González-Molina, 1973), un año después de que el emblemático servicio de tranvía de la Ciudad Lineal quedara definitivamente interrumpido, siendo sustituido progresivamente por líneas de metro y autobús.

A lo largo de la calle Arturo Soria comenzó a desarrollarse una tipología residencial particular, orientada a las clases medias y altas, caracterizada por bloques aislados de cuatro o cinco plantas, rodeados de amplios jardines privados con piscina, delimitados por vallas y arbustos. El primer tramo de la vía de circunvalación M-30 —tangente a la calle Arturo Soria— se terminó entre 1974 y 1975, y el extremo norte de la calle se completó con la promoción de las torres residenciales del Gran Habitat-Pinar de Chamartín, rodeadas de aparcamientos y zonas verdes, dirigida igualmente a sectores de la nueva clase media emergente. A partir de los años ochenta surgieron tipologías nuevas, como edificios de oficinas y centros comerciales, y se consolidaron algunas ya existentes, como centros médicos y educativos privados, así como edificios institucionales.

Las dinámicas inmobiliarias de aquellos años, alentadas por un crecimiento económico sin precedentes, fueron imparables, aunque tuvieron un desarrollo desordenado y desigual. Se pueden observar fuertes contrastes entre el tipo de promociones situadas a lo largo de la calle Arturo Soria —orientadas a clases más acomodadas, profesionales especializados, funcionarios, etc.— y las edificaciones levantadas durante los años 50 en su prolongación hacia el sur, a ambos lados de la avenida Hermanos García Noblejas 2.

En este tramo, inicialmente proyectado por la CMU como la segunda fase de la Ciudad Lineal, los desarrollos adoptaron una lógica muy distinta. Consistieron en gran medida en unidades vecinales o poblados satélite de construcción muy básica destinados a clases trabajadoras, como el conjunto residencial del Gran San Blas, promovido en 1958 por la Obra Sindical del Hogar (OSH) dentro del Plan de Urgencia Social, o el grupo habitacional Hermanos García Noblejas de 1955, organizado en distintos bloques que aprovecharon la urbanización de las manzanas realizada por la CMU décadas atrás 3. En distintos intersticios de estas zonas —desde el extremo norte de la calle Arturo Soria hasta la avenida Hermanos García Noblejas— existieron áreas infravivienda hasta bien entrada la década de 1980.

Estos contrastes evidencian, por un lado, cómo el nombre de Ciudad Lineal seguía confiriendo cierto prestigio y plusvalía en el imaginario inmobiliario de Madrid y, por otro, cómo la urgencia más la especulación política y económica de la coyuntura franquista de estos años dio lugar a un urbanismo fragmentado, cuyos contrastes se consolidarían hasta nuestros días. En este contexto, los planes de reurbanización de la calle Arturo Soria, con sus implicaciones en torno al legado urbanístico e intelectual de su creador, así como los contrastes socioespaciales en las áreas adyacentes —marcados por una acusada falta de servicios públicos y zonas verdes—, provocaron respuestas más allá del ámbito profesional del urbanismo, articuladas a través de las asociaciones de vecinos y otros movimientos sociales. Estas iniciativas, si bien apenas tuvieron impacto en aspectos como la distribución del tráfico en torno a la calle Arturo Soria o la protección de algunas zonas verdes en calles transversales, reflejaron la nueva conciencia social que estaba emergiendo gradualmente en España en los últimos compases del franquismo.

Estos fenómenos despertaron un gran interés entre estudiosos como Manuel Castells y Mario Gaviria, quienes, tras sus estancias en Francia, introdujeron en España las nociones de sociología urbana desarrolladas por pensadores como Henri Lefebvre y Alain Touraine, participando activamente y documentando estos movimientos. La interacción entre estos intelectuales y universitarios con las asociaciones obreras y vecinales representó un binomio especialmente relevante a lo largo de la transición española a la democracia. Este puso de manifiesto la compleja articulación entre distintos grupos sociales, así como las tensiones entre las ideas de regeneración urbana o intervención pública en la ciudad y los procesos de crecimiento económico en un contexto global liderado por la Unión Europea y Estados Unidos. El distrito de Ciudad Lineal, que en su constitución en 1950 pasó a englobar varios barrios de carácter heterogéneo atravesados de norte a sur por las calles Arturo Soria y Hermanos García Noblejas, se convirtió en un lugar de negociación simbólica y práctica sobre el “derecho a la ciudad” (Lefebvre, 1969).

Tomando como caso de estudio la Ciudad Lineal de Arturo Soria, este artículo analiza una serie de dinámicas que emergieron durante las décadas de 1960 y 1970, y que se consolidaron en la capital española en los años ochenta con el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid de 1985 (PGOU-85) y los procesos participativos que lo precedieron, enmarcados bajo el lema “Recuperar Madrid”. Dichos procesos marcaron los primeros pasos hacia la transición intelectual de la democracia española, propiciando el surgimiento de una conciencia social urbana. Estos nuevos discursos —que se dieron en su mayoría de manera orgánica, y en menor medida, de forma institucionalizada— lograron permear lenta, pero transversalmente, los ámbitos profesional, legislativo y académico relativos al urbanismo español, así como los movimientos vecinales de ciudades como Madrid.

2 EL INTRICADO CAMINO DESDE LA MODERNIDAD HASTA LA SOCIOLOGÍA URBANA EN ESPAÑA

El término modernidad ha estado —y sigue estando— marcado por múltiples complejidades y contradicciones desde sus orígenes, vinculados a la Revolución Industrial, así como en lo que podría denominarse la modernidad arquitectónica de principios del siglo XX (Giddens, 1990). La propia teorización y materialización de la Ciudad Lineal de Arturo Soria lleva implícitas muchas de estas contradicciones, comenzando por la confrontación, en su conocida sección transversal, de lenguajes y sistemas modernos de transporte y una arquitectura residencial de estilo decimonónico y ecléctico a partes iguales. Estas dualidades también se reflejan en las dificultades administrativas y discursivas a las que Soria y la CMU tuvieron que hacer frente para sacar adelante un proyecto de ciudad completamente liberal en lo económico, dentro de un marco institucional anclado en estructuras del pasado (Sambricio, 1996).

Poniendo el foco en los ámbitos urbanísticos y de gestión, la Ciudad Lineal fue pionera en muchos aspectos como: la visión adelantada a su tiempo de desarrollos urbanos orientados por transporte, Transit Oriented Develpment (TOD); la temprana integración de sistemas de comunicación, incluidos el telégrafo y el teléfono; la importancia crucial que se le dio a la salud en la ciudad, claramente orientada a la vegetación y zonas verdes; o la coexistencia naturalizada de distintas clases sociales en la nueva ciudad. Otra de las principales innovaciones de Soria fue la defensa de una promoción fundamentalmente privada, tanto en la construcción como en la gestión posterior de todos los servicios, ante el estancamiento de la administración. En el ámbito de la arquitectura, sin embargo, el catálogo de viviendas ofrecido por la CMU no tuvo un carácter tan vanguardista, y no fue hasta bien avanzado el proyecto, en la década de 1930, cuando comenzaron a observarse, por un breve periodo, viviendas con un lenguaje puramente moderno en la Ciudad Lineal (CMU, 1930). Estos brotes verdes de la arquitectura se vieron truncados tras la Guerra Civil Española.

Para situar los procesos de “recuperación” de una consciencia y modernidad urbana y arquitectónica en España en los primeros compases de la transición, es necesario analizar los procesos previos al conflicto. La Segunda República española supuso un periodo de fructíferos avances, pero también de tensiones políticas y sociales que desembocarían en una cruenta guerra civil. Estas tensiones también afectaron al normal desarrollo de los negocios de la CMU, sobre todo en lo relativo a sus líneas de transporte que se vieron afectadas por huelgas de trabajadores y crecientes dificultades financieras, en un contexto de movilización sindical y competencia creciente con otros medios (López-Rodríguez, 2017). Las tres décadas posteriores al conflicto supusieron un aislamiento generalizado del ámbito cultural español respecto de las corrientes internacionales de pensamiento, junto con la represión de aquellos que no se alineaban con la agenda política del régimen. En el ámbito de la arquitectura moderna, el franquismo supuso una ruptura casi total con las corrientes que habían comenzado a florecer en España en las décadas de 1920 y de 1930 (Sambricio, 2014).

El abandono que sufrió la Ciudad Lineal en Madrid tras la guerra se erige como un reflejo, más o menos metafórico, de este status quo. La revista Ciudad Lineal, considerada la primera revista especializada en urbanismo del mundo, cesó su publicación en 1932, tras 35 años de actividad (Alonso-Pereira, 1997). Una de las últimas publicaciones de la imprenta de la Ciudad Lineal fue su Guía de la Ciudad Lineal de 1930-31, donde se presenta una lista detallada de los vecinos, diversas fotografías del barrio y de las propiedades, así como un listado de los logros de la CMU. Curiosamente, en este documento pueden observarse algunas de las primeras imágenes de viviendas con un carácter más racionalista en el desarrollo, incluida una representación en la ilustración de su portada. En la revista Arquitectura del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), también encontramos uno de los pocos ejemplos de viviendas en la Ciudad Lineal con carácter racionalista y diseñada como una ampliación de un hotelito preexistente por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto (Hotel particular en la Ciudad Lineal de Madrid, 1934) (Fig. 2).

FIG. 2. (Izquierda) Portada de la Guía de la Ciudad Lineal 1930-31. (Derecha) Hotel Particular en la Ciudad Lineal diseñado por Luis Gutiérrez Soto en 1934

Fuente: (Izquierda) Compañía Madrileña de Urbanización. (Derecha) Hotel particular en la Ciudad Lineal de Madrid. (1934). Arquitectura, (5), 139–143

En este contexto, un número importante de intelectuales —los que sobrevivieron a la guerra— se vieron obligados a exiliarse. El caso más reconocido en el ámbito de la arquitectura es el de Josep Lluis Sert, quien huyó a Estados Unidos en 1941, donde desarrolló una extraordinaria carrera, tanto en la academia como en el campo del diseño (Bohigas, 1998). Como él, más de 49 arquitectos de renombre partieron a diferentes destinos, acompañados de muchos otros escritores, dramaturgos, filósofos, científicos, abogados, etc. Los arquitectos que se habían adherido a las ideas republicanas y permanecieron en España se enfrentaron a la purga intelectual y profesional, viéndose obligados a adaptar su obra al discurso oficial del régimen franquista. El resultado fue, en la mayoría de los casos, un estilo arquitectónico anacrónico y tradicionalista (Sambricio, 2014).

El desierto cultural franquista se extendió más allá de las primeras etapas de la posguerra, afectando a una segunda oleada de voces disidentes. Entre ellas se encontraban figuras como Manuel Castells, quien formó parte del Movimiento Estudiantil Español y también se vio abocado al exilio en 1958 mientras estudiaba en la Universidad de Barcelona. Carlos Flores (1961), en su libro sobre la arquitectura moderna española, hace referencia a las dos generaciones de arquitectos modernos en España separadas por el conflicto bélico, describiendo la difícil tarea de los arquitectos de vanguardia por desarrollar una nueva arquitectura en un contexto cultural y político hostil.

Durante la dictadura, las experiencias internacionales de los arquitectos españoles fueron escasas y las pocas publicaciones sobre arquitectura y urbanismo en España estuvieron fuertemente filtradas por el régimen. Algunas revistas como Gran Madrid (Boletín Informativo de la Comisaría General para. la Ordenación Urbana de Madrid y sus alrededores), si bien aportan una gran fuente documental de la época, se caracterizaron por el triunfalismo del régimen y el uso de referencias análogas a proyectos locales que se anunciaban por todo lo alto. En esta publicación, las únicas menciones que se hacen a la Ciudad Lineal se limitan a asuntos administrativos. La revista Arquitectura, editada por el COAM, por su parte, cambió su nombre a Revista Nacional de Arquitectura y pasó a depender del gobierno tras la Guerra Civil. No fue hasta 1959 cuando el COAM retomó su dirección.

Bajo esas circunstancias, no abundaban las voces críticas en el ámbito del urbanismo en España con una visión progresista e internacional, algunas figuras como Gabriel Alomar y Fernando Chueca representaron excepciones. Alomar, que residió en Estados Unidos, publicó libros que incorporaban ideas de sociología urbana y planificación regional con un enfoque internacional. Sus obras, como Teoría de la Ciudad (1947) y Sociología Urbanística (1961), fueron de gran interés y aportaron una visión crítica respecto al desarrollo urbano español. Fernando de Terán y George Collins señalarían que Alomar fue uno de los pocos estudiosos españoles que hizo referencia a la Ciudad Lineal de Arturo Soria en ese período.

Chueca, más centrado en la historia de la arquitectura española, también mostró un interés por el urbanismo y la Ciudad Lineal. En su obra La Destrucción del Legado Urbanístico Español (1977), Chueca refería el estado de la Ciudad Lineal en un contexto de decadencia, mencionando cómo durante las décadas difíciles de la autarquía la zona se convirtió en un lugar de “vicio más o menos clandestino para uso de señoritos ociosos o de jerarcas de rompe y rasga” en algunos hotelitos reconvertidos en salas de fiestas poniendo como ejemplo Villa Rosa (Chueca, 1977, pp. 298-299).

El panorama intelectual empezó a cambiar hacia finales de los años sesenta, cuando los efectos de la deriva urbanística desarrollista empezaron a ser muy tangibles en grandes ciudades como Madrid. El crecimiento descontrolado durante estos años dio paso, no sólo a una expansión sin precedentes de las áreas urbanas —especialmente las cercanas a la industria, los servicios y el turismo— sino también al surgimiento de una nueva sociedad urbana: una clase media emergente que, en consecuencia, requería una amplia serie de nuevos servicios para satisfacer sus nuevas necesidades (Castells, 1974). Este frenesí urbano desencadenó las primeras voces discordantes hacia estos años; sin embargo, tal y como señala De-Terán (1982, p. 478), estas reacciones iniciales estuvieron marcadas por “cierta inmadurez intelectual”.

Madrid fue testigo de la proliferación de asociaciones de vecinos que empezaron a ser muy activas en distintos barrios de la ciudad —siempre sujetas a la represión del régimen—. Sus reivindicaciones se centraban en la provisión de viviendas dignas, la mejora y creación de equipamientos e infraestructuras dotacionales, la regulación del tráfico o la demanda de zonas verdes (Pérez-Quintana y Sánchez-León, 2008). La planificación urbanística de los años anteriores, impulsada por los intereses de las grandes empresas privadas, unido a las dificultades económicas y la escasez de vivienda en la España de la postguerra, habían dado lugar a una ciudad de desigualdades donde la reproducción social había consolidado los niveles de vida de las clases medias y altas en detrimento de las clases bajas, todo ello con el beneplácito del gobierno.

La Ciudad Lineal, que había sido un modelo de urbanismo innovador en su momento, fue testigo de un proceso de degradación que se reflejaba en la pérdida de su patrimonio y el impacto de la urbanización desmedida. De un legado de 100 000 árboles a principios de los años 30 —incluyendo pinos, eucaliptos, chopos, moreras, canelos, ailantos, olmos, castaños y tilos—, sólo quedaban algo más de 1000 cuatro décadas después (Navascués-Palacio, 1979). Además, para entonces, se la mayoría de los hotelitos originales de Ciudad Lineal ya habían sido derribados, pasando de unas 1000 viviendas en sus años de esplendor a apenas unas decenas que siguen en pie en la actualidad.

Durante los años 60 y 70, las nuevas voces del urbanismo comenzaron a cuestionar de manera más profunda el modelo de expansión que había predominado en las décadas anteriores. Intelectuales como Ramón López de Lucio, Fernando Roch, Mario Gaviria o Rafael Más abogaron por un enfoque más sostenible y centrado en la revitalización del centro urbano, siguiendo la línea de pensadores como Aldo Rossi, cuyo libro La Arquitectura de la Ciudad se publicó en España en 1971 (Rossi, 1971). En este ambiente de efervescencia intelectual, surgieron pequeñas editoriales como Ciencia Nueva, Revista de Occidente o Triunfo, que promovieron un cambio de paradigma y permitieron que se establecieran conexiones con las ideas urbanísticas internacionales.

Uno de los trabajos más precoces que trató la temática de la Ciudad Lineal fue Miseria de la Ideología Urbana (1967) de Fernando Ramón, publicado por Ciencia Nueva. En su ensayo, Ramón cita a Arturo Soria, Ebenezer Howard, Patrick Geddes y Camilo Sitte como los primeros urbanistas modernos que propusieron ideas para ciudades “habitables”. Sin embargo, destaca que ninguno de ellos cuestionó el sistema capitalista ni el origen de las luchas de clases. En su somero análisis de la Ciudad Lineal, el punto quizás más acertado de Ramón se refiere a la situación de España a finales del siglo XIX, caracterizada por una sociedad aristocrática rezagada respecto de la revolución industrial, que aspiraba a explotar únicamente sus ventajas económicas. En esta encrucijada histórica, Ramón sugiere que Soria veía la forma de la ciudad como la fuente de todos los demonios de la sociedad y consideraba los avances de la revolución industrial, especialmente los métodos de transporte y comunicación, como herramientas claves para la creación de una nueva ciudad.

También en Ciencia Nueva, Fernando de Terán realizó una exhaustiva revisión de la obra de Soria en su libro La Ciudad Lineal: Antecedente de un Urbanismo Actual (1968). El libro presenta una aproximación crítica y bien documentada a la Ciudad Lineal, estudiando los desafíos y méritos de la obra de Soria en retrospectiva, así como diferentes propuestas lineares en otros países. De Terán defendió el legado de Soria como una innovación urbanística, al mismo tiempo que describió los factores que, en su opinión, habían provocado el “fracaso” de la Ciudad Lineal, resumiéndolos en dos puntos: las grandes adversidades legales, económicas y políticas a las que tuvo que enfrentarse el proyecto, y el carácter puramente desurbano y diluido del entorno construido.

No obstante, también fue tajante con el modelo social de la Ciudad Lineal, afirmando que “no era otra cosa que una operación financiera al servicio del capital privado” así como un “desarrollo residencial descentralizado, un refugio agradable, al servicio de quienes pueden permitirse el lujo de vivir fuera de la ciudad” (De-Terán, 1968, p. 54). Con anterioridad, De Terán había publicado varios artículos en revistas como Arquitectura y Ya, donde alertaba sobre el deterioro que estaba experimentando la Ciudad Lineal, subrayando la necesidad de un enfoque más crítico por parte de arquitectos y urbanistas adaptados a los nuevos tiempos (De-Terán, 1964; De-Terán, 1967; De-Terán, 1967b).

Publicaciones de Ciencia Nueva, junto con otras de editoriales como Triunfo, Cuadernos Para el Diálogo y Revista de Occidente, abordaron la Ciudad Lineal de Soria, destacando sus luces y sus sombras. Estas editoriales fueron agentes clave de resistencia en el difícil camino hacia el cambio cultural que se produjo durante la transición española a la democracia. En sus páginas se pueden encontrar traducciones de textos de personalidades extranjeras de renombre, introducidas por intelectuales españoles y viceversa.

Estos fructíferos intercambios, que se acentuaron hacia los años setenta, contribuyeron directa e indirectamente a la formación de una nueva forma de pensar. El libro Arturo Soria y la Ciudad Lineal publicado por la Revista de Occidente fue el resultado de estas interacciones, en este caso entre Carlos Flores, Arturo Soria y Puig, y George Collins. Con un enfoque más pluridisciplinar y transversal en el campo de las ciencias sociales, surgió en el año 1969 la revista Ciudad y Territorio, hoy Ciudad y Territorio Estudios Territoriales (CyTET). En sus páginas también se ha abordado la Ciudad Lineal desde diversas perspectivas, incluyendo su primer número, con textos de Mario Gaviria y Fernando De-Terán (1969).

3 EL RENOVADO INTERÉS POR LA CIUDAD LINEAL: CONEXIÓN ESPAÑA-ESTADOS UNIDOS Y LA FIGURA DE GEORGE R. COLLINS

Los primeros indicios de apertura internacional en el panorama urbano y arquitectónico español, a partir de finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, se comprenden mejor si se atiende a las experiencias de algunos profesionales españoles en el continente americano. Estas se desarrollaron a través de viajes a Estados Unidos, intercambios con académicos de universidades americanas en distintas modalidades, o mediante acceso a sus textos, en ocasiones a través de publicaciones en países latinoamericanos.

El renacimiento académico de la Ciudad Lineal de Soria durante la década de 1960 está inexorablemente vinculado a la figura del historiador del arte estadounidense George R. Collins. Su influencia en la revalorización del modelo de planificación lineal fue doble: por un lado, sus publicaciones sobre la Ciudad Lineal, a partir de 1959, tuvieron un notable impacto en el ámbito académico internacional y comenzaron pronto a resonar en los círculos intelectuales españoles; por otro, Collins actuó como un nexo clave, facilitando el diálogo entre estudiosos españoles y figuras destacadas del mundo académico norteamericano.

Profesor de Historia del Arte en la Universidad de Columbia desde 1946 hasta 1986, Collins desarrolló en 1958 su pionero trabajo sobre Antoni Gaudí, convirtiéndose en el principal referente sobre el arquitecto catalán en el mundo anglosajón (Collins, 1960). Con su libro Antoni Gaudí, no solo internacionalizó la figura del arquitecto, sino que contribuyó también al redescubrimiento dentro de España del modernista catalán. Su labor fue especialmente notable en la reivindicación de figuras olvidadas o poco valoradas en su tiempo, como Rafael Guastavino y Arturo Soria. En su artículo ‘The Transfer of Thin Masonry Vaulting from Spain to America’ (1968), Collins no solo analiza con profundidad el sistema de bóvedas tabicadas de Guastavino en Estados Unidos, sino que subraya su origen en las tradiciones constructivas españolas, reconectando así las prácticas modernas norteamericanas con sus raíces ibéricas.

A través de sus escritos, conferencias y vínculos personales, Collins ayudó a construir una narrativa de continuidad entre la modernidad interrumpida por la Guerra Civil Española y la que resurgía en el contexto del desarrollismo tardofranquista. En este sentido, favoreció la construcción de puentes entre académicos españoles y norteamericanos, al tiempo que ofrecía herramientas para una relectura crítica de la tradición urbana española desde una óptica adaptada a su tiempo. Su interés por el urbanismo español se reflejó también en colaboraciones como la historia del urbanismo del siglo XIX escrita por Françoise Choay (1969), incluida en la colección Planning and Cities coordinada por Collins para la editorial George Braziller. En esta obra se da protagonismo a figuras como Cerdà y Soria, quienes hasta entonces habían tenido menos peso en la literatura urbanística anglosajona. El renovado interés por Cerdà probablemente se vio reforzado por la visita de Arturo Soria y Puig —bisnieto de Soria y Mata— a París en 1969, donde compartió documentación con Choay 4.

Durante el verano de 1958 Collins visitó Barcelona y Madrid, donde desarrolló sus investigaciones sobre Gaudí y sobre la Ciudad Lineal de Arturo Soria y la difusión internacional del concepto. De gran interés son las diferentes descripciones de una anacrónica España que Collins presenta a algunos de sus colegas a través de diferentes cartas escritas durante su estancia de siete semanas. 5 En estas hacía alusión de manera irónica a la lentitud del ritmo de vida en el país, así como a la “higiene” de los viajeros del metro (Collins, 1958a), al mismo tiempo que expresaba su interés en estudiar España y su arquitectura moderna (Collins, 1958b). Durante sus visitas, y posteriormente, estableció relaciones con varios estudiosos locales, a quienes invitó a participar en proyectos y publicaciones. Ejemplo de ello son los textos de Carlos Flores y Fernando Ramón en el Journal of the School of Architecture de la Universidad de Columbia en 1964, que sirvieron de plataforma para proyectar el debate urbanístico español en un contexto internacional.

Cuando Carlos Flores recibió el encargo de Alberto Mondadori para escribir un libro sobre la Ciudad Lineal, contactó con Collins, quien colaboró con él y con Soria y Puig en la elaboración del texto. Fernando Ramón, por su parte, narró su relación con Collins en un testimonio muy revelador (Ramón, 1993):

Casualmente, algunos meses después, el Profesor George R. Collins, de la Universidad de Columbia, publicó, en la Architectural Review, de noviembre de 1960, un artículo muy importante, “Cities on the line”, sobre ciudades lineales, con amplia referencia documentada a Don Arturo Soria y Mata. Esa fue la primera vez que yo leía algo consistente sobre tan insigne madrileño y su teoría. Ni corto ni perezoso, le mandé a Collins una copia de nuestro artículo, presentándoselo como singular producto de algún tipo de generación espontánea, desarrollado, paradójicamente, en la misma ciudad de la Ciudad Lineal; reconociendo, eso sí, mi atrevida ignorancia sobre el tema. Con su característica generosidad intelectual, el Profesor Collins, desde entonces, se preocupó de disipar esa ignorancia. A través de él fue como me enteré de tantas y tantas cosas. Y creo que, conmigo, otros muchos españoles se enteraron por el mismo camino de muchas cosas de otros españoles —y no españoles—, por entonces ignoradas u olvidadas: de las de Soria y Mata, desde luego, de las de Guastavino, de muchas del mismo Gaudí, pero también de las de Sitte. .. Y de las de la Brigada Lincoln ¡qué caramba! Pero hay algo más por lo que le estaré especialmente agradecido a George: el haberme presentado al nieto de Don Arturo, a Don Arturo Soria y Espinosa, un republicano si los hubo, recién llegado del exilio, fuente inexhaustible de información. El me dio a leer los originales de los artículos de su Abuelo revolucionario, de 1882, en El Progreso.

Collins también participó en diferentes reuniones e intercambios relacionados con la Ciudad Lineal, apareciendo como firmante en un texto presentado por un grupo de —entonces emergentes— arquitectos españoles que demandaban la preservación de la Ciudad Lineal de Soria (Fig. 3). En el texto, se describían “calles abandonadas o sin uso, árboles talados, edificios levantados contra las ideas más nobles de la Ciudad Lineal”, y anticipaba cómo “los cambios estructurales en la calle la convertirán en un objetivo de lucro y especulación” que borrará las “ideas fértiles que le dieron sentido y su valor cultural” (Benoit-Lévy et al., 1966). En estas conversaciones intervino también otra figura internacional, George Benoit-Lévy, presidente de la Association Internationale des Cités-Jardin-Lineaires, quien jugó un papel importante en la difusión internacional de la Ciudad Lineal, especialmente en el periodo de entreguerras, y presentó propuestas de planificación linear para ciudades como Paris —aunque de una manera muy teórica— (Benoit-Lévy, 1927). El hecho de que encontremos varios artículos sobre la Ciudad Lineal en 1966 no es casual, ya que ese mismo año, el Ayuntamiento de Madrid y la CMU firmaron un acuerdo para la adquisición por parte del organismo municipal de la calle Arturo Soria y sus calles adyacentes, lo que despertó algunas polémicas en la prensa de le época.

FIG. 3. Extracto del artículo presentado en la revista Arquitectura firmado por importantes figuras entre las que aparecen George Benoit Levy y George R. Collins

Fuente: La Ciudad Lineal. (1967). Arquitectura, (96), 65

Este mismo año, encontramos otro texto titulado “Sobre la situación actual de la Ciudad Lineal” en el número 66 de la revista Hogar y Arquitectura, junto a otros escritos de Flores, Collins, Soria y Puig y Ramón, entre otros (1966). Este número se dedicó a Soria y Gaudí, coincidiendo con el 60 aniversario de la muerte de este último. Uno de los artículos es una breve carta de Carlos Flores (1966) titulada “Soria y Gaudí”, en la que compara la falta de apoyo y reconocimiento que recibieron tanto Soria como su Ciudad Lineal, con respecto a su homólogo catalán, quien fue reconocido y admirado universalmente. Flores, sin embargo, perdió una buena oportunidad de confrontar el movimiento de ciudades jardín catalanas —vinculado a la Garden City británica— con la teoría de planificación lineal del CMU en Madrid a principios del siglo XX, una cuestión que tiene implicaciones sociopolíticas más allá que la planificación urbana (Masjuán, 1996).

La revista Hogar y Arquitectura, dependiente de la Obra Sindical del Hogar, estaba dirigida por el propio Carlos Flores y ha sido considerada como una “rareza”, al conseguir ser un importante vehículo de difusión de las ideas contemporáneas sobre arquitectura y urbanismo a pesar de pertenecer a un organismo del régimen franquista con una clara misión propagandística (Bohigas, 1978, pp. 23-24). El arquitecto catalán Oriol Bohigas en su texto ‘Tres Revistas’ (1978), describe Hogar y Arquitectura como una “revista a medias”, ya que Flores consiguió contrarrestar, en parte, las primeras páginas dedicadas a la propaganda de la Obra Sindical del Hogar, con unos textos “llenos de esfuerzo divulgativo y actualizados a su tiempo”. Las tres revistas a las que se refiere Bohigas son Arquitectura, Hogar y Arquitectura y Nueva Forma: vanguardia y actualidad. Según el autor, estas fueron las tres principales publicaciones que construyeron la cultura arquitectónica madrileña de los años 60.

Con anterioridad, en 1959, se puede encontrar en la revista Arquitectura un artículo titulado “Sesión Sobre la Ciudad Lineal” que documenta una reunión entre Pedro Bigador —por entonces jefe de la Dirección General de Urbanismo— y una serie de reconocidos arquitectos españoles, que tuvo lugar en el despacho de Bigador (1959). Los arquitectos que participaron en la conversación fueron: Emilio Larrodera, Luis Pérez Mínguez, Miguel Fisac, Manuel Barbero, Antonio Perpiñá, Antonio Vázquez de Castro, Francisco Sáenz de Oiza, Pedro Bigador, Luis y Luis Moya. En ella expusieron sus conocimientos y reflexiones sobre Soria, en algunos casos inexactos, así como algunas vagas propuestas sobre qué hacer con la Ciudad Lineal en aquel entonces. Moya y Perpiñá, por ejemplo, abogaron por la conservación de la avenida central como paseo arbolado, un “parque lineal”, retirando el pavimento y desviando el tráfico principal las calles secundarias. Las actas de estas reuniones, sin embargo, muestran una ingenuidad generalizada y una visión romantizada de la Ciudad Lineal, careciendo de propuestas realistas adaptadas a los desafíos de la década de 1960.

Como se describe en la introducción de dicho texto, este encuentro fue, en parte, fruto de una “anécdota” paradigmática. Durante un viaje de estudios a Chicago en 1959, un grupo de arquitectos españoles conoció al profesor Ludwig Hilberseimer en la escuela de arquitectura del Armour Institute of Technology de Chicago (actualmente renombrado como Illinois Institute of Technology), quien les preguntó sobre el “urbanismo de Soria”. Para su sorpresa, inicialmente pensaron que el maestro alemán se refería a la ciudad española de Soria, pero, tras la confusión inicial, se dieron cuenta de que estaba hablando de la Ciudad Lineal de Madrid de Arturo Soria. A su regreso a España, estos arquitectos comenzaron a organizar algunas reuniones y a escribir textos sobre el tema. Este episodio en Chicago puede ser visto como representativo de ciertos complejos de los arquitectos españoles de la época y de la necesidad de que intelectuales extranjeros valoraran los logros locales, una constante en la relación de España con el mundo en la era moderna. El propio Soria llamó la atención sobre estas cuestiones en varios de sus textos, como la introducción a El Origen Poliédrico de las Especies:

Escrita en español, se dirige a los extranjeros. De los míos no espero más que censuras, o cuando más indiferencia. Somos españoles, por fortuna unas veces y por desdicha las más, ingobernables e inconquistables (…) no pretendo conquistar el afecto de mis conciudadanos. (Soria, 1894, pp. 5-6).

También en Arquitectura, podemos encontrar una voz más crítica e independiente, de la mano de Fernando De Terán, quien mostró una visión diferente sobre el proyecto de Soria durante la década de 1960. Haciendo referencia al trabajo de Collins, De-Terán (1964) cuestionó el enfoque un tanto tradicionalista y contradictorio de los arquitectos que defendían la conservación de la Ciudad Lineal, al tiempo que denunciaban sus condiciones ruinosas. Desde 1964 abogó en diversos foros por una revisión sensata de la Ciudad Lineal, incluido un extenso artículo en Arquitectura, el cual fue un preludio a su libro La Ciudad Lineal: Antecedente de un Urbanismo Actual (1968) (Fig. 4). En una entrevista realizada para este trabajo, De Terán se posicionó como una “voz independiente durante estos años”, y señaló cómo iniciativas como la Association Internationale des Cités-Jardin-Lineaires liderada por Benoit-Lévy, si bien fue un agente clave de la difusión internacional de la Ciudad Lineal, no propuso ninguna solución real para la activación de la Ciudad Lineal de Madrid (De-Terán, 2019).

FIG. 4. Bocetos de la Ciudad Lineal realizados por Fernando de Terán

Fuente: Revisión de la Ciudad Lineal. (1964, diciembre). Arquitectura, (72), 14–15

En la misma entrevista, De Terán recordó cómo en 1964 había promovido —sin demasiado éxito— una convocatoria de concurso de ideas para la Ciudad Lineal en Arquitectura. Este concurso surgió de una iniciativa de Architectura et Amicitia, una asociación de arquitectos y urbanistas de Ámsterdam fundada en el siglo XIX para reunir a todos aquellos que creían que sería más exitoso trabajar juntos que de forma individual, y que actúa como editora de la revista Forum desde 1945 (De-Terán, 1964). Una de las ideas de De Terán para dinamizar el espacio urbano era la reconversión de las estaciones de tranvía originales de la calle Arturo Soria en equipamientos públicos, reconociendo la primacía de las arterias de tráfico automovilístico, sobre las que consideró la superposición de un “centro cívico lineal”, siguiendo las ideas de Soria. En su opinión, este esquema de dimensiones limitadas podía ofrecer “excelentes posibilidades para la planificación de nuevos núcleos urbanos” (De-Terán, 1968).

Los esfuerzos frustrados de De Terán son representativos de la brecha cultural generalizada entre España y otros países europeos, la cual provocó que los arquitectos locales perdieran la oportunidad de subirse al carro de los distintos movimientos de vanguardia internacionales durante los años cincuenta y sesenta, cuando la planificación lineal resurgía en forma de: megaestructuras, a través de arquitectos metabolistas japoneses como Kenzo Tange y su Plan for Tokio; proyectos de renovación urbana como los propuestos en diferentes New Towns británicas o el Plan Pampus de J. H. van der Broek y Jakob Bakema; crecimiento urbano planificado a lo largo de infraestructuras de transporte público, como en el Finger Plan de Copenhague —esta propuesta es algo anterior en el tiempo, de 1945-47—; o en utopías fantásticas que cuestionaban el statu quo, como la Plug-in City de Peter Cook y Archigram o la Ville Spatiale de Yona Friedman (Collins y Flores, 1968).

Si bien la mayoría de estos movimientos no hicieron referencia directa a Soria —o sus referencias fueron inexactas—, diferentes autores extranjeros sí se fijaron en la Ciudad Lineal de Madrid. Podemos observarlo en ejemplos como la exposición del MoMa de Nueva York, The New City: Architecture and Urban Renewal (MoMa 1967); en el libro Communitas: Means of Livelihood and Ways of Life escrito por Paul y Percival Goodman (1960), donde se pueden encontrar algunos diagramas que sintetizan de manera esquemática algunas de la ideas de Soria; o el trabajo de Françoise Choay (1969), quien categoriza la Ciudad Lineal como urbanismo progresista, con un análisis muy acertado de los ideales de Soria. También se aprecia este interés en las visitas a la Ciudad Lineal de Madrid de diferentes estudiosos internacionales, como el propio Collins o Ivan Boileau (1959), quien publicó un artículo sobre la Ciudad Lineal incorporando algunas imágenes del espacio durante ese período (Fig. 5).

FIG. 5. Imagen de una calle transversal a Arturo Soria tomada en el año 1959

Fuente: Boileau, I. (1959, October). La Ciudad Lineal: A critical study of the linear suburb of Madrid. Town Planning Review, (3), 238

Esta distancia cultural reflejaba la compleja situación del panorama intelectual nacional, donde el posicionamiento político de los arquitectos frente al régimen franquista era especialmente delicado, y la asignación de proyectos dependía de determinados factores. Fernando Ramón (1993, p. 14) relata cómo, en una reunión multitudinaria convocada por Bidagor y dirigida a arquitectos jóvenes interesados en el urbanismo, este anunció que habría trabajo para todos y que irían siendo llamados. Anticipó, además, que al equipo de Ramón —junto a Lucho Miquel y Antonio Vallejo— ya se le había asignado como tarea la elaboración de una normativa urbanística. Según Ramón, en ese momento, Javier Sáenz de Oiza se levantó para manifestar su rechazo a aceptar una normativa elaborada por “esos...” (comunistas, añadió en voz baja, tras un tirón de mangas de José Luis Romaní que lo hizo sentarse y guardar silencio). Aquel encargo nunca llegó a concretarse (Ramón, 1993, p. 14).

Esta anécdota resulta especialmente representativa de los dilemas y tensiones ideológicas que atravesaban el debate político nacional. Collins presentó este contexto con cierto humor en una de sus cartas a Doug Fraser:

Esta noche, la cena se prolongó durante casi dos horas porque la mesa se enfrascó en una discusión política y pronto adquirió profundidad. Todos con su traje negro, corbata negra, expresión castellana severa, luciendo a todas luces como la cena de El Greco en la Casa de Simón. (Collins, 1958a).

Dejando a un lado estos comentarios irónicos, Collins se ganó la amistad de varios estudiosos españoles, que le tenían gran estima. En 1994, con motivo de su fallecimiento, Flores (1994, p. 101) escribió en Arquitectura un artículo en su memoria en el que resumía su trayectoria y su relación con España. Flores señaló que Collins publicó el primer libro sobre Gaudí con gran repercusión fuera de España. También destacó cómo había “rescatado” del olvido la Ciudad Lineal de Soria, además de poner en valor la importantísima labor de Rafael Gustavino Moreno y su hijo Rafael Gustavino Expósito en Estados Unidos, donde introdujeron la técnica catalana de las bóvedas cerámicas. En palabras de Flores, Collins “reunía unas condiciones intelectuales y profesionales muy poco frecuentes, junto con unos valores humanos admirables y un sentido del humor sobresaliente”.

4 Los Soria: regreso del exilio, actividad editorial y prensa

Entre las conexiones que Collins estableció con diversas figuras vinculadas a la arquitectura y el urbanismo español —y a la Ciudad Lineal en particular— destacan Arturo Soria y Espinosa y su hijo, Arturo Soria y Puig, nieto y bisnieto de Arturo Soria, respectivamente. Soria y Espinosa era hijo de Luis Soria, primogénito del inventor de la Ciudad Lineal y figura crucial de la CMU. Luis Soria fue subdirector de la compañía entre 1900 y 1921, periodo en el que contribuyó a la modernización de las líneas tranviarias y ferroviarias. Abandonó la empresa en 1921 —presumiblemente por discrepancias con sus hermanos y otros accionistas— y se trasladó a Sudamérica, regresando años más tarde a Madrid, donde falleció en 1933 (López-Rodríguez, 2017). Su hijo, Arturo Soria y Espinosa, fue una figura importante en el ámbito editorial y periodístico español durante la década de 1930, vinculado a las publicaciones Cruz y Raya y la Revista de Occidente, entre otras. En 1936 fue nombrado Ministro de Propaganda por el Gobierno republicano con la misión de difundir en el extranjero los efectos de la Guerra Civil española. Al finalizar el conflicto, huyó a Chile junto a su esposa, Concepción Puig, y su hermano, Carmelo Soria.

En Chile, Arturo Soria y Espinosa continuó su labor editorial, fundando en 1941, junto con otros intelectuales españoles en el exilio, la editorial Cruz del Sur, que en cierto modo fue una continuación de sus proyectos culturales previos en España. Mantuvo una relación estrecha con figuras reconocidas como el poeta chileno Pablo Neruda —de quien terminaría distanciándose—, y con escritores españoles como León Felipe, Ramón Gómez de la Serna y Dámaso Alonso (Lafourcade, 1980). Fundó librerías en Santiago y Valparaíso, organizó conferencias con exiliados españoles y se convirtió en una figura antifranquista notoria, famosa por generar polémica en actos organizados por la embajada española en Santiago.

A su regreso a España en 1956, Soria y Espinosa continuó su actividad editorial y desempeñó un papel importante en la conexión de diferentes estudiosos interesados ​​en la Ciudad Lineal, así como en reivindicaciones relacionadas con la preservación intelectual y física del legado de su antepasado. Entre 1966 y 1972 se pueden encontrar una serie de artículos y entrevistas de Soria y Espinosa en distintos periódicos como La Vanguardia o el ABC, coincidiendo con la venta por parte del CMU de la calle Arturo Soria y sus adyacentes al Ayuntamiento de Madrid, y con la redacción del Plan Parcial de la Ciudad Lineal y el proyecto de renovación de la calle. En ellos se mostraría muy crítico respecto a estas operaciones. La cantidad que el Ayuntamiento de Madrid pagó a la CMU por sus terrenos fue de algo más de cinco millones de pesetas, que la empresa tuvo que emplear, en gran medida, en el saldo de múltiples deudas. Estas disputas también dejan entrever discrepancias entre los hijos de Arturo Soria tras su muerte, en particular entre Luis Soria —padre de Arturo Soria y Espinosa y Carmelo Soria y Espinosa— y el resto de los hermanos.

En distintas cartas dirigidas a Collins, Soria y Espinosa expresaba su frustración por el estado en el que se encontraba la Ciudad Lineal y las demandas judiciales que interpuso contra la CMU (Collins, 1960). En diciembre de 1966, podemos encontrar en Diario Madrid dos artículos escritos en un lapso de siete días que marcan una batalla dialéctica sobre el valor jurídico de la regulación original de la Ciudad Lineal entre Soria y Espinosa (1966) y el director de la CMU en aquel entonces Manuel López-Sainz (1966). El primero de ellos se titulaba ‘¿Se respetarán las servidumbres establecidas en los terrenos de la Ciudad Lineal? y su respuesta, ‘Puntualizaciones en torno a la Ciudad Lineal’. 6 En mayo de 1967, La Vanguardia publicó otro artículo con un titular marcadamente hiperbólico: ‘El heredero del creador de la Ciudad Lineal reclama cientos de millones’ (Soria y Espinosa, 1967).

En junio de 1970, varios periódicos nacionales publicaron un artículo titulado ‘Arturo Soria se opone a la reforma de Arturo Soria’, en referencia a los planes de renovación de la calle que se estaban gestando por entonces y la oposición por parte de Soria y Espinosa (1970). Dos años más tarde, el diario ABC (1972) informaba en un extenso artículo —firmado por su redacción— sobre la interposición de un recurso de alzada por parte de Soria y Puig contra el acuerdo de la Comisión de Planeamiento y Coordinación del Área Metropolitana de Madrid (COPLACO), relativo a la aprobación de la zona norte del Plan Parcial de Ordenación de la Ciudad Lineal. Según se indica, este plan ya había sido sometido a información pública el 19 de junio de 1970, tras un recurso previo presentado también por el nieto del fundador de la Ciudad Lineal. Aunque el recurso no prosperó, prolongó el debate en torno al contenido y las implicaciones del plan.

El artículo de ABC, al detallar los argumentos del recurso, destacaba las transformaciones que implicaban las nuevas ordenanzas urbanísticas: la tipología tradicional de edificación unifamiliar aislada pasaría a convertirse en edificación en manzana abierta, lo que suponía la duplicación de la densidad permitida; y se preveía un incremento en la altura máxima autorizada y en el volumen edificable de hasta un 70% (Redacción ABC, 1972). El texto procede posteriormente a repasar las múltiples vicisitudes que este plan parcial había experimentado en los años anteriores, incluyendo la suspensión de licencias por parte del Ayuntamiento de Madrid durante dos años, lo cual generó importantes tensiones con la iniciativa privada.

Ramón López-de-Lucio (2016), en su guía sobre el urbanismo de Madrid, hace referencia a las ordenanzas municipales de 1972, considerándolas un factor determinante en la acelerada transformación de la zona durante las décadas de 1970 y 1980 (Ayuntamiento de Madrid, 1982). El autor no incluye una ficha especial de la Ciudad Lineal en su guía, debido, en gran medida, al hecho de que estas profundas alteraciones sufridas por este entorno impiden estudiar la Ciudad Lineal en el presente como un “tejido prototípico” (López-de-Lucio, 2016, pp. 38-40).

El interés de Soria y Espinosa por la Ciudad Lineal fue heredado por su hijo, Arturo Soria y Puig, quien se convirtió en una figura clave en la difusión del legado de su bisabuelo a partir de la década de 1960. Soria y Puig se licenció como ingeniero en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid y durante varias décadas fue autor de diversos textos sobre la Ciudad Lineal y de otros temas como la teoría del urbanismo de Ildefons Cerdá, las infraestructuras del transporte y la ordenación del territorio. Ya en 1966, siendo un estudiante universitario de tan sólo 19 años, escribió un artículo en Hogar y Arquitectura titulado ‘Historia de la Ciudad Lineal de Madrid’ dentro del número dedicado a Soria y Gaudí mencionado con anterioridad. En él expone cronológicamente el desarrollo del concepto de su bisabuelo (Soria y Puig, 1966).

Quizás la aportación más importante de Soria y Puig en relación a Arturo Soria fue su colaboración en el libro Arturo Soria y la Ciudad Lineal (Collins y Flores, 1968a). La redacción de este texto se remonta a 1960, cuando Soria y Puig, a través de su amistad con José Ortega —hijo del reconocido pensador José Ortega y Gasset y entonces director de Revista de Occidente—, inició conversaciones para la publicación de un libro sobre la Ciudad Lineal propuesto por Collins 7. El proyecto se alargó durante varios años y, lo que debía ser una monografía sobre planeamiento lineal escrita por Collins con especial atención a la Ciudad Lineal de Soria, se convirtió en un proyecto compartido con Flores y Soria y Puig.

En el libro, el historiador americano recicla parte de sus textos anteriores sobre planeamiento lineal, y la traducción al castellano fue realizada por Fernando Ramón. Flores explica en la introducción del libro cómo recibió en los años 60 el encargo del editor italiano Roberto Mondadori para escribir un libro sobre Arturo Soria que debía ser publicado en italiano en la editorial independiente Il Saggiatore. Flores consideró indispensable la participación de Collins en la publicación, que estaba trabajando en un texto al respecto, y el fruto de estas sinergias fue finalmente publicado en Italia y España simultáneamente (Collins y Flores, 1968a; Collins y Flores, 1968b). Como reconoce Soria y Puig (1969) en una carta a Collins tras la publicación del libro, la publicación italiana tenía un diseño más cuidado, aunque advierte algunos errores en el texto (Fig. 6).

En el libro, Soria y Puig ofrece una extensa descripción de la personalidad y los logros de su bisabuelo en el capítulo titulado “Semblanza de Arturo Soria y Mata”, caracterizado por una crítica recurrente a la idiosincrasia española —en la línea de sus predecesores—. Este denunciaba la incomprensión y falta de apoyo que el inventor de la Ciudad Lineal padeció por parte de la administración y la sociedad españolas en sus numerosas iniciativas. También lamentaba cómo las ideas de planificación lineal desarrolladas por Soria habían evolucionado y se habían difundido por todo el mundo durante el siglo XX desvinculadas de su autor, a diferencia de otras propuestas urbanísticas como las de Le Corbusier o Frank Lloyd Wright, cuyas visiones permanecen inseparablemente ligadas a sus nombres. Soria y Puig inicia su relato con una referencia al filósofo español José Ortega y Gasset, evocando el funeral de su abuelo Luis Soria. En la ceremonia, Ortega y Gasset elogió la figura de Arturo Soria en una conversación informal con Soria y Espinosa, manifestando que entre sus proyectos personales estaba el de escribir la biografía del urbanista. Esta mención adquiere particular relevancia, ya que Ortega y Gasset fue el fundador de la Revista de Occidente.

FIG. 6. (Izquierda) Portadas del libro Arturo Soria y la Ciudad Lineal en la versión española. (Derecha) Versión italiana del libro

Fuente: Biblioteca personal del autor

Como reconoce Soria y Puig en su texto, Ildefons Cerdà (1867) presentó en su Teoría General de la Urbanización ideas que pueden considerarse un antecedente de las formuladas por su bisabuelo, especialmente en relación con el aforismo: “Ruralizar lo urbano, urbanizar lo rural”. No obstante, señala que Cerdà no logró encontrar una forma efectiva de materializar este principio, a diferencia de Arturo Soria. Soria y Puig mostró un profundo interés por la figura de Cerdà, plasmado en varias publicaciones dedicadas a su teoría urbanística, entre ellas dos libros y diversos artículos, con títulos tan rotundos como Ildefonso Cerdá: El urbanista más importante de la historia (Soria y Puig, 1979; Soria y Puig, 1977; Soria y Puig, 1996).

En 1971, escribió dos extensos artículos sobre la Ciudad Lineal en el periódico político y cultural Triunfo (Soria y Puig, 1971a) y (Soria y Puig, 1971b). En el primero de estos dos artículos se recogen las reflexiones previas sobre la Ciudad Lineal y la figura de Soria, para posteriormente centrarse en nociones sobre el alcance internacional del planeamiento linear, fruto probablemente de las lecturas y conversaciones con el profesor Collins. En ellos incorpora algunos esquemas de planeamiento linear traducidos al castellano, con ejemplos de figuras como Le Corbusier o el urbanista soviético Ivan Leodinov (Soria y Puig, 1971a). Cabe destacar la inclusión en este artículo de uno de los diagramas publicados por Paul y Percival Goodman en Communitas: Means of Livelihood and Ways of Life (1960, p.31), donde presentan la triangulación de las metrópolis a través de esquemas lineales, así como una diferenciación básica a lo largo del esquema de los tres establecimientos humanos (metrópolis, industria y agricultura) propuesto por Le Corbusier (1946). Soria y Puig utilizó este diagrama —sin citar a sus autores—, probablemente con la intención de subsanar o complementar algunas de las carencias de abstracción teórica y sistematización del planeamiento lineal que presentaba el proyecto original de su bisabuelo (Fig. 7).

En su segundo artículo en Triunfo titulado “¿Quiénes Dictan los Planes de Urbanismo?”, Soria y Puig se centra en la realidad específica de la Ciudad Lineal de Madrid. En él —siguiendo la línea crítica de su padre— denuncia el estado de abandono del proyecto original y la pérdida progresiva de su arbolado, al tiempo que alerta sobre el riesgo de especulación y de futuros desarrollos acelerados en la zona, favorecidos por las dinámicas del mercado tras la aprobación del Plan Parcial de Ordenación de la Ciudad Lineal. En su análisis, Soria y Puig examina la memoria de dicho plan para señalar sus deficiencias. Comienza destacando cómo los propios redactores del proyecto admiten la falta de información disponible en el momento de su elaboración en aspectos relativos a “la relación con el resto de la ciudad, imagen visual-deducciones, influencia del tráfico sobre zonificación, análisis socioeconómico…” (Soria y Puig, 1971b, p. 20).

FIG. 7. Esquemas de la Ciudad Lineal (a partir de Arturo Soria) realizados por Paul and Percival Goodman

Fuente: Goodman, P., y Goodman, P. (1960). Communitas: Means of livelihood and ways of life (2nd ed.). Nueva York, Estados Unidos: Vintage Editions

A continuación, subraya que se elaboraron hasta cinco versiones diferentes del plan, siendo la primera de ellas presentada en septiembre de 1968, después de que el Ayuntamiento adquiriera la calle. Esta propuesta inicial se enfocaba en resolver el problema del tráfico, pero no fue bien recibido, especialmente por parte de algunos arquitectos que manifestaron su oposición a través de la prensa, como se ha comentado en secciones anteriores. El último de los planes, presentado en 1970, es calificado por el autor como “el peor de los cinco”.

Soria y Puig señala que, en la cuarta solución, finalmente descartada —probablemente debido a la inviabilidad del proyecto y, muy posiblemente, a las presiones del mercado inmobiliario— se contempló un ambicioso proyecto de rehabilitación integral que abarcaba tanto la “primera barriada” (la zona construida en vida de Soria y Mata, entre Chamartín y la Carretera de Aragón) como la “segunda barriada” (proyectada desde la calle Hermanos García Noblejas hacia Vallecas). Esta propuesta incluía la instalación de un sistema de transporte colectivo subterráneo a lo largo del eje de la Ciudad Lineal, así como la conexión con los centros comerciales previstos en el Plan General de Ordenación del Área Metropolitana de Madrid de 1963, a través de la avenida de Hermanos García Noblejas. Además, se contemplaba la rehabilitación del corredor verde, la supresión del tráfico en superficie en la avenida de Arturo Soria, y el cruce a distinto nivel de las vías arteriales y calles transversales.

Según los redactores del plan, con estas medidas se aspiraba a recuperar el espíritu original del proyecto, creando un entorno residencial que favoreciera la comunicación directa entre las personas y permitiera recorrer cinco kilómetros a pie en una zona elevada y densamente arbolada, concebida a escala humana. En este sentido, Soria y Puig se muestra sumamente crítico con la quinta y definitiva propuesta del Plan Parcial. Advierte de la especulación que podría generarse en terrenos donde la edificabilidad se había multiplicado al “olvidarse” de las servidumbres establecidas por la CMU, y al incrementarse la accesibilidad rodada, mediante una gran vía rápida financiada con dinero público.

En el mismo año, se publicó un artículo anónimo en Ciudad y Territorio titulado “Urbanización de la Calle Arturo Soria en Madrid” (1971). El texto señalaba que la adjudicación de las obras de urbanización de la calle en septiembre de 1971 anunciaba el fin inminente del trazado original de la Ciudad Lineal. En su contexto, repasaba los antecedentes desde 1966, incluyendo acuerdos institucionales entre el Ayuntamiento y el Ministerio de Obras Públicas, así como la adquisición de los terrenos de la avenida. El texto también recogía diversas reacciones públicas: desde anuncios inmobiliarios que celebraban la transformación, hasta manifestaciones críticas de arquitectos y ciertos sectores de la prensa. Se destacaba que el debate se había polarizado entre una transformación funcional que ignoraba el valor cultural del proyecto original y una postura conservadora poco viable.

Frente a ello, se defendía la posibilidad de una tercera vía, basada en una reforma creativa, técnicamente viable y culturalmente respetuosa, que evitara tanto la banalización del espacio urbano como el inmovilismo. Esta vía alternativa ya fue propuesta por De-Terán (1969) en el primer número de la misma revista, quien abogaba, sin éxito, por un concurso internacional de ideas. El artículo de 1971 se lamentaba, en la línea de Soria y Puig, de un proyecto “banal y evidentemente derivado de la ley del mínimo esfuerzo material e intelectual”. Finalmente, el texto describe el proyecto de urbanización aprobado para implementar el plan parcial a lo largo de la calle Arturo Soria, refiriéndose a él como una materialización del plan de “suma corrección” (“Urbanización de la calle Arturo Soria, en Madrid”, 1971, pp. 32-33).

5 LA LLEGADA DE LA SOCIOLOGÍA URBANA A ESPAÑA Y LOS MOVIMIENTOS VECINALES: CONEXIONES FRANCO-ESPAÑOLAS

Aunque las críticas al Plan Parcial de la Ciudad Lineal por parte de los Soria, así como de arquitectos y académicos, no lograron detener las dinámicas desarrollistas, sí consiguieron influir en algunos aspectos del proyecto tales como: la elaboración de hasta cinco versiones distintas del mismo, la suspensión temporal de licencias, y, sobre todo, la apertura de un espacio de negociación en torno a este y otros desarrollos urbanos. Entre los cambios más relevantes destaca la desestimación de la calle Arturo Soria como “vía de circunvalación”, que en la versión final del plan fue definida como “vía verde” (González-Molina, 1973). Si bien el impacto de esta redefinición no fue mucho más allá del cambio de nomenclatura, sí implicó ciertos esfuerzos por suavizar la intervención, como la integración de zonas verdes y la preservación, en la medida de lo posible, de los árboles existentes en la zona.

La implementación del Plan Parcial, las modificaciones viarias y los marcados contrastes en la zona en cuanto a vivienda, provisión de servicios y espacios verdes generaron las primeras movilizaciones vecinales. Estas dieron lugar a asociaciones como las de Villa Rosa u Hortaleza, que evidenciaron la creciente influencia de estos movimientos en las decisiones urbanísticas. La urbanización de la calle Arturo Soria a principios de los años 70, junto con otras acciones del plan, transformaron tanto el emplazamiento original de la Ciudad Lineal como los barrios colindantes, generando contrastes entre pisos anunciados como de lujo y otras zonas donde los residentes vivían bajo la amenaza del desalojo, incluyendo áreas de infravivienda.

En este contexto, en el barrio de Portugalete, adyacente a la Ciudad Lineal, se produjo una manifestación significativa (García, 2013). Como respuesta al Plan Parcial en su desarrollo de la zona norte del distrito de Ciudad lineal, que preveía la construcción de vías rápidas, grandes bloques residenciales y la demolición del barrio, se llevó a cabo una colaboración con la Asociación de Artistas Plásticos para la realización de murales reivindicativos coincidiendo con las fiestas (Julián y Martínez, 2022). Estos murales, pintados en las paredes de diversas viviendas, incluían lemas y poesías. Entre ellos, destacaba un “Homenaje a Arturo Soria” realizado por Lucio Muñoz y el Equipo del Barrio (Fig. 8).

La acción, que duró dos semanas, logró la paralización de parte del Plan Parcial y, lo más relevante, consolidó los movimientos vecinales en la zona, fomentando la creación de asociaciones en otros barrios cercanos. Estas asociaciones fueron en gran medida impulsadas por parroquias provisionales en los barrios y colaboraron con profesionales de diversas disciplinas, como arquitectura, educación, psicología, sanidad y derecho (La Digitalizadora de la Memoria Colectiva, 1975-1980).

Años más tarde, en 1981, otro importante evento tuvo lugar en la Colonia El Bosque, también conocida como la Colonia de Artistas, construida en la década de 1950 cerca de la Ciudad Lineal. El Ayuntamiento planeaba la construcción de una vía rápida que conectara la calle Arturo Soria con la Avenida de San Luis, lo que hubiera supuesto una gran barrera física y la destrucción de gran parte del legado verde. La respuesta de la Asociación de Vecinos El Bosque, constituida en 1969, fue la plantación de más árboles a lo largo de la calle que se suponía sería demolida (Losada, 2019). Aunque la construcción de la vía fue detenida, años después el grupo Banesto edificó un conjunto de oficinas, viviendas de lujo, aparcamientos subterráneos y un centro deportivo, lo que supuso la poda de más de 350 árboles.

FIG. 8. (Izquierda): ‘Homenage Póstumo a Arturo Soria’ por Lucio Muñoz y el Equipo del Barrio en 1975. (Derecha): Plantación de árboles en la Colonia el Bosque en los años 80

Fuente: (Izquierda) Manuel Rico. (Derecha) Memoria de Madrid

El papel de estos movimientos vecinales fue crucial para la provisión de servicios urbanos, especialmente en ámbitos como la educación, la salud o equipamientos deportivos. Además, generaron una conciencia social y vínculos entre los vecinos, lo que contrarrestó los intentos del régimen de debilitar la cohesión social mediante la fragmentación espacial. Estos movimientos también revelaron las dificultades para articular la relación entre la clase trabajadora, los movimientos estudiantiles y los intelectuales, así como el papel de los principales partidos de izquierda —el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Comunista de España (PCE)— durante ese periodo. Es importante, pues, subrayar la compleja relación entre la clase obrera, asociaciones vecinales e intelectuales durante estos años. Robert Fishman (2004) examina estas interacciones en su libro Democracy’s Voices, señalando la situación paradójica de España con respecto al resto de Europa, cuando la llegada de una especie de socialdemocracia de posguerra coincidía con la instauración del neoliberalismo en las demás naciones.

En este sentido, cabe destacar el trabajo de Manuel Castells y Mario Gaviria, quienes, tras su estancia en Francia, trajeron a España los principios de la nueva sociología urbana desarrollada en el país galo durante esos años. Las migraciones intelectuales de jóvenes estudiantes que buscaban la libertad que no podían encontrar bajo la dictadura, así como los exiliados por su oposición al régimen, jugaron un papel clave en la introducción de nuevas ideas en la España franquista (Vaz, 2012). Durante los años 60, especialmente, Francia fue una referencia política e intelectual importante para España, tanto por su proximidad geográfica como por su papel como incubadora de movimientos sociales y de la sociología urbana.

Castells, a los 20 años, participó en los movimientos estudiantiles antifranquistas antes de huir a Francia, donde estudió sociología en la Universidad de París, con Alain Touraine como principal referente. En 1977 regresó a España, donde colaboró en Madrid con DEINCISA, una oficina de asesoría a movimientos ciudadanos. Para entonces, ya había publicado su reconocido libro La Cuestión Urbana (1974) en siete idiomas y, durante su estancia en Madrid, participó activamente en la articulación de sus principios teóricos sobre los movimientos sociales, defendiendo la acción y el cambio a través de las complejas interacciones entre los grupos de izquierda y los movimientos sociales. Estas experiencias fueron recogidas en el libro Ciudad, Democracia y Socialismo, publicado por Siglo XXI de España Editores (Castells, 1977).

La primera parte del texto analiza las dinámicas urbanas del tardofranquismo, que consolidaron el mercado inmobiliario como un activo de intercambio para grandes corporaciones financieras, favorecidas por el régimen. La segunda parte describe varios estudios de caso donde asociaciones vecinales lograron a ver valer algunas de sus reivindicaciones. La obra documenta la realidad de barrios aledaños a lo que fue la Ciudad Lineal de Arturo Soria, como Hortaleza, El Pilar y el Gran San Blas. Castells analiza los desequilibrios de la zona, donde barrios de clase trabajadora, con escasos servicios y condiciones de vida precarias, convivían con áreas cercanas —como la calle Arturo Soria, aunque no la menciona— en las que la especulación inmobiliaria se centraba en las clases más acomodadas.

De forma similar, Mario Gaviria, uno de los intelectuales más activos y pioneros en la instauración de la sociología urbana en España, introdujo a Lefebvre en el país. Tras estudiar Derecho en la Universidad de Zaragoza, viajó a Nancy y luego a la London School of Economics, y en Estrasburgo fue alumno de Henri Lefebvre, de quien se convirtió en discípulo y amigo (Prieto- Serrano, 2018). En 1969, Gaviria introdujo en España El Derecho a la Ciudad de Lefebvre, sólo un año después de su publicación en francés, con una traducción de Javier González Pueyo (Lefebvre, 1969).

En el prólogo que escribió para la traducción, Gaviria subraya la importancia de la obra de Lefebvre al “desmantelar el andamiaje teórico de la Carta de Atenas”, sobre la que se construyeron los grandes conjuntos franceses. Al analizar la obra de Lefebvre en el contexto español, Gaviria observa que los nuevos suburbios de las ciudades españolas, debido a la falta de planificación y su alta densidad, generaban barrios “más multifuncionales y animados” que los grandes conjuntos de vivienda analizados por Lefebvre, que, aunque contaban con mejores equipamientos, carecían de vida urbana. Esto hizo que Gaviria se cuestionara si los usuarios urbanos preferían la animación o los equipamientos urbanos.

Gaviria y su equipo realizaron algunos de sus estudios urbanos más importantes en el distrito de Ciudad Lineal como el barrio de la Concepción y el Gran San Blas, este último situado en un área adyacente a los terrenos previstos para la —frustrada— segunda fase de la Ciudad Lineal en su extensión hacia el sur. Estos estudios, publicados en la revista Arquitectura, realizaron un análisis empírico de los nuevos conjuntos residenciales basándose en la recopilación de datos multidisciplinares, observación y entrevistas, lo que permitió superar las limitaciones teóricas anteriores de la sociología urbana.

Gaviria describió los nuevos barrios periféricos construidos durante los años 50 y 60 desde una perspectiva marxista, sin caer en conclusiones simplistas o canónicas. En la recopilación de sus textos Campo, Urbe y Espacio de Ocio, también publicado por Siglo XXI Editores, el sociólogo español describe la combinación de barrios populares en la zona de Ciudad Lineal con algunos desarrollos dirigidos a las clases medias y altas como el mencionado Hábitat de Chamartín en la extensión norte de la calle Arturo Soria:

Menor calidad de los materiales, más densidad de población, menos equipamientos colectivos, menos espacios verdes funcionales, más intensidad de vida urbana, menores problemas de aislamiento, soledad o aburrimiento, menor nivel de conservación, limpieza, más complejidad funcional como consecuencia del uso de las plantas bajas para otros usos distintos del residencial, menor distancia al centro de la ciudad, más proporción de clase trabajadora y falta de clases medias (salvo en el Parque de las Avenidas, Moratalaz y el Hábitat de Chamartín), más proporción de promoción privada… (1971).

Si bien Gaviria no escribió sobre la Ciudad Lineal en profundidad, sí que abordó los desequilibrios en torno al eje creado por Arturo Soria. Estos contrastes, que se consolidaron durante las décadas de 1960 y 1970, dan lugar a importantes contradicciones en el distrito en la actualidad, con grandes variaciones entre los diferentes grupos sociales (Fig. 9).

FIG. 9. (Inferior) Ortofoto de la calle Arturo Soria y alrededores en 1966. (Superior) Diagrama mostrando la Renta per Cápita por zonas en Madrid en 2013

Fuente: (Inferior) Trabajos Aéreos y Fotogramétricos. (Superior) Desarrollo Urbano Sostenible de Madrid

La única mención directa de Gaviria al urbanista español se encuentra en el primer número de la revista Ciudad y Territorio, donde Gaviria (1969), en referencia a un encuentro dedicado a Arturo Soria y a Ildefons Cerdá dentro de las sesiones culturales promovidas por el Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña y Baleares, señala someramente los preceptos de Soria. Destaca la precocidad de su intuición sobre la importancia de la organización lineal del tráfico colectivo como eje funcional de la ciudad, una visión que anticipó soluciones contemporáneas que, en ese momento, comenzaban a materializarse.

Todos estos trabajos no solo penetraron en el ámbito del activismo y de la academia, sino que, con el paso de los años, tuvieron una traducción política. Los estudios urbanos comenzaron a adquirir una visión más crítica de la sociedad urbana gracias al papel de figuras como Mario Gaviria y quienes trabajaron posteriormente con él, como Ramón López de Lucio, Rafael Más, Fernando Roch, Carlos Moya y muchos otros. El trabajo previo de figuras como De Terán, Gaviria o Castells, contribuyó a la formación de toda una nueva generación de urbanistas que liderarían esta nueva etapa.

En el ámbito institucional, esta nueva etapa se tradujo en iniciativas como los Programas de Acciones Inmediatas (PAI), impulsados por COPLACO. Estos consistieron en diagnósticos detallados de diversos ámbitos del territorio metropolitano, con el objetivo de proponer medidas específicas para cada caso, incorporando procesos de participación ciudadana. El PAI correspondiente a Ciudad Lineal norte, donde se ubica la calle Arturo Soria, se realizó juntamente con el barrio de Hortaleza, constituyendo un estudio piloto del programa. La redacción de los trabajos tuvo lugar entre junio de 1978 y marzo de 1979. Un aspecto destacado, representativo de la realidad social de la zona, fue la escasa participación registrada en Ciudad Lineal norte en comparación con Hortaleza. Los redactores atribuyeron esta diferencia al hecho de que “se focalizaron en asociaciones vecinales, con cierto olvido de otros movimientos, tales como las comunidades de propietarios” (COPLACO, 1981).

El nuevo contexto político de España tras la instauración de la democracia en 1975 dio paso a una atmósfera de optimismo respecto a las posibilidades de mejorar un país que en 1977 celebró sus primeras elecciones democráticas en más de 40 años y sus primeras elecciones municipales en 1979. El nuevo gobierno formado en la ciudad de Madrid, encabezado por Tierno Galván con Eduardo Mangada como responsable del urbanismo, destacó su interés en la planificación urbana, teniendo como objetivo inmediato la creación del nuevo plan general para la ciudad. Para ello, Mangada invitó a una serie de expertos internacionales como los italianos Giuseppe Campos Venuti y Bernardo Secchi, quienes aportaron ideas de socialismo y ecología, situando el urbanismo madrileño en el mapa mundial. Los PAI sentarían de alguna manera las bases para la elaboración del PGOU de 1985 que sustituiría al de 1963. Como complemento, también se llevó a cabo una investigación sobre la historia de los distintos barrios de Madrid patrocinada por el Ayuntamiento, siendo Alicia Díez de Baldeón (1986) la encargada del número dedicado a la Ciudad Lineal. Otro de los primeros pasos fue la elaboración del Plan Especial de Protección del Patrimonio, aprobado en 1979, para proteger el patrimonio urbano, en el que participó Soria y Puig. Este plan incluía la protección de colonias de chalés; sin embargo, la iniciativa llegó en un momento en que la mayoría de los hotelitos de la Ciudad Lineal ya habían sido demolidos o se encontraban en un estado de completa ruina.

La elaboración del plan general llevó varios años —hasta su aprobación en 1985— y tuvo una visión profundamente democrática, incluyendo diversos mecanismos de participación ciudadana (Ayuntamiento de Madrid, 1982). El plan coincidió con un período de desaceleración económica, así como con la paralización de las migraciones del campo a la ciudad, lo cual propició políticas de regeneración urbana que se enfocaron en formas más tradicionales de construir la ciudad, en lugar de modelos expansionistas. En este sentido, se presentó una lista detallada de intervenciones quirúrgicas en todos los distritos de Madrid, incluyendo la Ciudad Lineal. En este distrito, estas operaciones se centraron en consolidaron el barrio, acabar con la infravivienda de la zona y a dotar de equipamientos y viviendas (Fig. 10).

FIG. 10. (Izquierda): Localización de infraviviendas en el distrito de Ciudad Lineal extraída de los PAI. (Derecha): Mapa de propuestas de intervención en el distrito de Ciudad Lineal por el Ayuntamiento de Madrid en 1982

Fuente: (Izquierda) COPLACO. (1981). Ciudad Lineal: Documentos para la difusión y el debate. Madrid, España: Closas-Oscoyen. (Derecha) Ayuntamiento de Madrid. (1982). Recuperar Madrid. Oficina Oficial del Plan

En líneas generales, el plan proponía la articulación y continuidad de las distintas zonas de Madrid, en oposición a la fragmentación anterior; una fuerte inversión en vivienda social, con nuevas tipologías que se alejaban de los bloques abiertos y aislados que proliferaron en décadas anteriores; y la creación de espacios verdes y públicos más utilizables, principalmente en las zonas periurbanas. También promovía la incorporación de actividades del tercer sector a lo largo de arterias periféricas como la M-30 o la Vía de Hortaleza, siendo la primera tangente a la calle Arturo Soria y la segunda transversal a ella, con el objetivo de equilibrar mejor las desigualdades funcionales y sociales entre el centro y la periferia de Madrid.

6 Conclusión

La evolución de la Ciudad Lineal, concebida por Arturo Soria a finales del siglo XIX, representa una historia marcada por el idealismo, el desarrollo urbanístico, las transformaciones socioeconómicas y los debates en torno al modelo de ciudad. Su propuesta lineal, de carácter cuasi utópico, buscaba resolver los problemas de las grandes concentraciones urbanas “ruralizando la ciudad y urbanizando el campo”. Esta visión comenzó a materializarse entre 1890 y 1910 en Madrid a través de la Compañía Madrileña de Urbanización (CMU).

Sin embargo, a partir de los años veinte, y carente del respaldo institucional necesario, el proyecto se estancó y se fue diluyendo como consecuencia de vicisitudes sociopolíticas y económicas, pero también debido a limitaciones propias de su concepción. Fernando de Terán señaló algunas de estas debilidades: su baja densidad, la escasa mezcla de usos, la débil conexión con los centros de poder institucional y, especialmente, su excesiva dependencia del tranvía como eje estructurador.

Tras la Guerra Civil y las décadas de abandono posteriores, el entorno de la Ciudad Lineal atravesó un periodo de incubación, durante el cual fue progresivamente absorbido por las dinámicas desarrollistas del Madrid de los años 60 y 70. El resurgimiento de la zona en estas décadas no recuperó el espíritu original del proyecto de Soria —basado en la baja densidad, el transporte público tranviario, la vida en contacto con la naturaleza y una estructura urbana regular—, sino que estuvo marcado por un crecimiento desigual y fragmentado, fruto de la urgencia constructiva y la especulación inmobiliaria.

Durante este periodo, la Ciudad Lineal despertó un renovado interés tanto a nivel internacional, con los estudios de George R. Collins, como nacional, con encuentros entre figuras como Pedro Bigador y jóvenes arquitectos en Madrid, inicialmente con propuestas aún inmaduras, seguidas por reflexiones más profundas y teóricas de personalidades como Carlos Flores, Fernando Ramón, Arturo Soria i Espinosa, su hijo Arturo Soria i Puig, y el propio Fernando de Terán. No obstante, el impacto de estos debates fue limitado por el contexto político y económico del franquismo desarrollista. Aunque las críticas de académicos y profesionales no lograron frenar el avance de las nuevas lógicas inmobiliarias, sí consiguieron reabrir el debate sobre el legado de Soria y extender estas discusiones al modelo urbano general.

En este proceso, la tensión entre una modernidad intelectual aplazada y una realidad urbanística cada vez más postmoderna impulsó la emergencia de un discurso social más amplio, que fue consolidándose en el marco de la transición democrática. Los movimientos vecinales y las críticas sociológicas se convirtieron en actores clave en la defensa del derecho a la ciudad, cuestionando el modelo de ciudad centrado en la especulación y la reproducción de desigualdades. Intelectuales como Manuel Castells y Mario Gaviria, tras su regreso a España, ofrecieron nuevas perspectivas centradas en la justicia social y la equidad urbana. Estos movimientos no solo desafiaron las políticas urbanísticas del franquismo, sino que sentaron las bases de un urbanismo más inclusivo y comprometido con las necesidades ciudadanas.

Este proceso de revalorización crítica contribuyó al diseño de políticas urbanísticas más sensibles a aspectos como las necesidades de la ciudadanía, la preservación del patrimonio, la renaturalización del entorno urbano, el transporte, la salud o la reducción de desigualdades. El Plan General de Ordenación Urbana de 1985, combinó operaciones de regeneración del tejido urbano con procesos de “limpieza” y consolidación de zonas como el distrito de Ciudad Lineal. Así, se produjo una doble cara del planeamiento: por un lado, integración y mejora urbana; por otro, exclusión y elitización de espacios como tramos significativos de la calle Arturo Soria y sus proximidades.

De esta manera, los años 80, significaron tanto un renacimiento cultural y social en Madrid como la internacionalización del país y la irrupción de Madrid como capital global. En las décadas siguientes, la calle Arturo Soria fue testigo de una proliferación de complejos dispersos de oficinas y centros médicos de vidrio y hormigón, promovidos por grandes multinacionales, centros comerciales y edificios institucionales, fruto de la deriva más neoliberal del país. Los nuevos bloques residenciales se convirtieron en destino de una clase media acomodada. Mientras algunos actores, especialmente del sector inmobiliario, valoraban su carácter verde y abierto como una singularidad dentro del tejido urbano madrileño, otros habían denunciado el abandono del espacio público y el deterioro del legado urbanístico y cultural de la zona, absorbido por dinámicas desarrollistas.

En conjunto, la Ciudad Lineal no solo constituye un testimonio de una modernidad urbana frustrada, sino también un símbolo de la constante negociación entre múltiples agentes urbanos: administraciones públicas, propietarios, promotores privados, académicos, profesionales y asociaciones vecinales. La transición hacia un urbanismo más sostenible durante las décadas de 1970 y 1980 —en todas sus dimensiones: social, ambiental, económica y cultural— reflejó un cambio profundo en la conciencia urbana de la sociedad española, que comenzó a revisar críticamente su relación con el espacio urbano, recuperando algunos discursos planteados por Soria casi un siglo antes. En el contexto actual de crisis múltiple —climática, energética, económica, habitacional y social—, estos debates siguen siendo profundamente relevantes y también se reflejan en lo que en su día fue la Ciudad Lineal.

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9 Listado de Acrónimos/Siglas

CMU

Compañía Madrileña de Urbanización

COAM

Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid

COPLACO

Comisión de Planeamiento y Coordinación del Área Metropolitana de Madrid

CyTET

Ciudad y Territorio Estudios Territoriales

OSH

Obra Sindical del Hogar

PAI

Programas de Acciones Inmediatas

PCE

Partido Comunista de España

PGOU

Plan General de Ordenación Urbana

PSOE

Partido Socialista Obrero Español

TOD

Transit Oriented Development

10 Agradecimientos

El autor agradece las críticas constructivas recibidas, comentarios y sugerencias realizados por las personas evaluadoras anónimas, que han contribuido a mejorar y enriquecer el manuscrito original.


  1. 1Hilarión González del Castillo desempeñó un papel destacado en la CMU, siendo accionista, así como uno de sus principales promotores y defensores, tanto en España como en el extranjero.

  2. 2Durante los años 2017 y 2018, esta callé pasó a llamarse Avenida de la Institución Libre de Enseñanza en aplicación de la Ley de Memoria Histórica, pero en mayo de 2018 el cambio de nombre fue anulado.

  3. 3La revista Hogar y Arquitectura dedica dos artículos detallados a estas obras en su número 17 de 1958.

  4. 4Collins mantuvo una estrecha relación con Arturo Soria y Espinosa y su hijo Arturo Soria y Puig. En la Colección George Collins Linear City Planning at Frances Loeb Library Loeb de la Universidad de Harvard podemos encontrar un importante número de cartas intercambiadas entre ellos. En referencia al encuentro entre Soria y Puig y Choay, podemos encontrar una carta del 6 de enero de 1969 en la Serie C del archivo: Correspondence, / Date(s): 12/25/1968 - 3/25/1969.

  5. 5Algunas de estas descripciones se pueden encontrar en el archivo George Collins papers en la Columbia University. George Collins papers, 1838-1986, bulk 1949-1986. Avery Architectural and Fine Arts Library, Columbia University.

  6. 6La regulación de la Ciudad Lineal se especificaba en los contratos de compraventa de los terrenos e incluían aspectos como: la edificabilidad en planta de las parcelas se reducía a 1/5 parte de la superficie de los solares; los edificios situados a lo largo de la calle principal debían mantener una distancia mínima de 5 metros a la línea de fachada; la altura máxima de los edificios residenciales no podía exceder los 15 metros; los baños debían ubicarse a tres metros de la fachada y a una altura fija especificada para cada caso; los establecimientos peligrosos y la prostitución estaban prohibidas; los establecimientos calificados como “incómodos” o “no saludables” por la regulación municipal necesitaban la aprobación de la CMU; el diseño de las calles no podía modificarse bajo ninguna circunstancia; y los niveles del terreno no se podían modificar.

  7. 7Collins and Soria y Espinosa intercambiaron varias cartas en este sentido. George Collins Collection on Linear City Planning at Frances Loeb Library. Series C of the archive: Correspondence, / Date(s): 3/1/1960 - 12/20/1960