Estudios
CIUDAD Y TERRITORIO
ESTUDIOS TERRITORIALES
ISSN(P): 1133-4762; ISSN(E): 2659-3254
Vol. LVII, Nº 223, primavera 2025
Págs. 269-290
https://doi.org/10.37230/CyTET.2025.223.13
CC BY-NC-ND
Las dificultades, limitaciones o protecciones de la vivienda en tiempo de confinamiento: aproximación a los barrios más frágiles de Barcelona
Profesora Titular Universitat Politècnica Catalunya (UPC)
Resumen: La investigación pretende desvelar cómo se vivió el confinamiento en los barrios de Barcelona que apuntamos como frágiles desde el punto de vista residencial y sanitario. Cómo las condiciones de la vivienda incidieron y marcaron el día a día durante la primera oleada, primero encerrados y después saliendo progresivamente. Unas vivencias determinadas, entre otras muchas cosas, por las características habitacionales, en función de la superficie, del acceso al exterior o del soleamiento, el confinamiento pudo convertirse en una situación más o menos asumible o muy problemática. Con este objetivo nos planteamos el análisis del tejido residencial de Barcelona en las zonas más afectadas por la primera oleada de la COVID-19 y que quienes vivían allí la tuvieron que afrontar en unas moradas en peores condiciones.
Palabras clave: Vivienda; Vulnerabilidad; Periferias urbanas; Pandemia; Covid-19.
The difficulties, limitations or protections of housing in times of confinement: an approach to the most fragile neighbourhoods in Barcelona
Abstract: The research aims to reveal how confinement was experienced in the neighbourhoods of Barcelona that we point out as fragile from a residential and health point of view. How housing conditions influenced and marked daily life during the first wave, first locked up and then progressively leaving. Certain experiences determined, among many other things, by the housing characteristics, depending on the surface area, access to the outside or sunlight, confinement could become a more or less acceptable or very problematic situation. With this objective, we consider the analysis of Barcelona housing areas most affected by the first wave of COVID-19 and that had to face it in a home in worse conditions.
Keywords: Housing; Vulnerability; Urban Peripheries; Pandemic; Covid-19.
Recibido: 16.02.2024; Revisado: 20.08.2024
Correo electrónico: maribel.rossello@upc.edu Número ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7290-0583
La autora agradece las críticas constructivas recibidas, los comentarios y sugerencias realizados por las personas evaluadoras anónimas, que han contribuido a mejorar y enriquecer el manuscrito original.
Trabajo desarrollado en el marco del proyecto de investigación Barcelona Ciutat Fràgil de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) financiado por la Generalitat de Catalunya, Convocatòria Pandèmies de la Agència de Gestió d’Ajuts Universitaris i de Recerca (AGAUR), 2020. El proyecto surge de una idea inicial del grupo de investigación Arquitectura, Ciudad y Cultura, dirigido por la profesora Marta Llorente Díaz, y está coordinado por la profesora Marta Serra-Permanyer (IP), ambas del Departamento de Teoría e Historia de la Arquitectura y Técnicas de Comunicación de la UPC. Equipo formado por dieciséis personas investigadoras de distintos grupos y disciplinas entre las que se encuentra la autora del artículo.
1. Introducción
Este artículo parte de la investigación La casa como frontera (o refugio): las dificultades, limitaciones o protecciones de la vivienda en tiempo de confinamiento desarrollada en el marco del proyecto de investigación Barcelona Ciutat Fràgil1 cuyo objetivo era estudiar espacios frágiles de la ciudad de Barcelona relacionados con la pandemia de COVID-19. El proyecto partía de la convicción de que la pandemia había agravado la condición de fragilidad de las ciudades contemporáneas en todo el mundo.
La ciudad, como centro de gravedad actual en la mayor parte de los territorios, ha sufrido de forma radical desde la pandemia. Esto no se debe sólo a su funcionamiento, que resultó distorsionado, o a la vivencia de las personas en los espacios públicos y privados, que adquirieron una significación especial durante los días de confinamiento, sino que la propia ciudad ha resultado cuestionada como modelo de vida, percibida de forma diferente, en relación a sus valores ambientales, sociales o culturales. La ciudad cuestionada se convierte en una estructura frágil.
Uno de los espacios centrales de la gran transformación que supuso la primera oleada de la pandemia fue la vivienda. La propia vivienda, la casa, aúna muchas de las vivencias que aborda el trabajo, este lugar en el que permanecimos entre el 14 de marzo y el 21 de junio de 2020, primero encerrados en casa y a partir del 26 de abril saliendo progresivamente. Una vivienda que tiene tantas versiones como capas sociales tiene la propia ciudad y que no pudo dar una respuesta homogénea porque sus condiciones pudieron ser muy diversas.
De ahí que se plantee abordar la fragilidad habitacional en tiempos de pandemia. Visualizar las dificultades, limitaciones e incluso protecciones que se vivieron en diversos barrios no siempre considerados en el relato general. Muchos de los imaginarios vivenciales de aquellos días compartidos a través de los medios no visibilizaban la diversidad habitacional y sus condicionantes. Entender hasta qué punto la configuración de los barrios, de las manzanas, de los edificios y de las propias viviendas, determinaron la cotidianeidad durante la primera oleada de la pandemia en un día a día excepcional e inesperado.
Nuestra aproximación se realiza desde el campo de la arquitectura, más concretamente de la historia urbana y con un persistente interés en establecer relaciones entre el espacio y quienes lo habitan. La principal intención ha sido esencialmente reconstruir el día a día durante el confinamiento en algunos de los barrios de Barcelona donde la ponderación entre incidencia de contagios, renta y densidad poblacional era más desfavorable. Una aproximación que se centra en las características de los tejidos residenciales y en las configuraciones de los barrios. Sin embargo, desde el inicio, la precaución de método ha sido intentar establecer puentes entre los continentes materiales y las personas que lo habitaron. Partimos de la convicción de que la desigualdad social, concretada en la configuración del barrio y el espacio de la vivienda determinaron los días de encierro.
1.1 Marco teórico
La desigualdad social a partir de su dimensión territorial y urbana ha sido ampliamente estudiada desde el Institute of Goverment and Public Policy (IGOP) y el Grup de Recerca de Geografía Aplicada. Algunas de sus publicaciones (Blanco & Nel·lo, 2018) evidencian que la forma como se distribuyen residencialmente los diferentes grupos sociales en la ciudad no solo es una consecuencia de las desigualdades si no también un factor de reproducción de las mismas. Se da un proceso en paralelo de concentración de la población de renta más baja en los barrios de vivienda más asequible al tiempo que los de renta más alta también se segregan en determinados barrios y municipios. La vulnerabilidad social de los barrios de las grandes ciudades también ha sido tratada desde la estructura social, el concepto de barrios fuertes, frágiles y débiles proporciona una aproximación que matiza los indicadores a partir de la capacidad de acción comunitaria (Blanco & Gomà, 2022).
Diversos estudios también han abordado de manera específica la vulnerabilidad residencial, nos interesa especialmente por proximidad de planteamiento el trabajo a partir de los indicadores de edad de la población, de la accesibilidad y de la conservación de las viviendas (Hernández & al, 2018). Se establece un marco comparativo de la vulnerabilidad residencial entre 2001 y 2011, identificando los barrios de Barcelona que presentaban un nivel crítico de vulnerabilidad en 20112. Una aproximación que en el monográfico sobre vivienda, transformaciones urbanas y desigualdad socio espacial en las grandes ciudades españolas (Ciudad y territorio. Estudios territoriales, 2021) se entreteje con otros factores como la turistificación, la gentrificación o la dificultad de acceso de los jóvenes a la vivienda que también inciden en las dificultades habitacionales.
La conexión entre territorio, ciudad y pandemia se ha analizado desde diferentes entornos, el artículo sobre la territorialización de la pandemia de COVID-19 en el área metropolitana de Madrid (Gómez-Giménez, 2020) nos aporta un análisis realizado en paralelo a la propia pandemia en el que trata un elemento que también es fundamental en nuestra aproximación, la vinculación entre la incidencia de la enfermedad y el territorio, identificando el envejecimiento y el hacinamiento como vectores principales. Además, se apunta como una responsabilidad propia del campo arquitectónico y urbanístico la mejora del parque residencial. Desde este mismo entorno también se publicó el artículo que analiza las características urbanas de Madrid ante el reto de la ciudad post-COVID19 (Córdoba-Hernández & al, 2020). Un trabajo que cartografía densidades y contagios al tiempo que valora la capacidad de protección de los tejidos urbanos, y muy concretamente aceras y calzadas, en situaciones de riesgo pandémico. Una valoración del espacio público que también se aborda en el trabajo que estudia algunas experiencias emergentes en Latinoamérica (Temes-Cordovez & Bueno-Carvajal, 2023). Se concretan intervenciones y propuestas específicas del que se ha denominado urbanismo táctico.
Nuestro trabajo parte de la idea de fragilidad apuntada por Beppe Rosso (Rosso & Taricco, 2012). En su obra, da voz a figuras de la marginación urbana evidenciando la contradicción con la visión tradicional de la ciudad como un organismo fuerte. Una aproximación recogida en la publicación editada por Marta Llorente que se define con estas palabras: “Junto a la ciudad fuerte y consolidada, de sus construcciones y organización, de los signos de su historia, existe otra ciudad que se desplaza, que se esconde y que se transforma, pero que aporta en transformación nuevas versiones de sí misma. Quizás no deberíamos hablar de ciudad frágil, sino de la ciudad como inmenso contenedor de realidades frágiles” (Llorente, 2019). Partiendo de este contexto, para el presente trabajo nos apropiamos del término frágil para evidenciar situaciones con dificultades añadidas a la propia pandemia, no siempre consideradas.
El modelo urbano durante y tras la pandemia se aprecia como un modelo vulnerable en sí mismo, donde la vida debe adaptarse de forma improvisada y urgente. Las consecuencias de esta fragilidad se ven en ciertos cambios en los usos y hábitos de la ciudadanía. Se ha desvelado una nueva percepción del medio urbano y una nueva percepción de las necesidades del hábitat. La pandemia, como experiencia de vida, ha generado distorsiones y hechos imprevisibles en el marco de nuestra ciudad, como en el resto de ciudades del mundo. Se han evidenciado todos aquellos espacios que en la ciudad resultan vulnerables, menos visibles, inestables y espontáneos, pero que son claves para comprenderla en todo su significado deviniendo la vivienda el espacio central de toda esta experiencia.
2. Metodología
El primer propósito fue definir las áreas donde este concepto de fragilidad, delimitado en términos de incidencia de contagios como indicador sanitario, densidad como indicador de vulnerabilidad residencial y de renta en términos de vulnerabilidad social3, era más acuciante. El segundo, estudiar el proceso de conformación y analizar las características de la configuración de estas áreas a partir del estudio cartográfico, de los procesos administrativos de urbanización y de la sistematización de licencias de obras. A partir de ahí, y con la documentación cartográfica y documental, recorrimos las diferentes áreas para constatar la configuración de las mismas y nos acercamos a los edificios para estudiar los espacios comunes y los determinantes cotidianos que éstos marcaron. Posteriormente, se pasó a analizar las viviendas tipificadas, conocer sus dimensiones, los espacios disponibles y sus condiciones y, paralelamente, de la mano de algunos de los convivientes, recoger testimonios de quienes los habitaron los días de confinamiento para entender hasta qué punto las características físicas condicionaron las vivencias.
2.1 Cartografiar la ciudad frágil
El desarrollo del estudio planteó, en primer lugar, la necesidad de establecer las áreas en las que centraríamos el análisis del tejido residencial más frágil en los términos establecidos. Teniendo en cuenta la excepcionalidad de las circunstancias y la delimitación del estudio a la primera oleada, la identificación de estas áreas se determinó a partir de los datos de incidencia por secciones censales aportados por el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya, unos datos que se suavizaron a partir de los criterios de la Agència de Salut Pública de Barcelona (Fig. 1)4. El análisis de las secciones censales de más incidencia de contagio, habiendo descontado las que incluían residencias geriátricas, equipamientos sanitarios o servicios esenciales, evidenció que seguían siendo áreas urbanas cercanas a servicios sanitarios y, mayoritariamente, eran secciones censales con un tejido residencial óptimo. Esta constatación determinó la necesidad de definir las áreas no sólo a partir de la incidencia, sino también de la renta (Fig. 2) y la densidad.
Tomando en consideración la necesidad mencionada, se optó por analizar de manera ponderada la vinculación entre renta e incidencia. Se ordenaron las secciones censales, primero, por orden de renta (siendo el número 1 la de menos renta) y después, por orden de incidencia (la número 1 corresponde a la de mayor incidencia). Esto permitió que en cada sección se asignaran dos valores correspondientes al orden que ocupaban en cada una de las listas, la de renta y la de incidencia. Cogiendo las cien primeras secciones censales de cada lista se hicieron dos sumatorios: el primero cogiendo la ordenación por la renta más baja y el segundo la ordenación por la mayor incidencia. Sumando ambos números, se obtiene otro que nos informa de esta coincidencia, aunque cada una de las listas prioriza el concepto de ordenación respectivo.
Fig. 1/ Plano de la incidencia de contagios durante la primera oleada de la pandemia ajustado a las zonas residenciales. Cada una de las manzanas está marcada a partir del indicador referente a número de personas positivas por 100 000 habitantes y sin considerar las persones afectadas en las residencias geriátricas. La media de casos en Barcelona entre el 15 de marzo y el 21 de junio de 2020 es de 677,27
Fuente: Elaborado por Gerard Bertomeu, Marc Serra y Carlos Bitrián, Barcelona ciutat frágil (2020), a partir de los datos del Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya. Incluye tratamiento suavizado teniendo en cuenta los criterios de la Agència de Salut Pública de Barcelona
Fig. 2 / Plano de la renta media por persona en Barcelona, año 2020, ajustado a las zonas residenciales. La renta media disponible per cápita de los hogares de Barcelona en 2020 era de 20 667 (€/Año). Las intensidades cromáticas indican las desviaciones de los diferentes barrios respecto a la media. Más claros por debajo y más intenso por encima
Fuente: Elaborado por Gerard Bertomeu y Marc Serra, Barcelona ciutat frágil (2020), a partir de los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística
Dado que nuestro objetivo era identificar las secciones censales de menor renta con mayor incidencia se seleccionaron las 20 que tenían un sumatorio inferior a 200 de cada una de las adiciones (priorizando renta o incidencia)5. De las 40 seleccionadas, 24 eran coincidentes lo que nos proporcionaba una base de estudio de caso bastante robusta. Aun así, se hizo una doble comprobación para asegurarnos de que las secciones censales eran representativas de la ponderación renta e incidencia. Que la razón de la elección no correspondiera solamente a uno de los conceptos. Con este propósito, se ordenaron las 100 de mayor incidencia ponderada por la renta, cogiendo las 25 primeras con un valor inferior a 200.
A través de esta lista constatamos que sólo había una desviación de cuatro secciones censales, correspondientes a cuatro zonas diferentes, en tres de las cuales ya se había seleccionado alguna sección censal, la cuarta también la incorporamos en el listado. En segundo lugar, y como segunda comprobación, se ordenaron las 100 primeras de menor renta ponderada por la incidencia y también se escogieron las 25 primeras con un valor inferior a 200. En este caso, identificamos una sección censal que no aparecía en la primera selección y también la incorporamos. Como resultado de todo el procedimiento, finalmente se identificaron 29 secciones censales6 con un sumatorio inferior a 200 como base de los estudios de caso.
En tercer lugar, se cruzó esta relación de 29 secciones censales con el índice de densidad, los datos disponibles fueron los de 2011 aportados por el Instituto Nacional de Estadística en los que se definían el número de personas por cada 100 m2 de vivienda. Todas las secciones seleccionadas se encontraban en el rango superior entre 3,2 y 5,3 personas/100 m2 de vivienda. De todos modos, estos datos nos evidenciaron unas secciones censales muy densas que no se habían considerado en la ponderación renta e incidencia, concretamente las correspondientes a los barrios del Raval, Ribera, Poble Sec, Barceloneta y Besòs. Esta circunstancia nos llevó a una nueva comprobación del grado de incidencia. Pudimos constatar que habían quedado al margen de la selección por el bajo índice de incidencia.
2.2. Identificar los barrios más afectados y su configuración
Buena parte de las secciones censales identificadas se ubican en los barrios del norte de la ciudad (Fig. 3). Agrupando las secciones censales por barrios se dibujan las áreas más frágiles durante la primera oleada y se apuntan las primeras evidencias respecto a la configuración del tejido residencial en estas zonas.
De las veinte y nueve secciones censales seleccionadas, diecisiete corresponden mayoritariamente a zonas que llamamos de densificación, nueve conforman polígonos residenciales o zonas de bloques aislados, y tres son originariamente de autoconstrucción. Estas circunstancias nos llevaron a analizar la conformación diferenciada de los tejidos residenciales para poder apreciar su repercusión en las viviendas. Profundizando en cada uno de estos lugares, mostramos correlaciones entre el proceso de conformación de los barrios, las características de los edificios residenciales, la definición de las viviendas y las condiciones de vida durante la primera oleada. Una parte de las zonas de densificación afectadas se sitúan de manera significativa en el barrio de Roquetes con siete secciones censales, parcialmente en el barrio de Verdum con dos secciones censales, en el barrio de Trinitat Vella con dos secciones más, en el barrio del Carmel con dos secciones, en el de barrio de Prosperitat con dos secciones censales también y, parcialmente, en el barrio de Porta con una sección censal. Por otro lado, también estaban afectados una parte considerable de los barrios conformados por los primeros polígonos u operaciones de vivienda masiva de los años cincuenta identificados, tanto públicos y privados. Se trata del Polígono de Verdum (Obra Sindical del Hogar, OSH), una parte del conjunto del Turó de la Peira (dos secciones censales), los bloques del Institut Municipal d’Habitatge i Rehabilitació (IMHAB) en Trinitat Vella y el polígono de Trinitat Nova (la parte correspondiente a la promoción original de la OSH). También nos encontramos con otras zonas perjudicadas configuradas por polígonos y bloques posteriores a 1960 como son el polígono residencial La Pau, el polígono residencial Canyelles, los bloques de Porta, los bloques de la Zona Franca que reemplazaron las casas baratas y los bloques recientes del IMHAB en Trinitat Nova. Por último, también se identificaron como frágiles los barrios de autoconstrucción consolidados como son Vallbona con dos secciones censales y Torre Baró con una sección censal.
En definitiva, los barrios más afectados son los que se conformaron durante la gran transformación de las periferias urbanas en la segunda mitad del siglo XX. Son las periferias obreras y populares consolidadas y densificadas a partir de los años cincuenta con las distintas oleadas inmigratorias hasta la actualidad. Datos que dibujan la diferencia entre la ciudad acomodada y la popular y ponen de manifiesto la fragilidad social de la ciudad. Una fragilidad que nos muestra cómo los barrios más populares sufrieron la incidencia de la COVID en peores condiciones.
Fig. 3 / La ciudad frágil: las zonas marcadas son los barrios identificados a partir de la ponderación de baja renta y alta incidencia. La ordenación responde a la relación al criterio de mayor fragilidad: Roquetes es el barrio con mayor número de secciones censales identificadas y Porta el de menor número7
Fuente: Elaborado por Mar Castarlenas y Carlos Bitrián con la colaboración de Gerard Bertomeu y Marc Serra, Barcelona ciutat frágil (2020) a partir de los resultados de la ponderación de datos de incidencia, renta y densidad
2.3 Definir las características del tejido residencial
Una vez identificadas las secciones censales objeto de estudio se analizaron de forma sistemática las características urbanas y del tejido residencial. En primer lugar, se realizó un trabajo de campo centrado en el reconocimiento exhaustivo de cada uno de los lugares. A partir de ahí se estudiaron los procesos de conformación de cada una de las zonas, sus orígenes urbanos y las características de los edificios de viviendas. Para ello, a partir del análisis cartográfico de la transformación de cada una de las zonas, de las licencias de obras, además del parcelario y el catastro se pudieron determinar las características del tejido urbano residencial.
Una parte muy importante de Roquetes, parcialmente Verdum, Trinitat Vella (Fig. 4), Carmel, Prosperitat (Fig. 4) y sectores de Porta tienen su origen en las urbanizaciones realizadas en los años veinte y treinta del siglo XX o en procesos de autoconstrucción posteriores que se densificaron a partir de los años cincuenta. Son los barrios conformados a partir de procesos de densificación.
Fig. 4 / Ortofoto del barrio de la Prosperitat (2020) y vista del barrio de Trinitat Vella
Fuente: https://geoportalcartografia.amb.cat/AppGeoportalCartografia2/index.html y elaboración propia
Mayoritariamente eran casitas unifamiliares construidas en las llamadas segundas periferias (Oyón, 2008) que a partir de la segunda mitad de la década de los cincuenta con la presión inmigratoria se transforman, casi de forma orgánica, en barrios de edificios de viviendas. Inicialmente, se transforman y se amplían añadiendo un piso o dos generando nuevas viviendas. Más tarde, a partir de los años sesenta, se intensifica la transformación con la sustitución de muchas de las edificaciones por edificios de viviendas a la vez que también se construyen las parcelas libres rellenando todo el suelo urbano entre los núcleos históricos y las periferias. Se configuraron unos barrios muy densos y poblados. Aquellas casitas entre medianeras son ahora edificios de planta baja más tres o cuatro pisos, ático y sobreático según el ancho de la calle (Oyón & al., 2021). Una anchura que estaba de acuerdo con las pequeñas edificaciones y que ahora se estrecha, pasa a ser un espacio lineal delimitado por las hileras de fachadas a ambos lados a modo de pantallas continuas y compactas. Unos edificios que a la vez delimitan unas manzanas muy tupidas.
Por otra parte, a finales de los años cuarenta se levantan los primeros polígonos residenciales en las periferias de la ciudad, en la vertiente más alejada de Montjuïc o en los límites de Sant Martí, Sant Andreu u Horta. Eran barrios totalmente insuficientes para absorber la demanda de vivienda y muy limitados en todos los aspectos (Ferrer,1996). Trinitat Nova (Fig. 5), Verdum (Fig. 5) y los bloques de Trinitat Vella y Turó de la Peira son algunos de los polígonos de viviendas promovidos durante aquellos años. Eran proyectos de mínimos en todos los sentidos (Los polígonos de la OSH…, 1974), desde las características de las viviendas, de la urbanización y de la calidad constructiva, tanto que algunos de los construidos entonces actualmente ya se han derribado. Las propuestas se concretaron mayoritariamente en la construcción de bloques idénticos con diversas combinaciones de viviendas por planta que se repetían sistemáticamente en los terrenos disponibles.
Fig. 5 / Ortofoto del barrio de Trinitat Nova (2020) y vista de algunos de los bloques del Polígono de Verdum
Fuente: https://geoportalcartografia.amb.cat/AppGeoportalCartografia2/index.html y elaboración propia
Barrios entendidos inicialmente como meros contenedores de viviendas muy alejados de los centros y zonas de servicios que sólo buscaban solucionar déficits puntuales y concretos. Barrios que en sus orígenes tenían fuertes carencias de urbanización y servicios y que, con el tiempo, las demandas vecinales y las actuaciones municipales se han ido dignificando. Aquellos bloques antes dispuestos sin voluntad urbana ahora constituyen conjuntos arreglados con espacios de recreo y de ocio intersticiales (Sagarra, 2003).
A partir de 1960 se construyeron polígonos con nuevos planteamientos arquitectónicos. Bloques grandes y diversos como los que conforman los polígonos de La Pau (Fig. 6), Porta o Canyelles, determinaron el paisaje urbano. Una conformación que más tarde se extendió a otros muchos lugares como Zona Franca, Verdum (bloques sustitutivos de las Casas del Gobernador) o Trinitat Nova. La disposición de los bloques en La Pau, levantados en un lugar tan llano como es la zona de Sant Martí responde estrictamente a la lógica querida por los autores del proyecto. Bloques lineales y cuadrangulares generando espacios intersticiales actualmente reconvertidos en plazas y áreas de juegos infantiles. Otros, como Canyelles, muy acotados por los terrenos empinados conforman un conjunto compacto y aislado. En los conjuntos más recientes son más habituales las disposiciones que buscan recorrer los viales y favorecer la conexión con la calle, aunque sólo sea parcialmente. También son más frecuentes en estas últimas zonas, los comercios en las plantas bajas en lugar de viviendas lo que permite tener más servicios esenciales al alcance y mayores oportunidades de sociabilidad.
Fig. 6 / Ortofoto del barrio de La Pau (2020) y vista de uno de sus bloques
Fuente: https://geoportalcartografia.amb.cat/AppGeoportalCartografia2/index.html y elaboración propia
Por último, Torre Baró (Fig. 7) y Vallbona tienen su origen en los procesos de autoconstrucción puestos en marcha desde los años de posguerra. Conservan buena parte del tejido residencial original. Son zonas que permanecieron en el limbo urbanístico después del Plan Comarcal de 1953, circunstancias que las condicionó hasta hoy a pesar del Plan General Metropolitano de 1976 y de las actuaciones realizadas durante las últimas décadas. Se trata de viviendas populares construidas por los propios usuarios que no encajaron con las normativas vigentes lo que conllevó a ir difiriendo su adecuación y transformación. Buena parte de éstas tienen su origen en construcciones muy modestas que se fueron ampliado y adecuando con los años. Muchas de estas casas se iniciaron como pequeñas construcciones en suelo rústico ocupando sólo una parte de la parcela y con el tiempo se fueron añadiendo cuerpos y ampliando la edificabilidad. En el caso concreto de Torre Baró los terrenos son muy empinados lo que configura unas construcciones escalonadas a modo de terrazas a las que se llega desde escaleras estrechas y con grandes pendientes. La informalidad de la propia construcción proporciona un paisaje residencial diverso con crecimientos, ampliaciones, porches o terrazas que se han ido configurando a lo largo del tiempo. Algunas se han convertido en auténticos chalés con una gran variedad de soluciones y acabados constructivos. Otras permanecen en cierta precariedad y justeza que ha estigmatizado durante años el barrio. Además, diversas zonas están afectadas por los distintos planes en curso lo que condiciona y altera la vida de los vecinos.
Fig. 7 / Ortofoto del barrio de Torre Baró (2020) y vista de un fragmento
Fuente: https://geoportalcartografia.amb.cat/AppGeoportalCartografia2/index.html y elaboración propia
2.4 Analizar las particularidades de las viviendas
De cada una de las zonas de diferente configuración se tipificaron, a partir de las licencias de obras, del catastro y de la bibliografía específica, los modelos de vivienda correspondientes a los siguientes planteamientos: vivienda en barrio de densificación, vivienda característica de los polígonos iniciales de los años cincuenta, vivienda de los polígonos de los años sesenta y ochenta, y finalmente viviendas de autoconstrucción.
Para ello, en primer lugar, se analizó de manera sistemática la calle Joaquim Valls8 como caso de estudio para las zonas de densificación. Se vaciaron todos los expedientes administrativos de esta calle para determinar la configuración actual de sus viviendas. Se trata de una calle del barrio de Prosperitat que sirve de referente para mostrar la radical transformación de la segunda mitad del siglo XX. El parcelario original corresponde a la lógica de casitas unifamiliares, la mayoría de las manzanas son de dimensiones reducidas y están ocupadas por edificios de viviendas en todo su perímetro lo que supone que pocas veces tengan patio de manzana o que sea muy estrecho y sombrío. El ancho de la calle es de 8 m. y la mayoría de los edificios son de planta baja, más cuatro plantas piso, ático y sobreático. Muchos de los edificios tienen dos, tres o cuatro viviendas por rellano lo que supone que una o dos dan a la fachada trasera. Las viviendas suelen tener unas superficies que rondan entre 45 y 60 m2 con un programa de tres habitaciones, comedor, cocina, lavabo y lavadero lo que conlleva que sean espacios muy limitados.
Son habituales los dormitorios que tienen entre 7 a 12 m2 de superficie y el espacio central oscila en torno a los 12 o 14 m2. Las piezas que no dan a fachada ventilan a través de un patinejo de alrededor 10 m2 (Fig. 8).
Fig. 8 / Plano de la planta tipo de la calle Jota, 101, 1971
Fuente: Arxiu Municipal Contemporani de Barcelona (AMCB). Q132 Antecedents permisos d’obres 34066
En segundo lugar, los proyectos de los polígonos de Verdum, de Trinitat Nova, el conjunto del Turó de la Peira y los bloques del IMHAB nos permitieron fijar las características y dimensiones de los espacios privados y comunes de los polígonos de los años cincuenta. Para los construidos posteriormente también nos servimos de las licencias de obras.
Los polígonos iniciales son tipológicamente muy parcos, se trata de bloques aislados casi idénticos que se disponen en el parcelario a partir de una composición más o menos sistemática. Al ser aislados tienen buenas condiciones de ventilación y asoleamiento, aunque las aberturas suelen ser de tamaño reducido. Son habituales los bloques de dos o cuatro viviendas por rellano, unas viviendas cuya superficie media es alrededor de los 40 m2. Son frecuentes las moradas de dos habitaciones, un espacio central que acoge a su vez a la cocina y el comedor, un pequeño aseo y un lavadero (Fig. 9, plano superior). Muchas de ellas tenían originalmente un pequeño balcón que con los años se han ido cerrando.9
Fig. 9 / Plano superior: plantas tipo del Polígono Verdum (OSH), 1953
Fuente: AMCB. Q152_INCASOL-15-Proj_Verdum_[UI_82977]_01
Plano inferior: de planta tipo, alzado y sección de los bloques lineales de La Pau (OSH), 1962
Fuente: AMCB. Q132_74846_LaPau
Los polígonos y bloques aislados posteriores a 1960 y sobre todo a partir de 1980 tienen mejores condiciones de habitabilidad y, principalmente, mayor superficie, una condición clave para la mejora habitacional (Ward, 1990). La superficie media oscila entre 65 y 75 m2. En general, la disposición de estas viviendas recoge los planteamientos impulsados por la modernidad en los que la ventilación cruzada y la organización funcional se han incorporado, aunque en muchas ocasiones son bloques muy altos y con muchos hogares por planta lo que comporta otras dificultades. En general, los bloques se organizan por unidades de escalera y lo más habitual es que haya dos viviendas por rellano. La vivienda casi siempre cuenta con una sala-comedor segregada de la cocina, aunque en muchas ocasiones también es vestíbulo. Son habituales los pisos de tres habitaciones, además de la cocina y un cuarto de aseo muy básico, aunque recogen los equipos y servicios mínimos (Fig. 9, plano inferior). Las promociones posteriores a los años setenta, en general, asumen unos mínimos de vivienda estándar asimilable al conjunto de la ciudad. A partir de estos años ya no se dan tipos de viviendas en los polígonos residenciales por debajo de los requisitos indispensables de habitabilidad.
Finalmente, en las zonas de autoconstrucción se constata una gran diversidad de viviendas ya que nos podemos encontrar desde casas en estado casi idéntico a cuando se construyeron y de no más de 30-40 m2 a otras que se han ido transformando y deviniendo viviendas unifamiliares de un cierto nivel (Rosselló & Guàrdia, 2023). Aun así, las viviendas más habituales son las que partiendo de la casa original que era una construcción levantada por los propios moradores y de dimensiones reducidas (Fig. 10), se han ido ampliando y consolidando a lo largo de los años. Son casas unifamiliares no mayores de 70 u 80 m2 con patio o jardín anterior o posterior a la casa, a veces, si esta es aislada, con un pasillo lateral ajardinado. Son construcciones sencillas y dispuestas en algunos casos a manera aterrazada en terrenos de fuerte pendiente. Estas viviendas son más difíciles de tipificar ya que se han configurado de manera casi “orgánica” pero son habituales las de tres habitaciones, comedor estar, cocina y cuarto de aseo. El lavadero en muchos casos está en el exterior. Completan las casa, porches y cobertizos que enfatizan su singularidad en un contexto urbano.
Fig. 10 / Plano de la propuesta de legalización de una casa en la calle Llerona. Sociedad Cooperativa Torre del Baró, octubre 1954
Fuente: AMCB. Q127_41837_1955
2.5 Voces confinadas10: recoger vivencias a partir de entrevistas
Una vez determinadas las áreas residenciales con la ponderación de la renta, la incidencia y la densidad más desfavorable, e identificados los procesos de configuración de cada una de estas zonas y las características de las viviendas se llevó a cabo un trabajo de entrevistas personales realizadas conjuntamente con el equipo de antropólogas participantes en el proyecto de investigación y todas ellas recogidas en la publicación Veus confinades (Bitrián & Serra-Permànyer, 2023). Se recogieron vivencias del período estudiado de la mano de las personas que residieron durante la primera oleada de la COVID en viviendas como las caracterizadas en cada una de las zonas. A partir de un cuestionario específico elaborado por las antropólogas se realizaron 19 entrevistas que aportaron diversidad de testimonios que pudieron reflejar la realidad de cada uno de los barrios detectados en la cartografía como resultado del análisis de los indicadores estadísticos. Recogimos ocho testigos en las áreas de densificación con 17 secciones censales identificadas (Ana, Carmen, Mohamed, Abderrahman, Moha, Manel, Ernesto y Mercè)11, siete testigos en polígonos con nueve secciones censales identificadas (Maria, Adrian, Geraldine, Fanny, Miguel padre, Miguel hijo y Mateo)12 y cuatro testigos en zonas de autoconstrucción con tres secciones censales identificadas (Maravillas, Andreu, José e Isabel).
A partir, por un lado, de los datos recogidos del tejido residencial y, por otro, de los testimonios específicos de cada uno de los lugares, pudimos trazar algunas vivencias de la primera oleada de la pandemia y del confinamiento que estuvieron condicionadas por las características morfológicas de los barrios y de las viviendas. Lo hicimos a partir de organizar los recuerdos testimoniales recogidos en las entrevistas en tres circunstancias que dibujan la excepcionalidad del momento vivido desde el vínculo con el entorno más inmediato, el aislamiento más estricto y los primeros pasos hacia el exterior. En primer lugar, y bajo la denominación “de fuera a dentro y de dentro a fuera”, recogimos las relaciones, vivencias y vínculos que pudieron estar condicionados por la configuración del tejido residencial. El acceso al exterior desde la casa, la proximidad del vecindario, los condicionantes de los propios edificios, las experiencias comunitarias excepcionales y, en definitiva, todas aquellas experiencias que se dan en un determinado lugar, también por cómo es. Continuamos con los relatos testimoniales vinculados a las características de la propia vivienda. A partir del concepto “hacia dentro”, recogimos el día a día en el interior de la vivienda en tiempo de confinamiento, como ésta condicionó, limitó o favoreció la vida cotidiana. La vivienda como límite y frontera o refugio y protección. Recorrimos las condiciones habitacionales de manera concreta y también los vínculos cercanos o distantes condicionados por la propia configuración del tejido residencial. Finalmente, con la denominación “hacia fuera” apuntamos los primeros pasos hacia el exterior ya fuera para realizar tareas esenciales o las primeras posibilidades de salida. Como el barrio, los servicios, las tiendas y los espacios incidieron y condicionaron también la forma de abrir rendijas de libertad.
3. Resultados del análisis de la relación barrio, vivienda y confinamiento
3.1 Los barrios de tejidos residenciales densificados: condiciones muy limitadas pero mayor facilidad de sociabilidad y apoyo13
3.1.1 De fuera a dentro y de dentro a fuera
La estrechez de las promociones, el propósito de hacer en su momento muchas viviendas a bajo coste, la necesidad de ofrecer viviendas asequibles para las clases populares y una política de vivienda absolutamente insuficiente, conllevaron la construcción de edificios que agotaron toda la edificabilidad y que se ajustaron a propuestas de mínimos reduciendo todos aquellos elementos que no eran absolutamente indispensables. De ahí que muchas viviendas sólo se abren a la calle a través de ventanas, sólo los áticos y sobreáticos tienen terrazas o balcones a expensas de superficie de vivienda. Las ventanas son las únicas salidas a la calle, las que daban la pulsión de la vida en el momento de paro social. Para el vecino del Carmel era la atalaya desde las que podía seguir el latido de aquella ciudad desconocida en la que se había convertido Barcelona confinada.
Las viviendas que dan a la fachada trasera a veces tienen los límites muy cercanos y la única perspectiva es el edificio de enfrente que puede estar a escasos metros. El proceso de densificación comportó que algunas de las manzanas apenas tengan patio. Sólo las distancias entre edificios obligadas por las ordenanzas en función de la profundidad del edificio dentro de la parcela. A Moha, Mohamed y Abderrahman esa circunstancia no les preocupó especialmente, por encima del muro que cierra su salida podían ver el cielo y ya se conformaban.
La compacidad de las manzanas y el hecho de que casi todas las viviendas tengan azotea, genera un espacio continuo a nivel de cubiertas que en muchas ocasiones durante la pandemia permitió un mundo paralelo en altura. Dada la falta de espacios de salida desde cada una de las viviendas, las azoteas se convirtieron en lugares de fuga, de mirar el cielo, de caminar y de vida. Pudieron llegar a ser el lugar de la libertad compartida como los días que Ana y la vecina se citaban en la azotea para andar juntas, cada una en una punta. También podía ser el espacio de transgresión, una pequeña ventana de libertad, como lo era para Manel y sus amigos cuando saltaban de azotea en azotea y jugaban a frisbee hasta que fueron increpados por un vecino.
En algunos casos, si la dimensión de la manzana lo permite, hay patios espaciosos a los que pueden acceder los habitantes de los primeros pisos. Patios de luz y límites, de cielo y de ropa tendida. Patios que iluminaban las estancias, que permitían ejercicios cotidianos al sol, pero también despertaban soledades. Carmen no salía a aplaudir porque le daba vergüenza, aplaudir sola desde el patio del primero, ante el escenario compacto de los edificios de unos vecinos de manzana que no conocía, la intimidaba. Prefería disfrutar del sol en los momentos de intimidad y arrinconarse en los sociales.
En algunas manzanas perduran casas originales, aquellas pequeñas casas unifamiliares con un patio trasero que configuraban los barrios en su origen, unos patios en los que los árboles marcaban la vida. Carmen disfrutaba del cerezo, limonero y otros árboles de sus vecinos que mantienen la casa sin transformar, una casa de cuando los alrededores eran viñedos. También la casa del vecino del Carmel, Ernesto, la que hicieron sus padres en 1967 cuando fueron a vivir al barrio, mantiene el patio y el jardín, no se ha transformado y queda como un pequeño testimonio de un barrio que ya no existe. Las transformaciones fueron sustituyendo las casitas por edificios altos y la fisonomía del barrio mutó. Ernesto, desde una mirada llena de nostalgia, apuntaba que sí, que podían salir a su azotea a andar, que como casita tenían su propio espacio exterior pero que solo veían edificios, que habían dejado de ver el Montseny y el mar.
3.1.2 Hacia dentro
La propia conformación de los barrios de densificación hace que los edificios de viviendas sean estrechos y con unos espacios comunes poco generosos. La que era una planta baja de una casa se convirtió también en acceso para los pisos superiores, razón por la que, en muchos casos, son vestíbulos estrechos a modo de pasillo. La escalera se ajusta al máximo y no siempre hay espacio para un ascensor. Para Carmen, subir los escalones que separan su casa de la calle era un todo reto y muchas veces la dejaban en casa.
La limitación de los espacios y el propio proceso de conformación de las viviendas marcó las características de éstas, redujo a mínimos las estancias. Eran promociones muy ajustadas que buscaban obtener el mayor número de viviendas agotando la edificabilidad. Las superficies son muy escasas, la media, como se ha apuntado, es de alrededor de 60 m2. La mayoría tienen sala-comedor, tres habitaciones, cocina con lavadero y un baño muy básico y de reducidas dimensiones. Un programa que lo encontramos también en viviendas de 40 m2 como la de Carmen, lo que ejemplifica la intensidad de la densificación.
Las dos estancias principales de la casa, el salón-comedor y la habitación principal, normalmente se abren a la fachada. Un patio interior central permite la ventilación de cocinas, lavaderos y una o dos habitaciones por vivienda. Son, en muchos casos, patios angostos y con una fuerte promiscuidad. La cocina suele ser oscura ya que además de abrirse a este patio tiene por delante el lavadero. Los baños de dimensiones reducidas se abren a un patinejo de ventilación. Unas estrecheces que contrastan con aquellas casas originales que persisten (como la del Carmel) que a pesar de no ser excepcionalmente grandes comparativamente lo son mucho.
La sala-comedor era el lugar central durante los días de encierro, lo era todo más allá de las funciones estrictamente vitales para la gente de cierta edad. Carmen, dejaba claro que aquél era su espacio de estar, no tenía otro. Era el sitio de comida y de vínculo con el vecindario. También era para muchos el lugar de la actividad profesional, la pareja del Carmel trabajaba en la mesa del comedor, uno frente al otro, era la estancia más silenciosa y de mayor luz. Ella es maestra de infantil y continuaba su labor desde el confinamiento con unas herramientas que le eran ajenas y la llenaban de inquietud. En otros casos, el comedor acogía las relaciones sociales, Carmen sentada en el sofá llamaba a las amigas y Ana ensayaba los pasos de baile y se grababa en un vídeo que enviaba por WhatsApp a las monitoras. Era, casi siempre, el sitio de la televisión o de la radio como herramientas de pulsión de lo que estaba pasando, el periscopio que captaba la realidad más allá de la vivienda.
La centralidad se trasladaba a la habitación entre los jóvenes. El escritorio, más concretamente el ordenador, era entonces la ventana al mundo. Lugar de rotura de pautas y rutinas (incluso de comidas). También era el espacio para el deporte: gimnasios improvisados, recorridos caseros o bicicletas estáticas eran escapes para soltar energía. Para Manel el episodio de la fallida bicicleta estática autoconstruida es una metáfora de estos días. Le dedicó mucho tiempo, hizo pruebas diversas, pero no consiguió que hiciera fricción y no acabó de funcionar para hacer ejercicio. Para él, es lo que mejor representa los días de confinamiento: buscar una salida a un problema, aunque no acabara de funcionar.
3.1.3 Hacia fuera
La experiencia del confinamiento también conllevó momentos de disfrute, de ver la ciudad como nunca se había visto o la que recordábamos o añorábamos de cuando éramos niños o jóvenes. Para el vecino del Carmel salir a la calle, que no hubiese coches, que reinara el silencio, que pudiera transitar tranquilamente era una sensación que le llenaba de placer. Recordaba aquel barrio de cuando era pequeño y podía jugar en la calle, cuando en el Carmel no pasaba más que algún coche puntualmente. Ese barrio que para él se perdió cuando se abrió el túnel de la Rovira, entonces, aquella vertiente de la ciudad casi desconocida se convirtió en una mera conexión con la Ronda de Dalt.
Para muchos la única actividad fuera de casa era ir de compras y aquí la configuración del barrio también condicionaba y mucho. Para Ana tener el horno y la tienda muy a mano le permitía ser autosuficiente y poder resolver semanalmente sus necesidades. Para otros como Manel, a pesar de tener algún comercio cerca, salir de compras era un motivo para poder andar más allá de la esquina. Eran días de desconcierto y de miedo, tanto que coger el ascensor, pulsar los botones, entrar productos en casa y otras pequeñas cosas eran motivo de angustia, de limpiezas absurdas y de protocolos poco asumibles. Por suerte, como apunta Manel, poco a poco se fue superando ese miedo paralizador.
Paulatinamente, a medida que se pudo salir por franjas y realizar encuentros puntuales Carmen se reunía con las amigas y se hacían compañía. Todas vivían cerca, la propia concentración y densificación del barrio acortaba las distancias y facilitaba la socialización de las mujeres mayores, aunque las calles empinadas de algunos de los barrios periféricos como Roquetas no lo ponían nada fácil.
3.2 Los barrios de polígonos y bloques aislados: mejores condiciones ambientales, pero más dificultades de acceso a servicios y de sociabilidad14
3.2.1 De fuera a dentro y de dentro a fuera
La sencillez de las promociones de los polígonos residenciales también aquí condicionó que muchos sean de bloques sin balcones y con ventanas pequeñas. En algunos casos había pequeños balcones desde el espacio central de las viviendas, pero con el tiempo se fueron cerrando para incorporar el espacio a la casa. Unas características que condicionaban extraordinariamente el día a día durante el confinamiento. No había espacio para airearse ni tomar mínimamente el sol o el fresco.
Tampoco era posible salir a la azotea, en muchos casos, sólo es una cubierta plana sin protección e inaccesible para el vecindario. En algunos edificios, como apunta Adrián, el único sitio de salir a fumar era el portal del edificio ya que era el único lugar ventilado donde los vecinos podían asomarse. Los vecinos y vecinas sin salidas y sin poder tomar el sol o el aire seguían como podían el latido del mundo desde la ventana. María nos decía que su mayor limitación era que no tenía un sitio para salir ni a tomar el aire, sólo tenía ventanas desde las que solo veía edificios.
3.2.2 Hacia dentro
Los edificios de los primeros polígonos tienen espacios comunes muy reducidos. Los vestíbulos y las escaleras se resolvieron a partir de los mínimos de edificabilidad, sin ascensor y con rellanos de escalera ajustadísimos. En las promociones posteriores como La Pau o La Guineueta seguían siendo espacios limitados pero un poco más espaciosos, normalmente tampoco hay ascensor. A pesar de que en los polígonos más recientes hay más tipos de edificios los mayoritarios siguen siendo los más sencillos. Normalmente son edificios lineales con varias escaleras que dan acceso a dos viviendas por rellano.
Como se ha visto, las superficies de las viviendas de algunos de los primeros bloques de promoción social oscilaban entorno a los 40 m2 útiles, pero en algunos casos como el piso de Adrián, apenas superaban los 30 m2. Escaseaban, en muchos casos, los espacios de entrada o pasillo para optimizar superficies. El espacio común era a la vez cocina, estar, comedor y vestíbulo y desde este espacio se accedía a dos o tres habitaciones. La cocina se integraba desde proyecto a la sala para ganar espacio, aunque fuera una solución incómoda y generara molestias. En algunas viviendas convivían familias de hasta cinco miembros como los vecinos de Adrián lo que suponía unas condiciones de hacinamiento durante el confinamiento que generaba fuertes dificultades.
En los polígonos a partir de los sesenta eran habituales las viviendas de tres habitaciones una doble y dos sencillas como la que comparten Miguel hijo con la abuela y los tíos. Mayoritariamente, la cocina pasaba a ser una estancia separada abierta a fachada a través de una galería, se dejaba de lado la solución tan precaria de la cocina integrada de los polígonos anteriores. La disponibilidad de tres habitaciones y más superficies conllevó, en determinados entornos, a la cohabitación. Fanny, Miguel padre y Mateo compartían el piso con otras dos familias de tres miembros cada una, eran nueve en total, tres eran menores. Cada familia ocupaba una habitación y el resto del espacio era para la familia que realquilaba las habitaciones. Ellos vivieron el confinamiento en los 7,5 m2 de la habitación. Allí tenían todas sus pertenencias. El colchón de Mario de día se escondía bajo la cama para poder realizar las imprescindibles actividades diarias. También guardaban los utensilios necesarios para las comidas, comían en la misma habitación poniendo un mantel sobre la cama. La vivienda de María también era de tres habitaciones, la compartían ella y la señora Matilde que estaba muy delicada de salud y necesitaba estar conectada a una bombona de oxígeno lo que condicionaba muchos aspectos cotidianos. Durante el día, el salón comedor era el lugar central. La televisión lo pautaba todo, todo el día estaba encendida. María tenía otros dos espacios, la cocina y la habitación. Una habitación que suponía para ella la libertad de la “habitación propia”. Se encontraba bien en la habitación, tenía la sensación de descanso, de tranquilidad, de despreocupación, era su espacio.
3.2.3 Hacia fuera
En los barrios de bloques respecto a los de densificación cuesta más consolidar la vida asociativa. La dispersión y la distancia son elementos que complican la sociabilidad. Quizás por la carencia de comercios en las plantas bajas, por la discontinuidad de las edificaciones, por los huecos entre un bloque y otro o por la propia pendiente del terreno hacen más difícil el entramado vecinal tal y como nos decía Adrián. Con el confinamiento y a partir de la severa situación económica del barrio15 se activaron, de una manera más evidente de lo que hasta entonces habían sido, las redes vecinales de apoyo. Estas redes además de proporcionar ayuda y apoyo a quienes tenían alguna carencia también daban sentido y estímulo a quienes las organizaban como al propio Adrián.
Cuando se pudo salir por franjas horarias lo más significativo en el barrio de Trinitat Nova era que los espacios alrededor de los edificios se llenaban de niños, pero los pequeños parques infantiles estaban clausurados. Unos niños que vivían hacinados y que más allá del parque lo compartían todo no podían acudir a los juegos por las restricciones y eran advertidos por la policía. Entonces, en palabras de Adrián, era cuando se exclamaba y pensaba “no se dan cuenta de donde vivimos...”, ello le llevó a la reflexión de que no siempre las normas son aplicables por igual en todas partes.
Los comercios y servicios en estos barrios están lejos y no configuran un ámbito de sociabilidad. El reencuentro social, aunque fuera puntual y limitado, se daba en las puertas de los bares. En Trinitat Nova o La Pau hay pocos y están muy separados por la propia configuración del barrio, se encuentran en lugares muy puntuales, en una manzana en la que perduran edificios preexistentes o en algunos bajos de los edificios nuevos. Por eso, en bares como el Elvis cuando se permitió salir acogían grupos de personas de pie a su alrededor en un intento de recuperar encuentros perdidos. En otros casos, eran los equipamientos deportivos los que permitían la sociabilidad. Mateo suspiraba volver a entrenar, aunque tardó meses en poder hacerlo. Mientras tanto paseaba por el barrio de la mano de su padre. No salía al jardín, no jugaba en la calle, desde que llegaron a Barcelona no lo podía hacer, su condición administrativa irregular lo agravaba todo. Los servicios y comercios están, en muchos casos, en los centros comerciales. María, después de dos meses de estar en casa encerrada pudo empezar a salir cuando acudió una persona de apoyo de servicios sociales a cuidar a la señora Matilde y la liberaba una hora al día. La acera junto a la valla hacia el centro comercial La Maquinista situado en medio de un polígono industrial era su camino de libertad.
3.3 Los barrios de origen de autoconstrucción: mejores condiciones ambientales pero la precariedad social y habitacional son determinantes16
3.3.1 De fuera a dentro y de dentro a fuera
La mayoría de viviendas de los barrios de autoconstrucción disponen de patios, jardines o terrazas donde las macetas con flores, los árboles frutales o las parras son también una parte constitutiva fundamental. Poder gozar de la naturaleza, aunque confinada era un privilegio para las personas que vivían en estos barrios construidos a partir del trabajo propio, de los padres o de los abuelos. Para Maravillas, enferma de los pulmones, la posibilidad de estar rodeada de su pequeño paraíso de plantas y flores aliviaba su situación. Los dos años que estuvo clausurada hubieran sido mucho más pesados y difíciles en otro lugar. Entrar y salir, ver las horas y los días de forma tan cercana al exterior eran fundamentales para su bienestar.
En un lugar como Torre Baró, los vínculos entre vecindario cambian respecto al resto de la ciudad, las necesidades son diferentes y los recursos también. La leña forma parte de lo cotidiano, calentar la casa que en muchas ocasiones es muy húmeda porque está expuesta a los cuatro vientos, no está aislada y tampoco tiene un sistema de calefacción a no ser una estufa catalítica. Entre los vecinos se la prestaban en un momento en que era muy complicado ir a buscarla. También una ida en coche a comprar era un recurso, los comercios están lejos y cargados era muy difícil regresar a casa. Quien bajaba motorizado avisaba para subir aprovisionamientos. En casa de Andreu el vecindario era fundamental para el apoyo cotidiano, las pequeñas ayudas del día a día iban conformando el entramado vecinal que sustentaba las pequeñas carencias.
Para Andreu y las cuatro compañeras no había casi separación entre el dentro y el fuera de la casa. Cuando llegó el confinamiento sólo llevaban cinco meses y estaban en plenas tareas de acondicionamiento. Una parte importante de la actividad diaria era arreglar la casa, sacar escombros y habilitar todos los espacios. La primavera ayudó y podían pasar muchas horas en la terraza o en el huerto. El exterior de la casa era vital para Isabel y su familia. La calle y la terraza al otro lado de la calle eran parte del hogar, era el lugar de estar, el sitio de tender la ropa o de juego de los niños. La fuente de la esquina, bajo el árbol, era el lugar fresco para pasar las tardes de primavera y principios de verano.
3.3.2 Hacia dentro
La casa de Maravillas es la casa de la familia, la que se construyeron con sus manos. Es una casa acogedora con todo lo que necesita. Tiene tres habitaciones, la suya, la del hijo y la de la hija ya independizada. La sala-comedor con el ordenador en la mesa era el centro del día a día, al lado está la cocina y detrás el baño. Vivió el confinamiento con el hijo de 15 años, que cursaba cuarto de ESO forzadamente online. Los maestros llamaban a menudo, pero todo era complicado y debían hacer turnos para utilizar el ordenador. La convivencia era tranquila, pero ambos estaban desconcertados.
Las carencias se evidenciaron como nunca en casa de Isabel y José, normalmente hacían la vida fuera, pero los días más duros del confinamiento estaban dentro, encerrados, el miedo y la precariedad lo invadía todo. Las superficies mínimas, los servicios precarios y las malas condiciones de la vivienda les pesaban como nunca. En aquellos momentos no valían ni las vistas ni los árboles. Su economía basada en el comercio ambulante se había paralizado, no había trabajo, no había dinero y la situación era muy mala.
Las dos viviendas que ocupaban Andreu y las cinco compañeras tenían unos escasos 30 m2 cada una, a pesar de que también eran precarias y estaban en pleno proceso de acondicionamiento, su situación económica estable les permitía disfrutar de la tranquilidad y el bienestar de aquellos días y podían trabajar duro para poner las casas a punto. El estar, el día a día, y la convivencia se realizaban fuera. Las casitas daban pocas opciones dentro: tan solo dormir e higiene. Cocinar, en muchas ocasiones, también se hacía en el exterior. Tenían las estancias imprescindibles pero suficientes para cubrir todas las necesidades. Si llovía las cosas se complicaban ya que las casas no estaban acondicionadas y tenían humedades. Entonces se acurrucaban y jugaban al Catan, pasaban las horas lluviosas y salían de nuevo cuando el tiempo despejaba.
3.3.3 Hacia fuera
Las primeras posibilidades de salir hacían de la casa de Andreu el lugar de referencia de los amigos. La terraza, el huerto, la hamaca pasaban a ser el exterior de muchos. La ciudad no presionaba, desde sus casas veían lejos y tenían servicios cerca, en el pequeño núcleo de Can Baró. Estaban bien cómo estaban y sus salidas eran cercanas. Para Isabel, en cambio, las vistas no bastaban, poder alargar la mirada no era suficiente y sólo, al cabo de muchos días, cuando los mercados empezaron a recuperar cierta actividad comenzó a respirar.
4. Conclusiones
El trabajo nos ha permitido desvelar unas condiciones diferenciadas de los barrios definidos como frágiles en los términos apuntados (a partir de los indicadores de incidencia de contagio, renta y densidad) en función de las características habitacionales marcadas por la configuración del barrio y su tejido residencial. La morfología de los barrios y las viviendas son determinantes en una situación excepcional de confinamiento como el vivido durante la primera oleada de la pandemia de la COVID-19 y pueden suponer vivencias muy diferenciadas a pesar de ser barrios con unos condicionantes socioeconómicos similares.
Traspasar cartográficamente de la división de sección censal al tejido residencial y poder identificar manzana a manzana cada una de las áreas, nos ha conllevado un cambio de escala y un salto de una división administrativa a una organización por tejidos y configuraciones residenciales que aportan una dimensión física valiosa. Plantear el análisis a partir de las tramas urbanas diferenciando la de densificación, los polígonos de los años cincuenta, los de los sesenta en adelante y las zonas de autoconstrucción da más solidez y coherencia al discernimiento de los condicionantes físicos de los barrios, los edificios y las viviendas durante el encierro.
El estudio documental exhaustivo de los proyectos de urbanización, de las licencias de obras y del catastro de cada una de las zonas seleccionadas nos ha permitido tipificar tejidos, edificios y viviendas proporcionándonos un escenario habitacional muy preciso a la hora de recoger las experiencias de los usuarios. Las entrevistas nos han aportado la dimensión humana y experiencial del día a día en estos lugares, nos han permitido conocer aquellas circunstancias que dificultaban el día a día, lo limitaban o se convertían en oportunidades o protecciones. Unas vivencias que forzosamente no son estrictamente físicas, sino que en muchas ocasiones han derivado hacia aspectos emocionales inseparables en estas circunstancias.
Sin duda, hay unas constantes que se repiten en las diferentes áreas como es la superficie reducida de las viviendas en todos los casos, pero penalizó más durante aquellos días no disponer de un pequeño espacio exterior a manera de balcón o terraza. Por otro lado, la densidad urbana de alguno de los barrios no castigaba especialmente a quienes vivían en estos barrios frente a los de los bloques aislados ya que aportaba otros factores que facilitaban la socialización o acompañamiento como son las propias azoteas y el acceso a los servicios lo que proporcionaba autonomía a sectores muy amplios de la población. La propia configuración aislada de los edificios de los polígonos residenciales permitía más perspectiva visual y soleamiento, pero en algunos casos estas circunstancias producían desamparo y la lejanía a los servicios se convertía en un problema para algunas de las personas.
Paralelamente, las zonas urbanas menos articuladas y en peores condiciones urbanísticas y de servicios, como son los barrios de origen de autoconstrucción, al disponer de espacios exteriores pudieron campear mejor las circunstancias del confinamiento.
En definitiva, unas diferencias que apuntan una diversidad vivencial en función de las características físicas de estos barrios más allá de los indicadores sanitarios, económicos y sociales que los homogenizan. Una variabilidad que nos muestra la utilidad de transitar hacia la realidad concreta de las diferentes áreas de la ciudad y que, además, nos sirve para matizar y visualizar las diferentes realidades vividas durante la primera oleada de la pandemia.
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6. Lista de Acrónimos/Siglas
AGAUR | Agència de Gestió d’Ajuts Universitaris i de Recerca |
AMCB | Arxiu Municipal Contemporani de Barcelona |
IGOP | Institute of Goverment and Public Policy |
IMHAB | Institut Municipal d’Habitatge i Rehabilitació |
OSH | Obra Sindical del Hogar |
1 Barcelona ciudad frágil proyecto de investigación de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) financiado por la Generalitat de Catalunya. Convocatòria Pandèmies AGAUR, 2020.
2 Torre Baró-Ciutat Meridiana, Trinitat Vella, Les Roquetes, La Barceloneta, Santa Caterina-Sant Pere-La Ribera y Raval Norte.
3 El Índice de Vulnerabilidad Urbana (IVU) de los municipios de Barcelona se puede consultar en: Índex de vulnerabilitat social dels municipis de la demarcació de Barcelona Diputació de Barcelona. Edició 2020. Metodologia i resultats.
4 El suavizado es una estrategia estadística para corregir posibles desviaciones por situaciones “anecdóticas”, de modo que el valor “en bruto” de una sección censal se trata a partir de una fórmula matemática que incluye los valores de las secciones censales del entorno. En este caso se trata de datos suavizados de personas positivas por 100 000 habitantes y sin considerar a las personas afectadas en las residencias geriátricas.
5 El sumatorio máximo son 200 (100 por renta +100 por incidencia)
6 Relación de las secciones censales más frágiles a partir de la ordenación ponderada por renta e incidencia: (1) Roquetes 801908070, (2) Roquetes 801908073, (3) Roquetes 801908074, (4) Turó de la Peira 801908041, (5) Zona Franca 801903025, (6) Verdum 801908077, (7) Roquetes 801908071, (8) Trinitat Vella 801909002, (9) Trinitat Vella 801909001, (10) Verdum 801908078, (11) Trinitat Nova 801908103, (12) Roquetes 801908069, (13) Carmel 801907065, (14) Vallbona 801908116, (15) Prosperitat 801908088, (16) Carmel 801907073, (17) Verdum 801908081, (18) Roquetes 801908072, (19) Canyelles 801908064, (20) Torre Baró 801908109, (21) La Pau 801910143, (22) Porta 801908030, (23) Torre Baró 801908108, (24) Turó de la Peira 801908047, (25) Roquetes Altes 801908065, (26) Verdum 801908082, (27) Prosperitat 801908087, (28) Porta 801908029, (29) Trinitat Nova 801908107.
7 Secciones censales organizadas por Barrios*:
Roquetes: 7 secciones censales (puestos 1, 2, 3, 7, 12, 18 y 25) / Verdum: 4 secciones censales (puestos 6, 10, 17 y 26) / Turó de la Peira: 2 secciones censales (4 y 24) / Zona Franca: 1 sección censal (5) / Trinitat Vella: 2 secciones (8 y 9) / Trinitat Nova: 2 secciones censales (11 y 29) / Carmel: 2 secciones censales (13 y 16) / Vallbona: 1 sección censal (14) / Prosperitat: 2 secciones censales (15 y 27) / Canyelles: 1 sección censal (19) / Torre Baró: 2 secciones censales (20 y 23) / La Pau: 1 sección censal (21) / Porta: 2 secciones censales (22 y 28)
* El puesto entre paréntesis corresponde a la posición de la sección censal respecto a las 29 seleccionadas.
8 Se trata de una calle situada en el barrio de la Prosperitat. Data de los años veinte cuando se urbanizaron los terrenos de Can Dragó a las afueras del que había sido el municipio de Sant Andreu. Una calle que a partir de 1955 se densificó intensivamente.
9 En la revista Cuadernos de Arquitectura de 1974 ya se puede apreciar que muchos de los balcones ya están acristalados (Cuadernos de arquitectura,1974)
10 En la publicación Veus confinades: entrevistes sobre l’experiència i percepció de l’espai durant la pandèmia de Covid-19 a Barcelona coordinada por Marta Serra-Permànyer y Carlos Bitrián se transcriben todas las entrevistas realizadas por investigaciones. En algunos casos, una misma entrevista ha podido ser utilizada en más de una investigación. (Bitrián & Serra-Permànyer, 2023). http://hdl.handle.net/2117/387007
11 Los nombres en cursiva son ficticios para proteger la identidad de los entrevistados.
12 Los nombres en cursiva son ficticios para proteger la identidad de los entrevistados.
13 Para apreciar las características urbanas de estos Barrios y algunas vivencias durante la pandemia se puede visualizar el vídeo Barcelona ciutat fràgil. Teixit residencial densificat. Projecte Barcelona ciutat fràgil. Idea original: Maribel Rosselló. Colaboración: Mar Casterlenas, Helena Majó y Marta Serra Permanyer. Realización: FRAU recerques visuals https://zonavideo.upc.edu/video/6357d98467483221a830fe32
14 Para apreciar las características urbanas de estos Barrios y algunas vivencias durante la pandemia se puede visualizar el vídeo Barcelona ciutat fràgil. Primers polígons públics i privats dels anys cinquanta. Projecte Barcelona ciutat fràgil. Idea original: Maribel Rosselló. Colaboración: Mar Casterlenas, Helena Majó y Marta Serra-Permanyer. Realización: FRAU recerques visuals.
https://zonavideo.upc.edu/video/6357dcce67483221d15793c5
También el vídeo: Barcelona ciutat fràgil. Polígons residencials i conjunts de blocs d’habitatges posteriors als anys seixanta. Projecte Barcelona ciutat fràgil. Idea original: Maribel Rosselló. Colaboración: Mar Casterlenas, Helena Majó y Marta Serra-Permanyer. Realización: FRAU recerques visuals. https://zonavideo.upc.edu/video/6357e0a2674832222425c1f2
15 La renta media disponible per cápita de los hogares de Barcelona (€/Año) en 2020 era de 20 667 y la de Trinitat Nova de 11 507. Datos estadísticos proporcionados por el Ayuntamiento de Barcelona (comprobados noviembre 2024): http://hdl.handle.net/11703/131187
16 Para apreciar las características urbanas de estos Barrios y algunas vivencias durante la pandemia se puede visualizar el vídeo: Barcelona ciutat fràgil. Habitatge i confinament als barris d’origen d’auto-construcció. Idea original: Maribel Rosselló. Colaboración: Mar Casterlenas, Helena Majó y Marta Serra-Permanyer. Realización: FRAU recerques visuals. https://zonavideo.upc.edu/video/6357d700674832217b750542