Si bien una de las características de los colectivos sociopolíticos tiene que ver con el hecho de que en general se trata de grupos construidos en el sentido de que no son naturales (“imagined communities”, Anderson, 1983), las diferencias observadas entre ellos les confieren al menos cierta ilusión de realidad, llegando incluso algunas de ellas a dibujar fronteras que se pueden interpretar de manera más o menos objetiva, es decir que inducen a concebir los colectivos asociados a ellas en términos naturales. Con todo, al lado de este tipo de fronteras que ignoran la diversidad inherente en cualquier grupo (Ambadiang, Palacios y García Parejo, en prensa), cabe imaginar otras fronteras, de naturaleza menos estática y más acorde con la dinámica característica de las situaciones de contacto. De acuerdo con esta última perspectiva, nos proponemos indagar en la relevancia que tienen tanto las propias diferencias lingüísticas y culturales como su uso en la construcción de la identidad individual y colectiva por parte de los jóvenes ecuatorianos residentes en un contexto muy específico de contacto: Madrid. A partir de la narración que se recoge en las respuestas abiertas en un cuestionario aplicado a 56 estudiantes ecuatorianos de Educación Secundaria intentamos determinar cómo construyen discursivamente su identidad social, así como el papel que desempeña la variación lingüística en este proceso. Nuestros datos sugieren que los procesos de categorización de los jóvenes ecuatorianos se distribuyen alrededor de tres estrategias básicas que pasan por considerar al colectivo español como: (i) una mera comparación; (ii) una fuente de categorizaciones, generalmente negativas; y (iii) una imagen especular.