EL IMPACTO DE LOS ROLES DE GÉNERO EN LAS ACTITUDES SEXISTAS DEL COLECTIVO ADOLESCENTE EN EL ÁMBITO ESCOLAR
The impact of gender roles on the sexist attitudes of adolescents in the school environment


GLADYS MERMA-MOLINA(1), DIEGO GAVILÁN-MARTÍN(1), DAVID MOLINA MOTOS(2) Y MAYRA URREA-SOLANO(1)
(1) Universidad de Alicante (España )
(2) Instituto de Educación Secundaria Biar (España)


DOI: 10.13042/Bordon.2021.81390
Fecha de recepción: 22/06/2020 • Fecha de aceptación: 22/04/2021
Autora de contacto / Corresponding author: Gladys Merma-Molina. E-mail: gladys.merma@ua.es


INTRODUCCIÓN. El sexismo y la violencia de género son problemáticas sociales graves. Los objetivos del estudio son: 1) analizar los estereotipos y roles de género en los comportamientos de la población adolescente, que permean en las actitudes sexistas y 2) identificar posibles relaciones entre la autoatribución de roles de género y las actitudes sexistas. MÉTODO. Se diseñó un estudio de corte transversal. Participaron 1508 adolescentes. La media de distribución de edades fue de M=14.83. Se utilizaron dos instrumentos: la Traditional Masculinity-Femininity Scale y el cuestionario Gender Role Attitude Scale. RESULTADOS. 1) El colectivo adolescente adopta roles típicamente masculinos y femeninos, y prevalece la autoidentificación masculina y hegemónica; 2) hay una concentración de roles más estereotipados masculinos y femeninos en la adolescencia temprana; 3) existen diferencias en la autoatribución de los roles de género en función de los estudios de los progenitores y 4) el análisis de la dispersión muestra que los hombres son más sexistas y 5) el análisis de regresión confirma que los roles de género tradicionales incrementan el riesgo de actitudes sexistas. DISCUSIÓN. Se concluye que hay un nivel medio de sexismo, siendo los adolescentes más sexistas que las adolescentes. La masculinidad, tradicionalmente entendida, es más sexista en sus actitudes hacia la igualdad de roles que la feminidad. La influencia de las madres en el desarrollo de la identidad de género es menor y los padres son un factor predictivo de los roles de género de los adolescentes. Hay una correlación positiva entre la autoatribución de roles de género tradicionales y las actitudes sexistas, por lo que dichos roles aumentan el riesgo de estas actitudes.

Palabras clave: Género, Diferencias de género, Identidad de género, Sexismo, Adolescencia, Estudiantes de educación secundaria.


Introducción

Los roles de género son construcciones sociales que expresan los valores, conductas y actividades que asigna una sociedad a las personas en función de si es hombre o mujer y que varían teniendo en cuenta el tiempo y las culturas (Croft et al., 2020Croft, A., Atkinson, C., Sandstrom, G., Orbell, S. y Aknin, L. (2020). Loosening the GRIP (Gender Roles Inhibiting Prosociality) to promote gender equality. Personality and Social Psychology Review, 25(1), 66-92. https://doi.org/10.1177/1088868320964615; Eagly y Wood, 2016Eagly, A. H. y Wood. W. (2016). Social role theory of sex differences. En A. Wong, M. Wickramasinghe, R. Hoogland y N. A. Naples (eds.), The Wiley Blackwell Encyclopedia of gender and sexuality studies (pp. 1-3). Wiley Blackwell. https://doi.org/10.1002/9781118663219.wbegss183; Eisend, 2019Eisend, M. (2019). Gender roles. Journal of Advertising, 48(1), 72-80. https://doi.org/10.1080/00913367.2019.1566103). Dicho concepto no solo designa las funciones, sino también dicta las pautas sobre cómo deben ser, sentir y actuar unos y otros dependiendo del sexo al que pertenecen (Houston y Thomae, 2016Houston, D. M. y Thomae, M. (2016). The impact of gender ideologies on men’s and women’s desire for a traditional or non-traditional partner. Personality and Individual Differences, 95, 152-158. https://doi.org/10.1016/j.paid.2016.02.026) e incluye dos tipos de expectativas consensuadas: por una parte, un conjunto de experiencias descriptivas acerca de lo que los hombres y mujeres, como miembros de un grupo, hacen (Wood y Fixmer-Oraiz, 2017Wood, J. T. y Fixmer-Oraiz, N. (2017). Gendered lives: Communication, gender and culture (12th ed.). Cengage Learning.); y, por otra, las expectativas prescriptivas sobre lo que las mujeres y hombres, como miembros de una sociedad, deberían hacer o idealmente harían. Estos roles, que implican la asignación de tareas diferenciadas por razón del sexo, promueven la desigualdad y/o justifican comportamientos sexistas e incluso la violencia de género (Fiske, 2018Fiske, S. T. (2018). Stereotype content: warmth and competence endure. Current Directions in Psychological Science, 27(2), 67-73. https://doi.org/10.1177/0963721417738825).

Kachel et al. (2016Kachel, S., Steffens, M. C. y Niedlich, C. (2016). Traditional masculinity and femininity: Validation of a new scale assessing gender roles. Frontiers in Psychology, 7(956), 1-19. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2016.00956) y Krahé (2018Krahé, B. (2018). Gendered self-concept and the aggressive expression of driving anger: Positive femininity buffers negative masculinity. Sex Roles, 79, 98-108. https://doi.org/10.1007/s11199-017-0853-9) han identificado un constructo específico vinculado con el rol de género, el autoconcepto del rol de género, que se define como la medida en que una persona se describe a sí misma como típicamente masculina y/o femenina y que se resume a través de tres variables: la adopción del rol de género, la preferencia del rol y la identidad del rol de género. La primera se refiere a la manifestación real, es decir, a cómo una persona masculina-femenina se considera a sí misma; la segunda, al grado de masculinidad-feminidad, esto es, cómo le gustaría ser idealmente; y la tercera, la identidad del rol de género, se refiere a la comparación de las normas sociales y las características del individuo vinculadas con el género, por ejemplo, cómo se ve una persona en comparación con las apariencias típicas de género esperadas según las normas sociales. El autoconcepto del rol de género cambia y se desarrolla a lo largo de la vida de una persona y esta dinamicidad apoya la tesis de la intensificación del género (Sravanti y Sagar, 2020Sravanti, L. y Sagar, J. V. (2020). Gender intensification in adolescence. Journal of Psychosexual Health, 2(2), 190-191. https://doi.org/10.1177/2631831820924593). Por ello, durante la preadolescencia, se interiorizan más los estereotipos de género en los hombres (Martínez-Marín, 2020Martínez-Marín, M. D., Martínez, C. y Paterna, C. (2020). Gendered self-concept and gender as predictors of emotional intelligence: A comparison through of age. Current Psychology, 1-14. https://doi.org/10.1007/s12144-020-00904-z), y las diferencias de género aumentan entre las mujeres y los hombres debido a la mayor presión para ajustarse a los estereotipos tradicionales de los roles de género. Halpern (2014Halpern, H. P. (2014). Parents’ gender ideology and gendered behavior as predictions of children’s gender-role attitudes: A longitudinal exploration (tesis doctoral). University of Massachusetts. ) defiende la idea de que los estereotipos de género se incrementan o disminuyen durante la adolescencia dependiendo del entorno social del individuo, especialmente de las experiencias e influencias de género en la familia y del grupo de iguales, pero el centro educativo es el contexto donde el sujeto adolescente concluye el proceso de construcción de su identidad de género (Muñiz y Monreal, 2017Muñiz, M. y Monreal, M. C. (2017). Violencia de pareja virtual y ajuste psicosocial en la adolescencia desde la perspectiva de género. International Journal of Developmental and Educational Psychology. INFAD Revista de Psicología, Monográfico 1, 115-124. https://doi.org/10.17060/ijodaep.2017.n1.v2.924). Así, ha quedado demostrado que las personas con una buena educación tienen menos estereotipos de género que las personas con menor educación (Madolell et al., 2020Madolell, R., Gallardo, M. A. y Alemany, I. (2020). Los estereotipos de género y actitudes sexistas de los estudiantes universitarios en un contexto multicultural. Profesorado. Revista de Currículum y Formación del Profesorado, 24(1), 284-303. https://doi.org/10.30827/profesorado.v24i1.8148).

La adolescencia temprana (de 12 a 15 años) es un periodo de transición donde se adquieren muchas conductas que estarán presentes de por vida, no solo relacionadas con la salud y el bienestar, sino también con la identidad de género (Saewyc, 2017Saewyc, E. (2017). A global perspective on Gender roles and identity. Journal of Adolescent Health, 61(4), S1-S54. https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2017.07.010). Blum et al. (2017Blum, R. W., Mmari, K. y Moreau, C. (2017). It begins at 10: How gender expectations shape early adolescence around the world. Journal of Adolescent Health, 61(4), S3-S4. https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2017.07.009) han demostrado que en esta etapa se produce la brecha de género, por lo que es clave prevenir el inicio y la escalada de roles de género tradicionales, comportamientos sexistas y la violencia de pareja. Por tanto, es un periodo crucial para el establecimiento de relaciones de género porque se produce la consolidación de las habilidades, la expansión de las relaciones entre iguales y la construcción de nuevas redes sociales y de parejas sentimentales (Ramiro-Sánchez et al., 2018Ramiro-Sánchez, T., Ramiro, M. T., Bermúdez, M. P. y Buela-Casal, G. (2018). Sexism in adolescent relationships: A systematic review. Psychosocial Intervention, 27(3), 123-132. https://doi.org/10.5093/pi2018a19; Rebollo-Catalán et al., 2017Rebollo-Catalán, Á., Ruiz-Pinto, E. y García-Pérez, R. (2017). Preferencias relacionales en la adolescencia según el género. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 19(1), 58-72. http://doi.org/10.24320/redie.2017.19.1.1022). Diversas investigaciones realizadas con población adolescente española (véase Azorín, 2017Azorín, C. M. (2017). Actitudes hacia la igualdad de género en una muestra de estudiantes de Murcia/Attitudes towards gender equality in a sample of students from Murcia. Revista Complutense de Educación, 28(1), 45-60. https://doi.org/10.5209/rev_RCED.2017.v28.n1.48715; Calvo, 2018Calvo, G. (2018). Las identidades de género según las y los adolescentes. Percepciones, desigualdades y necesidades educativas. Contextos Educativos, 21, 169-184. http://doi.org/10.18172/con.3311; Carrera-Fernández et al., 2017Carrera-Fernández, M. V., Almeida, A. M., Cid-Fernández, X. M., González-Fernández, A., Lameiras-Fernández, M. y Rodríguez-Castro, Y. (2017). Actitudes hacia la homosexualidad en adolescentes gallegos/as: aportaciones de la Pedagogía Queer. Revista de Estudios e Investigación en Psicología y Educación, 8, 30-34. https://doi.org/10.17979/reipe.2017.0.08.2337; De la Osa et al., 2015De la Osa, Z., Gómez, S. A. y Gómez, I. P. (2015). Creencias adolescentes sobre la violencia de género. Sexismo en las relaciones entre adolescentes. European Journal of Investigation in Health, Psychology and Education, 3(3), 265-275. https://doi.org/10.1989/ejihpe.v3i3.49), así como en otros países de habla hispana (por ejemplo, Hernández y González, 2016Hernández, A. y González, J. (2016). Los roles y estereotipos de género en los comportamientos sexuales de los jóvenes de Coahuila, México: aproximación desde la Teoría Fundamentada. Ciencia ergo-sum, 23(2), 112-120. ), muestran que existe desigualdad y falta de equidad en las relaciones de género y en la vida sexual de la población adolescente. Otros estudios, como el de Gutiérrez et al. (2019Gutiérrez, B. C., Halim, M. L. D., Martínez, M. A. y Arredondo, M. (2019). The heroes and the helpless: The development of benevolent sexism in children. Sex Roles, 82(9), 558-569. https://doi.org/10.1007/s11199-019-01074-4), en cambio, sostienen que en los países occidentales las formas tradicionales de comportamientos sexistas son poco habituales y que las concepciones del sexismo basadas en diferencias biológicas han evolucionado hacia otras formas de “sexismo benevolente” (Glick y Fiske, 1996Glick, P. y Fiske, S. T. (1996). The ambivalent sexism inventory: Differentiating hostile and benevolent sexism. Journal of Personality and Social Psychology, 70, 491-512. https://doi.org/10.1037/0022-3514.70.3.491). En cualquier caso, toda actitud sexista es hostil porque tiene un papel central en el mantenimiento de las desigualdades y, a medio o largo plazo, en la violencia en la pareja (García-Díaz et al., 2018García-Díaz, V., Lana-Pérez, A., Fernández-Feito, A., Bringas-Molleda, C., Rodríguez-Franco, L. y Rodríguez-Díaz, F. J. (2018). Actitudes sexistas y reconocimiento del maltrato en parejas jóvenes. Atención Primaria, 50(7), 398-405. https://doi.org/10.1016/j.aprim.2017.04.001; Héber et al., 2017Hébert, M., Blais, M. y Lavoie, F. (2017). Prevalence of teen dating victimization among a representative sample of high school students in Quebec. International Journal of Clinical and Health Psychology, 17, 225-233. https://doi.org/10.1016/j.ijchp.2017.06.001; Sánchez et al., 2017Sánchez, V., Muñoz-Fernández, N. y Vega-Gea, E. (2017). Peer sexual cybervictimization in adolescents: Development and validation of a scale. International Journal of Clinical and Health Psychology, 17, 171-179. https://doi.org/10.1016/j.ijchp.2017.04.001; Vega-Gea et al., 2016Vega-Gea, E., Ortega-Ruiz, R. y Sánchez, V. (2016). Peer sexual harassment in adolescence: Dimensions of the sexual harassment survey in boys and girls. International Journal of Clinical and Health Psychology, 16, 47-57. https://doi.org/10.1016/j.ijchp.2015.08.002).

Los hombres que desempeñan roles de género más tradicionales tienen un mayor riesgo de participar en la violencia en la pareja, ya que sus creencias abarcan la expectativa de que ellos deben estar en una posición social que les otorgue privilegios y poder sobre las mujeres. Conforme a esto, es posible afirmar que la violencia contra las mujeres ocurre en gran medida por los roles masculinos tradicionales y dominantes que definen la masculinidad. Al ser esta una parte esencial de la identidad de los hombres, cuando la ven amenazada, tratan de reforzarla mediante un comportamiento violento hacia las mujeres (Alsaleh, 2020Alsaleh, A. (2020). Violence against Kuwaiti women. Journal of Interpersonal Violence, 1(22). https://doi.org/10.1177/0886260520916280). De acuerdo con este razonamiento, las actitudes tradicionales de los roles de género podrían estar fuertemente relacionadas con la violencia ejercida entre la juventud. En esta línea, Set y Ergin (2020Set, Z. y Ergin, O. (2020). The investigation of the mediator effect of sexism and defense style in the relationship between homophobia and aggression. Archives of Neuropsychiatry, 57(2), 113-119. https://doi.org/10.29399/npa.24743) demostraron que los roles de género tradicionales están relacionados con el sexismo, la homofobia y la agresión en este colectivo. También García-Cueto et al. (2015García-Cueto, E., Rodríguez-Díaz, F. J., Bringas-Molleda, C., López-Cepero, J., Paíno-Quesada, S. y Rodríguez-Franco, L. (2015). Development of the gender role attitudes scale (GRAS) amongst young Spanish people. International Journal of Clinical and Health Psychology, 15(1), 61-68. https://doi.org/10.1016/j.ijchp.2014.10.004), en el contexto español, han identificado conductas violentas entre la población adolescente vinculadas con roles de género tradicionales, sugiriendo que estas provocan actos violentos. Sin embargo, pese a que la violencia perpetrada en las relaciones de pareja puede estar motivada por las actitudes sexistas, no se ha examinado con profundidad la importancia de la construcción de los roles de género en la adolescencia. Algunos roles tradicionales de los hombres y las mujeres han cambiado, tal es así que a día de hoy ambos se consideran igualmente competentes para todo; pero, aun así, las mujeres se siguen ubicando en la dimensión de expresividad-comunalidad, mientras que los hombres se encuentran en las dimensiones de agencia-instrumentalidad (Eagly et al., 2020Eagly, A. H., Nater, C., Miller, D. I., Kaufmann, M. y Sczesny, S. (2020). Gender stereotypes have changed: A cross-temporal meta-analysis of US public opinion polls from 1946 to 2018. American Psychologist, 75(3), 301-315. https://doi.org/10.1037/amp000049); esto ha ocasionado situaciones como la segregación ocupacional de género y la escasa presencia de hombres en las funciones dominadas por las mujeres. En suma, aunque los estereotipos culturales y los roles de género que rigen el comportamiento de las mujeres han cambiado para que estas “sean más como los hombres”, no ha habido un cambio similar en el comportamiento de los hombres (Croft et al., 2020Croft, A., Atkinson, C., Sandstrom, G., Orbell, S. y Aknin, L. (2020). Loosening the GRIP (Gender Roles Inhibiting Prosociality) to promote gender equality. Personality and Social Psychology Review, 25(1), 66-92. https://doi.org/10.1177/1088868320964615; England et al., 2020England, P., Levine, A. y Mishel, E. (2020). Progress toward gender equality in the United States has slowed or stalled. Proceedings of the National Academy of Sciences, 117(13), 6990-6997. https://doi.org/10.1073/pnas.1918891117).

La teoría social de los roles de género (Eagly y Wood, 2012Eagly, A. H. y Wood, W. (2012). Social role theory. En P. van Lange, A. Kruglanski y E. T. Higgins (eds.), Handbook of theories in social psychology (pp. 458-476). Sage. http://doi.org/10.4135/9781446249222.n49; Eagly et al., 2020Eagly, A. H., Nater, C., Miller, D. I., Kaufmann, M. y Sczesny, S. (2020). Gender stereotypes have changed: A cross-temporal meta-analysis of US public opinion polls from 1946 to 2018. American Psychologist, 75(3), 301-315. https://doi.org/10.1037/amp000049) proporciona una explicación interesante sobre las diferencias de género en el comportamiento y plantea que, debido a una combinación de factores biológicos, por ejemplo, el mayor tamaño físico de los hombres o la capacidad reproductiva de las mujeres, y factores sociales, como la economía y las culturas locales, los hombres y las mujeres ocupan papeles sociales diferentes dentro de una sociedad, lo que da lugar a los roles sociales y a la expectativas de los roles de género (Diekman y Clark, 2015Diekman, A. B. y Clark, E. K. (2015). Beyond the damsel in distress: Gender differences and similarities in enacting prosocial behavior. En D. A. Schroeder y W. G. Graziano (eds.), The Oxford handbook of prosocial behavior (pp. 376-391). Oxford University Press.). La teoría deja entrever que si los hombres y las mujeres asumieran nuevos roles, con nuevas exigencias, se produciría un cambio de las creencias estereotipadas. No obstante, en la mayoría de países occidentales se ha manifestado una asimetría sistemática en el grado en que los roles de género han cambiado a lo largo del tiempo. En concreto, los rasgos y roles de las mujeres se han transformado rápidamente, pero la rigidez de los estereotipos y las expectativas tradicionalmente masculinas se han mantenido relativamente estables debido a la influencia de una serie de factores internos (por ejemplo, de autoestereotipos) y externos (por ejemplo, sanciones sociales) que limitan el interés de los hombres por adoptar roles comunitarios (Block et al., 2019Block, K., Croft, A., De Souza, L. y Schmader, T. (2019). Do people care if men don’t care aboutcaring? The asymmetry in support for changing gender roles. Journal of Experimental Social Psychology, 83, 112-131. https://doi.org/10.1016/j.jesp.2019.03.013; Croft et al., 2015Croft, A., Schmader, T. y Block, K. (2015). An underexamined inequality: Cultural and psychological barriers to men’s engagement with communal roles. Personality and Social Psychology Review, 19(4), 343-370. https://doi.org/10.1177/1088868314564789).

Las actitudes sexistas y la adolescencia

Las actitudes sexistas son fruto de una evaluación afectiva, cognitiva y conductual que se hace de una persona atendiendo a su categoría sexual (Lameiras, 2004Lameiras, M. (2004). El sexismo y sus dos caras: De la hostilidad a la ambivalencia. Anuario de Sexología, 8, 91-102.). Este sexismo tradicional ha cambiado y ha dado paso a una forma denominada sexismo ambivalente, que está constituido, a su vez, por dos tipos de sexismo: el sexismo hostil y el benévolo. El primero se basa en la idea de que las mujeres son inferiores a los hombres y se caracteriza por la desconfianza y los sentimientos adversos hacia la pareja, legitimando el abuso de las mujeres (Glick y Fiske, 1996Glick, P. y Fiske, S. T. (1996). The ambivalent sexism inventory: Differentiating hostile and benevolent sexism. Journal of Personality and Social Psychology, 70, 491-512. https://doi.org/10.1037/0022-3514.70.3.491). En cambio, el sexismo benévolo está oculto, es sutil y parece no ser dañino, por lo que se produce en las situaciones cotidianas; de esta manera, se naturalizan roles diferenciados para los hombres (ser el de jefe de la familia) y para la mujer (ser la responsable del cuidado de los menores, de las personas dependientes y de las tareas del hogar) (Madolell et al., 2020Madolell, R., Gallardo, M. A. y Alemany, I. (2020). Los estereotipos de género y actitudes sexistas de los estudiantes universitarios en un contexto multicultural. Profesorado. Revista de Currículum y Formación del Profesorado, 24(1), 284-303. https://doi.org/10.30827/profesorado.v24i1.8148).

En el contexto español, son muchas las voces que consideran que los jóvenes tienen una tendencia mayor que sus contrapartes femeninas al sexismo tanto hostil como benévolo (Esteban-Ramiro y Fernández-Montaño, 2017Esteban-Ramiro, B. y Fernández-Montaño, P. (2017). ¿Actitudes sexistas en jóvenes?: exploración del sexismo ambivalente y neosexismo en población universitaria. Femeris, 2(2), 137-153. https://doi.org/10.20318/femeris.2017.3762), y esta, además, se puede agravar por la interseccionalidad de otros elementos como la religión, la etnia o la clase social. En esta línea, Madolell et al. (2020Madolell, R., Gallardo, M. A. y Alemany, I. (2020). Los estereotipos de género y actitudes sexistas de los estudiantes universitarios en un contexto multicultural. Profesorado. Revista de Currículum y Formación del Profesorado, 24(1), 284-303. https://doi.org/10.30827/profesorado.v24i1.8148), en un estudio con 615 estudiantes españoles de la ciudad de Melilla, muestran la existencia de diferencias significativas entre los hombres y mujeres de las dos culturas mayoritarias que coexisten en dicha ciudad, la europea y la bereber. Los autores concluyen que la religión influye en la aparición de estereotipos y actitudes sexistas. También León y Aizpurúa (2020León, C. M. y Aizpurúa, E. (2020). ¿Persisten las actitudes sexistas en los estudiantes universitarios? Un análisis de su prevalencia, predictores y diferencias de género. Educación XX1, 23(1), 275-296. https://doi.org/10.5944/educxx1.23629 ) evalúan el grado de sexismo entre el alumnado universitario español, en el que se encontraron puntuaciones más elevadas para los hombres, tanto en las subescalas de sexismo hostil como benevolente; asimismo, mostraron que ser creyente predice actitudes más sexistas tanto en hombres como en mujeres. Rodríguez-Otero y Mancinas-Espinoza (2016Rodríguez-Otero, L. M. y Mancinas-Espinoza, S. E. (2016). Nivel de sexismo y estereotipos de género en estudiantes de Trabajo Social Regiomontanas. Azarbe. Revista Internacional de Trabajo Social y Bienestar, 5, 19-30.) analizan otra variable cultural, el uso del lenguaje, y señalan que los jóvenes identifican a la mujer con adjetivos relacionados con los sentimientos de ternura, delicadeza, sensibilidad, calidad, frente a la fortaleza, estabilidad, posesión y poder, que son atribuidas a los hombres.

Si bien se ha investigado de forma prolífica la discriminación de las mujeres, estas también pueden tener actitudes sexistas y hostiles hacia su pareja o creencias tradicionales que se configuran a través de roles asignados por género o incluso por sexo. Esto nos lleva a proponer, en este estudio, la utilización de una escala para la evaluación de roles de género y actitudes sexistas tanto para los hombres como para las mujeres.

Según las evidencias teóricas y empíricas analizadas, la hipótesis central de este estudio es que los roles de género pueden moderar los comportamientos sexistas en la población adolescente. El fundamento de la investigación propuesta es que una comprensión más clara sobre cómo funcionan estos elementos, en conjunto, podría dar mayores luces para proponer programas de prevención eficaces en los centros escolares. En este sentido, el objetivo general del estudio es examinar los roles de género y las actitudes sexistas en el colectivo adolescente español en la etapa escolar; y los objetivos específicos son:

Método

Se diseñó un estudio de corte transversal, por asociación. El colectivo de adolescentes elegibles para este estudio cursaban Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato y Formación Profesional Básica en la Comunidad Valenciana (España).

Muestra

En la investigación participaron 1508 estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato y Formación Profesional Básica de ocho centros escolares de los siguientes municipios de la Comunidad Valenciana: Villena, Sax, Biar, Benejama, Salinas, Cañada y Campo de Mirra. Para la selección de la muestra, se aplicó el muestreo no probabilístico intencional, teniendo en cuenta los fines de la investigación y la accesibilidad a los centros. Se seleccionaron a estudiantes de entre 12 a 18 años, que estuvieran cursando estudios en el periodo académico 2018-2019. De ellos, 210 tenían 12 años (14%); 216, 13 años (14.3%); 227, 14 años (15.1%); 212, 15 años (14.1%); 211, 16 años (14%), 220, 17 años (15%) y 188 estudiantes tenían 18 años (12.5%). La distribución media de las edades fue de 14.83 (SD=1.94).

Respecto al curso académico, 260 estudiantes cursaban 1.º (17.3%); 224, 2.º (15%); 222, 3.º (15%) y 234 cursaban 4.º de la ESO (16%). Asimismo, 60 participantes cursaban 1.º y 2.º de FPB (6.6 %), mientras que 204 estudiantes cursaban 1.º (14%) y 240, 2.º de Bachillerato (16%). Finalmente, si tenemos en cuenta el nivel de estudios de los progenitores, 223 padres (15%) y 182 madres (12%) habían concluido la Educación Primaria; 730 padres (49%) y 464 madres (32%), Educación Secundaria; 175 padres (12%) y 260 madres (18%) tenían educación postobligatoria, y 354 padres (24%) y 562 madres (38%) habían realizado estudios universitarios.

En el proceso de tratamiento de los datos se descartaron los aportes de 22 participantes porque sus respuestas resultaron incompletas. De los 1.484 estudiantes, 773 eran mujeres y 709 hombres, una persona se calificó en “otro sexo” y otra no respondió a esta pregunta.

Medidas y análisis de los datos

1) Traditional Masculinity-Femininity Scale (TMF), de Kachel et al. (2016Kachel, S., Steffens, M. C. y Niedlich, C. (2016). Traditional masculinity and femininity: Validation of a new scale assessing gender roles. Frontiers in Psychology, 7(956), 1-19. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2016.00956)

Las diferencias en la conceptualización subyacente de un individuo sobre su propia masculinidad-feminidad son valiosas para evaluar la autoatribución respecto al rol tradicional de género; por ello, con el fin de valorar las facetas centrales de la masculinidad y feminidad autoatribuidas se utilizó la escala TMF. La masculinidad y la feminidad son las características relativamente duraderas que abarcan rasgos, aspectos, intereses y comportamientos que tradicionalmente se han considerado típicos de hombres y mujeres (Kachel et al., 2016Kachel, S., Steffens, M. C. y Niedlich, C. (2016). Traditional masculinity and femininity: Validation of a new scale assessing gender roles. Frontiers in Psychology, 7(956), 1-19. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2016.00956). Conforme a ello, el TFM analiza la identidad del rol de género respecto a tres categorías: (1) apariencia física, (2) comportamiento, intereses y actitudes y (3) creencias de las personas.

Los índices de fiabilidad y validez del TFM se realizaron con las siguientes pruebas: análisis factorial, validación mediante el enfoque de grupos conocidos, mediante medidas implícitas y explícitas relacionadas con el género, a través de la hipótesis basada en la validez de criterio, la hipótesis de fiabilidad del test y la validez predictiva (Kachel et al., 2016Kachel, S., Steffens, M. C. y Niedlich, C. (2016). Traditional masculinity and femininity: Validation of a new scale assessing gender roles. Frontiers in Psychology, 7(956), 1-19. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2016.00956). Las conclusiones, a partir de la consideración conjunta de dichas pruebas, muestran que la escala reúne las cualidades de unidimensionalidad, replicabilidad (fiabilidad) y validez, efectuada de forma concluyente mediante grupos conocidos.

El TFM contiene seis indicadores: uno para la adopción del rol de género (“Me considero como…”), uno para la preferencia del rol de género (“Idealmente, me gustaría ser…”) y cuatro para la identidad del rol de género (“Tradicionalmente, mis 1. Intereses, 2. Actitudes y creencias, 3. Comportamiento y 4. Apariencia externa se considerarían como…”). Se utiliza una escala de 7 opciones para medir hasta qué punto la persona se siente femenina o masculina, cómo de femenina o masculina le gustaría ser idealmente y cómo de femenino y masculino se vería tradicionalmente su aspecto, intereses, actitudes y comportamientos. El TFM utiliza la masculinidad y la feminidad como dos dimensiones que avanzan progresivamente hacia una polarización que va desde 1: Totalmente masculino hasta 7: Totalmente femenino. De esta manera, por ejemplo, el ítem relacionado con la adopción del rol de género sería: “Yo me considero” (1) totalmente masculino, (2) bastante masculino, (3) algo masculino (4) ni masculino ni femenino, (5) algo femenino, (6) bastante femenino y (7) totalmente femenino.

El instrumento estaba escrito en lengua inglesa; por ello, se realizó la traducción al español, siguiendo el procedimiento de traducción de Hambleton y Kanjee (1995Hambleton, R. K. y Kanjee, A. (1995). Increasing the validity of cross-cultural assessments: Use of improved methods for test adaptations. European Journal of Psychological Assessment, 11, 147-157.). Se efectuó una primera traducción por un traductor profesional, especialista en investigación en ciencias sociales, cuya lengua nativa es el español y cuyo segundo idioma es el inglés. Posteriormente, un segundo traductor de la misma especialidad, ciego al cuestionario original, cuya primera lengua es el inglés y cuya segunda lengua el español, realizó una traducción inversa o retrotraducción. Se revisaron ambas versiones y se solicitó una valoración de dos jueces, expertos del equipo investigador, quienes realizaron la adaptación transcultural de los cuestionarios y revisaron las dos versiones. En este último proceso, se observó que no había diferencias significativas en las traducciones.

2) Gender Role Attitude Scale (GRAS) de García-Cueto et al. (2015García-Cueto, E., Rodríguez-Díaz, F. J., Bringas-Molleda, C., López-Cepero, J., Paíno-Quesada, S. y Rodríguez-Franco, L. (2015). Development of the gender role attitudes scale (GRAS) amongst young Spanish people. International Journal of Clinical and Health Psychology, 15(1), 61-68. https://doi.org/10.1016/j.ijchp.2014.10.004)

Este instrumento se utiliza con el objetivo de evaluar las actitudes sexistas. Este análisis incluye los procesos de socialización primaria, en la familia, y secundaria, en las interrelaciones sociales. Las propiedades psicométricas de la escala, al mismo tiempo que confirman la existencia de un solo factor que cumple con todos los índices de ajuste necesarios (porcentaje de varianza explicada, GFI, RMSR, RMSEA, CFI, SRMR), ofrece un coeficiente de fiabilidad de .99.

Está compuesto por 20 indicadores con cinco opciones de respuesta. Los ítems identifican las actitudes de hombres y mujeres que fomentan un posible comportamiento agresivo en la pareja (López-Cepero et al., 2013López-Cepero, J., Rodríguez-Franco, Rodríguez-Díaz, F. J. y Bringas, C. (2013). Validación de la versión corta del Social Roles Questionnaire (SRQ-R) con una muestra adolescente y juvenil española. REMA, 18(1), 1-16. https://acortar.link/lKBwj). El instrumento tiene seis indicadores de actitudes trascendentes en la función familiar, cuatro de actitudes trascendentes en la función de interrelación social, cuatro del sexismo en la función familiar y social, y seis del sexismo en la función de empleo. Cada indicador tiene cinco opciones de respuesta valoradas mediante una escala Likert de 1 a 5, donde 1 es totalmente de acuerdo y 5 es totalmente en desacuerdo. Así, el ítem “Una chica debe ser más ordenada y limpia que un chico” se valora con (1) totalmente de acuerdo, (2) bastante de acuerdo, (3) ni de acuerdo ni en desacuerdo, (4) bastante de acuerdo y (5) totalmente de acuerdo.

Díaz y Sellami (2014Díaz, A. y Sellami, K. (2014). Traits and roles in gender stereotypes: A comparison between Moroccan and Spanish native samples. Sex Roles, 70(11-12), 457-467. https://doi.org/10.1007/s11199-013-0335-7) sostienen que los roles de género muestran su efecto diferencial a través de la edad y el nivel educativo. Siguiendo estos criterios, se ha añadido el análisis del marco familiar de convivencia y el nivel de estudios de los padres, por ser la familia el primer contexto socializador donde se aprenden los roles de género. El análisis de los datos se realizó con el programa R Studio (R version 3.2.3) a partir de las librerías estándar para todos los contrastes estadísticos, salvo para la aplicación del contraste no-paramétrico de Pretence en que se utilizó la librería “muStat”.

Procedimiento

Para dar cumplimiento a la legislación vigente en investigación y protección de datos, siguiendo los principios de la Declaración de Helsinki, una vez que los equipos directivos de los centros escolares dieron el consentimiento, se explicó al profesorado tutor los objetivos del estudio y el procedimiento de cumplimentación de los instrumentos. Los y las alumnas fueron informados por los docentes tutores sobre la investigación y, posteriormente, también lo fueron los padres y madres en las reuniones realizadas con el profesorado tutor. Se les hizo llegar el consentimiento informado y se obtuvo la correspondiente autorización firmada. Posteriormente, se procedió a la administración de los instrumentos de manera presencial en el horario dedicado a la tutoría en cada grupo. El tiempo de realización de cada prueba fue de 35 minutos. Los instrumentos se aplicaron de forma colectiva durante el último semestre de 2018 y en el año 2019. En todo momento se garantizó la participación voluntaria, el anonimato y la confidencialidad de los datos.

Resultados

Los roles de género en la población adolescente

En este caso, los hallazgos fueron claramente dependientes del sexo de los sujetos, colocándose la media simétrica a casi 6 puntos de los extremos: hombres (M=12.43, SD=6.02) y mujeres (M=34.42, SD=5.75) (gráfico 1).

Gráfico 1. Escala TMF hombres y mujeres, según sexo

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Para testear inferencialmente la hipótesis de que el resultado de la escala TMF no sea dependiente del sexo, se parte del hecho de que las escalas, de forma general, no pueden ser consideradas medidas métricas (de intervalo o ratio), por lo que no se aplicaron los contrastes paramétricos del análisis de la varianza. Esta consideración también se aplica al conjunto de contraste de hipótesis que se efectúa en el estudio, salvo en el análisis de regresión. La normalidad de la distribución de la muestra de cada escala está garantizada en el carácter bimodal de la mayoría de respuestas. En el análisis de la escala TMF existe una notoria diferencia en las puntuaciones para hombres y mujeres, que se refleja en la aplicación del test de Kruskal-Wallis (chi-cuadrado=188.96, g.l.=1, p-valor < 2.2e-16). La prueba de Prentice para los distintos grupos de edad, considerando la influencia del sexo, muestra resultados no concluyentes (chi-cuadrado=10.046, g.l.=6, p-valor=.1227). Por su parte, la prueba de Kruskal-Wallis para el grupo de hombres (chi-cuadrado=8.4596, g.l.=6, p-valor=.2063) demuestra que la edad no afecta significativamente a la autoconcepción de la masculinidad tradicional, mientras que en las mujeres sí se observan diferencias (chi-cuadrado=21.843, g.l.=6, p-valor=.001293) (gráfico 2,).

Gráfico 2. Escala TMF para hombres y mujeres, según edad

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El resultado del test de Wilcoxon (tabla 1) muestra una diferencia global significativa entre el grupo de 13 años frente al de 15. Los hallazgos evidencian que hay una concentración de los roles más estereotipados masculinos y femeninos en la adolescencia temprana y una aproximación en los resultados de la escala para hombres y mujeres en las edades intermedias. Aplicando la prueba de rangos Wilcoxon, se observa que en este último periodo hay un debilitamiento de las autoatribuciones polarizadas.

Tabla 1. Text de Wilcoxon por parejas de grupos de edad para el TMF de las mujeres
12 13 14 15 16 17 18
13 1.0000
14 1.0000 1.0000
15 .0573 .0071 .3453
16 .0624 .1582 .8677 1.0000
17 .3453 .1289 1.0000 1.0000 1.0000
18 1.0000 1.0000 1.0000 .3453 1.0000 1.0000

Por su parte, el valor de la escala TMF para los estudios del padre y de la madre evidencian diferencias en las distribuciones para los hombres por estudios del padre (gráfico 3), lo que es ratificado por la prueba de Kruskal-Wallis (chi-cuadrado=7.3164, g.l.=3, p-valor=.06247).

Gráfico 3. Escala TMF para hombres y mujeres, según estudios del padre

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La prueba de Prentice revela la indiferencia del nivel de estudios de la madre en la escala TMF (chi-cuadrado=2.2278, g.l.=3, p-valor=.5265) y la prueba Kruskal-Wallis muestra que el grupo de mujeres puntúa de forma independiente de los estudios de la madre (chi-cuadrado=0.83415, g.l.=3, p-valor=.8413) (gráfico 4). Esto indica que existe una escasa sensibilidad de la autoatribución del rol de género para las mujeres en función del nivel educativo de sus progenitores y una mayor influencia del nivel educativo del padre en los hombres.

Gráfico 4. Escala TMF para hombres y mujeres, según estudios de la madre

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Al efectuar el análisis porcentual, los hallazgos muestran que existe un grupo de hombres y mujeres que adoptan roles típicamente masculinos (34.9%) y totalmente femeninos (44%). En cuanto a su preferencia de rol, el 33% de mujeres sostiene que preferiría ser “más masculina” y el 51% de hombres que le gustaría ser más masculino. Solo el 8% de estos quisiera ser “más femenino”. También un grupo de participantes considera que sus actitudes podrían ser consideradas como femeninas o masculinas (29.9% de mujeres y 22% de hombres) y el 14% de mujeres manifiesta que su comportamiento podrían ser considerado masculino. Finalmente, el 16.7% de las mujeres piensa que su apariencia exterior podría ser considerada masculina, mientras que los hombres no admiten, en ningún caso, que su apariencia exterior pudiera ser femenina.

Las actitudes sexistas de los y las adolescentes

La puntuación en la escala establecida oscila entre 20 y 100, donde el extremo menor hace referencia a un menor grado de sexismo en la atribución de roles de género y el extremo mayor a un mayor grado de sexismo en la atribución de roles de género. Las puntuaciones en la escala GRAS difieren para los hombres (M=35.38, SD=10.01) y las mujeres (M=28.76, SD=7.29) (gráfico 5); esto es ratificado por la prueba de Kruskal-Wallis (chi-cuadrado=50.958, g.l.=1, p-valor=9.435e-13) (gráfico 5).

Gráfico 5. Escala GRAS para hombres y mujeres, según sexo

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La escala de GRAS muestra que la edad no tiene influencia directa en los indicadores (chi-cuadrado=8.3367, g.l.=6, p-valor=.2145). Los hallazgos del test de Kruskal-Wallis de los hombres son chi-cuadrado=3.4749, g.l.=6, p-valor=.7473 y de las mujeres, chi-cuadrado=5.9861, g.l.=6, p-valor=.4247 (gráfico 6).

Gráfico 6. Escala GRAS para hombres y mujeres, según edad

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Los gráficos 7 y 8 muestran que el nivel de estudios del padre y de la madre, en los hombres y mujeres, afecta a las puntuaciones en la escala GRAS. La prueba de Prentice para los estudios del padre (chi-cuadrado=3.7844, g.l.=3, p-valor=.2857) y de la madre (chi-cuadrado=0.82235, g.l.=3, p-valor=.8441) presenta diferencias, aunque no son significativas. Esto es corroborado por la prueba de Kruskal-Walis que arroja, para los hombres, valores concluyentes (estudios del padre y de la madre, p-valor=.6769), e igualmente para las mujeres (estudios del padre y la madre, p-valor=.3968).

Gráfico 7. Escala GRAS para hombres y mujeres, según estudios del padre

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Gráfico 8. Escala GRAS para hombres y mujeres, según estudios de la madre

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En el análisis porcentual, los y las adolescentes consideran que hay igualdad de género (94.3%). Con relación a la función familiar, el 92.8% de la muestra total defiende la igualdad de las obligaciones domésticas; sin embargo, el 28.7% de mujeres sostienen que les gusta que su pareja las considere responsable de las tareas domésticas, mientras que al 89.5% de los hombres le crearía tensión si la pareja lo considerara responsable de las tareas domésticas. Respecto al cuidado de los hijos e hijas, el 38.7% de mujeres piensa que la principal responsabilidad del padre es ser el sostén económico de los menores, mientras que únicamente el 19.7% de mujeres considera que las madres deben decidir sobre las cuestiones de crianza. Los hallazgos de los roles vinculados con la función familiar muestran que aún hay, en la práctica, resistencia de los hombres para implicarse en las tareas del hogar; sin embargo, se aprecia un cambio importante en la identidad de género de la mujer, ya que está rompiendo la barrera estereotípica del cuidado de los hijos y las tareas del hogar como funciones estrictamente suyas. Por su parte, respecto a las funciones de interrelación social, los resultados son similares tanto para los hombres como para las mujeres. Así, los y las adolescentes están de acuerdo en que las personas pueden ser agresivas, en sus relaciones, independientemente de su sexo (74.6%) y las mujeres, mayoritariamente, no aceptan que el hombre sea el máximo responsable de la familia, a quien deban obedecer (89.8%) o a quien no se pueda llevar la contraria (86.7%). Se destaca, asimismo, la necesidad de valorar a las personas en función de sus características y no de su sexo (73.5%); sin embargo, el porcentaje de participantes que defiende que a los niños y niñas se les debe dar libertad en función de su edad y nivel de madurez, sin tener en cuenta su sexo, disminuye, especialmente en el caso de las mujeres (38% de mujeres y 51% de hombres).

Otros rasgos que denotan la persistencia de estereotipos de género se reflejan en que tanto los hombres como las mujeres (87.2% y 78.4%, respectivamente) consideran que es más lamentable ver llorar a un hombre que a una mujer, que las mujeres deben ser más ordenadas y limpias que ellos (39% de mujeres y 69.9% de hombres) y que no se debe educar a los niños y niñas de la misma manera (84.5% de mujeres y 89% de hombres). Finalmente, respecto al ámbito laboral, el 65.9% de mujeres piensa que en su círculo de amistades debería ser más valorada por su actividad familiar que profesional, mientras que únicamente el 20.1% de hombres considera que algunas profesiones son apropiadas solo para ellos. No obstante, ellos también piensan que algunos trabajos no son apropiados para las mujeres (66.7%) y un grupo considerable de hombres rechaza que se valore el trabajo de su pareja más que el suyo (65.9%). Pese a ello, hay una mayor concienciación en ambos colectivos sobre la necesidad de que hombres y mujeres ocupen puestos de responsabilidad (86.4% de mujeres y 83% de hombres) y defienden la igualdad laboral (85.2%). En suma, se percibe una cierta apertura de los hombres para desempeñar puestos no masculinizados, pero ellas todavía encuentran más limitaciones internas y externas que les impiden avanzar por las arenas movedizas de la segregación laboral.

Análisis de regresión para la relación entre los roles de género y los comportamientos sexistas

El segundo objetivo del estudio fue analizar la posible relación entre la autoatribución de los roles de género tradicionalmente entendidos (como representa la escala TMF) y las actitudes sexistas (como representa la escala GRAS). El análisis de la regresión (tabla 2) muestra que existe una relación lineal (p-value: 3.716e-09) entre ambas variables.

Tabla 2. Modelo lineal de regresión entre la escala GRAS y TMF
lm(formula=Escala_GRAS ~ Escala_TMF)
Residuals:
Min 1Q Median 3Q Max
-12.538 -4.888 -1.953 2.485 45.832
Coefficients:
Estimate Std. Error t value Pr(>|t|)
(Intercept) 38.10741 1.18633 32.122 < 2e-16 ***
Escala_TMF -0.26156 0.04285 -6.104 3.72e-09 ***
Signif. codes: ‘***’ .001 ‘**’ .01 ‘*’ .05
Residual standard error: 8.589 on 262 degrees of freedom
Multiple R-squared: .1245, Adjusted R-squared: .1211
F-statistic: 37.25 on 1 and 262 DF, p-value: 3.716e-09

Los resultados también indican que alrededor de un 12% de la variación en el grado de sexismo puede ser explicada por el predictor rol de género tradicional (R2=.12), por lo que se puede afirmar que tanto los hombres como las mujeres se ubican dentro de las conductas que podrían ser calificadas como sexistas.

Discusión y conclusiones

Los objetivos de este estudio fueron analizar los estereotipos y los roles de género en los comportamientos de los jóvenes españoles que permean en las actitudes sexistas y que mantienen la brecha de la desigualdad, e identificar las posibles relaciones entre la autoatribución de los roles de género y las actitudes sexistas con relación a dicho roles.

La escala TMF ha permitido contrastar cómo la población adolescente adopta autopercepciones y conjetura su catalogación en una dimensión tradicional masculino-femenina. Las medias y las dispersiones apuntan a que ambos grupos validan la idea del continuo unidimensional entre los polos masculino y femenino; esta idea también puede extenderse a cierto dinamismo o desarrollo en el tiempo, ya que en la muestra hay una concentración en los roles más estereotipados masculinos, pero especialmente femeninos en la adolescencia temprana, señalándose los 15 años como una época de “debilitamiento” de las autoatribuciones polarizadas. Estos hallazgos permiten concluir que es posible que los estereotipos de género y los comportamientos sexistas ya formen parte del comportamiento de los jóvenes en la adolescencia y que se hayan aprendido, en la niñez, probablemente por la influencia de su entorno más cercano; es decir, de la familia y la escuela (Bandura, 1977Bandura, A. (1977). Social learning theory. Englewood Cliffs. Prentice-Hall.; Muñiz y Monreal, 2017Muñiz, M. y Monreal, M. C. (2017). Violencia de pareja virtual y ajuste psicosocial en la adolescencia desde la perspectiva de género. International Journal of Developmental and Educational Psychology. INFAD Revista de Psicología, Monográfico 1, 115-124. https://doi.org/10.17060/ijodaep.2017.n1.v2.924).

Los resultados del estudio también concuerdan con la investigación The Global Early Adolescen Study (Saewyc, 2017Saewyc, E. (2017). A global perspective on Gender roles and identity. Journal of Adolescent Health, 61(4), S1-S54. https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2017.07.010), elaborada en 15 países por la Organización Mundial de la Salud y la Universidad John Hopkings (Baltimore, Estados Unidos), que concluye que los estereotipos de género se adquieren en la infancia y en la adolescencia temprana y que si no se cambian puede tener consecuencias negativas. El inicio de esta etapa desencadena un conjunto común de expectativas de género que están vinculadas a un mayor riesgo a lo largo de la vida, desde padecer depresión hasta recurrir a la violencia o al suicidio.

Los hallazgos también ponen de relieve la diferencia de comportamiento o sensibilidad de la autoatribución de los roles de género de los y las adolescentes en función del nivel de estudios de sus progenitores. Las mujeres no puntúan de forma diferente en la escala TMF en función de los estudios de sus padres y madres, mientras que los hombres se muestran más sensibles a la influencia del nivel de estudios del padre: a más estudios del padre, más alejados están de una postura extrema en su atribución de masculinidad.

Los padres y las madres que no superan primaria influyen en la adopción de roles tradicionalmente masculinos extremos, especialmente en el caso de los hombres. Contrariamente a lo demostrado por Cunningham (2001Cunningham, M. (2001). The influence of parental attitudes and behaviors on children’s attitudes toward gender and household labor in early adulthood. Journal of Marriage and Family, 63(1), 111-122. https://doi.org/10.1111/j.1741-3737.2001.00111.x), que arguye que la influencia de la madre en el desarrollo de las actitudes de los menores en cuanto a sus roles de género es determinante, en nuestro estudio hay una influencia mayor de los padres en los procesos de construcción de la identidad de género de sus hijos, por lo que es posible afirmar que estos son un factor predictivo de los roles de género, especialmente de los hombres. Una posible explicación podría ser que los chicos tienden a imitar más los modelos masculinos debido a la búsqueda de un mayor reconocimiento social, ya que los padres representan un símbolo de poder en la sociedad (Tajfel y Turner, 1986Tajfel, H. y Turner, J. C. (1986). The social identity theory of intergroup behaviour. En S. Worchel, S. y W. G. Austin (eds.), Psychology of intergroup relations (pp. 7-24). Nelson.). La investigación también aporta un significado diferente al estudio de Halpern (2014Halpern, H. P. (2014). Parents’ gender ideology and gendered behavior as predictions of children’s gender-role attitudes: A longitudinal exploration (tesis doctoral). University of Massachusetts. ) y de Kågesten et al. (2016Kågesten, A., Gibbs, S., Blum, R. W., Moreau, C., Chandra-Mouli, V., Herbert, A. y Amin, A. (2016). Understanding factors that shape gender attitudes in early adolescence globally: A mixed-methods systematic review. PloS one, 11(6), 1-36. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0157805), quienes sugieren que las madres influyen en el comportamiento femenino de las niñas y en el comportamiento masculino de los niños. Los argumentos de dichos estudios sugieren que las niñas tienden a desarrollar creencias sobre lo que constituye el comportamiento apropiado para las mujeres al observar el comportamiento de sus madres como modelo; sin embargo, el proceso por el cual los niños aprenden los estereotipos masculinos de sus madres está menos claro.

Si bien en el estudio hay un grupo de hombres que adoptan roles típicamente masculinos (34.9%), también hay una tendencia en las mujeres a adoptar roles totalmente femeninos (44%). Pese a ello, un grupo nada desdeñable de mujeres (33%) sostiene que les gustaría ser más masculinas, frente a los hombres que tienen una mayor tendencia a la autoidentificación genérica tradicionalmente masculina. En el caso de las mujeres, esto podría indicar que tienen una predisposición para construir nuevas identidades binarias que superen la identidad femenina patriarcal. Asimismo, se observa que la percepción de los y las adolescentes sobre su identidad del rol de género (Kachel et al., 2016Kachel, S., Steffens, M. C. y Niedlich, C. (2016). Traditional masculinity and femininity: Validation of a new scale assessing gender roles. Frontiers in Psychology, 7(956), 1-19. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2016.00956; Krahé, 2018Krahé, B. (2018). Gendered self-concept and the aggressive expression of driving anger: Positive femininity buffers negative masculinity. Sex Roles, 79, 98-108. https://doi.org/10.1007/s11199-017-0853-9) es similar, puesto que ambos grupos creen que sus actitudes podrían ser consideradas como masculinas o femeninas (29.9% de mujeres y 22% de hombres); sin embargo, hay algunas mujeres que manifiestan que sus comportamientos (14%), así como su apariencia podrían ser considerados masculinos (16.7%), mientras que los hombres no admiten que esta pudiera ser femenina. Estos hallazgos muestran que los estereotipos culturales y los roles de género tradicionales que rigen el comportamiento de las mujeres están cambiando, puesto que ellas “se ven y quieren verse más como lo hombres”; no obstante, este proceso de transformación para eliminar los roles estereotípicos de género no se está produciendo de forma similar en los hombres (Croft et al., 2020Croft, A., Atkinson, C., Sandstrom, G., Orbell, S. y Aknin, L. (2020). Loosening the GRIP (Gender Roles Inhibiting Prosociality) to promote gender equality. Personality and Social Psychology Review, 25(1), 66-92. https://doi.org/10.1177/1088868320964615; England et al., 2020England, P., Levine, A. y Mishel, E. (2020). Progress toward gender equality in the United States has slowed or stalled. Proceedings of the National Academy of Sciences, 117(13), 6990-6997. https://doi.org/10.1073/pnas.1918891117). Es posible que esta evolución asimétrica de los roles de género esté motivada por la existencia de barreras internas y externas que impiden que los hombres adopten roles desempeñados por las mujeres. Conforme a ello, sería recomendable diseñar e implementar, desde el aula, estrategias docentes que incrementen el estatus de los roles, así como de los rasgos y comportamientos estereotípicamente femeninos.

Otro aspecto remarcable en la escala GRAS es que los valores obtenidos por los hombres y mujeres indican un nivel medio de sexismo, sin estar posicionados en posturas extremas, siendo los hombres un 8.2% más sexistas que las mujeres. Asimismo, la dispersión es mayor en ellos que en ellas, ya que estas se concentran muy cerca de una media muy ceñida a las puntuaciones no sexistas, por lo que, en concordancia con el estudio de García-Cueto et al. (2015García-Cueto, E., Rodríguez-Díaz, F. J., Bringas-Molleda, C., López-Cepero, J., Paíno-Quesada, S. y Rodríguez-Franco, L. (2015). Development of the gender role attitudes scale (GRAS) amongst young Spanish people. International Journal of Clinical and Health Psychology, 15(1), 61-68. https://doi.org/10.1016/j.ijchp.2014.10.004), se concluye que los adolescentes españoles son más sexistas que las adolescentes. Pese a que el grupo de participantes considera mayoritariamente que hay igualdad de género (94.3%), en la función familiar persiste el sexismo benévolo, especialmente por parte de ellos, quienes muestran cierta resistencia para implicarse en las tareas domésticas. Estas conclusiones son concordantes con los estudios de Esteban-Ramiro y Fernández-Montano (2017Esteban-Ramiro, B. y Fernández-Montaño, P. (2017). ¿Actitudes sexistas en jóvenes?: exploración del sexismo ambivalente y neosexismo en población universitaria. Femeris, 2(2), 137-153. https://doi.org/10.20318/femeris.2017.3762), Madolell et al. (2020Madolell, R., Gallardo, M. A. y Alemany, I. (2020). Los estereotipos de género y actitudes sexistas de los estudiantes universitarios en un contexto multicultural. Profesorado. Revista de Currículum y Formación del Profesorado, 24(1), 284-303. https://doi.org/10.30827/profesorado.v24i1.8148) y León y Aizpurúa (2020León, C. M. y Aizpurúa, E. (2020). ¿Persisten las actitudes sexistas en los estudiantes universitarios? Un análisis de su prevalencia, predictores y diferencias de género. Educación XX1, 23(1), 275-296. https://doi.org/10.5944/educxx1.23629 ). Sin embargo, se observa también un cambio en las mujeres orientado a superar el concepto de feminidad tradicional, que se basa en la responsabilidad de las tareas domésticas, en la crianza de los hijos e hijas y en la obediencia al pater familias (Vélez, 2020Vélez, M. G. (2020). Paternidades corresponsables e igualdad entre mujeres y hombres. Revista Electrónica Gestión de las Personas y Tecnologías, 13(37), 6-17.), situación que también habían constatado Block et al. (2019Block, K., Croft, A., De Souza, L. y Schmader, T. (2019). Do people care if men don’t care aboutcaring? The asymmetry in support for changing gender roles. Journal of Experimental Social Psychology, 83, 112-131. https://doi.org/10.1016/j.jesp.2019.03.013) y Croft et al. (2015Croft, A., Schmader, T. y Block, K. (2015). An underexamined inequality: Cultural and psychological barriers to men’s engagement with communal roles. Personality and Social Psychology Review, 19(4), 343-370. https://doi.org/10.1177/1088868314564789 ) en sus investigaciones. Otros hallazgos, como el hecho de que opinen que es más lamentable ver llorar a un hombre que a una mujer, que las mujeres sean más limpias que los hombres y que no se deba educar a los niños y niñas de la misma manera, son indicadores de una supuesta superioridad de lo masculino y de la devaluación de lo femenino. En el ámbito laboral se percibe que hay una mayor apertura de los hombres a desempeñar cualquier empleo; sin embargo, las percepciones de algunos/as adolescentes, que están a favor de puestos laborales diferenciados, muestran la realidad de la segregación laboral horizontal, que limita el progreso profesional de las mujeres y el crecimiento económico (Angus, 2020Angus, C. (2020). Gender stereotype and its consequences on female managers. IAA Journal of Scientific Research, 6(1), 6-12.).

En suma, si bien tanto los hombres como las mujeres (94.3%) sostienen que actualmente existe igualdad de trato, algunos de sus roles de género en el ámbito personal, familiar, laboral y social son sexistas y sus actitudes muestran un sexismo subyacente. Con el fin de mitigar esta realidad, se sugiere prevenir desde la familia y en la niñez temprana la escalada y persistencia de roles tradicionales y de comportamientos sexistas que puedan desencadenar situaciones más graves de violencia en la edad adulta. Por su parte, la educación secundaria debe ser el contexto donde la persona refirme positivamente su identidad de género (Muñiz y Monreal, 2017Muñiz, M. y Monreal, M. C. (2017). Violencia de pareja virtual y ajuste psicosocial en la adolescencia desde la perspectiva de género. International Journal of Developmental and Educational Psychology. INFAD Revista de Psicología, Monográfico 1, 115-124. https://doi.org/10.17060/ijodaep.2017.n1.v2.924).

La relación entre la autoatribución del rol de género y las actitudes sexistas

En este estudio también se investigó la relación entre la autoatribución de los roles de género (escala TMF) y las actitudes sexistas respecto a los roles medidos por la escala GRAS. El análisis de regresión confirma dicha relación y los valores en la escala TMF explican alrededor de un 12% de la variación en los resultados de la escala GRAS; es decir, los valores obtenidos muestran que la masculinidad (tradicionalmente entendida) es más sexista en sus actitudes hacia la igualdad de roles que la feminidad en el sentido tradicional. De esto se colige que los roles de género tradicionales aumentan el riesgo de actitudes sexistas.

Se concluye que la población adolescente española es sexista en algunos aspectos, en parte por la práctica de roles de género tradicionales; por ello, una educación en valores igualitarios en la familia y en la escuela podría prevenir y atajar la manifestación de dichos comportamientos. Una medida concreta debería ser instar a las instituciones educativas al desarrollo de currículos y programas formativos que garanticen la equidad de género y la promoción de roles de género más igualitarios desde edades tempranas, pero es aún más crucial utilizar mecanismos como las escuelas de padres y madres para la educación en igualdad de género (Azorín, 2017Azorín, C. M. (2017). Actitudes hacia la igualdad de género en una muestra de estudiantes de Murcia/Attitudes towards gender equality in a sample of students from Murcia. Revista Complutense de Educación, 28(1), 45-60. https://doi.org/10.5209/rev_RCED.2017.v28.n1.48715; Galet y Alzás, 2015Galet, C. y Alzás, T. (2015). Trascendencia del rol de género en la educación familiar. Campo Abierto, 33(2), 97-114.).

Para finalizar, una de las limitaciones del estudio es la metodología cuantitativa utilizada, que no ha favorecido el análisis en profundidad de los estereotipos y roles de género de los adolescentes; por ello, resulta importante diseñar un estudio cualitativo con entrevistas y grupos focales para complementar el estudio. La segunda limitación radica en que no se ha efectuado el análisis de la relación de las actitudes sexistas con otras variables como la etnia, religión o la clase social. Igualmente, sería deseable ampliar el estudio al alumnado de otros grupos etarios, como los estudiantes universitarios y personas de otras edades. En este sentido, y como futura línea de trabajo, se propone seguir indagando en la temática desde un diseño transversal con un muestreo no probabilístico estratificado por cuotas que incluya a centros escolares de otras comunidades autónomas. Asimismo, es importante profundizar en otros estudios que analicen el desarrollo de la identidad de género de los niños y niñas en el contexto familiar, examinando el rol de los progenitores en la adquisición de estereotipos de género.

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Abstract

The impact of gender roles on sexist attitudes of adolescents in the school environment

INTRODUCTION. Sexism and gender-based violence are serious social issues. The objectives of the study are: 1) to analyze the role of gender-based stereotypes in adolescent behavior that promote sexist attitudes and 2) to identify the possible relationships between gender role self-assignment and sexist attitudes. METHOD. A cross-sectional study was designed. A total of 1508 adolescents participated. The mean age distribution was M=14.83. Two instruments were used: The Traditional Masculinity-Femininity Scale and the Gender Role Attitude Scale questionnaire. RESULTS. 1) Adolescents adopt typically male and female roles; with the male and hegemonic self-identification prevailing 2) there is a concentration of more stereotyped male and female roles in early adolescence, 3) there are differences in self-attribution of gender roles according to parental studies, 4) dispersion analysis shows that men are more sexist than women and regression analysis confirms that traditional gender roles increase the risk of sexist attitudes. DISCUSSION. It is concluded that there is an average level of sexism, with male adolescents being more sexist than girls. Masculinity, traditionally understood, is more sexist in its attitudes towards the equality of roles than femininity. The influence of mothers on the development of gender identity is lower than that of fathers; the latter being a predictor of adolescent gender roles. There is a positive correlation between the self-attribution of traditional gender roles and sexist attitudes, and these roles increase the risk of these attitudes.

Keywords: Gender, Gender Differences, Gender Identity, Sexism, Adolescence, High School Students.


Résumé

L'Impact des rôles de genre sur les attitudes sexistes des adolescents en milieu scolaire

INTRODUCTION. Le sexisme et la violence de genre sont des problèmes sociaux sérieux. Les objectifs de l'étude sont: 1) d'analyser les stéréotypes et les rôles de genre dans le comportement imprégné par les attitudes sexistes parmi la population adolescente et 2) d'identifier les relations possibles entre l'auto-attribution des rôles de genre et les attitudes sexistes. MÉTHODE. Une étude transversale a été conçue. Au total, ce sont 1508 adolescents qui ont participé. Étant la moyenne d'âge de M=14,83. Deux instruments ont été utilisés: l'échelle traditionnelle de masculinité-féminité et l'échelle d'attitude à l'égard des rôles de genre. RÉSULTATS. 1) Le collectif adolescent adopte des rôles typiquement masculins et féminins, dans lesquels prévaut une auto-identification masculine et hégémonique, 2) il y a une concentration de rôles masculins et féminins plus stéréotypés au début de l'adolescence, 3) il y a des différences dans l'auto-attribution des rôles de genre dans les études effectués aux parents, 4) l'analyse de dispersion montre que les hommes sont plus sexistes et l'analyse de régression confirme que les rôles de genre traditionnels augmentent le risque d'attitudes sexistes. DISCUSSION. Il est conclu qu'il existe un niveau moyen de sexisme, dans lequel les adolescents sont plus sexistes que les adolescentes. La masculinité, traditionnellement comprise, est plus sexiste dans ses attitudes envers l'égalité des rôles que la féminité. L'influence des mères sur le développement de l'identité sexuelle est moins importante tandis que l’influence des pères est un facteur prédictif des rôles de genre dans les adolescents. Il existe une corrélation positive entre l'auto-attribution de rôles de genre traditionnels et les attitudes sexistes, de sorte que ces rôles traditionnels augmentent le risque d'attitudes sexistes.

Mots-clés: Genre, Différences de genre, Identité de Genre, Sexisme, Adolescence, Élèves du Secondaire.


Perfil profesional de los autores

Gladys Merma-Molina (autora de contacto)

Doctora por la Universidad de Alicante. Profesora del Departamento de Didáctica General y Didácticas Específicas de la Universidad de Alicante. Directora de la Red de Investigación en Diseño y Oportunidades de Género en la Educación Superior y miembro del Grupo de Investigación GIDU-EDUTIC/IN. Sus líneas de investigación se centran en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la educación superior, la igualdad de género, la convivencia y la educación en valores.

Correo electrónico de contacto: gladys.merma@ua.es

Dirección para la correspondencia. Universidad de Alicante, Carretera de San Vicente del Raspeig, s/n, 03690 Alicante (España).

Diego Gavilán-Martín

Profesor del Departamento de Didáctica General y Didácticas Específicas de la Universidad de Alicante. Miembro del Grupo de Investigación GIDU-EDUTIC/IN. Coordinador de la Red de Desarrollo de Competencias de Investigación en la Enseñanza Superior. Sus líneas de investigación se centran los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la educación, la igualdad de género, el clima del aula y la formación del profesorado.

Correo electrónico de contacto: diego.gavilan@ua.es

David Molina Motos

Doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Profesor de Filosofía y Matemáticas en educación secundaria. Sus líneas de investigación se centran en las aproximaciones ecológicas a la filosofía de la educación, la transdisciplinariedad y el pensamiento complejo.

Correo electrónico de contacto: david@molinamotos.es

Mayra Urrea-Solano

Doctora en Investigación Educativa por la Universidad de Alicante. Profesora asociada en el Departamento de Didáctica General y Didácticas Específicas de la Universidad de Alicante. Miembro del grupo de investigación GIDU-EDUTIC/IN y del proyecto Diseño y Atención a las Oportunidades de Género en la Educación Superior. Sus líneas de investigación se centran en la igualdad y equidad de género, la tecnología educativa y el liderazgo en la educación superior.

Correo electrónico de contacto: mayra.urrea@ua.es