Este año 2019 estará marcado siempre en nuestra memoria por el dolor motivado por la pérdida de una de las editoras asociadas de esta revista, nuestra muy querida Ángeles Blanco. Sin duda, el dolor es mayor cuando sentimos que la muerte de una amiga llega antes de lo que sería naturalmente esperable, aún a sabiendas de que todos tendremos que dar ese paso. Además, la pena es aún mayor cuando la persona disfrutaba de un brillante presente profesional y de un enorme potencial para la todavía larga carrera que tenía por delante. Y, el hueco dejado es más relevante si cabe cuando, desde la faceta personal, tu amiga tiene una actitud ante la vida tan positiva, amigable y cordial, más allá de una primera apariencia de seriedad.
Ángeles y yo (Arturo Galán) fuimos compañeros de estudios —ella un curso por encima de mí—, también lo fuimos en el doctorado en Ciencias de la Educación, en el Departamento MIDE del insigne Dr. Arturo de la Orden (que también fue, por cierto, director de Bordón). Ángeles pertenecía a una promoción de brillantes estudiantes de doctorado, donde supo aportar su buen hacer y su inteligencia, partiendo de unas condiciones más difíciles que las de la mayoría de sus pares. Por avatares de la vida, coincidimos como profesores en la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, bajo la batuta del inestimable Peter Morales. La que me parecía una seria compañera se convirtió en media hora en una generosa amiga, trasladándome todo su material docente y todas las claves para desempeñar bien el trabajo en mi nueva universidad. En esos años crecimos en amistad y reconocimiento mutuos. Las meras circunstancias aleatorias de la vida me permitieron promocionar antes y estar en su tribunal para la obtención de la plaza de profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid, donde hizo una excelente conferencia y demostró su pasión por la enseñanza de la estadística a nuestros alumnos de Educación y Ciencias Sociales.
Precisamente yo (Coral González) me encontré con Ángeles en 2008 cuando ganó una plaza de profesora ayudante doctora en la Universidad Complutense, en la que yo ya disfrutaba de una plaza similar. Desde entonces tuvimos vidas académicas paralelas, coincidimos en el mismo grupo de investigación Medida y Evaluación de Sistemas Educativos compartiendo horas y horas de trabajo y conversación, no siempre académica. Impartimos asignaturas similares y en varias ocasiones compartimos asignatura y grupo de estudiantes, lo que me permitió conocer de primera mano la entrega de Ángeles a sus estudiantes y las muestras de agradecimiento a su labor de los mismos. Aprendí mucho a su lado y, a pesar de su serio semblante, pude conocer a una persona sincera, generosa y divertida. Nos tocó concursar a plazas y oposiciones de manera sincrónica, por lo que compartimos los momentos de crisis previos que conllevan. Nunca olvidaré los momentos que pasamos tras obtener la plaza de profesoras titulares de universidad, las dos a la vez en el mismo concurso, ya que decidimos ir juntas a firmar para que constara la misma antigüedad en nuestros expedientes. Nos acompañamos en el “duro trance” de darnos de alta en MUFACE y bromeamos con la idea de conseguir nuestra cátedra a la vez. Si algún día oposito a una cátedra, Ángeles estará presente, estoy segura.
Con un expediente académico muy destacado, Ángeles Blanco obtuvo, nada más concluir su licenciatura, la beca del Programa de Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (PNTIC) y seguidamente la del Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE), ambas otorgadas por el MEC. Entre 1995 y 2007 fue profesora en la Universidad P. Comillas de Madrid-ICAI-ICADE, en el departamento de Metodología y Evaluación. En 2008, arriesgó para incorporarse a la universidad pública, concurriendo, pese a su dilatada experiencia y valía, a una plaza de profesora ayudante en la Universidad Complutense, puesto que desempeñó hasta ganar la plaza de profesora titular en 2017.
Ángeles era una profesora enamorada de la docencia de la estadística, la psicometría y los métodos de investigación, y dedicó muchas horas de estudio y publicaciones a estudiar las actitudes negativas que presentan los estudiantes de Ciencias Sociales ante las materias relacionadas con las metodologías de investigación cuantitativas. Su currículum investigador es también impresionante, contando con cuatro libros completos y la participación en más de una quincena de libros, así como con numerosas publicaciones de alto impacto, como en el Journal of Vocational Behavior. Además de investigar sobre la autoeficacia y las actitudes hacia la estadística, también escribió sobre el modelo cognitivo social para el desarrollo de la carrera, evaluación, orientación escolar, género y, además, sobre metodologías de investigación como la segmentación jerárquica, los modelos jerárquico lineales multivariados o los patrones de correlación en medidas de rendimiento escolar en evaluaciones longitudinales.
También brindó su colaboración para puestos de gran responsabilidad en el ámbito de la gestión, como el de directora de la Oficina de Calidad de la Universidad Complutense de Madrid, desde 2015 hasta su muerte, o el de editora asociada de Bordón, desde el año 2013. Ángeles ha sido un bastión de la revista desde que comenzó su colaboración, coincidiendo con el nombramiento del actual editor jefe. Siempre ha demostrado una gran capacidad de trabajo, seriedad y rigor en su tarea y en sus decisiones, iniciativa, cercanía, crítica constructiva, lealtad y una gran disposición a tomarse una cerveza después del trabajo bien hecho. Ángeles tenía un gran corazón, ese corazón que no pudo volver a latir tras ser “reparado”. Quizá estará ya entre aquellos a los que hace referencia su nombre.
Descanse en paz con todo el reconocimiento y añoranza del equipo de Bordón y de la Sociedad Española de Pedagogía.
Arturo Galán y Coral González Barberá