Técnicas analgésicas para el parto: alternativas en caso de fallo de la epidural

Analgesic techniques for labour: alternatives in case of epidural failure

J.R. Ortiz-Gómez1, F.J. Palacio-Abizanda2, I. Fornet-Ruiz3

Resumen

La analgesia epidural es hoy día el método de elección para el tratamiento del dolor del trabajo de parto, el expulsivo y el alumbramiento. Sin embargo, esta técnica puede fallar y aliviar de forma inadecuada (o nula) a la parturienta. En el presente artículo se revisan los factores de riesgo, las posibles causas y las alternativas terapéuticas posibles a la analgesia inadecuada, ya sea mediante terapias farmacológicas (neuroaxiales, bloqueos periféricos o administración de analgésicos vía intravenosa o inhalatoria) o no farmacológicas (técnicas de relajación, psicológicas o mecánicas).

En todos los casos posibles se revisan la eficacia y las indicaciones de las terapias alternativas en función de la literatura publicada, especialmente desde el punto de vista de la medicina basada en la evidencia.

Se insiste en la necesidad de aplicar una aproximación terapéutica multifactorial a la embarazada, no limitándonos solo a eliminar el dolor del parto.

Palabras clave: Analgesia obstétrica. Dolor del parto. Epidural. Analgesia controlada por el paciente. Remifentanilo.

Abstract

Epidural analgesia is now the method of choice for the treatment of pain in labour and delivery. However, this technique may fail and provide inadequate or null alleviation to the mother. This paper reviews the risk factors, possible causes and possible therapeutic alternatives to inadequate analgesia, whether pharmacological therapies (neuroaxial, peripheral blocks or analgesic administration via intravenous or inhalational routes) or non-pharmacological ones (relaxation techniques, psychological or mechanical).

In all possible cases the efficacy and indications of alternative therapies based on the published literature are reviewed, especially from the point of view of evidence-based medicine.

The need is underscored of a multifactorial therapeutic approach to the pregnant woman, not just restricting ourselves to eliminating the pain of childbirth.

Key words. Labour pain. Obstetrical anaesthesia. Epidural. Patient controlled analgesia. Remifentanil.

1. Servicio de Anestesiología. Complejo Hospitalario de Navarra. Pamplona.

2. Servicio de Anestesiología. Hospital Gregorio Marañón. Madrid.

3. Servicio de Anestesiología. Hospital Puerta de Hierro. Madrid.

Recepción: 25 de marzo de 2014

Aceptación provisional: 26 de mayo de 2014

Aceptación definitiva: 28 de julio de 2014

Correspondencia:

José Ramón Ortiz-Gómez

Servicio de Anestesiología

Complejo Hospitalario de Navarra B

Calle de Irunlarrea, 4

31008 Pamplona (Navarra) España

E-mail: dr.j.r.ortiz.gomez@gmail.com

Introducción

El dolor del parto se describe como uno de los más intensos que puede padecer una mujer a lo largo de su vida1. Su tratamiento no solo tiene interés desde el mero punto de vista del alivio sintomático, sino por los cambios fisiológicos que produce en la madre y el feto (periodos de hiperventilación e hipoventilación, aumento de catecolaminas...), cambios que aunque se toleran bien en condiciones normales pueden llegar a descompensar estados patológicos previos (cardiopatías, preeclampsia...). La analgesia epidural es la más frecuente, aunque hay otras alternativas farmacológicas (neuroaxiales y no neuroaxiales) y no farmacológicas para aliviar el dolor del parto (Tabla 1).


Analgesia epidural obstétrica

La analgesia epidural (o peridural) fue descubierta en 1921 por el médico militar español Fidel Pagés. La analgesia epidural obstétrica consiste en el alivio del dolor del trabajo de parto mediante la introducción de fármacos (habitualmente anestésicos locales) en el espacio epidural, bloqueando así las terminaciones nerviosas en su salida de la médula espinal. Por lo tanto su distribución será metamérica, es decir, se anestesiará la zona del cuerpo que corresponde a los nervios que han sido alcanzados por el anestésico local inyectado.

Con la paciente sentada o en posición de decúbito lateral se anestesia la piel y se punciona el espacio entre dos apófisis espinosas de las vértebras lumbares con una aguja especial que permite la introducción de un catéter para la infusión continua de fármacos, conectada a una jeringa de baja resistencia llena de aire o solución salina, que permite localizar el espacio epidural, un espacio virtual de menor resistencia que los adyacentes situado antes de la duramadre. Es una técnica no exenta de complicaciones, pero muy segura y eficaz en manos de un anestesiólogo adiestrado.

En la analgesia epidural obstétrica se usan dosis bajas de anestésicos locales, por tanto el principal indicador de su efecto es el alivio del dolor. A veces se puede observar también cierto grado de bloqueo motor (no siempre bilateral y simétrico) y bloqueo simpático.

Diagnóstico y tratamiento del fracaso de la técnica epidural

Es hoy día el método de elección para mitigar el dolor del trabajo de parto, el expulsivo y el alumbramiento2. Sin embargo, la analgesia resultante puede no ser satisfactoria (Fig. 1) en aproximadamente el 3,5-32% de las pacientes3-9, incidencia bastante mayor que en el caso de los pacientes quirúrgicos (2-4%)10,11, en gran parte debido a los cambios anatómicos acaecidos durante la gestación (aumento de peso, edemas, dificultad de flexión y de localización del espacio epidural, ingurgitación de las venas epidurales...).


La etiología de la analgesia inadecuada epidural obstétrica es multifactorial y no se ha determinado completamente (Tabla 2).

El tratamiento dependerá de la respuesta a tres preguntas: ¿cuándo?, ¿cómo? y ¿por qué?

El momento (¿cuándo?) que aparece la analgesia inadecuada es importante. No es lo mismo que suceda al principio de la dilatación, que con el parto ya muy próximo, ya que las soluciones serán diferentes. Hay que recordar que el dolor del parto consta de 2 fases de presentación y una de transición entre ambas. La 1ª fase corresponde al inicio de las contracciones y afecta al cérvix, cuerpo y segmento inferior uterinos, ovarios y trompas de Falopio, a través de losramos comunicantes de T10 a L1. Es un dolor visceral, difuso, causado por las contracciones uterinas, la isquemia cervicouterina y la distensión de los mecanoceptores uterinos y cervicales. Según progresa la 1ª fase el dolor pasa de persistir del 45% al 60% del tiempo de la contracción uterina, y al final de esta fase pueden aparecer un dolor visceral secundario (por distensión de órganos pélvicos) y un dolor somático profundo (por compresión del plexo lumbosacro), manifestados como dolor de la pared abdominal, lumbosacro, en crestas iliacas, glúteos o muslos, además del dolor uterino. La fase de transición se corresponde aproximadamente a una dilatación cervical de 7-10 cm y se debe al dolor por estiramiento de los ligamentos, fascias, musculatura pélvica y compresión del plexo lumbosacro (segmentos L2 a S1). La 2ª fase se caracteriza por un dolor añadido superficial, somático, agudo, más intenso, localizado, vehiculado por los nervios pudendos (S2 a S4) debido al descenso fetal y la distensión de la vagina y el periné.


Hay que controlar la extensión e idoneidad de la analgesia durante el parto. La correcta anamnesis y exploración (¿cómo?), valorando el grado de bloqueo motor y la repercusión hemodinámica sobre la presión arterial y la frecuencia cardíaca, si se trata de una ausencia total de analgesia, de un bloqueo unilateral o asimétrico, de un bloqueo parcial de un solo segmento, de un nivel analgésico metamérico adecuado pero insuficiente o de un nivel sensitivo inadecuado caudal o cefálicamente, nos proporciona información sobre su posible etiología (¿por qué?) y sus soluciones. La conjunción de las tres respuestas en el contexto de cada paciente en concreto orientará hacia la adopción de unas medidas terapéuticas u otras. Desgraciadamente no existen unas guías específicas para cada momento, y alguna de las alternativas dependen directamente de la experiencia del anestesiólogo. Existen, sin embargo, unos pasos más o menos definidos para intentar reducir la incidencia o bien minimizar el impacto del fallo de la analgesia epidural. El primero es la realización de una punción epidural con una metodología y técnica correctas, comprobando previamente el equipo (se han descrito fallos por material defectuoso12,13) y administrando una dosis test adecuada para detectar el emplazamiento intravascular o intratecal (ej. con 3 ml de bupivacaína 0,25% con adrenalina) y una dosis inicial con el objetivo de alcanzar un nivel T10 aproximadamente (ej. 10-15 ml de bupivacaína < 0,125% con fentanilo 2 µ;g.ml-1, 10-15 ml de bupivacaína < 0,25% con fentanilo 2 µ;g.ml-1,10 ml de levobupivacaína 0,125% o 10 ml de ropivacaína 0,2%). Aunque parezca obvio, en los casos donde la paciente necesitará analgesia antes de los 20-30 minutos que tarda en hacer efecto la epidural convencional (ej. secundíparas con 4 cm o más de dilatación, primíparas >7 cm, dolor referido >8 en la escala visual analgésica, fracaso de la técnica epidural previa con dilatación avanzada), hay que plantearse suplementar la analgesia de entrada. Una opción es la administración una dosis subaracnoidea de anestésico local y mórfico (ej. 1 ml de bupivacaína o levobupivacaína 0,25% sin vasoconstrictor con 20 µg de fentanilo ó 5 µg de sufentanilo14, aunque hay que recordar que el sufentanilo intratecal se ha relacionado con hiperreactividad uterina y alteraciones de la frecuencia cardiaca fetal, especialmente a dosis mayores de 7,5 µg)15,16.

En un parto recién iniciado, si la sensación de la punción epidural no es buena desde el primer momento y la paciente no presenta contraindicaciones o dificultad especial para la punción, deberíamos plantearnos la posibilidad de repetir la punción de nuevo o realizar una anestesia combinada espinal-epidural antes de empezar con medidas correctivas de analgesia inadecuada.

En cuanto a los modos de presentación de la analgesia epidural inadecuada, las causas pueden ser las siguientes: ausencia total de analgesia, analgesia inicial insuficiente, analgesia unilateral, dolor bilateral, dolor perineal y lumbar y analgesia parcheada.

Ausencia total de analgesia

Cuando se manifiesta de forma inmediata es preciso sospechar de un emplazamiento del catéter fuera del espacio epidural. Si se manifiesta de forma tardía debemos comprobar que el catéter no se ha salido o desconectado. Sospechar la posibilidad de disfunción del catéter en caso de necesidad creciente de refuerzos (> 2 tras un bloqueo inicial correcto). Este riesgo aumenta con el tiempo (partos > 6 horas) y con la obesidad (especialmente la obesidad mórbida)17 con una tasa de fallos descrita de hasta el 42%18 en parte debido a movimientos del catéter en la piel de hasta 3 cm. Por este motivo algunos autores aconsejan introducir el catéter epidural más de los 4-5 cm recomendados en el espacio epidural, permitiendo un margen de maniobra si la analgesia se lateraliza y hay que retirar 1 cm el catéter)19-21. Recordar que un catéter funcionante y bien emplazado al inicio no es garantía que se pueda mover y causar complicaciones a posteriori, algunas potencialmente letales como la migración intravascular tardía22.

Analgesia inicial insuficiente

La analgesia inicial insuficiente se caracteriza por valores de EVA > 3 tras 30 minutos del bolo inicial y tras 15 minutos del bolo de PCA programado y generalmente se debe a una dosis inicial escasa. La solución es la administración de un bolo de 10 ml de ropivacaína 0,2%, levobupivacaína 0,25% o de lidocaína 1%. Recordar que a veces se tiende a usar lidocaína pensando en la inmediatez de su efecto, aunque en realidad no aporta rapidez por sus características fisicoquímicas (poco ionizado,) y con un de pH 7,7 atraviesa más la placenta y puede acumularse en el feto (al igual que la mepivacaína, con pH 7,6).

Analgesia unilateral

La paciente presenta dolor solo en un lado. La mayor parte de las veces se debe a que las matronas les colocan sobre el lado en el que el bebé tiene el mejor registro cardiotocográfico, de tal modo que el lado sobre el que apoyan está totalmente bloqueado y el de arriba poco o nada.

La solución es colocar a la paciente en decúbito lateral con el lado doloroso en declive si registro cardiotocográfico es adecuado y administrar un bolo de refuerzo (por ejemplo 10 ml de ropivacaína 0,2%,levobupivacaína 0,25% o debupivacaína 0,25%). Si no se puede, poner el refuerzo y explicarle a la paciente lo que ocurre y que probablemente el lado sobre el que apoya se le va a quedar aún más dormido. Después del refuerzo hay que valorar su efecto y considerar si persiste, pensar en la posibilidad que el catéter haya sido introducido demasiado y se haya lateralizado, por ello el siguiente paso es la retirada del catéter epidural 1-2 cm y administrar un nuevo refuerzo (valorando el grado de bloqueo). Aquí debemos matizar que algunos estudios sugieren que introducir el catéter epidural más de 6 cm incrementa el riesgo de lateralización23, por tanto en algunas pacientes la solución primaria podría ser la retirada parcial del catéter, más que la administración de bolos de refuerzo. Si a pesar de esto no obtenemos mejoría y sospechamos de alteraciones anatómicas (Tabla 1) o que la colocación del catéter puede ser incorrecta, retirar el catéter y pinchar de nuevo.

La incidencia de bloqueo unilateral se ha descrito en torno al 5-21% de las epidurales, y algunos autores describen mayor tasa de lateralidad en pacientes que han recibido epidurales previas, apareciendo bloqueo unilateral persistente en el 0,4-2%24.

Entre las causas de lateralización despiertan especial interés para el anestesiólogo la existencia de la plica mediana dorsalis epidural y el efecto de los parches hemáticos empleados en el tratamiento de cefaleas postpunción previas. La primera es un tabique de tejido conjuntivo que actuaría a modo de barrera para la correcta difusión del anestésico local en el espacio epidural cuya existencia se ha demostrado por epiduroscopia25 y epidurografía + TAC26. En el caso de la fibrosis producida por el parche hemático se han descrito casos aislados de fallos (lateralización y analgesia parcheada) en epidurales posteriores a un parche hemático27. La tasa de éxito de la epidural en mujeres con historia previa de epidurales en un estudio retrospectivo fue del 90% en cuando la epidural anterior no tuvo complicaciones, del 65% cuando hubo punción dural y del 59% si se les había realizado un parche hemático28.

En estos casos, incluso la nueva punción epidural puede no ser eficaz. Valorar la administración de técnicas alternativas neuroaxiales (subaracnoidea continua) o no. De nuevo, evaluar la situación, la intensidad del dolor, las características de la paciente, el tiempo estimado pendiente hasta el parto y nuestra experiencia nos decantará entre varias posibilidades. Conviene en estos casos explicar claramente a la paciente la alternativa elegida y el grado de analgesia que esperamos de ella.

Dolor bilateral

La paciente se sigue quejando de dolor, quizá algo menos (importante, esto quiere decir que el catéter está en su sitio) o que tiene dormidos los pies pero que no está aliviada. Debemos plantearnos si el lugar de punción elegido ha sido el correcto. A veces se hace la punción a un nivel muy bajo y se introduce el catéter solo 3 cm, siendo imposible alcanzar D10 con la solución del anestésico.

En este caso, hay que reforzar con volumen (ej. 10 ml de ropivacaína 0,2%) para intentar subir el nivel de bloqueo y después, aumentar el ritmo de la perfusión para mantenerlo. Considerar también añadir 50 µ;g de fentanilo al bolo de refuerzo. Si no hay mejoría descartar que el catéter se haya salido y la paciente tenga en realidad analgesia residual que irá desapareciendo progresivamente.

Dolor perineal y lumbar

El dolor perineal suele aparecer en fases avanzadas de la dilatación ya que las raíces sacras son más gruesas y necesitan mayor concentración de anestésico para bloquearse, en parte por la compresión de las raíces sacras por el feto. El dolor lumbar podría deberse al apoyo de la cabeza en sacro y pelvis menor. La solución es reforzar la analgesia (ej. con 5-10 ml de ropivacaína 0,2-0,375% o levobupivacaína 0,25-0,33%) y avisar a la paciente que va a tener mayor bloqueo motor. Añadir un opioide epidural como el fentanilo (50 µ;g) o el sufentanilo (15 µ;g) permite reducir la concentración del anestésico local (y del bloqueo motor) a expensas de mayor riesgo de prurito y en el caso del sufentanilo de alteraciones transitorias del ritmo cardiaco fetal29. Es un dolor a veces difícil de controlar, porque la proximidad del parto hace en ocasiones que evitemos administrar suficiente dosis de anestésico local para impregnar las raíces sacras en aras de salvaguardar la colaboración de la parturienta en el expulsivo.

Analgesia parcheada

Los parches a menudo no se sabe por qué se producen y pueden aparecer en cualquier momento del parto. A menudo se atribuyen a alteraciones anatómicas del espacio epidural, aunque no debemos olvidar que puede ser por un fallo del emplazamiento del catéter, como el escape transforaminal del catéter, que se manifiesta como un bloqueo parcial limitado a uno o dos dermatomas, y que proporciona analgesia sólo en una pequeña área, acompañado a veces de un bloqueo simpático lumbar unilateral y cierta debilidad del cuádriceps7. Administrar refuerzos de anestésico local en caso de analgesia parcheada puede no ser, por tanto, la solución definitiva, y si no hay ninguna mejoría tras los refuerzos y la retirada parcial del catéter, lo mejor es no esperar y pinchar de nuevo a la paciente cuanto antes.

Técnicas suplementarias de la analgesia epidural

Otras estrategias de analgesia neuroaxial

La analgesia combinada se caracteriza por la administración de una dosis de medicación subaracnoidea (ej. 1 ml de bupivacaína al 0,25% preferiblemente sin mórfico ya que es el mayor implicado en alteraciones del registro cardiotocográfico30,31) mediante punción única además de la analgesia continua por el catéter epidural. Útil en fases avanzadas de dilatación o en pacientes con mucho dolor inicial.

La punción subaracnoidea sobre técnica epidural es similar a la anterior excepto que no se administran fármacos subaracnoideos. Podría mejorar la analgesia epidural, con menor incidencia de dolor sacro, por el paso de parte de la dosis epidural al espacio subaracnoideoa través del orificio de la duramadre32. Necesita más estudios para valorar su eficacia33 ya que no todos los autores están de acuerdo en su eficacia.

La analgesia espinal continua es una alternativa en el caso de pacientes con artrodesis de columna instrumentada y cirugía de raquis que pueda comprometer la difusión del anestésico local en el espacio epidural34,35, o de punción dural accidental (a través del propio catéter).

Bloqueos periféricos

El bloqueo bilateral del plexo de Frankenhauser (bloqueo paracervical36) se aplica solo en las fases iniciales de dilatación (4-5 cm) a intervalos de al menos 1 hora.A partir de 8 cm de dilatación es más difícil de realizar y tiene más riesgo de efectos secundarios. Produce una analgesia de inicio rápido (2 a 5 min) y duración variable (60-90 min con mepivacaína 1%, 40 min con lidocaína 1%, 120-150 min con bupivacaína 0,125% y 120-360 min con ropivacaína 0,75%)37 calificada de excelente por el 75% de las embarazadas38, pero de inferior calidad a la administración de una dosis única de analgesia subaracnoidea39. Se recomienda no usar lidocaína ni mepivacaína por el atrapamiento iónico en el lado fetal. No afecta la deambulación40.

Se usó durante los años 1960-70 en el 58% de los partos41, aunque la aparición de bradicardia fetal (15-55%)42,43, el principal efecto adverso de esta técnica, motivó que se abandonara por la analgesia epidural44 y que algunos autores contraindicasen esta técnica en caso de prematuridad, insuficiencia placentaria y distrés fetal45.

El bloqueo pudendo36 se usa en la 2ª fase del parto, en el expulsivo con instrumentación simple (fórceps bajo, ventosa y espátulas), en el alumbramiento, episiotomía y a veces para suplementar la analgesia epidural. Es ineficaz en el 10-50% en uno o los dos lados46,47 y no elimina el dolor de la parte anterior del periné, tributaria de ramas de los nervios ilioinguinal y genitofemoral. La incidencia de complicaciones es rara48.

Fármacos inhalatorios

El óxido nitroso49, de inicio rápido (50 seg), se puede usar en cualquier fase del parto36. Se elimina rápidamente de los pulmones y no causa depresión neonatal50,51. Su eficacia analgésica es controvertida, entre moderada y satisfactoria según algunos estudios, menor que con los gases halogenados o el remifentanilo, y depende en parte de la capacidad de la paciente de autoadministrase el gas (comercializado como Entonox, una mezcla de óxido nitroso y oxígeno al 50%). En caso de necesitar episiotomía para el expulsivo, infiltrar el periné con anestésicos locales porque con óxido nitroso solo es insuficiente.

Los agentes halogenados son de uso infrecuente y suele circunscribirse al expulsivo, ya que es difícil ajustar las concentraciones analgésicas. La analgesia que producen es de escasa calidad, inducen relajación uterina y pueden deprimir la consciencia y la respiración. El isoflurano (0,2-0,25%) y el sevoflurano son los más usados. A menudo se combinan con el óxido nitroso para mejorar la analgesia36.

Analgesia intravenosa

Es la analgesia de elección en pacientes que no quieren o no pueden recibir técnicas neuroaxiales por alguna contraindicación (fundamentalmente problemas de coagulación).

Opioides

Los opioides ejercen su acción en el cerebro materno, aunque atraviesan la barrera placentaria y afectan al feto, reduciendo la variabilidad de la frecuencia cardiaca fetal y causando depresión respiratoria en el neonato52,53. Mitigan el dolor del parto (sin llegar a ser tan efectivos como la epidural54) pero solo con dosis altas (Tabla 3) y por tanto más efectos secundarios, como nauseas, vómitos, prurito y sedación maternos. De hecho algunos autores creen que la analgesia de algunos opioides como la morfina y la meperidina alivian a la parturienta más por la somnolencia que producen que por la analgesia per se52,55.

La meperidina intramuscular fue durante mucho tiempo el opioide más usado, aunque se abandonó por sus efectos adversos potenciales (crisis serotoninérgicas, convulsiones, interacciones con los IMAOs). Atraviesa la placenta y alcanza la máxima concentración fetal entre 2-3 h tras su administración, por eso se recomienda administrarla cuando el expulsivo se prevé que sucederá antes de una hora o después de 4 horas, algo bastante difícil de predecir. Además, la normeperidina, su metabolito, es tóxico y tiene una semivida en el neonato de 2,5 días56, habiéndose relacionado con problemas neuroconductuales57 y dificultad para la lactancia a pesar de respetar los «márgenes de seguridad» de la administración de la meperidina58.


La morfina se usa raramente por sus efectos adversos maternofetales54,55,59,60. En su lugar se emplean opioides de corta duración de acción, fundamentalmente el fentanilo y el remifentanilo.

El fentanilo es incapaz de aliviar por completo el dolor de las contracciones uterinas especialmente en la 2ª fase del parto incluso a dosis de 0,3 mg. Sin embargo, el fentanilo incrementa la tolerancia al dolor sin efectos adversos neuroconductuales en el neonato. La dosis más frecuente es 0,05-0,1 µ;g/h36. También se ha administrado en PCA (dosis de carga de 0,05 mg, bolos de 0,02 mg, bloqueo de 5 min y dosis máxima de 0,240 mg/h)61-63 con mejores resultados que la meperidina64.

El sufentanilo se emplea frecuentemente via subaracnoidea y epidural, pero por vía intravenosa su utilidad es limitada por su escasa potencia65.

La FDA clasifica el remifentanilo66,67 como fármaco categoría C, es decir, sin estudios bien controlados en embarazadas, por lo que su uso se limita a las situaciones donde los beneficios superen los riesgos potenciales, ya que su seguridad no se ha establecido durante el parto.El remifentanilo tiene un rápido inicio de acción y corta latencia desde su efecto pico, con duración de acción breve y rápida eliminación. No se acumula y su metabolismo es independiente de la función renal o hepática68. Atraviesa la placenta con ratios vena umbilical / arteria materna de 0,73 y arteria umbilical / vena umbilical de 0,6069, pero se metaboliza o redistribuye rápidamente por el feto y no produce depresión neonatal 70-72, en parte debido a que la vida media del remifentanilo en el feto es similar a la del adulto73. Sus características farmacocinéticas lo convierten en alternativa para administrar en PCA en pacientes con contraindicación para la analgesia neuroaxial65,74-77, aunque se necesitan más estudios para valorar su eficacia y seguridad78. El principal efecto adverso es la depresión respiratoria maternal (por tanto se necesita monitorización continua y disponibilidad de oxígeno por si fuese necesario)79, habiéndose descrito una parada cardiorrespiratoria80. También pueden aparecer náuseas (incidencia variable), prurito moderado (que no suele necesitar tratamiento)79 y sedación81. Respecto al neonato, hay un caso descrito de rigidez torácica y depresión respiratoria tras el uso de remifentanilo en una cesárea82 (a dosis mayores de las usadas en analgesia de parto). En una serie de 23 neonatos no se observaron diferencias hemodinámicas ni en la saturación de oxígeno en las primeras 24 horas de vida tras recibir las madres una PCA de remifentanilo, aunque los autores describen durante la primera hora una tendencia a la hipotensión respecto a los neonatos cuyas madres no recibieron remifentanilo83. Comparado con la petidina, los resultados de los test neuroconductuales de los neonatos cuyas madres recibieron remifentanilo fueron mejores66 y con el fentanilo, la incidencia de reanimación neonatal menor84.

Las dosis usadas en la PCA varían de bolos de 0,15 a 0,5 µg/kg (rango 0,15 a 0,93 µg/kg) infundidos en 20 seg con intervalo de bloqueo de 1-3 min 85,86. Algunos autores añaden una perfusión basal continua de 0,025-0,05, 0,075, 0,1 y 0,15 µg/kg)86-88 mejorando la analgesia y reduciendo la incidencia de efectos adversos respecto a la administración solo en bolos87,89, aunque este aspecto es controvertido, ya que otros autores han descrito justo lo contrario, que añadir la perfusión continua no mejora la analgesia e incrementa los efectos secundarios65,71,79,90. La asociación PCA remifentanilo - Entonox inhalado intermitentemente se ha estudiado con buenos resultados91. En pacientes con preeclampsia la PCA de remifentanilo se ha descrito de utilidad (bolo de carga de 0,5 µg/kg en 20 seg, bolos de PCA de 0,25 µg/kg con intervalo de bloqueo de 5 min, infusión continua a 0,05 µg/kg.min y dosis máxima de 3 mg en 4 h)92.

La PCA de remifentanilo obtiene mayor analgesia que la meperidina 93,94, la PCA de meperidina95 (además de mejores resultados en el neonato66), la PCA de fentanilo95 o el óxido nitroso inhalado intermitentemente65,71,79,96. Sin embargo, comparado con la analgesia neuroaxial en nulíparas, los resultados son peores97. La sensación global es que la analgesia con remifentanilo en PCA, aunque merece la pena y da buenos resultados98, con elevados índices de satisfacción maternos99, no llega al nivel de idoneidad de la analgesia neuroaxial100,97 y a menudo se relega a situaciones donde la epidural no es factible / viable101,102. Debido a sus potenciales efectos adversos, es necesario informar a la paciente103, monitorizarla adecuadamente104,105 y formar al personal de enfermería y matronas en su empleo. En Holanda, donde la analgesia epidural no está completamente extendida a toda la población, se ha llegado a recomendar la PCA de remifentanilo desde un punto de vista coste-efectividad como una técnica analgésica de primera elección106, aspecto que ha sido altamente criticado107.

Los agonistas antagonistas (nalbufina, butorfanol, pentazocina y buprenorfina) también se han usado, siendo su principal ventaja el efecto techo respecto a las dosis que causan depresión respiratoria (ej. dosis mayores de 10 mg de butorfanol intensifican la analgesia sin producir mayor depresión respiratoria).

No opioides

A menudo se combinaban con los opioides o el óxido nitroso para potenciar la analgesia y reducir los efectos secundarios, como la prometacina, fenotiazina e hidroxicina. Se usan casi siempre en la 2ª fase del parto, próximo al expulsivo. Algunos fueron frecuentes en el pasado, como la escopolamina o el tiopental. Hoy día, el uso de benzodiacepinas, propofol (incluso asociado al remifentanilo108) o ketamina es muy infrecuente. Un problema común es que disminuyen el nivel de consciencia (y aumenta el de broncoaspiración) y pueden producir depresión neonatal. La ketamina tiene un papel especial por sus características: produce un estado disociativo, analgesia, preserva la ventilación (aunque incrementa las secreciones y puede favorecer la aparición de laringoespasmo). Dosis de 0,25 mg/kg suplementadas con Entonox ofrecen analgesia razonable sin efectos adversos ventilatorios. Dosis mayores de 1 mg/kg causan hipertonicidad uterina.

Analgesia no farmacológica

El principal objetivo de las terapias farmacológicas es la eliminación de la sensación física de dolor, mientras que las no farmacológicas se centran principalmente en eliminar el sufrimiento (percepción de amenaza física o psíquica, miedo a perder el control, temor a morir o que muera el feto...). Ambas terapias se pueden usar combinadas o secuencialmente para incrementar su efecto global. El problema radica en que las terapias no farmacológicas, aunque son muy valoradas por las embarazadas en las encuestas de satisfacción (donde dicen además que las repetirían en el futuro), apenas han sido estudiadas, y los pocos ensayos aleatorizados existentes sobre el tema a menudo tiene fallos metodológicos o incluyen escaso número de participantes, por lo que no se pueden extrapolar resultados para aplicarlos a la población general109. En cambio tienen como ventaja que apenas causan efectos adversos, aspecto que favorece su expansión. Se clasifican en 3 grupos: técnicas de relajación, psicológicas y mecánicas.

Las técnicas de relajación se han descrito en la ambientación periparto110 (habitaciones más confortables para reproducir un entorno más acogedor y evitar la impersonalización del entorno hospitalario), la asistencia continua al parto por una persona de compañía o la inmersión en agua caliente, a temperatura discretamente superior a la corporal (con buenos resultados111, sin incrementar la incidencia de infección maternofetal a pesar de la ruptura de membranas112, aunque con mayor riesgo de aspiración de agua o rotura del cordón si el nacimiento se produce bajo el agua113). Permitir la movilidad y los cambios posturales se asocia a menos dolor de parto112,114-118. Los masajes, la acupresión (Shiatsu) y la acupuntura son también muy apreciados por las embarazadas87,88 aunque las revisiones sistemáticas no han encontrado beneficios significativos.

Las técnicas de modulación respiratoria aprendidas en las clases de preparación al parto, la música (audioanalgesia119,120) y la aromaterapia121,122 parece que contribuyen más a predisponer a la mujer a asumir el dolor del parto que a aliviarlo en sí.

La hipnosis, técnica psicológica, se ha demostrado que reduce de forma significativa el consumo de analgésicos109. Suelen ser procesos de autohipnosis enseñados por el hipnoterapeuta del tipo «guante anestésico» (la mujer imagina que su mano puede extender la analgesia allí donde la posa), «distorsión temporal» (percibiendo el tiempo libre de contracciones dolorosas como mayor de lo que es en realidad y el tiempo con contracciones de forma más breve) o «transformación imaginativa» (el dolor se percibe como algo benigno y aceptable)123. La hipnosis está contraindicada en pacientes con historial de psicosis, fobias o situaciones de estrés.

Entre las técnicas mecánicas, la estimulación eléctrica nerviosa transcutánea (TENS) se consigue con un par de electrodos paravertebrales a nivel de T10-L1, y otro en S2-S4. Los estudios no demuestran diferencias en las necesidades analgésicas entre las pacientes que usaron TENS y las que no, aunque con el TENS se registró menor incidencia de dolor severo. De nuevo, como en otras terapias no farmacológicas, el uso del TENS fue muy valorado por las embarazadas124. Se recomienda su empleo desde las fases iniciales del parto, para favorecer la liberación de endorfinas antes que el dolor se torne más severo. Algunos autores proponen que el TENS sería más eficaz en aliviar el dolor lumbar que aparece en ocasiones, más que el dolor del parto en sí125,126.

No hay estudios aleatorizados sobre la aplicación de calor (en espalda, abdomen inferior y periné) o frío (espalda, pecho y cara) en el trabajo de parto.

Por último, el balón suizo (un balón tipo fitness de 55 o 65 cm) se emplea para preparar la pelvis y la musculatura perineal para el parto. No hay estudios definitivos sobre el tema.

En conclusión, el anestesiólogo necesita aplicar sus conocimientos de farmacología y fisiología junto a una exploración continuada de la embarazada para poder diagnosticar la causa del fallo de la analgesia, y así poder ofrecer la alternativa más idónea en las diferentes fases de la dilatación y el parto. Siempre explicar a la paciente las alternativas terapéuticas y lo que se espera de estas, especialmente cuando manejamos analgesia no neuroaxial, así como la necesidad de ofrecer un enfoque multifactorial a la analgesia obstétrica, no limitada exclusivamente al mero alivio de la sensación física de dolor.

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