A finales del pasado siglo, y refiriéndose al republicanismo español de la Restauración, Manual Suárez Cortina afirmaba que era como «una hidra de mil cabezas, un movimiento social, político y cultural extremadamente heterogéneo» (
El interés por el republicanismo decimonónico y sus componentes ha estado siempre muy presente en la historiografía española, pero fue a principios de los años noventa del pasado siglo, cuando tuvo su gran eclosión. Ángel Duarte, José Álvarez Junco, Manuel Suárez Cortina y Nigel Townson son tan solo algunos de los estudiosos que se ocuparon con anterioridad de este movimiento y de sus principales prohombres. En esta relación de autores cabría también introducir a otros muchos, incluyendo a varios de los autores que contribuyen en la obra colectiva de la que ahora nos hacemos eco. Unos y otros cuentan con un dilatado bagaje en el estudio de la historia política del siglo
Además de una breve presentación inicial a cargo del profesor Demetrio Castro, en su calidad de coordinador, el cuerpo principal del libro contiene seis capítulos. El primero se aproxima de forma teórica a los estudios de liderazgo. Los restantes capítulos llevan a cabo cinco estudios de caso, a partir de la selección de seis líderes políticos republicanos de la segunda mitad del siglo
La principal novedad y el interés de
Hay que hacer notar que el esquema propuesto no se respeta por igual en todas las aportaciones. En honor a la verdad, Demetrio Castro como coordinador de la obra ya alerta de esta circunstancia en la presentación. La lectura del libro en su conjunto permite comprobar que, pese al esquema planteado en el capítulo primero, existen dos formas distintas de abordar el tratamiento de los diversos tribunos republicanos. Una primera, que se ciñe casi por completo al modelo analítico propuesto en dicho capítulo, y otra, la que se emplea en los dos últimos, que se ocupa de los personajes al margen de dicho modelo. En cualquier caso, es reconocible en todos ellos un uso adecuado del vocabulario propio de los diversos enfoques de estudio del liderazgo político que solo es posible partiendo de la vocación unificadora de las formas expositivas que se explicita en la mencionada presentación y que se especifica en el capítulo primero. Este proceder arroja como resultado la sensación de estar ante una obra distinta y, por tanto, singular en relación con la literatura ya existente sobre los principales líderes del republicanismo.
Más allá de esta estructura, Antonio Robles presenta las diferentes taxonomías del liderazgo político de forma muy exhaustiva y con mucha claridad, sosteniendo el carácter transformacional de los líderes republicanos. Las tablas de características personales, comportamiento, visión y objetivo, redes de apoyo, etc., dedicadas en este capítulo a cada uno de los líderes estudiados, son de gran interés y marco de referencia de algunos de los capítulos posteriores sobre cada uno de dichos líderes.
En lo tocante a la particular selección de líderes analizados cabe decir que es especialmente significativa, pues representa los modelos de liderazgo más admirados y elegidos por el pueblo republicano. En los primeros cuatro capítulos se estudian por separado los liderazgos de Orense, Ruiz Zorrilla, Castelar y Pi y Margall. En el último capítulo se analizan al mismo tiempo las personalidades de Salmerón y de Lerroux. Todos ellos fueron los grandes prohombres de la tradición y cultura republicanas decimonónicas. No están todos los que podría haberse incluidos siguiendo un criterio de mayor extensión, lo que podría haber derivado en un estudio de élites, pero está claro que los elegidos son los grandes jefes políticos de las distintas tendencias republicanas. Cada uno de ellos representa de forma clara las creencias y actitudes que conformaron cada una de las facciones y subculturas republicanas. Más allá de las coincidencias ocasionales entre unos y otros, lo cierto es que cada cual es reconocible por un particular estilo de liderazgo, pues como se sugiere en uno de los capítulos, el republicanismo era homogeneidad y diversidad al mismo tiempo.
En el capítulo segundo, Gregorio de la Fuente Monge analiza la figura de José María Orense, uno de los líderes cardinales del movimiento republicano español hasta la Restauración. Orense fue un hombre de consenso entre los individualistas de Castelar y los socialistas de Pi y Margall, pese a que siempre mantuvo una postura política más favorable a los segundos. En este capítulo se presta especial atención a las bases y a la trayectoria de su liderazgo teniendo presente, entre otras cuestiones, todo lo relativo a las características personales, el sentido de su visión política, así como el entramado de sus seguidores en su particular ámbito de dominio.
Del soriano Ruiz Zorrilla se ocupa Raquel Sánchez en el capítulo tercero. No es tarea fácil, en principio. Fue la de aquel una personalidad compleja; como es sabido, primero ejerciendo de conspirador contra Isabel II bajo el mando del general Prim. Participando en el comienzo del Sexenio Revolucionario, llegó a ser ministro de Fomento y Justicia en los primeros momentos de ese periodo para más tarde convertirse en presidente del Consejo de Ministros en el efímero reinado de Amadeo de Saboya. Por último, Zorrilla ejerció como principal representante de la estrategia conspirativa y militar contra el régimen restauracionista desde el exilio. Salvando bien esta complejidad, Sánchez se detiene en esta última condición, observando algunos de los valores políticos de Zorrilla tales como su formación, sus ambiciones y su trayectoria. De este modo, calibra el peso de sus redes de apoyo en los distintos niveles de la vida política, centrándose en cómo se mantuvieron o cambiaron las
mismas. Muchas de las consideraciones que se hacen en este capítulo se confirman y se completan en
Por su parte, en el capítulo cuarto, Jorge Vilches se detiene en la trayectoria política de quien fuera presidente la Primera República, Emilio Castelar y Ripoll, remontándose para ello a los inicios de la militancia del político gaditano. No obstante, se repara específicamente en las estrategias de liderazgo que aquel desarrollo durante la Restauración al frente del denominado republicanismo posibilista, otorgando una importante significación a los rasgos de su oratoria y la consolidación de un amplio grupo de seguidores. Vilches concluye su trabajo ubicando a Castelar en la categoría de líder transformacional, muy comprometido con sus seguidores y patrocinador e impulsor de una particular idea de república asociada, fundamentalmente, al sufragio universal masculino, al reconocimiento de derechos individuales, al liberalismo económico, etc.
El editor, Demetrio Castro, es también autor del capítulo quinto, dedicado a Pi y Margall, «maestro y jefe». Destaca el tratamiento que se hace de su imagen pública a partir de las necrológicas aparecidas tras su muerte. Honrado, carismático, consecuente, íntegro, sobrio, austero, obcecado o intransigente son solo algunos de los rasgos de su personalidad y de la modalidad del liderazgo que ejerció Pi y Margall de los que se ocupa el profesor Castro. En conjunto, el liderazgo ejercido por Pi se inserta también en el modelo transformador, con tintes autoritarios.
En el último capítulo del libro, Ángel Duarte, gran conocedor y estudioso del republicanismo en Cataluña, se enfrenta a la difícil tarea de analizar al tiempo, dos liderazgos emblemáticos del movimiento republicano, dos «líderes en transición»: Nicolás Salmerón y Alejandro Lerroux. En ambos casos, de forma clara, el contexto de la Barcelona finisecular aparece descrito como un lugar propicio para el ejercicio de sus liderazgos, el espacio para «el reencuentro con las masas». El liderazgo veterano del primero y la juventud del segundo representaron la esperanza republicana de construir nuevos relatos y proyectos tras el progresivo agotamiento de los próceres del 73. El valor de este capítulo reside, sobre todo, en el análisis que realiza de las redes compartidas por ambos líderes y de los recursos retóricos empleados para movilizar a las masas barcelonesas.
En conclusión, estamos ante una publicación de carácter historiográfico; sí, pero también ante una aproximación politológica, ante un trabajo sobre liderazgo político tratado en gran medida con el instrumental propio de la ciencia política; una nueva aportación al campo la de historia política que puede interesar a un público amplio, pese a su carácter académico. En ocasiones, los autores pecan de un exceso de narración biográfica y un déficit analítico de los republicanos tratados. El estilo y el lenguaje están muy cuidados, sabiendo introducir de forma adecuada el uso de términos académicos, sin que por ello sea una obra imposible de llegar a un público más amplio que el estrictamente especializado en la materia.